INTRODUCCIÓN
Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual
también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si
retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y
después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de
los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después
a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a
mí. 1ª Cor. 15: 1-8.
Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos
adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento
de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la
imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y
esto haremos, si Dios en verdad lo permite. Porque es imposible que los que una
vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes
del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes
del siglo venidero. Heb. 6: 1-5.
Una de las razones del crecimiento de las congregaciones
bautistas eran las características particulares del movimiento. Los bautistas
no reconocían los sacramentos como tales, como los reconocían los anglicanos y
los católicos romanos. Creían en dos ordenanzas: la Cena del Señor y el
bautismo de los que profesaban ser creyentes. Los primeros bautistas preferían
ser bautizados por inmersión en “aguas vivas”; agua que corría en un río o
arroyo. En el gobierno eclesiástico bautista, la congregación tenía completa
autoridad. Podía llamar a su pastor y despedirlo. No había obispos ni
superintendentes en la estructura bautista. Ningún grupo tenía poder
gubernamental sobre otras congregaciones individuales.
En resumen, las interpretaciones de fe cristiana evangélica
tal como las proclaman las Escrituras fueron presentadas en la Confesión de
Westminster en 1647. Se realizaron actualizaciones 1) para el gobierno
eclesiástico congregacional en la Declaración de Savoy en 1658 y 2) para el bautismo del creyente en la
(primera) Confesión de Londres
de 1677.
El mensaje principal de la Confesión de Westminster fue
nuevamente preservada en la Confesión
de fe de Londres de 1689, que incorporó las revisiones menores tanto de la
Declaración de Savoy y la
primera Confesión de Londres.
La presente Confesión Bautista
Fe de 1689 ha pasado la prueba del tiempo y ha llegado a ser una de las
afirmaciones más importantes de la fe evangélica en la historia de la iglesia.
Es utilizada en la actualidad por miles de congregaciones alrededor del mundo.
(1)
A.
Las Sagradas Escrituras constituyen la única regla
suficiente, segura e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia
salvadores. 2 Ti. 3:15-17. Is. 8: 20. Lc.
16: 29-31. Ef. 2:20.
B.
Aunque la luz de la naturaleza y las obras de la creación y
de la providencia manifiestan de tal manera la bondad, sabiduría y poder de
Dios que dejan a los hombres sin excusa: Ro.
1:19-21, 32; Ro. 2:12a, 14, 15; Sal 19:1-3.
C.
No obstante, no son suficientes para dar el conocimiento de
Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación: Sal 19:1-3 con vv. 7-11; Ro. 1:19-21; 2:12a, 14,15 con 1:16,17 y 3:21.
D.
Por lo tanto, agradó al Señor, en distintas épocas y de
diversas maneras, revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su iglesia: He 1:1,2a.
E.
Y posteriormente, para preservar y propagar mejor la verdad
y para un establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la
corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo, le agradó poner por
escrito esa revelación en su totalidad, lo cual hace a las Santas Escrituras
muy necesarias. Pr. 22:19-21; Lc. 1:1-4;
2 P. 1:12-15; 3:1; Dt. 17:18ss.; 31:9ss., 19ss.; 1 Co. 15:1; 2 Ts. 2:1, 2,15;
3:17; Ro. 1:8-15; Gá. 4: 20; 6: 11; 1 Ti. 3:14. Ap. 1:9, 19; 2:1, etc.; Ro.
15:4; 2 P. 1:19-21.
F.
Habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales
Dios revelaba su voluntad a su pueblo: He
1:1,2a; Hch. 1:21, 22; 1 Co. 9:1; 15:7, 8; Ef. 2:20.
LA REVELACIÓN ESPECIAL Y LA BIBLIA
Cuando
Jesús fue tentado por Satanás en el desierto, reprendió al demonio con estas
palabras: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios" (Mateo 4:4). Históricamente, la iglesia se ha hecho
eco de la enseñanza de Jesús al afirmar que la Biblia es la vox Dei, la "voz de Dios" o
el verbuni Dei, la "Palabra de Dios".
Llamar a la Biblia la Palabra de Dios no significa sugerir que fue escrita por
la propia mano divina de Dios o que nos cayó del cielo en un paracaídas. La
Biblia misma dirige nuestra atención hacia muchos de sus escritores humanos.
Si
estudiamos la Escritura diligentemente, notaremos que cada uno de sus
escritores humanos tiene su estilo literario propio, su vocabulario, su énfasis
especial, su perspectiva, y otras características.
Si
la producción de la Biblia implicó el esfuerzo humano, ¿cómo es posible
considerarla la Palabra de Dios?
A
la Biblia se la llama la Palabra de Dios porque ella misma declara, y la
iglesia lo cree, que los escritores humanos no escribieron simplemente sus
propias opiniones, sino que sus palabras fueron inspiradas por Dios. El apóstol
Pablo escribe: "Toda la Escritura es inspirada por Dios" (2 Timoteo
3: 16). La palabra inspiración es
una traducción de la palabra griega que significa "exhalado por
Dios". Dios exhaló la Biblia. De la misma manera que exhalamos el aire a
través de nuestras bocas cuando hablamos, así la Escritura es Dios hablando.
Aunque
la Escritura llegó a nuestras manos de las plumas de los autores humanos, la
fuente originaria de la
Escritura es Dios.
Por
eso es que los profetas podían anteponer a sus palabras este prefacio:
"Así dijo el Señor". Por eso es que Jesús pudo decir: "Tu
palabra es verdad" (Juan 17:17), y "la Escritura no puede ser
quebrantada" (Juan 10:35).
La
palabra inspiración también
dirige nuestra atención al proceso utilizado por el Espíritu Santo para supervisar la producción de la
Escritura. El Espíritu Santo guió a los autores humanos para que sus palabras
no fueran otra cosa que la palabra de Dios.
No
sabemos cómo supervisó Dios los escritos originales de la Biblia. Pero la
inspiración no implica que Dios dictó sus mensajes a quienes escribieron la
Biblia. El Espíritu Santo comunicó las propias palabras de Dios por medio de
los escritores humanos.
Los
cristianos afirman la infalibilidad y la inerrabilidad de la Biblia porque en
última instancia Dios es el autor de la Biblia. Y como es imposible que Dios
inspire falsedades, su palabra debe ser completamente cierta y confiable.
Cualquier producto literario preparado normalmente por los humanos es factible
de contener errores. Pero la Biblia no es un proyecto humano normal. Si la
Biblia ha sido inspirada y supervisada por Dios, entonces no puede equivocarse.
Esto
no significa que las traducciones de la Biblia con las que contamos hoy en día
no contengan errores, sino que los manuscritos originales eran absolutamente
correctos. Tampoco significa que todas las afirmaciones contenidas en la Biblia
sean verdaderas.
El
escritor del libro de Eclesiastés, por ejemplo, declara que "en el Sheol,
adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría"
(Eclesiastés 9: 1O). El escritor estaba escribiendo desde una perspectiva de
desesperación humana, y sabemos que su afirmación no es verdadera a la luz de
otras partes de la Escritura.
Pero
hasta cuando nos revela los falsos razonamientos de un hombre desesperado, la
Biblia nos dice la verdad.
RESUMÉN
1.
La inspiración es el proceso por el cual Dios ha exhalado su palabra.
2.
Dios es la fuente originaria de
la Biblia.
3.
Dios es el supervisor final de
la Biblia.
4.
Solamente los manuscritos originales de la Biblia no contenían ningún error.
PASAJES BÍBLICOS PARA
MEMORIZAR
Salmo 119, Juan 17:17, 1
Tesalonicenses 2: 13, 2 Timoteo 3:15-17. 2 Pedro 1:20-21.
(2)
Bajo el nombre de Sagradas Escrituras o Palabra de Dios escrita,
están incluidos todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, que son:
ANTIGUO TESTAMENTO
Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué,
Jueces, Rut, 1ª Samuel, 2ª Samuel, 1ª Reyes, 2ª Reyes, 1ª Crónicas, 2ª
Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar
de los Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel,
Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías,
Malaquías
NUEVO TESTAMENTO
Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, de los Apóstoles
Romanos, 1ª Corintios, 2ª Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses,
1ª Tesalonicenses, 2ª Tesalonicenses, 1ª Timoteo, 2ª Timoteo, Tito, Filemón,
Hebreos, Santiago, 1ª Pedro, 2ª Pedro, 1ª Juan, 2ª Juan, 3ª Juan, Judas,
Apocalipsis.
Todos ellos fueron dados por inspiración de Dios para ser la
regla de fe y de vida: 2ª Ti. 3: 16 con
1ª Ti. 5:17,18; 2ª P. 3: 16.
(3)
A.
Los libros comúnmente llamados Apócrifos, no siendo de
inspiración divina, no forman parte del canon o regla de la Escritura y, por lo
tanto, no tienen autoridad para la iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni
usarse excepto de la misma manera que otros escritos humanos: Lc. 24:27,44; Ro. 3:2.
(4)
A.
La autoridad de las Sagradas Escrituras, por la que debe ser
creída, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia: Lc. 16:27-31; Gá. 1:8,9; Ef. 2:20.
B.
Sino enteramente de Dios (quien es la verdad misma), el
autor de ella; por lo tanto, debe ser recibida porque es la Palabra de Dios: 2 Ti. 3:15; Ro. 1:2; 3:2; Hch. 2:16; 4:25;
Mt. 13:35; Ro. 9:17; Gá. 3:8; Ro. 15:4; 1 Co. 10:11; Mt. 22:32; Lc. 16:17; Mt.
22:41ss; Jun. 10:35; Gá. 3:16; Hch. 1:16; 2:24ss; 13:34, 35; Jun. 19:34-36;
19:24; Lc. 22:37; Mt. 26:54; Jun. 13:18; 2 Ti. 3:16; 2 P. 1:19-21; Mt. 5:17,
18; 4:1-11.
(5)
A.
El testimonio de la iglesia de Dios puede movernos e
inducirnos a tener una alta y reverente estima por las Sagradas Escrituras: 2 Ti. 3:14, 15.
B.
Y el carácter celestial del contenido, la eficacia de la doctrina, la majestad
del estilo, la armonía de todas las partes, el fin que se propone alcanzar en
todo su conjunto (que es el de dar toda la gloria a Dios), la revelación
completa que dan del único camino de salvación para el hombre, y muchas otras
excelencias incomparables y la totalidad de perfecciones de las mismas, son
argumentos por los cuales dan abundante evidencia de ser la Palabra de Dios. Jer. 23:28, 29; Lc. 16:27-31; Jun. 6:63; 1
P. 1:23-25; He 4:12, 13; Dt. 31:11-13; Jun. 20:31; Gá. 1:8, 9; Mr. 16:15, 16.
C.
Sin embargo, nuestra plena persuasión y certeza de su verdad
infalible y su autoridad divina provienen de la obra interna del Espíritu
Santo, quien da testimonio en nuestros corazones por medio de la Palabra y con
ella: Mt. 16:17; 1 Co. 2:14ss.; Jun.
3:3; 1 Co. 2:4,5; 1 Ts. 1:5,6; 1 Jun. 2:20,21, con v. 27.
(6)
A.
Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias
para su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está
expresamente expuesto o necesariamente contenido en las Sagradas Escrituras; a
las cuales nada, en ningún momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del
Espíritu ni por las tradiciones de los hombres: 2 Ti. 3:15-17; Dt. 4:2; Hch. 20:20, 27; Sal 19:7; 119:6, 9, 104,128.
B.
Sin embargo, reconocemos que la iluminación interna del
Espíritu de Dios es necesaria para un entendimiento salvador de las cosas
reveladas en la Palabra: Jun. 6:45; 1
Co. 2:9-14.
C.
Y que hay algunas
circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la Iglesia,
comunes a las acciones y sociedades humanas, que han de determinarse conforme a
la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, según las normas generales
de la Palabra, que han de guardarse siempre: 1 Co. 14:26,40
(7)
A.
No todas las cosas contenidas en las Escrituras son igualmente claras en sí
mismas. 2 P. 3:16.
B.
Ni son igualmente claras para todos: 2 Ti. 3:15-17.
C.
Sin embargo, las cosas que son necesarias saber, creer y
guardar para salvación, se proponen y exponen tan claramente en uno u otro
lugar de las Escrituras que no sólo los eruditos, sino los que no lo son,
pueden adquirir un entendimiento suficiente de tales cosas por el uso adecuado
de los medios ordinarios. 2 Ti. 3:14-17;
Sal 19:7-8; 119:105; 2 P. 1:19; Pr. 6:22,23; Dt. 30:11-14.
(8)
A.
El Antiguo Testamento en hebreo (que era el idioma del
pueblo de Dios en la antigüedad) Ro.
3:2, 3.
B.
Y el Nuevo Testamento en griego(que en el tiempo en que fue
escrito era el idioma más generalmente conocido entre las naciones), siendo
inspirados inmediatamente por Dios y mantenidos puros a lo largo de todos los
tiempos por su especial cuidado y providencia, son, por lo tanto, auténticos: Mt. 5:18.
C.
De tal forma que, en toda controversia religiosa, la iglesia
debe recurrir a ellos como autoridad determinante: Is. 8:20; Hch. 15:15; 2 Ti. 3:16, 17; Jun. 10:34-36.
C.
Pero debido a que estos idiomas originales no son conocidos por todo el pueblo
de Dios, que tiene derecho a las Escrituras e interés en las mismas, y se le
manda leerlas y escudriñarlas: Dt. 17:18-20; Pr. 2:1-5; 8:34; Jun. 5:39,
46.
D.
En el temor de Dios, han de traducirse a la lengua común de toda nación a la
que sean Llevadas: 1 Co. 14:6, 9, 11,
12, 24, 28.
E.
Para que morando abundantemente la Palabra de Dios en todos,
puedan adorarle de manera aceptable y para que, por la paciencia y consolación
de las Escrituras, tengan esperanza: Col.
3:16; Ro. 15:4.
(9)
A.
La regla infalible de interpretación de las Escrituras la
constituyen las propias Escrituras; y, por consiguiente, cuando surge una duda
respecto al verdadero y pleno sentido de cualquier pasaje bíblico (que no es
múltiple, sino único), éste se debe buscar en otros pasajes que se expresen con
más claridad: Is. 8:20; Jun. 10:34-36;
Hch. 15:15,16.
(10)
A.
El juez supremo, por el que deben decidirse todas las
controversias religiosas, y por el que deben examinarse todos los decretos de
concilios, las opiniones de autores antiguos, las doctrinas de hombres y
espíritus particulares, y cuya sentencia debemos acatar, no puede ser otro sino
las Sagradas Escrituras entregadas por el Espíritu. A dichas Escrituras así
entregadas, se reduce nuestra fe en definitiva: Mt. 22:29, 31,32; Ef. 2:20; Hch. 28:23-25.
EL CANON DE LA ESCRITURA
Comúnmente
pensamos en la Biblia como un solo gran libro. En realidad, es una pequeña
biblioteca de sesenta y seis libros individuales.
La
reunión de estos libros constituye lo que llamamos el canon de la sagrada Escritura. El término canon proviene de la palabra griega
que significa "vara de medir" "metro",
"estándar", o "norma". Históricamente, la Biblia ha sido
siempre el precepto autorizado para la fe y la práctica en la iglesia.
Con
respecto a los libros incluidos en el Nuevo Testamento, los católicos y los
protestantes están de acuerdo. Sin embargo, los dos grupos están en franco
desacuerdo con lo que respecta a los libros que deberían ser incluidos en el
Antiguo Testamento. Los católicos creen que los libros apócrifos deberían ser
considerados canónicos, mientras que el protestantismo piensa lo contrario.
(Estos
libros apócrifos fueron escritos después que se completó el Antiguo Testamento
y antes que se comenzara a escribir el Nuevo Testamento.) El debate con
respecto a los libros apócrifos se centra en el tema más amplio sobre qué fue
considerado canónico por la comunidad judía. Existe una contundente evidencia
que los libros apócrifos no estaban incluidos en el canon palestino de los
judíos. Por otro lado, parece ser que los judíos que vivían en Egipto habrían
incluido a los libros apócrifos (traducidos al griego) en el canon alejandrino.
Hay pruebas más recientes, sin embargo, que arrojan ciertas dudas a este
respecto.
Algunos
críticos de la Biblia aducen que la iglesia no contó con una Biblia como tal
hasta casi principios del siglo quinto. Pero esto es una distorsión de todo el
proceso de desarrollo canónico.
La
iglesia se reunió en concilios en varias ocasiones durante los primeros siglos
para decidir sobre cuales libros pertenecían propiamente al canon. El primer
canon formal del Nuevo Testamento fue creado por el hereje Marcia, quien
produjo su propia versión expurgada de la Biblia. Para combatir a este hereje,
la iglesia se vio obligada a declarar cuál era el contenido exacto del Nuevo
Testamento.
Aunque
la gran mayoría de los libros que hoy en día están incluidos en el Nuevo
Testamento en su día claramente funcionaron con autoridad canónica desde que
fueron escritos, hubo algunos pocos libros cuya inclusión en el canon del Nuevo
Testamento fue motivo de discusión. Estos fueron hebreos, Santiago, la segunda
epístola de Pedro, la segunda y tercera epístola de Juan, Judas, y Apocalipsis.
Existieron
además varios libros que rivalizaron para obtener esta posición canónica pero
que no fueron incluidos. La gran mayoría de estos eran obras espurias escritas
por herejes gnósticos del segundo siglo. Estos libros nunca recibieron una
consideración seria. (Este es un punto clave que los críticos suelen pasar por
alto cuando alegan que entre más de dos mil contendientes al canon se eligieron
solo veintisiete. Y luego preguntan: "¿No es poco probable que se haya
seleccionado a los veintisiete correctos?")
En
realidad, son solo dos o tres libros los que no fueron incluidos luego de haber
sido seriamente considerados. Estos fueron Clemente, El Pastor de Hermas, y La Didaqué. Estos libros no fueron incluidos en el canon de la
Escritura porque no habían sido escritos por los apóstoles, y sus propios
autores reconocieron que su autoridad estaba subordinada a la de los apóstoles.
Algunos
cristianos están preocupados por el hecho de que haya habido un proceso
histórico selectivo. Les molesta la pregunta: ¿cómo es posible saber que el
canon del Nuevo Testamento incluye los libros que debería contener? La teología
católica tradicional contesta esta pregunta apelando a la infalibilidad de la
iglesia. La iglesia es vista entonces como "creando" el canon, y
tiene así la misma autoridad que la propia Escritura. El protestantismo clásico
niega el hecho de que la iglesia sea infalible y que la iglesia "haya
creado" el canon. La diferencia entre el catolicismo y el protestantismo
puede resumirse de la siguiente manera:
El punto de vista católico: El
canon es una colección infalible de libros infalibles. El punto de vista protestante clásico: El canon es una colección
falible de libros infalibles.
El punto de vista crítico liberal: El
canon es una colección falible de libros falibles.
Si
bien los protestantes creen que Dios en su providencia ejerció su cuidado
especial para asegurar que solo los libros apropiados fueran incluidos, no
convirtió a la iglesia en sí misma en infalible. Los protestantes, además, les
recuerdan a los católicos que la iglesia no "creó" al canon. La
iglesia reconoció, aceptó, recibió y se sujetó al canon de la Escritura. El
término que la iglesia utilizó en los concilios fue recipimus, "Recibimos". ¿Cuál fue el criterio
utilizado para evaluar los libros? Las así llamadas evidencias canónicas
incluían las siguientes:
1.
Los libros deberían contar con la autoría o el respaldo apostólico.
2.
Su autoridad debería haber sido recibida por la iglesia primitiva.
3.
Deberían estar en armonía con los libros de los cuales nadie dudaba de su
canonicidad.
Si
bien en una etapa de su vida Martín Lutero cuestionó el carácter canónico de
Santiago, más adelante cambió de parecer.
No
hay ninguna razón valedera para dudar de que los libros que actualmente están
incluidos en el canon del Nuevo Testamento no son los que deberían estar allí.
RESUMEN
1.
El término canon proviene del
griego, y significa "norma" o "estándar". Se utiliza la
palabra canon para describir la lista autorizada de libros que la iglesia
reconoce como la sagrada Escritura y, por ende, el "precepto" para su
fe y su práctica.
2.
Además de los sesenta y seis libros de la Biblia aceptados por los
protestantes, los católicos también aceptan a los libros apócrifos como
Escritura autorizada.
3.
Para combatir la herejía, la iglesia reconoció la necesidad de declarar a
cuáles libros se les había reconocido su autoridad.
4.
Hubo algunos libros cuya inclusión en el canon fue motivo de disputa (Hebreos,
Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas, y Apocalipsis), y otros libros cuya
inclusión fue considerada pero que no fueron admitidos en el canon, entre los
que se encuentran Clemente, El Pastor
de Hermas, y La Didaqué.
5.
La iglesia no creó al canon,
simplemente reconoció a los
libros que tenían las evidencias canónicas y que por lo tanto gozaban de
autoridad dentro de la iglesia.
6.
Las evidencias canónicas incluyen:
(1)
la autoría o el respaldo apostólico,
(2)
que la autoridad de dichos libros haya sido reconocida por la iglesia
primitiva, y;
(3)
el estar en armonía con los libros que sin ningún tipo de duda formaban parte
del canon.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Lucas
24:44-45, 1 Corintios 15:3-8, 2 Timoteo 3:16-17, 2 Pedro 1:19-21, 2 Pedro
3:14-16.
INTERPRETANDO LA BIBLIA
Cualquier
documento escrito debe ser interpretado si ha de ser entendido. Los Estados
Unidos de América cuentan con nueve individuos extremadamente capacitados cuya
tarea diaria consiste en interpretar la Constitución. Constituyen la Corte
Suprema de dicho país. El interpretar la Biblia es una tarea muchísimo más
solemne que interpretar la Constitución de los Estados Unidos de
América.
Demanda mucho cuidado y diligencia. La Biblia misma es su propia Corte Suprema.
La regla principal de la interpretación bíblica es "la sagrada Escritura
es su propio intérprete". Este principio significa que la Biblia ha de ser
interpretada por la Biblia. Un pasaje oscuro en la Escritura puede ser aclarado
por otro pasaje. Interpretar la Escritura con la Escritura significa que no
podemos enfrentar un pasaje de la Escritura con otro pasaje. Cada texto debe
ser entendido no solamente a la luz de su contexto inmediato sino también a la
luz del contexto de la Escritura en su totalidad.
Además,
entendido correctamente, el único método Legítimo
y válido para interpretar la Biblia es el método de la
interpretación literal. Sin embargo, existe mucha confusión con respecto a
la idea de la interpretación literal. La interpretación literal, en
un sentido restringido, significa que hemos de interpretar a la Biblia tal como ha sido escrita. Un
sustantivo ha de ser tratado como un sustantivo, el verbo
como un verbo. Significa que todas las formas utilizadas
en la escritura de la Biblia han de ser interpretadas de acuerdo
con las reglas normales que gobiernan dichas formas. La poesía
debe ser tratada como poesía. Los relatos históricos han de ser
tratados como historia. Las parábolas como parábolas, las hipérboles
como hipérboles, y así sucesivamente.
A
este respecto, la Biblia ha de ser interpretada de acuerdo a las normas que
gobiernan la interpretación de cualquier libro. En algunos sentidos la Biblia
es muy distinta a cualquier libro que jamás haya sido escrito. Sin embargo, en
lo que tiene que ver con su interpretación, ha de ser tratada como cualquier
otro libro.
La
Biblia no ha de ser interpretada de acuerdo con nuestros deseos y prejuicios.
Debemos encontrar lo que en realidad dice y cuidarnos de no forzar nuestros
propios puntos de vista. El deporte de los herejes es buscar el respaldo de la
Escritura para las falsas doctrinas que no tienen base alguna en el texto.
Satanás mismo citó a la Escritura de manera no válida para tentar a Cristo al
pecado (Mateo 4:1-11).
El
mensaje básico de la Biblia en tan sencillo y claro que hasta un niño lo puede
comprender. Sin embargo, para entender adecuadamente la carne de la Escritura
se requiere de una cuidadosa atención y estudio. Algunos de los temas abordados
por la Biblia son tan complejos y profundos que acaparan el esfuerzo perenne
del académico más especializado.
Existen
algunos pocos principios de interpretación que son básicos para cualquier
estudio correcto de la Biblia. Entre ellos se encuentran los siguientes:
(1) Los
relatos narrativos deben ser interpretados a la luz de los pasajes "de
enseñanza". Por ejemplo, la historia de Abraham ofreciendo a Isaac en el
monte de Moriah parecería sugerir que Dios no sabía que la fe de Abraham era
verdadera. Pero las porciones didácticas de la Escritura reflejan con claridad
que Dios es omnisciente.
(2)
Lo implícito debe ser siempre interpretado a la luz de 10 explícito; y nunca lo
explícito por lo implícito. En otras palabras, si un texto en particular
parecer implicar algo, no debemos aceptar como correcto lo que ese texto
implica si dicha interpretación se contrapone a una afirmación explícita de
otro lugar de la Escritura.
(3)
Las leyes de lógica gobiernan la interpretación bíblica. Si, por ejemplo,
sabemos que todos los gatos tienen cola, no podemos deducir que algunos gatos
no tienen cola. Si es cierto que algunos gatos no tienen cola, entonces no
puede ser igualmente cierto que todos los gatos tienen cola.
No
se trata de un mero asunto de las leyes técnicas de la inferencia; se trata de
un asunto de sentido común. Sin embargo, la gran mayoría de las
interpretaciones erróneas de la Biblia han sido provocadas por deducciones no
legítimas de la Escritura.
RESUMEN
1.
La Biblia es su propio intérprete.
2.
Debemos interpretar la Biblia literalmente -como ha sido escrita.
3.
La Biblia debe ser interpretada como cualquier otro libro.
4.
Las partes oscuras de la Biblia deben ser interpretadas a la luz de las partes
más claras.
5.
Lo implícito debe ser
interpretado a la luz de lo explícito.
6.
Las leyes lógicas gobiernan todo lo que pueda ser razonablemente deducido o
concluido a partir de la Escritura.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA
REFLEXIÓN
Hechos
15:15-16, Efesios 4:11-16, 2 Pedro 1:16-21, 2 Pedro 3:14-18.
LA INTERPRETACIÓN PRIVADA
Dos
de los grandes legados de la Reforma fueron el principio de la interpretación
privada y la traducción de la Biblia al lenguaje común del pueblo. El mismo
Lutero trajo este tema a la luz.
Cuando
Lutero se apareció frente a la Dieta de Worms (un concilio que lo estaba
acusando de herejía por causa de su enseñanza), declaró:
Si
no se me convence con las Escrituras y claras razones pues yo no acepto la
autoridad ni del Papa ni de los concilios exclusivamente, ya que con frecuencia
se han contradicho entre sí- mi conciencia está prisionera de la Palabra de
Dios. Por tanto, no puedo ni quiero retractarme, porque hacer algo contra la
conciencia no tranquiliza ni estaría bien. Dios mío, ayúdame. Amén.
La
declaración de Lutero, y su subsiguiente traducción de la Biblia
a su lengua materna, tuvo dos consecuencias. Primero, le retiró
a la iglesia católica el derecho exclusivo de interpretación.
A
partir de entonces el pueblo no estaría a la merced de la doctrina de la
iglesia, teniendo que aceptar la autoridad de la enseñanza tradicional o la de
la iglesia en igualdad de condiciones que la Palabra de Dios. Segundo, puso la
interpretación en manos del pueblo. Este cambio ha sido más problemático.
Condujo a los mismos excesos que la iglesia católica quería prevenir -la
interpretación subjetiva del texto que se aparta de la fe cristiana histórica.
El
subjetivismo ha sido el gran peligro de la interpretación privada. Sin embargo,
el principio de interpretación privada no significa que el pueblo de Dios tiene
derecho a interpretar la Biblia como se le antoje. El "derecho" a
interpretar la Escritura va junto con la responsabilidad para interpretarla correctamente. Los creyentes tienen
la libertad para descubrir las verdades de la Escritura, pero no están libres
para fabricar sus propias verdades. Los creyentes han sido llamados para
entender los principios válidos de interpretación y para evitar el peligro de
subjetivismo.
Al
buscar un entendimiento objetivo de la Escritura no estamos reduciendo la
Escritura a algo frío, abstracto y carente de vida. Lo que estamos buscando es
entender lo que dice la Palabra en el contexto, antes de encaminarnos a la
tarea igualmente necesaria de ponerla en práctica en nuestras vidas. Una
afirmación en particular puede tener numerosas aplicaciones personales
posibles, pero solo puede tener un significado correcto. El derecho a
interpretar la Escritura lleva consigo la obligación de interpretarla con
exactitud. La Biblia no es una estatua de cera que puede ser moldeada y a la
que puede darse la forma que mejor convenga a las opiniones del intérprete.
RESUMEN
1.
La Reforma le brindó a la iglesia una traducción de la Biblia en el lenguaje
común del pueblo, y le otorgó a cada creyente el derecho y la responsabilidad
de la interpretación privada.
2.
La tradición de la iglesia, si bien puede servir como una guía instructiva, no
tiene la misma autoridad que la Escritura.
3.
La interpretación privada no es una licencia para el subjetivismo.
4.
El principio de interpretación privada lleva consigo la obligación de buscar la
interpretación correcta de la Biblia.
5.
Cada texto bíblico tiene múltiples aplicaciones, pero un solo significado
correcto.
LA REVELACIÓN Y LAS ESCRITURAS
El término «revelación especial» puede ser usado en más de un
sentido. A veces denota las comunicaciones directas de Dios al hombre en
mensajes verbales y en sucesos milagrosos. Los profetas y los apóstoles
recibieron a menudo mensajes divinos mucho antes de que los escribieran.
Hoy día los encontramos en las Escrituras pero no forman el todo
de la Biblia. Una gran parte de la Biblia no fue dada a los escritores sagrados
en esta forma sobrenatural, sino que es el fruto de su estudio y reflexión. De
todos modos, la frase «revelación especial» se usa con referencia a toda la
Biblia, es decir, al conjunto de los hechos y de verdades redentoras que se
encuentran en las Escrituras, dentro de su conjunto histórico.
La Escritura nos garantiza estas verdades por el hecho de haber
sido infaliblemente inspiradas por el Espíritu Santo. Podemos pues afirmar que
toda la Biblia, y solamente la Biblia, es la revelación especial de Dios para
cada uno de nosotros. La revelación especial de Dios vive en las páginas de la
Biblia y aun hoy día nos da vida, luz y santidad.
PRUEBA BÍBLICA DE LA INSPIRACIÓN DE
LAS ESCRITURAS.
Toda la Biblia fue dada por inspiración de Dios y es la guía
infalible de fe y conducta para toda la humanidad. Puesto que muchos niegan la
inspiración de la Biblia tal asunto requiere una consideración especial.
La doctrina de la inspiración de la Biblia no es una invención
humana sino que está fundada en la misma Biblia. Son muchos los pasajes que nos
hablan de ello, pero vamos a indicar solamente algunos. Los autores del Antiguo
Testamento fueron instruidos por Dios a que escribieran lo que
El les ordenaba. Éx. 17:14; 34: 27; Isa. 8:1; 30:8; Jer. 25: 13;
30:2; Ezeq. 24:1-2; Dan.12:4; Hab. 2:2.
Los profetas tenían conciencia de ser portadores de la palabra del
Señor y por tal motivo introducían sus mensajes con estas palabras «Así dice
Jehová» o bien, «y fue a mi palabra de Jehová diciendo», Jer. 36:27, 32;
Ezequiel capítulos 26, 27, 31, 32, 39.
El apóstol Pablo habla de sus propias palabras como palabras que
el Espíritu le había enseñado, 1ª Cor. 2: 13, y alega que es Cristo quien
hablaba en él, 2ª Cor. 13: 3. En su carta a los Tesalonicenses declara que su
mensaje era «palabra de
Dios», 2ª Tes. 2:13. En la epístola a los Hebreos encontramos
citas del Antiguo Testamento mencionadas como palabra de Dios o del Espíritu
Santo, Hebreos 1:5; 3:7; 4:3; 5:6; 7 :21.
El pasaje más importante que existe sobre la inspiración de las
Escrituras se halla en 2 Timoteo 3:16: «Toda Escritura es inspirada divinamente
y útil para enseñar, para reargüir, para corregir, para instituir en justicia».
LA NATURALEZA DE LA INSPIRACIÓN
Existen dos conceptos erróneos de la inspiración. Ambos
representan extremos que debemos evitar.
LA INSPIRACIÓN MECÁNICA
Se ha dicho algunas veces que Dios literalmente dictó lo que los
autores humanos de la Biblia debían escribir, como si éstos fueran cual plumas
en la mano del escritor, es decir, agentes completamente pasivos. Esto
significa que sus inteligencias no contribuyeron absolutamente en nada a la
forma y contenido de las Escrituras.
Las mismas Escrituras demuestran que no fue así. Los autores
humanos eran autores reales, y en algunos casos derivaron sus materiales de
fuentes que Se hallaban a su disposición, 1 Reyes 11: 41; 14: 29; 1 Crónicas
29:29 y Lucas 1: 1-4 En otros casos estos autores nos cuentan sus propias
experiencias, como en el libro de los Salmos y sus escritos llevan las huellas
de su propio estilo literario. El estilo de Isaías es diferente del de
Jeremías, y tampoco Juan escribe con el mismo estilo de Pablo.
LA INSPIRACIÓN DINÁMICA
Otros han dicho que el fenómeno de la inspiración sólo afecta a
los escritores pero no a sus escritos. Se dice que su vida espiritual y poder
intelectual fue levantado a un nivel tal, que comprendieron mejor todas las
cosas y tuvieron una orientación más profunda de su verdadero valor espiritual.
Se ha dicho también que esta inspiración no estaba limitada al
tiempo cuando escribieron los libros de la Biblia, sino que era una
característica permanente en la vida de tales escritores, y que sólo de una
manera indirecta tiene algo que ver con sus escritos.
Fue como una especie de iluminación espiritual parecida a la que
gozan todos los creyentes, pero solamente en un grado muy superior. Esta teoría
no tiene fundamento bíblico y dista mucho de la doctrina bíblica de la
inspiración, como veremos después.
LA INSPIRACIÓN ORGÁNICA
El verdadero concepto de la inspiración bíblica enseña que el
Espíritu Santo actuó sobre los escritores de la Biblia en una forma orgánica,
cual órganos suyos, pero en armonía con las leyes de su ser interior.
El Espíritu Santo los usó tal cual eran, con su carácter y
temperamento, sus dones y talentos, su educación y cultura, su vocabulario y
estilo. El Espíritu Santo iluminó sus mentes, ayudó su memoria, los impulsó a
escribir, dominó la influencia que el pecado hubiera podido tener sobre sus
escritos, y los guió en la expresión de sus pensamientos hasta el punto de la
selección de palabras.
Sin embargo les dio una buena medida de libertad en sus
actividades. Dejó que nos dieran los resultados de sus investigaciones, y que
pusieran en los libros sagrados la huella de su propio estilo y vocabulario.
LA EXTENSIÓN DE LA INSPIRACIÓN.
Hay diferencias de opinión sobre este punto, que es necesario
estudiar.
LA INSPIRACIÓN PARCIAL
Bajo la influencia del Racionalismo no es raro encontrar hoy día
quienes niegan completamente la inspiración de la Biblia, o mantienen que sólo
partes de la misma son inspiradas. Algunos niegan la inspiración del Antiguo
Testamento pero aceptan la del Nuevo.
Otros afirman que sólo las enseñanzas morales y religiosas de la
Biblia son inspiradas pero en lo que se refiere a sus partes históricas, hay
errores cronológicos, arqueológicos y científicos. Hay quienes limitan la
inspiración al Sermón de la Montaña.
Los que aceptan tales puntos de vista no tienen ya una Biblia
sobre la cual apoyarse, puesto que las mismas diferencias de opinión que
existen son una prueba positiva de que ninguna de tales personas puede
determinar con el menor grado de certeza, qué partes de la Escritura son
inspiradas y cuáles no lo son.
Hay todavía otra forma de negar la inspiración bíblica de las
Escrituras y estriba en afirmar que sólo los pensamientos están inspirados,
pero que la selección de las palabras fue dejada completamente en manos de los
autores humanos.
Tal afirmación cae por su propio peso, ya que se halla fundada en
el erróneo concepto de que es posible separar los pensamientos de las palabras.
En cambio, podemos afirmar que sin palabras es imposible pensar con exactitud.
LA INSPIRACIÓN PLENARIA
La Biblia enseña que cada parte de la misma es inspirada.
Jesucristo y los apóstoles apelan con frecuencia al Antiguo Testamento con las
palabras «Escrituras» o «Escritura» para solucionar un punto de controversia.
Para ellos apelar a la Escritura era lo mismo que apelar a Dios. Es también
digno de notar que en la lista de libros que citan de esta forma, se encuentran
libros históricos.
En la epístola a los Hebreos se citan con frecuencia pasajes del
Antiguo Testamento como palabras de Dios o del Espíritu Santo. Pedro pone las
cartas de Pablo al mismo nivel que los libros del Antiguo Testamento 2 Pedro 3:
16 y Pablo afirma que toda la Escritura es divinamente inspirada, 2 Timoteo
3:16.
Podemos pues dar un paso más allá y afirmar que la inspiración de
la Biblia alcanza las mismas palabras empleadas. La Biblia es verbalmente
inspirada, cosa que no hay que confundir con la inspiración mecánica.
La doctrina de la inspiración verbal está bien justificada por las
Escrituras. En muchos casos encontramos que Dios mismo indicó con exactitud a
Moisés y a Josué lo que debían escribir. Lev. 3 y 4; 6:1, 24; 7:22, 28; Josué
1:1; 4:1; 6:2, etc. Los profetas hablan como si Jehová pusiera su palabra en
sus bocas, Jer. 1:9 o les ordenara hablar al pueblo las mismas palabras' de
Dios,
Ezeq. 3:4, 10, 11. Pablo nos habla de que su palabra es doctrina
del Espíritu, 1ª Cor. 2: 13 y tanto Pablo como Jesús mismo fundan todo un
argumento en una simple palabra, Mateo 22:43-45; Juan 10:35; Gal. 3:16.
LAS PERFECCIONES DE LA ESCRITURA.
Los Reformadores desarrollaron la doctrina de la Escritura en
contraste con la Iglesia Católica Romana y algunas de las sectas. Roma enseña
que la Biblia debe su autoridad a la Iglesia, mientras los reformadores
afirmaron que la Biblia tiene autoridad propia, por ser la Palabra inspirada de
Dios.
También afirmaron la necesidad de las Escrituras como el medio de
gracia preparado por Dios mismo. La Iglesia Católica Romana afirma que la
Iglesia no tiene una necesidad absoluta de las Escrituras y algunas sectas ponen
su énfasis en la «luz interior» y en el mensaje del Espíritu Santo en el
corazón de los creyentes en detrimento de las Escrituras.
También en contra de la Iglesia Romana, los reformadores
defendieron la claridad de las Escrituras. No negaron el que la Escritura
encierra misterios demasiado profundos para el entendimiento humano, pero
afirmaron que la Biblia nos da todo el conocimiento necesario para la
salvación.
Este conocimiento aun cuando no Se halla con igual claridad en
cada una de las páginas de la Biblia, nos es dado de tal forma, que cualquiera
que sinceramente busca la salvación de su alma puede obtenerlo por sí mismo y
no necesita fiar de la interpretación de la Iglesia o el clero.
Finalmente, defendieron la suficiencia de las Escrituras, es
decir, negaron la necesidad de la Tradición que la Iglesia Católica Romana
mantiene, o la luz interior que preconizaban los Anabaptistas.
TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA
LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA / LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA
1. 1 Cor. 2:13. «Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de
humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual.»
2. 1 Tes. 2:13. «Por lo cual, también nosotros damos gracias a Dios
sin cesar, de que habiendo recibido la palabra de Dios que oísteis de nosotros,
recibisteis no palabra de hombres, sino según es verdad, la palabra de Dios.»
3. 2 Tim. 3:16. «Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia.»
4. Isaías 8:20. «A la ley y al testimonio. Si no dijeren conforme a
esto es porque no les ha amanecido.»
LA CLARIDAD DE LA ESCRITURA
1. Sal. 19:7b. “El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al
pequeño”
2. Salmo 119:105. «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi
camino.» Y el v. 130, «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a
los simples».
LA NECESIDAD DE LA BIBLIA / LA SUFICIENCIA DE LA ESCRITURA
1. 2 Tim. 3: 15. «Y que desde la niñez has sabido las Sagradas
Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en
Cristo Jesús».
PARA ESTUDIO BÍBLICO ADICIONAL
1. ¿Tienen autoridad alguna las tradiciones humanas? Mateo 5:21-48;
15:3-6; Marcos 7:7; Col. 2:8; Tito 1:14; 2 Pedro 1:18.
2. ¿Entendían los profetas con claridad las cosas que escribían? Dan.
8: 15; 12:8; Zac. 1:7 a 6: 11; 1 Pedro 1:11.
3. ¿Qué nos enseña 2 Timoteo 3:16 sobre el valor práctico de la
inspiración de la Biblia?