LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

(1)

A. Todos los santos que están unidos a Jesucristo: Ef. 1:4; Jun. 17:2, 6; 2 Co. 5:21; Ro. 6:8; 8:17; 8:2; 1 Co. 6:17; 2 P. 1:4.
B. Su cabeza, por su Espíritu y por la fe: Ef. 3:16, 17; Gá. 2:20; 2 Co. 3:17, 18.
C. (Aunque no por ello vengan a ser una persona con él): 1 Co. 8:6; Col. 1:18, 19; 1 Ti. 6:15, 16; Is. 42:8; Sal 45:7; He 1:8, 9.
D. Participan en sus virtudes, padecimientos, muerte, resurrección y gloria: 1 Jun. 1:3; Jun. 1:16; 15:1-6; Ef. 2:4-6; Ro. 4:25; 6:1-6; Fil. 3:10; Col. 3:3,4.
E. Y, estando unidos unos a otros en amor, participan mutuamente de sus dones y virtudes: Jun. 13:34, 35; 14:15; Ef. 4:15; 1 P. 4:10; Ro. 14:7, 8; 1 Co. 3:21-23; 12:7, 25-27.
F. Y están obligados al cumplimiento de tales deberes, públicos y privados, de manera ordenada, que conduzcan a su bien mutuo, tanto en el hombre interior como en el exterior: Ro. 1:12; 12:10-13; 1 Ts. 5:11,14; 1 P. 3:8; 1 Jun. 3:17,18; Gá. 6:10.
(2)
A. Los santos, por su profesión, están obligados a mantener entre sí un compañerismo y comunión santos en la adoración a Dios y en el cumplimiento de los otros servicios espirituales que tiendan a su edificación mutua: He 10:24, 25; 3:12, 13.
B. así como a ayudarse unos a otros en las cosas externas según sus posibilidades y necesidades: Hch. 11:29, 30; 2 Co. 8, 9; Gá. 2; Ro. 15.
C. Según la norma del evangelio, aunque esta comunión deba ejercerse especialmente en las relaciones en que se encuentren, ya sea en las familias o en las iglesias: 1 Ti. 5:8, 16; Ef. 6:4; 1 Co. 12:27.
D. debe extenderse, según Dios dé la oportunidad, a toda la familia de la fe, es decir, a todos los que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesús: Hch. 11:29, 30; 2 Co. 8, 9; Gá. 2; 6:10; Ro. 15.
E. Sin embargo, su comunión mutua como santos no quita ni infringe el derecho o la propiedad que cada hombre tiene sobre sus bienes y posesiones: Hch. 5:4; Ef. 4:28; Ex. 20:15.
COMUNIÓN Término que aparece dos veces en el Antiguo Testamento (RV: Sal 25.14; Pr 3.32), traducción del vocablo hebreo sod (amistad o conocimiento íntimo).
En el primer texto se refiere a la relación con Dios y en el segundo a «los justos». En el Nuevo Testamento, RV, aparece doce veces y es siempre traducción de la voz griega koinonı́a (tener en común, participación, compañerismo).
El cristiano tiene comunión con el Padre ( 1 Jn 1.3 ), con el Hijo ( 1 Co 1.9 ) y con el Espíritu Santo ( 2 Co 13.14 ); con el cuerpo y la sangre de Cristo mediante la Santa Cena ( 1 Co 10.16 ), y con sus hermanos en la fe ( Hch 2.42 ; 1 Jn 1.7 ). Por tanto, es llamado a participar en los sufrimientos de Cristo (Flp 3.10), en los de sus hermanos perseguidos (Heb 10.33) y en la necesidad de los creyentes pobres (Ro 12.13; Heb 13.16). Pero se le prohíbe tener comunión con las «tinieblas» (2 Co 6.14; 1 Jn 1.6). ( EXCOMUNIÓN.)
COMPAÑERISMO O COMUNIÓN.
No debemos descuidar el compañerismo cristiano ordinario como un valioso medio de gracia dentro de la iglesia. De la iglesia primitiva se dice que «se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración» (Hch 2: 42).
 Y el autor de Hebreos le recuerda a los creyentes: «Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimulamos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca» (Heb 10: 24-25).
En la comunión de los creyentes la amistad ordinaria y el afecto de unos por otros crecerá, y el mandato de Jesús de que «nos amemos unos a otros» Jn 15: 12) se cumplirá. Es más, conforme los creyentes se cuidan unos a otros, se ayudarán «unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo» (Gá 6: 2).
Un énfasis en el compañerismo de creyentes unos con otros como medio de gracia también ayudará a superar un enfoque excesivo en el clero ordenado como dispensadores primario de la gracia dentro de la iglesia, y particularmente cuando la iglesia como un todo está reunida.
También será saludable para los creyentes reconocer que una medida de la gracia de Dios se recibe cuando los creyentes conversan y comen juntos, y cuando tienen ocasiones de trabajar y jugar juntos, disfrutando del compañerismo de unos con otros. «No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo» (Hch 2: 46-47).

LOS SACRAMENTOS

La palabra sacramento se utilizó históricamente para referirse a algo que era sagrado. La palabra latina sacramentum se utilizó para traducir la palabra del Nuevo Testamento misterio. En un sentido amplio todos los ritos y ceremonias religiosas pueden ser llamados sacramentos. Con el tiempo, la palabra sacramento tomó un significado más restricto y preciso, definidos como un signo visible por el que Dios ofrece su promesa de gracia de una manera externa. Los signos externos sellan y confirman las promesas del pacto de Dios.
Los sacramentos consisten en algún elemento visible como el agua, el pan o el vino; una acción determinada ordenada por Dios en asociación con el signo; y un beneficio redentor brindado al creyente. La Iglesia Romana Católica fijó en siete el número de los sacramentos (en un sentido especial). Son el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía (la Cena del Señor), la Penitencia, el Matrimonio, la Ordenación Sacerdotal, y la Extremaunción.
El protestantismo histórico limita el número de los sacramentos a dos: el Bautismo y la Cena del Señor. Aunque los protestantes reconocen otros ritos como el matrimonio y la ordenación para funciones especiales, no consideran que estos ritos alcancen el nivel de los sacramentos. Los sacramentos se limitan a:
(1) las ordenanzas instituidas directamente por Cristo,
(2) las ordenanzas que por su propia naturaleza son importantes,
(3) las ordenanzas diseñadas para ser perpetuas, y:
(4) las ordenanzas diseñadas para significar, instruir y sellar a los creyentes que las reciben en la fe.
Los sacramentos son los medios verdaderos de gracia que transmiten las promesas de Dios. Su poder no reside en los propios elementos, sino en Dios, del que son signos. Su poder no depende tampoco del carácter o de la fe de quienes los administran, sino de la integridad de Dios.
Los sacramentos son formas no verbales de comunicación. Nunca fue la intención que se sostuvieran por sí solos sin referencia a la Palabra de Dios. Los sacramentos confirman la Palabra de Dios, de modo que la administración de los sacramentos y la predicación de la Palabra van siempre juntas.
La salvación no proviene por medio de los sacramentos. La salvación es por la fe en Cristo. Sin embargo, ahí donde la fe esté presente, los sacramentos no serán ignorados ni dejados de lado.
Forman una parte vital de la adoración a Dios y del desarrollo de la vida cristiana. Aunque los sacramentos implican el uso de formas externas, no deben ser despreciados como formalismos o rituales vacíos. Si bien pueden corromperse y convertirse en rituales vacíos, no deben ser rechazados. Sin duda que constituyen rituales, pero han sido rituales instituidos por Dios y por lo tanto debemos participar de ellos con gozo y solemnemente.
RESUMEN
1. Un sacramento es un signo visible de la promesa de gracia de Dios a los creyentes.
2. La Iglesia Católica reconoce siete sacramentos, mientras que los protestantes reconocen dos: el Bautismo y la Cena del Señor.
3. Los sacramentos no transmiten automáticamente las cosas que representan. El contenido de los sacramentos se recibe por la fe.
4. Los sacramentos no son rituales vacíos, sino que fueron instituidos por Cristo.
5. Los sacramentos deben ser vinculados con la predicación de la Palabra.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Mateo 28: 19-20, Hechos 2:40-47, Romanos 6:1-4, 1 Corintios 11:23-34, Gálatas 3:26-29.