LECCIÓN: 1
LOS CINCOS PUNTOS ESENCIALES
DE LA BIBLIA
Este
estudio es continúo a los tres anteriores, es por eso que tenemos que
visualizar los mismos según el tema que estudiemos, esto nos ayudará más a
conocer a Dios y todo su plan con los suyos.
1.- PECADO ORIGINAL. CORRUPCIÓN TOTAL.
EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA.
Este
breve asentamiento de este estudio para poder guiarnos hacia más profundidad
Bíblica. La doctrina de la corrupción total aparece en la confesión de Westminster
de las maneras siguientes; "Por este pecado nuestros primeros padres
cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, y por tanto
quedaron muertos en el pecado y totalmente corrompidos en todas las facultades
y partes del alma y del cuerpo"
"Siendo
ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado le fue imputada, y
la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la
posterioridad que desciende de ellos según la generación ordinaria.
El
alcance y los efectos del pecado original San Pablo, Agustín y Calvino toman
como punto de partida el hecho de que toda la humanidad pecó en Adán y que
todos los hombres son "inexcusables" Ro. 2:1. Pablo recalca una y
otra vez que estamos muertos, Efe. 2:12. Podemos notar en este versículo el
énfasis quíntuple que hace el apóstol colocando frase sobre frase para acentuar
dicha verdad.
La
doctrina de la corrupción total, que declara que el hombre sean igual de malos,
ni que no exista persona alguna sin alguna virtud, ni que la naturaleza humana
sea mala en sí misma. Lo que significa es que el hombre desde la caída se
encuentra bajo la maldición del pecado, y que es incapaz de amar a Dios.
El hombre
no regenerado puede, debido a la gracia común, amar a sus familiares, ser buen
ciudadano, quizá de donar un millón de pesos para un hospital, pero no puede
dar ni un simple vaso de agua fría a un discípulo en el nombre de Jesús. Un
hombre si fuere borracho, puede que logre abstienes de la bebida por laguna
razón; pero jamás podrá hacerlo por amor a Dios.
Pruebas
Bíblicas: I Cor. 2:14, Gen. 2:17, Rom. 5:12, II Cor. 1:9, Efe. 2:1-3; 12, Jer.
13:23, Sal. 51:5, Jn. 3:5 Ro. 3:10-12.
2. EL DECRETO ETERNO DE DIOS. ELECCIÓN
INCONDICIONAL.
EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA.
La
doctrina de la elección ha de considerarse sólo como una aplicación particular
de la doctrina general de la predestinación en tanto se relaciona con la
salvación de los pecadores. La confesión de Westminster presenta la doctrina de
la siguiente manera: "Por el decreto de Dios, para la manifestación de su
propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y
otros preordenados están designados particularmente inalterablemente, y su
número están cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir".
Es
importante entender con claridad esta doctrina de la elección divina, ya que
nuestro concepto de dicha doctrina determinará nuestro concepto de Dios, del
hombre, del mundo, y de la redención. Calvino dice "Jamás nos
convenceremos como debiéramos de que nuestra salvación procede y mana de la
fuente de la misericordia gratuita de Dios, mientras no hayamos comprendido se
elección eterna, pues ella, por comparación, nos ilustra la gracia de Dios.
PRUEBA BÍBLICA.
La
primera pregunta que debemos formularnos es, ¿Hallamos esta doctrina en las
Escrituras? Consideremos lo que dice San Pablo en Ef. 4:5. También es bueno
considerar la cadena de oro con sus cinco eslabones; conocidos, predestinados,
llamados, justificados, glorificados. Ro. 8:29.30. Podemos considerar esta
elección bajo diferentes aspectos: (ver cat. menor P. 7 y 8)
A) Una
Elección Individual.
Las
Escrituras presentan la elección como algo que ocurre en el pasado sin
consideración a méritos personales, y totalmente soberano. Ro. 9:11,12; Jn.
15:16; Ro. 5:6,8; 1Rey. 19:18.
B) Una
Elección Nacional.
Dios
escoge a algunas naciones para que reciban mayores bendiciones espirituales y
temporales que otras. Esta forma de elección ha sido bien ilustrada en la
nación Judía, en ciertas naciones europeas y de América. A través del Antiguo
Testamento se afirma que los judíos eran un pueblo escogido. Am. 3:2; Sal.
147:20; Deut. 7:6
C) Una
Elección Para Los Medios Externos De Gracias.
Nacer en
un hogar cristiano donde se escucha y lee el Evangelio. Nadie puede escoger el
lugar de su nacimiento.
D) Una
Elección En Cuanto Las Vocaciones.
Dios nos
concede los talentos especiales que nos capacitan para ser estadista, o médico,
o abogado, o agricultor, o músico, ser inteligente, o los dones de belleza,
etc.
La
elección también incluye a los ángeles, pues de ellos son partes de la creación
de Dios y están bajo su gobierno. Algunos son Santos, otros pecaminosos. 1 Tim.
5:21; Mar. 8:38: 2 Ped. 2:4: Mt. 25:41.
3. LA EXPIACIÓN LIMITADA.
La
pregunta que tenemos que discutir es, ¿Ofreció Cristo su vida como sacrificio
por toda la humanidad, sin distinción o excepción; o la ofreció solamente por
los elegidos? Los calvinistas sostienen que según la intención y el plan de
Dios, Cristo murió por los elegidos únicamente.
La
confesión de Fe Westminster dice concerniente a esta doctrina "Por tanto,
los que son elegidos, habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, y en
debido tiempo eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son
justificados, adoptados, santificados, y guardados por su poder, por medio de
la fe, para salvación. Nadie más será redimido por Cristo eficazmente llamado,
justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos.
(Cap. 3 secc. 6) cat. m. P, 16.
Esta
doctrina no significa que se puede limitar el valor o el poder de la expiación
que Cristo hizo. El valor de la expiación depende de y es medio por la dignidad
de la persona que la hizo Jesucristo el Hijo de Dios. Es importante hacer esta
declaración: El calvinista limita la expiación al decir que ésta no es aplicada
a todas las personas, el Arminiano la limita al decir que solamente el que cree
es salvo.
Las
escrituras afirman que Cristo fue un rescate por sus elegidos. Cristo también
enseñó que los elegidos y los redimidos eran las mismas personas, leer; Jn.
10:14,15; 15:13: 17:6, 9,10; Ef. 5:25. Cristo murió por hombres como Pablo y
Juan, no por hombres como Faraón y Judas, quienes eran cabras y no ovejas. En
Génesis leemos que Dios "puso enemistad" entre la simiente de la
mujer y la simiente de la serpiente.
En Gal.
3:16 Pablo usa el término "simiente" y lo aplica a Cristo como
individuo, dándonos a entender que la simiente de la mujer es el pueblo de Dios
elegido. De igual manera puede notarse que la simiente de la serpiente es esa
porción de la raza humana no elegida por Dios. Prestemos atención a las
palabras del señor Jesús en Jn. 6:70; 8:44. Y las de Pablo, Hech. 13:10.
4. LA GRACIA EFICAZ. EL LLAMAMIENTO EFICAZ
La
confesión de Westminster presenta la doctrina de la gracia eficaz de la
siguiente manera, "A todos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a
ellos solamente, la agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente
por su palabra y Espíritu fuera del estado de pecado y muerte en que están por
naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo, iluminando espiritual y
salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios;
quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne, renovando sus
voluntades y por su potencia todopoderosa, induciéndoles hacia aquello que es
bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen
con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo"
(cap. X secc. I y2)
Creemos
que los méritos de la obediencia y del sufrimiento de Cristo son suficientes,
adecuados y ofrecidos gratuitamente a todos los hombres. Pero surge la
pregunta, ¿Por qué se salva y otro se pierde? ¿Por qué razón unos se arrepienten
y creen, mientras que otros, con los mismos privilegios externos no se
arrepienten? El calvinista sostienen que es Dios quien causa la diferencia. El
Arminiano, atribuye la diferencia a los hombres mismos.
Las
escrituras enseñan que el hombre en su estado natural está totalmente muerto en
su pecado, y que Dios por su gracia nos resucita. Ef. 2:1,4-6; Jn. 5:24; Col.
2:13; Tít. 3:5; 1 Ped. 2:9; II Cor. 5:17; Ez. 11:19.
La
regeneración y el llamamiento eficaz, no viola la libertas del hombre. Dios tampoco
trata al hombre como si fuese una piedra o un pedazo de madera. Dios ilumina la
mente y cambia todos los conceptos erróneos que el pecador abriga sobre Dios
sobre sí mismo, y sobre el pecado. La persona regenerada comienza a ser guiada
por nuevos motivos y deseos, y cosas que antes odiaba, ahora ama y desea. Este
cambio no acontece por ninguna compulsión externa, sino debido a un nuevo
principio de vida creado en el alma y que busca lo que le satisface.
5. LA PERSEVERANCIA DE LOS CREYENTES. (DE LOS SANTOS)
La
doctrina de la perseverancia de los santos aparece en la confesión Westminster
de la manera siguiente: "A quienes Dios ha aceptado en su amado, y que han
sido eficazmente llamados y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni
total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de
perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. Fil. 1:6; 2 Ped.
1:10; Jn. 10:28,29; 1 Jn. 3:9. Cap. XVII secc. 1 y 2
Esta
perseverancia... depende no de su propio libre albedrío, sin o de la
inmutabilidad del decreto, que fluye del amor gratuito e inmutable de Dios
Padre (2 Tim. 2.18,19; Jer. 31:3) de la eficacia del mérito y de la intercesión
de Jesucristo (Heb. 10:10,14; 13:20,21; 7;25; 9:12-15; Jn. 17:11,24; Rom.
8:33-39) de la morada del Espíritu" (Jn. 14:16,17: 1 Jn. 2:27; 3:9). Si
Dios ha escogido incondicionalmente a ciertas personas para vida eterna, y si
su Espíritu aplica eficazmente a éstas los beneficios de la redención, entonces
la conclusión es, que estas personas serán eternamente salvas.
La
perseverancia no depende de nuestras buenas obras sino de la gracia de Dios.
Pablo enseña que los creyentes no están bajo la ley sino bajo la gracia y por
esto no pueden ser condenados por haber violado la ley (Rom. 6:14; 7:4,8; 4:15;
Gal. 5:3).
La
doctrina de la perseverancia, no significa que el creyente no pueda caer en
pecado, el mejor de los creyentes aun puede caer en pecado. (2 Cor. 4:7; Rom.
7:19-25) En cuanto a los supuestos creyentes que se apartan de la fe
definitivamente, demuestra que nunca han sido hijos de Dios. La cizaña nunca
fue trigo. Mat. 13:38; 2 Cor. 11:14; Mt. 24:24; Rom. 9:6,7; 1 Jn. 2:9; Apc.
2:9.
LECCIÓN: 2
ACENTAMIENTO PARA ESTE
ESTUDIO
Mientras
existen otras doctrinas de gran importancia, estas cinco son las básicas para
su desenvolvimiento como cristiano frente a Dios y el mundo. Al no conocerlas
no sólo en forma intelectual sino también en su propia vida, ellas amoldarán su
manera de pensar como también servirán de base para las demás doctrinas
bíblicas.
También
te llevaran a una comunión con Dios El Señor más intima y así compartir del
evangelio como es debido, según lo anunciado en la gran comisión. (Mateo 28:
19-20)
LA PRIMERA DOCTRINA: Se enfoca
sobre la condición del hombre, es decir, su depravación total. Actualmente
escritores en las ciencias humanas tratan de describir lo que es el hombre
dentro de su realidad actual. Para Freíd, el problema del hombre está al nivel
sexual. Para Marx, la realidad socio-económica amolda al hombre. El es nada más
o menos que el reflejo de su realidad. La palabra de Dios entra en juicio sobre
el hombre por su estado de rebelión frente a Dios, y su degeneración personal y
social. La Biblia nos presenta un retrato completo del estado del hombre su
depravación total.
LA SEGUNDA DOCTRINA: Nos
presenta un Dios de amor y misericordia. Un Dios que incondicionalmente elige
del fango del mundo, a su pueblo, para rescatarlo, regenerarlo y restaurarlo a
la plenitud de vida. Mientras Dios ama a todas sus criaturas, El antes de la
fundación del mundo, se fijo en su pueblo preferido. Un pueblo que en si no
tubo nada de qué jactarse. Un pueblo sin valor antes de que Dios extendiera su
amor en elección. Un amor que ha elegido personas de toda tribu, nación y
lenguaje para compartir en su pueblo. Una amor que ha elegido “una gran
multitud, la cual nadie podrá contar” (Apocalipsis 7.9).
LA TERCERA DOCTRINA: Nos
muestra cómo Dios salvó a su pueblo. La salvación para su pueblo se consiguió
en la Cruz del Calvario. Cristo murió en la cruz en el lugar del pecador,
aquella persona que Dios el Padre eligió en su amor. Cristo tomó sobre sí, el
castigo que el pecador merece para que él recibiera la justicia de Cristo, Ahora
el pecador, conoce perdón de pecados, restauración con Dios y la gracia de Dios
sobre su vida. Cristo en verdad murió por su pueblo para que sea verdaderamente
un pueblo de Dios.
LA CUARTA DOCTRINA: Nos
señala la obra del Espíritu Santo al atraer el pecador a Cristo. El es el que
da la nueva vida que hace posible escuchar y entender el mensaje del Evangelio.
El es el que convencerá al pecador de su pecado y su situación trágica. El es
el que da fe al pecador para confiar en el Señor como También arrepentirse. Sin
la obra del Espíritu Santo eficazmente atrae al Señor en una forma suave y
dulce, a los pecadores elegidos al señor.
LA QUINTA DOCTRINA: Da
mucha confianza como también esperanza al verdadero cristiano, elegido por el
amor de Dios, justificado por la muerte de Cristo en la Cruz y la regeneración
por el Espíritu Santo. Es la doctrina que nos muestra el verdadero cristiano es
salvo para siempre. Su salvación verdaderamente es asegurada, no sobre
cualquier esfuerzo humano, sino por la intervención constante del poder de
Dios. El que Dios el Padre ama, le protege. El que Dios el Hijo rescató, le
sostendrá. El que Dios el Espíritu Santo regeneró, le santificará. Todo viene
al cristiano por la gracia no merecida de Dios para con él.
¡Oh
profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán
insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque de El, y por
El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria por los siglos. Amén.
LECCIÓN: 3
1: DEPRAVACIÓN TOTAL.
Como
hay muchas ideas equivocadas respecto a la depravación total, es necesario ante
todo establecer lo que no es la doctrina; y luego, en segundo lugar, explicar
lo que es.
I. LO
QUE NO ES
A. NO ES DEPRAVACIÓN ABSOLUTA.
A
veces la palabra depravación unida a la palabra total da la impresión de que el
hombre es todo lo malo imaginable, todo lo malo que puede ser, algo así como el
diablo.
Pero
depravación total no es lo mismo que depravación absoluta. Depravación absoluta
significa que una persona expresa su depravación siempre a la enésima potencia.
No sólo sus pensamientos, palabras y acciones son pecaminosos, sino que lo son
en grado sumo. Ser totalmente depravado, sin embargo, no significa que una
persona es lo peor posible en forma intensiva, sino lo más mala posible en
forma intensiva, sino lo más mala posible en forma intensiva.
No es
que no pueda cometer un crimen peor que el que ha cometido; antes bien, es que
nada de lo que hace es bueno. El permea todas las facultades de su alma y todas
las esferas de su vida. Es incapaz de hacer una cosa que sea buena.
Ilustrémoslo. Cuando el niño miente, a menudo dice mentiras pequeñas. Estas
mentiras podrían ser mucho peores. Sin embargo en sí mismas ya son malas. Ese
mentir es malo. En consecuencia, el niño es malo. Pero no tan malo como podría
serlo.
O,
cuando los niños se pelean, a menudo lo hacen mofándose el uno al otro o
dándose golpes a empujones; pero podrían hacerlo sacándose los ojos con tijeras
o poniendo alfileres debajo de las uñas.
Unos
adultos llaman a otros “estúpido” y “miserable”; pero en vez de insultarse
podrían quitarse la vida.
Hitler
fue un criminal vicioso; sin embargo incluso el perdonó a algunos pueblos
franceses ante los ruegos de un sacerdote.
Kitty
Genovese fue dejada a morir en Nueva Cork a la vista de veintiocho personas.
Esta apatía, este no querer mezclarse en un asunto así, es abominable; y sin
embargo los veintiocho hubieran podido ayudar a matarla. Y no lo hicieron. No
eran todo lo malos que podían ser.
Durante
el reinado del rey Saúl hubo un periodo transitorio: “El Espíritu de Jehová se
aparto de Saúl y le atormentaba un Espíritu malo de de parte de Jehová” (1S.
16.14). En otras palabras, en la primera parte de su reinado no actuó en forma
tan mala como lo hizo en la segunda parte. Incluso los que están cometiendo el
pecado imperdonable (He. 6:4-8) no actuaron en otro tiempo todo lo mal que
hubieran podido, sino que “una vez fueron iluminados y buscaron el don
celestial y fueron hechos participantes del Espíritu Santo”.
Siempre
ha habido hipócritas en la iglesia: los que tienen apariencia de santidad, pero
niegan el poder de Dios (2 Ti. 3.5), e incluso predican y realizan milagros,
como en el caso d Judas. Estos hipócritas incluso hubieran podido prescindir de
las apariencias de caridad y perseguir directamente a la gente pero no lo
hicieron.
Los
pecados del hombre no solo son tan malos como podrían ser, sino que tampoco son
tan amplios como podrían ser. Un hombre determinado no comete todos los pecados
posibles. Todos nosotros violamos de pensamiento los mandamientos de Dios, pero
no todos los violamos de hecho. Todos sentimos odio, por ejemplo, pero no todos
cometemos homicidios. Casi todos tenemos deseos lujuriosos, pero no todos hemos
cometido adulterio de hecho.
La
explicación de esta moderación en el pecado está en que Dios, por medio de su
gracia común (es decir la gracia que se da a los no creyentes), refrena a las
personas para que no hagan el mal que podrían hacer. Por ejemplo, en Génesis 20
leemos que e rey Abimelec no pecó tanto como podría haberlo hecho, porque Dios
l impidió que cometiera adulterio con Sara, esposa de Abraham. Y pablo escribe
a los tesalonicenses que “ya está en acción el ministerio de la iniquidad” (2ª Te.2.7),
pero a este espíritu malo le hace frete alguien “quien al presente lo detiene”.
B. NO ES UNA AUSENCIA COMPLETA DE BIEN RELATIVO.
No
sólo es cierto que el no regenerado no comete los peores pecados posibles, no
todas las clases de pecado, sino que también es cierto que es capaz de hacer
algún bien _ si s entiende adecuadamente la palabra bien.
El
catecismo de Heidelberg ofrece una definición muy clara de bien. En respuesta a
la pregunta: “¿pero cuáles obras son buenas?” el Catecismo responde: “Sólo las
que se hacen por fe verdadera, de acuerdo con la ley de Dios, y para su gloria”
(pregunta y respuesta 91). Así pues según el Catecismo, hay tres elementos
indispensables para que las obras sean verdaderamente buenas: fe verdadera,
conformidad con la Ley de Dios y motivación adecuada.
Por
otra parte una obra relativamente buena en lo exterior quizá puede parecer buen
y sin embargo puede no haber nacido de verdadera fe ni ser para ni ser para la
gloria de Dios, Los no cristianos, aun siendo totalmente depravados pueden
realizar obras relativamente buenas.
Supongamos,
por ejemplo, que un no creyente roba $5.000 de un banco y luego escribe un
cheque por $1.000 para la Cruz Roja, a fin de que lo alaben. Este donativo en
lo exterior está conforme a la ley de Dios; pero como nace de la fe y como
carece del motivo de glorificar a Dios, es pecaminoso. Es una acción sólo relativamente
buena.
Albert
Schweitzer es ejemplo de alguien que negó el Cristianismo Bíblico y sin embargo
avergonzó a muchos cristianos ortodoxos con su amor y amabilidad. Sacrificó
tres carreras brillantes y renunció a la cultura de Europa para ir a trabajar y
a sufrir con los negros de África. Como filosofo experto en el nuevo testamento
y organista de fama mundial, se sentía como Dives, vestido de púrpura y lino
fino, lleno de lujos, en tanto que había tanto lazaros en África cuyas heridas
lamían los perros. Se dedico en una forma sacrificada al cuidado de los
enfermos en el corazón de África, viviendo una vida ejemplar de bien relativo.
Sus acciones externas se conformaban a la ley del amor; pero no creía en el
Dios trino y no lo guiaba el motivo justo de la gloria de; sus acciones se
podrían llamar verdaderamente buenas sólo en un sentido relativo.
Tomemos
otros ejemplos de bien relativo. Consideremos al soldado no cristiano que en el
combate es modelo de valor y amor al lanzarse sobre una granada para salvar a
sus compañeros. O al no cristiano que arriesga la vida al arrojarse frente a un
camión para rescatar la vida de un niño. O al pagano blasfemo que ayuda al
mendigo. O al judío que dona su amplia propiedad para que se utilice como
parque público. O al unitario que da $100.000 para construir unos laboratorios
en la universidad. O al anciano que vive al otro lado de la calle y no quiere
saber nada de la iglesia. Es respetable, cuida muy bien de su casa, arregla el
jardín, ama a su esposa, da caramelos a los niños del vecindario, y no jura.
En
todos estos ejemplos están ausentes dos ingredientes necesarios de las buenas
obras: fe en Jesucristo y el motivo de hacerlo todo para la gloria del Dios
trino. Por esta razón se las puede llamar obras relativamente buenas. *
La
Biblia da ejemplos de bien relativo. El Antiguo Testamento menciona a tres
reyes, por ejemplo Jehú, Joas, y Amazías
quienes no temieron verdaderamente a Dios, y fueron reprobados. Sin embargo de
Jehú dice Dios: “Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis
ojos…tus hijos
* El
título del Artículo XIV de la Confesión Belga menciona lo “verdaderamente
bueno” cuando habla de la “incapacidad” del hombre caído “par hacer lo que es
verdaderamente bueno” Los Cánones de Dort hablan de “bien que salva” (III-IV,
3). Estos términos pueden ser engañosos porque incluso las acciones del
regenerado no son “verdaderamente buenas”, ya que ni su fe ni el motivo que lo
guía son completamente perfectos.
Ninguna
persona en la tierra ama a Dios con todo el corazón, la mente y el alma. Y sin
embargo, las acciones del Cristiano regenerado son de una índole completamente
diferente de las del incrédulo. La fe y la motivación adecuada están presentes,
aunque en una forma imperfecta. Tampoco es correcto hablar del “bien que
salva”, puesto que el cristiano no se salva por las buenas obras, sino por
Cristo.
Se sentarán
sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación” (2R. 10.30). De Joas la
Biblia dice que “hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (2 R. 12.2). Y el
escritor repite las mismas palabras en el caso del rey Amazías. Así pues, estos
reyes hicieron cosas agradables delante de dios, si bien, en último término, se
perdieron.
En el
Nuevo Testamento Cristo afirma el hecho de que los réprobos hacen el bien
cuando mandan a los discípulos que amen no sólo a sus amigos sino también a sus
enemigos. Dijo así: “Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito
tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo” (Lc. 6.33). En otras
palabras, Cristo dice que los no elegidos hacen el bien. También aquí no se
puede interpretar esto en el sentido de que hacen lo que es verdaderamente
bueno, sino un bien relativo.
Y
Pablo escribe a los romanos (2.14) que “los gentiles que no tienen ley, hacen
por naturaleza lo que es de la ley”. No conocen a Jesucristo, no poseen la ley
del Antiguo Testamento, sin embargo hacen cosas que en lo externo están de
acuerdo con la ley de Dios cosas que son agradables a Dios en un sentido
relativo,
Vemos,
pues, que la depravación total no significa que los hombres sea el epítome del
diablo. Porque, de hecho, el hombre no comete todos los pecados posibles; y los
pecados que comete no siempre son todo lo malo posible. Además, vemos que él
puede incluso realizar una cierta cantidad de bien relativo. ¡Cuán agradecidos
podemos estar a Dios por el ejercicio de su gracia común, con la cual no sólo
refrena del mal al no regenerado, sino que también lo capacita para hacer este
bien relativo!
II. LO
QUE ES
A. POSITIVAMENTE: SÓLO PECAR Y SIEMPRE PECAR.
Aunque
afirmamos que el hombre natural, el que no ha sido regenerado por el Espíritu
Santo, puede hacer el bien relativo, es necesario volver a insistir en que
incluso este bien no es fundamentalmente “verdadero bien” a los ojos de Dios.
La razón de esto es, como dice la Confesión Belga, que están ausentes la
motivación del amor y la fe. De hecho, ese bien relativo no es otra cosa, en el
sentido más profundo, que pecado y maldad.
La
depravación total significa que el hombre natural nunca puede hacer ningún bien
que sea fundamentalmente agradable a Dios, y, de hecho, hace siempre el mal.
Este es el testimonio diáfano de la Escritura.
En
Génesis 6.5 se nos dice “que la maldad de los hombre era mucha en la tierra, y
que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal”. Fijémonos cuidadosamente en la descripción de la maldad. Era
mucha. Llegaba hasta lo más recóndito del hombre. No sólo a su corazón, no sólo
a los pensamientos de su corazón, sino también al designio de los pensamientos
del corazón. Estas actitudes íntimas, según la Biblia, eran sólo el mal y lo
eran de continuo siempre. Génesis 8.21 añade que esto era así, no solo cuando
el hombre ya era maduro, sino desde la juventud.
Jeremías
dice que “engañoso es el corazón más que todas las cosa, y perverso; ¿quién lo
conocerá?” (17.9). El testimonio de la mayoría de los Cristianos concuerda con
el de Jeremías. Incluso después de que una persona se hacho Cristiana, y por
consiguiente conoce mejor las cosas, resulta aterrador comprobar cuán
hipócrita, engañador, y malo es su corazón.
El
salmista dice que esta depravación se aplica incluso en el caso del recién
nacido: “He aquí, en maldad he sido formado y en maldad me concibió mi madre”
(51.5). Esto no significa que el acto sexual sea malo, sino que desde la
concepción, el nacimiento el hombre está contaminado con el pecado debido a la
caída de Adán.
En
forma inequívoca Pablo, citando los Salmos 14 y 53, dice “No hay justo, ni aun
uno, no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a
una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno…
No hay temor de Dios delante de sus ojos (Ro. 3.10-18).
Esta
depravación es, pues, extensiva más bien que intensiva. El hombre no peca en todas
las formas posibles, ni en la forma peor posible, puede incluso hacer algún
bien relativo, pero peca en todo lo que hace. No hace ni una sola cosa que sea
completamente agradable a Dios.
B. NEGATIVAMENTE: INCAPACIDAD TOTAL.
Otra
forma de describir la depravación total es llamarla incapacidad total, de
hecho, muchos prefieren ese término al de depravación total, ya que éste
conduce a pensar que el hombre es todo lo malo que puede ser: El término
incapacidad total, sin embargo, tiene el defecto de ser demasiado negativo.
Sugiere que la condición pecadora del hombre es una carencia más bien que una
característica positiva. Pero el término es muy útil para hacer entender el
hecho de la incapacidad del hombre para hacer, entender, e incluso desear el
bien. Examinemos esta triple incapacidad del hombre.
1. EL HOMBRE NO PUEDE HACER
EL BIEN.
La
confesión Belga es muy bíblica cuando afirma la “incapacidad” del hombre
natural “para hacer lo que es verdaderamente bueno”. Los Cánones de Dort son
también bíblicos cuando confiesan que “todos los hombres son incapaces del bien
que salva”
Al
hablar de la total incapacidad moral del no regenerado para hacer el bien,
Jesús en cierta ocasión pregunto: “¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos
de los abrojos?” Su respuesta fue: “todo árbol da buenos frutos, pero el árbol
malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo
dar frutos buenos” Mt. 7.17-18).
En
otras palabras, el no regenerado no puede hacer lo que es verdaderamente bueno.
Pablo
en cierta ocasión dijo, escribiendo en una forma semejante: “Nadie que hable
por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús
Señor sino por el Espíritu Santo” (1Co. 12.3).
En
otra ocasión Jesús dio el secreto de la vida cristiana: la unión con Cristo
(Jn. 15). Utilizó la metáfora de la vid y los pámpanos. Al hablar de la
incapacidad para hacer buenas obras, dijo: “como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, sino permanecéis en mí… Separados de mí nada podéis hacer”
(Jn. 15.4-5). Esto es incapacidad total.
Con
afirmaciones igualmente amplios, Pablo niega la incapacidad del no cristiano
para hacer el bien cuando escribe: “La mente carnal (es decir, no regenerada)
es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de dios, ni tampoco
puede; y los que viven según la carne (es decir los no regenerados) no pueden
agradar a Dios” (Ro. 8.7-8). Lea de nuevo esta descripción triple de la
depravación total o incapacidad total: el no cristiano es enemigo de Dios, y le
resulta imposible hacer el bien y agradar a Dios.
2. EL HOMBRE NO PUEDE
ENTENDER EL BIEN.
El
hombre no sólo es incapaz de hacer el bien por si mismo; ni siquiera puede
entender el bien. Esta ciego como Cíclope, con su único ojo quemado. Lidia por
ejemplo, oyó a Pablo predicar a Cristo a orillas del río en Filipos. Sólo
después de que el Señor abrió su corazón pudo comprender lo que Pablo decía
(Hch. 16.14). Hasta ese momento su comprensión estaba entenebrecida, para
emplear la descripción que Pablo hace de los gentiles en Éfeso (Ef. 4.18). O,
para emplear otra ilustración paulina, el velo que tenía sobre el corazón le
impedía ver la verdad (2 Co. 3.12-18). Pero cuando dios actuó en su corazón
espiritual, pudo responder a la predicación de Pablo.
Durante
el ministerio de Jesús, los judíos lo rechazaron. “a lo suyo vino, y los suyos
no le recibieron (Jn. 1.11). El problema no estuvo en la presentación de la
verdad. La verdad estaba allí. Jesús era el hijo de dios encarnado. La luz
brillo en la oscuridad, pero la oscuridad no pudo comprenderla.
El
Hijo realizó milagros y predicó a los judíos, pero éstos blasfemaron de Él. En
cierta ocasión Jesús preguntó: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje?” Él mismo
dio la respuesta: “porque no podéis escuchar mi palabra” (Jn. 8.43).
Sin duda
que los judíos oían a Jesús con sus oídos físicos. Pero Jesús hablaba acerca de
sus oídos espirituales. Como dijo en otra ocasión, “De oído oiréis, y no
entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis” (Mt. 13.14). Esto explica por
qué algunos teólogos y estudiosos de la Biblia pueden dedicar la mayor parte de
la vida a estudiar la Biblia y sin embargo rechazan a Jesucristo como su Dios,
Señor y Salvador.
La
causa del rechazo no está en el testimonio claro de la palabra de Dios. Antes
bien, está en la ceguera, tinieblas y dureza de su corazón. Si el hombre no
está regenerado, no puede entender.
Uno
de los pasajes más claros que enseñan la incapacidad del hombre natural para
entender las cosas de Dios es 1 Corintios 1 y 2. Pablo dice que la palabra de
la cruz (es decir, el mensaje central del cristianismo) es locura para los que
se pierden (1 Co. 1.18). Con su propia “sabiduría” no llegan a conocer a Dios
(v.21).
Si
pudieran conocer a Dios con su sabiduría natural, entonces muchos sabios serían
cristianos. Pero no ocurre así. La razón de que mentes brillantes no acepten el
cristianismo es que todas las mentes son ciegas, a no ser que estén
regeneradas. Porque como afirma pablo, el hombre natural no percibe las cosas
que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender; porque se han de discernir espiritualmente” (2.14). En otras
palabras, sin el Espíritu Santo uno no puede entender las cosas de Dios.
3. EL HOMBRE NO PUEDE DESEAR
HACER EL BIEN.
El no
cristiano no sólo es incapaz de hacer nada que sea verdaderamente bueno, no
solo es incapaz de entender el bien, sino, peor todavía, ni siquiera puede
desear el bien. Una cosa es tener un objetivo bueno y no poder alcanzarlo. Esta
incapacidad de alcanzar un objetivo bueno es parte de la depravación del
hombre. Otra cosa es tener un objetivo bueno, pero no poder siquiera entender
lo que es ese objetivo.
Esta
falta de comprensión también es parte de la depravación del hombre. Pero el
colmo de la depravación total es que el hombre natural ni siquiera desea un
objetivo bueno. No le preocupa en lo más mínimo. Esta última afirmación no es
exacta. Sí le preocupa: odia el bien y la fuente del mismo, a saber, Dios. Esta
falta de deseo de Dios es a la vez el abismo y el epítome de la depravación total
del hombre natural.
Esta
incapacidad de desear el bien, y especialmente a Jesucristo, la expresa Jesús
mismo con vigor en otra de sus frases definitivas expresadas en forma negativa
(Mt.7.18; Jn. 3.3; 8.43; y 15.4-5).
Dijo
“ninguno pude venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jn. 6.44).
Poco después repitió el mismo pensamiento con palabras diferentes: “Ninguno
puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Jn. 6.65). He aquí la
depravación total: el hombre no puede escoger a Jesús. Ni siquiera puede dar el
primer paso para acudir a Jesús, a no ser que el Padre lo atraiga. Y esta
depravación es universal. “ninguno” puede venir; dice Jesús. No sólo algunos no
pueden, sino que nadie puede. Esta es incapacidad universal y total.
La
prueba más poderosa de que el hombre no puede ni desear el bien se encuentra en
las ilustraciones bíblicas que hablan del efecto de la acción inicial del
espíritu santo: corazón de carne, nacimiento, creación y resurrección. Estas
expresiones demuestran con claridad que un niño puede entender la incapacidad
moral total del hombre.
Por
ejemplo, en el Antiguo testamento se describe al no regenerado como poseedor de
un corazón que esta hecho de piedra (Ez. 11.19). El corazón de piedra no tiene
vida. Está muerto no puede hacer nada. Esta es la incapacidad total. Pero Dios
dice que regenerará a su pueblo. Pondrá un Espíritu nuevo en ellos, y entonces
tendrá un corazón de carne, que está vivo. Entonces poseerán la capacidad de
seguir a Dios.
Jesús
utilizó la analogía del nacimiento: “el que no naciere de nuevo, no puede ver
el reino de Dios” (Jn. 3.3). El bebe nunca desea o decide nacer. Nunca
contribuye ni en un ápice a su propio nacimiento. En todo el proceso, desde la
concepción hasta el nacimiento, está completamente pasivo y es completamente
incapaz de controlar su propio nacimiento. De forma semejante, el no creyente
no puede dar un solo paso hacia su nuevo nacimiento. Lo debe generar el
espíritu santo. Los arminianos enseñan el concepto antinatural de que alguien que
espiritualmente no es puede desear nacer, puede creer en Cristo y entonces
nacer de nuevo. Pero un “no ser” no existe y por consiguiente no puede tener
deseos de ir a Cristo.
Pablo
usa la ilustración de la creación. Dijo que si alguien está en Cristo es una
criatura nueva (2Co. 5:17, Gal. 6.15). Lo que no existe-la nada-nunca se puede
producir a sí mismo. El concepto mismo de creación implica necesariamente
pasividad e incapacidad totales por parte del objeto que va ser creado. Lo que
es cierto en el terreno físico lo es también en el espiritual: las personal son
totalmente incapaces de hacerse a sí mismas criaturas nuevas en Cristo.
Pablo
también utilizó la analogía de la resurrección cuando en Efesios 2.1 escribió,
“Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados.” En el versículo 5 dice: “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos
dio vida juntamente con Cristo” (Col. 2.13).
Algunos
buenos cristianos interpretan estos versículos en el sentido de que el hombre
está herido o enfermo, pero no muerto, porque dicen que el hombre sigue
teniendo la capacidad de pedir la ayuda de Dios para su salvación. El hombre
tiene poder para creer o no creer. No está realmente muerto; porque si lo
estuviera, no podría pedir ayuda. Sólo está enfermo. Sí lleno de pecado,
enfermo con el pecado, pero aun así puede pedir al doctor que lo ayude. Pero el
calvinista sostiene la enseñanza clara de la Biblia y dice: “No, está muerto.
Ni siquiera puede abrir la boca. Ni siquiera tiene deseo alguno de llamar al
doctor para que lo ayude. Está muerto.”
El
Arminiano compara al no regenerado con alguien que se arroja por la ventana de
un segundo piso, se rompe tres costillas, y una pierna, pero sigue viviendo. El
hombre sabe que está gravemente herido y por tanto necesita un doctor. De
hecho, puede pedir ayuda de algún transeúnte o arrastrarse hasta el teléfono
para llamar al doctor. Desea sanar.
El
calvinista, sin embargo, compararía al hombre con alguien que salta del último
piso de un rascacielos y se aplasta en la calle. Incluso si quedara algo sano
en él después de llegar al suelo, no sabría que necesita ayuda, y mucho menos
la podría pedir. El hombre está muerto –sin vida- y ni siquiera puede desear
sanar.
O,
para utilizar otro ejemplo: La postura que da al hombre algo de crédito por su
salvación al otorgarle la capacidad de creer, describe al hombre como
ahogándose. Éste agita la cabeza dentro del agua y mueve vertiginosamente los
brazos, tratando de mantenerse a flote. Si alguien no lo ayuda, morirá. Quizá
ya se le han medio llenado de agua los pulmones; incluso puede haber perdido el
conocimiento por unos momentos, pero sigue teniendo suficiente presencia de
ánimo y capacidad para moverse y gritar para que lo salven. Si llama al
salvavidas, éste lo salvara.
La
descripción bíblica, sin embargo, es la de un hombre que está en el fondo del
océano, a más de mil metros de profundidad. El peso de agua es de seis
toneladas por centímetro cuadrado. Ha estado ahí durante mil años y los
tiburones han devorado su corazón.En otras palabras, el hombre está totalmente
muerto y es totalmente incapaz de pedir a nadie que lo salve. Para que se salve
tiene que ocurrir un milagro. Alguien tiene que sacarlo de la superficie y
devolverle la vida, y entonces podrá pedir al salvavidas que lo rescate.
Esta
es la descripción del pecador. Está muerto en sus pecados y transgresiones
(EF.12.1, 5). No desea sanar. Está muerto.
Cuando
Cristo le grito a Lázaro que saliera del sepulcro, éste no tenía vida como para
oír, incorporarse, y salir. No había en él ni un hálito de vida. Para poder oír
a Jesús quien lo instaba a salir, éste tuvo que devolverle la vida. Jesús lo
resucitó y entonces Lázaro pudo responder.
Estas
ilustraciones ponen de manifiesto el punto básico de la discrepancia entre los
arminianos y los calvinistas, lo que Martín Lutero afirmó que era el eje en
torno al cual giró toda la reforma.* El Arminiano y nos referimos a él
con cordialidad aunque no es bíblico en este punto cree que Cristo murió por el
pecado y que nadie puede contribuir a lo más mínimo a pagar por sus propios
pecados. Hasta aquí todo está bien. “Jesús pagó por todo, todo se lo debo a
él”.
* La
esclavitud de la voluntad, por Martín Lutero. El título de este libro es otra
buena descripción de la depravación completa y de la incapacidad total. La
voluntad no es libre: está en esclavitud, sometida al diablo. Es “como un
animal que se encuentra entre dos jinetes. Si lo monta Dios, quiere lo que Dios
quiere y va donde Dios desea. Si lo monta Satanás, quiere lo que quiere Satanás
y va donde Satanás desea. Tampoco puede escoger al jinete; son los mismos
jinetes los que luchan para decidir quién lo va a conseguir.” Este excelente
libro de Lutero contra las ideas no bíblicas de Erasmo muestra lo buen
calvinista que era Lutero.
Pero
la entraña del problema está en que el Arminiano va todavía más lejos y afirma
que el no salvo puede, pude por su propia fuerza y con ayuda del espíritu
Santo, pedir a Jesús que lo salve. Y una vez que lo pide, entonces nace de
nuevo.
El “calvinista”
bíblico, sin embargo dice no. El Arminiano ha empezado la casa por el tejado.
El hombre está muerto en sus pecados y delitos, no sólo enfermo o herido, pero
todavía con vida. No, el no salvo, el no regenerado, está espiritualmente
muerto (Ef.2) Es incapaz de pedir ayuda a no ser que Dios cambie su corazón de
piedra por un corazón de carne y lo haga vivir espiritualmente (Ef.2.5).
Entonces, una vez que ha nacido de nuevo, puede por primera vez acudir a Jesús
para expresar pesar por sus pecados y pedirle que lo salve.
La
pregunta es: ¿Es Dios el autor sólo de la redención o también de la fe? ¿Pone
Dios de parte suya el sacrificio vicario de Cristo, y el hombre su fe? ¿O es la
fe también don de Dios (Ef.2.8)? ¿Depende la salvación parcialmente de Dios
(dar a Cristo en la cruz) o totalmente de Dios (dar a Cristo para que muera por
nosotros además de darnos la fe)?
¿Se
queda el hombre con un poquito de la gloria-la incapacidad de creer? ¿O
pertenece toda la gloria a Dios? La enseñanza de la depravación total es que
Dios es merecedor de toda la gloria y el hombre no es digno ni de una mínima
parte de ella.
CONCLUSIÓN.
De la
enseñanza bíblica acerca de la depravación total del hombre se puede sacar tres
lecciones.
1. LA DEPRAVACIÓN TOTAL EXPLICA LOS PROBLEMAS DE NUESTRO MUNDO.
El
odio congénito hacia Dios y al hombre constituye la raíz de las violencias
estudiantiles, de las protestas sangrientas, de las anarquías, de las huelgas
egoístas, del tráfico de drogas, de los crímenes y del caos general hacia el cual
se encamina el mundo.
Sin
querer ser simplistas ni ingenuos, se puede afirmar que la sociedad no
resolverá estos problemas básicos hasta que las personas nazcan de nuevo y se
vuelvan a Jesucristo. Porque la Biblia nos dice que el hombre no está vivo espiritualmente,
y la consecuencia es “que no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay
debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura.
Sus
pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus
caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus
ojos” (Ro. 3.12-18). Y todo empeorará antes de mejorar, según las profecías de
la Biblia. En los últimos tiempos, Satanás quedará en libertad por un tiempo, y
parecerá como si las fuerzas del mal se hubieran desencadenado.
Esto
no significa que la conversión del mundo entero resolvería todos los problemas.
Porque los cristianos nacidos de nuevo siguen siendo pecadores, aunque
básicamente han sido cambiados. El mundo necesita más que la conversión:
necesita que los cristianos apliquen los principios cristianos a la política,
al trabajo, a la economía y a la sociedad general.
Pero
esta enseñanza de la depravación total debe poner sobre aviso al cristiano para
que no se sorprenda ante la mentalidad destructora rebelde, anárquica y llena
de odio del mundo presente; y nos debería indicar la necesidad que se tiene del
evangelio para resolver estos problemas.
2. EL CONOCIMIENTO DE LA DEPRAVACIÓN TOTAL DEBERÍA TAMBIÉN ENSEÑARNOS QUE
SOMOS TOTALMENTE MALOS Y ESTAMOS EN UNA SITUACIÓN TERRIBLE A NO SER QUE DIOS
NOS AYUDE
Cuando
alguien se entera por la Biblia de la enormidad de su pecado, debería querer
acudir a Dios para pedirle, “Ayúdame, Jesús, Soy malo y pecador. He obrado mal.
No soy bueno. Sálvame Jesús.” Cuando lo hace, se sigue una tercera verdad.
3. EL CONOCIMIENTO DE LA DEPRAVACIÓN TOTAL LE ENSEÑARÁ AL HOMBRE QUE SI
DESEA PEDIR A DIOS QUE LO AYUDE, LO HACE SÓLO PORQUE DIOS MISMO PONE EN ÉL EL
QUERER Y EL HACER SEGÚN SU BUENA VOLUNTAD (FIL. 2:12.13)
Sabrá
que Jesús no sólo murió por sus pecados, sino que Dios incluso puso en su
corazón la capacidad de creer en Jesús. Entonces exclamará, “¿Hasta dónde llega
la bondad de Dios?” No sólo envía a Cristo para que cargue con el castigo que a
mí me correspondía, sino que incluso hace que yo, quien en realidad no amo a
Jesús, desee amarlo y creer en él. ¡Qué Dios tan bueno!
INSTRUCCIONES
PARA AYUDAR A LOS LÍDERES EN EL EMPLEO DE LAS PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN
1. Todos
tienen intereses diferentes y formación diferente; de aquí se desprende pues
que no todas las preguntas servirán para todos. Sepa, pues, seleccionar las que
le parezcan de mayor interés. Su número es más que suficiente para una sesión.
2. Si
alguien responde correctamente a la pregunta desde un principio, quizá no sea
lo mejor decir: “Muy bien; pasemos a la siguiente pregunta.” Antes bien,
desempeñe el papel del abogado del diablo: interrogue a los demás a ver si
están de acuerdo con la respuesta dada, y pregunte por qué lo están. El
aprendizaje es más provechoso cuando hay desacuerdo en las respuestas. Deje que
los demás discutan las divergencias por un rato. Como líder no trate de
resolver el problema de inmediato. Pero al final esté seguro de dar lo que
usted piensa que es la verdad. No los deje en la duda, pero permítales discutir
entre sí durante un tiempo.
3. Nunca
se ría de ninguna respuesta ni la ridiculice, por muy tonta que piense que es.
El hacerlo es la forma más segura de detener la discusión. Los demás tendrían
miedo de que les fuera a ridiculizar, en el caso de que cometiera algún error.
Sin estar de acuerdo con el error sugerido, suele ser posible hallar algo de
verdad en la respuesta dada. Es mejor aprovechar eso y luego discretamente
mostrar en que aspectos estaba equivocada la persona.
4. No
haga preguntas a las que se pueda responder con un sí o un no. En este caso
fracasaría. La pregunta estaría seguida de un rotundo silencio. Si hace esa
clase de preguntas, continúelas con un “¿Por qué?” aunque usted sepa todas las
respuestas, no lo de a entender y haga que expliquen por qué piensan en la
forma en que lo hacen.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y DISCUCIÓN DEL CAPÍTULO QUE USTED HA TERMINADO DE LEER:
1. ¿Por qué se dice que la depravación es Total?
2. ¿Cuál es la diferencia entre depravación total y depravación absoluta?
3. ¿Qué es gracia común? Mencione por lo menos tres aspectos de la misma.
4. ¿Es el cristiano totalmente depravado?
5. Dé algunos ejemplos de depravación total basándose en noticias
recientes o en la vida de conocidos.
6. ¿Qué quiere decir “bien relativo”?
7. ¿Por qué el así llamado bien relativo no es fundamental y básicamente
malo?
8. Tome la vida de algún no cristiano bien conocido. ¿Es totalmente malo?
Al responder, asegúrese de que define que quiere decir por bien y por mal.
9. De ejemplos de personas que externamente hacen el bien, pero cuyas
motivaciones son malas. ¿Hacen el bien y o el mal? ¿Por qué?
10. ¿Puede amar a Dios el no regenerado? Acuda a su
Biblia al contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Qué dicen los siguientes textos sobre la depravación total del
pecador:
A. Salmo 51.5
B. Juan 6.44, 65
C. Juan 8.7, 8
D. Romanos 8.7, 8
E. 1 Corintios 2.14
2. ¿Qué dice la enseñanza bíblica de la depravación total? ¿A la luz de
la Depravación total se podrá conseguir un mundo mejor por medio de ¿mayor
educación? O ¿por la elevación de sueldos? ¿Nivel de vida? etc.
3. Al estudiar las Escrituras, ¿cuál describe la situación del pecador;
la de un enfermo o la de un muerto? Fíjese en el Apéndice de este estudio.
1. ¿Cuáles son los artículos de la “Confesión Belga de Fe” como de la “Confesión
de fe de Westminster” que tratan de la depravación total? ¿Hay alguna idea en
ellas que le resulte original? ¿Cuál es?
2. A la luz de su estudio de la Biblia, como también de estos documentos Históricos
formule en sus propias palabras lo que es la situación del Hombre.
LECCIÓN: 4
2: ELECCIÓN INCONDICIONAL
Cuando
se utilizan los términos Predestinación o elección Divina, muchas personas se
estremecen; y se imaginan al hombre aprisionado en las garras de un Destino
horrible e impersonal. Otros –aun algunos los que creen en la doctrina- piensan
que esto está muy bien pero para las aulas de teología, pero que no tiene por
qué mencionarse desde el púlpito. Preferirían que la gente lo estudiara en
secreto en su propia casa.*
Una
actitud tal no es bíblica y se origina en la falta de conocimiento de la que la
Biblia dice acerca de la elección. Porque la elección, lejos de ser una
doctrina horrible, si se entiende bíblicamente, es quizás la mejor enseñanza,
la más cálida y más alegre de toda la Biblia. Esta hará que el cristiano alabe
a Dios y le agradezca su bondad al salvarlo gratuitamente, ya que como pecador
lo que merecía era el infierno.
* Como
la predestinación está asociada tan íntimamente con Juan Calvino, es muy
instructivo ver la actitud humilde, piadosa y temerosa de Dios que el
reformador tuvo hacia el tema. Fue tan deliciosamente bíblica y humana, que lo
he citado extensamente en la parte final del estudio.
A fin
de entender lo que la Biblia dice acerca de la elección divina, examinémosla
bajo los siguientes aspectos:
I. Lo qué es.
II. Base bíblica.
III. Algunas aclaraciones.
IV. Ventajas prácticas.
I. LO
QUE ES
Para
poder entender claramente lo que es la elección incondicional, ayudará el
conocer el significado de algunos términos:
A. PREDETERMINACIÓN.
Predeterminación
significa el plan soberano de Dios, por medio del cual éste decide todo lo que
va a suceder en el universo entero. Nada sucede en este mundo por casualidad.
Dios está detrás de todas las cosas. Él decide y hace que las cosas sucedan. No
se sitúa al margen, temiendo quizá lo que pueda suceder a continuación. No, Él
ha predeterminado todas las cosas “según el designio de su voluntad” (Ef.
1.11): el movimiento de un dedo, el pálpito del corazón, la risa de una niña,
el error de una mecanógrafa-incluso el pecado. (Vea Gn. 45.5-8; Hch. 4.27-28; y
el cap. 6 de este libro.)
B. PREDESTINACIÓN.
La
predestinación es parte de la predeterminación. En tanto que la
predeterminación se refiere a los planes que Dios tiene para todas las cosas
que suceden, la predestinación es la parte de la predeterminación que se
refiere al destino eterno del hombre: cielo o infierno. La predestinación se
compone de dos partes: elección y reprobación. La elección tiene que ver con
los que van al cielo, y la reprobación con los que van al infierno.
C. ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Para
entender este término, consideramos cada palabra:
1.
Elección. Todos sabemos que es una elección nacional: escoger entre candidatos a
uno para que sea presidente. Elegir significa escoger, seleccionar, optar. La
elección divina significa que Dios escoge a algunos para que vayan al cielo. A
otros los pasa por alto y éstos irán al infierno.
2.
Incondicional. Una elección condicional es una elección que está
condicionada por algo que hay en la persona que es elegida. Por ejemplo, todas
las elecciones políticas son elecciones condicionales, la selección del votante
está condicionada por algo que el candidato es o ha prometido.
Algunos
candidatos prometen el cielo si son elegidos. Otros prometen solamente ser
buenos representantes y hacer todo lo que crean mejor. Otros apelan al hecho de
que son de un grupo determinado o de una clase social determinada. Así pues las
elecciones humanas son siempre elecciones condicionales, ya que la decisión del
votante se basa en las promesas e índole del que va a ser elegido.
Pero,
por sorprendente que pueda parecer, la elección divina es siempre elección
incondicional. Dios nunca basa su elección en lo que el hombre piensa, dice,
hace o es. No sabemos en qué basa Dios su selección, pero no es algo que esté
en el hombre. No es que ve algo bueno en un hombre específico, algo que induce
a Dios a decidir elegirlo.
¿Y no
es esto maravilloso? Supongamos que la elección que Dios hace para el cielo se
basara en algo que teníamos que ser o pensar o hacer. ¿Quién se salvaría
entonces? ¿Quién podría presentarse delante de Dios y decirle que ha hecho
alguna vez algo siquiera por un instante, que fuera realmente bueno en el
sentido más profundo de esta palabra? Todos nosotros estamos muertos en
nuestros pecados y transgresiones (EF. 2).
No
hay nadie que haga el bien, nadie (Ro. 3) Si la elección de Dios se basara en
una sola cosa buena que se encuentra en nosotros, entonces nadie sería elegido.
Entonces nadie iría al cielo; todos irían al infierno. Porque nadie es bueno.
Por lo tanto, agradezcamos a Dios su elección incondicional.
Para
dejar bien claro lo que quiere decir elección incondicional, es necesario
referirse al arminianismo. No me agrada tener que hacerlo, porque puede parecer
que sea enemigo de los arminianos. Por el contrario, creo que los arminianos
pueden ser cristianos nacidos de nuevo. * Ellos creen que hay un Dios
trino, que Jesús es Dios, y que murió por los pecados del hombre, sostienen la
salvación por la fe sola y no por las obras. Por consiguiente, todos los
verdaderos creyentes los que confían en Jesús como salvador suyo deberían
sentirse en verdadera comunión cristiana con los arminianos. Son uno en Cristo.
Aunque
los arminianos son cristianos sinceros, están completamente equivocados
respecto a las siguientes doctrinas de depravación total, elección
incondicional, expiación limitada, gracia irresistible y perseverancia de los
santos. Y la única razón por la que mencionamos el arminianismo es para mostrar
con mayor claridad las enseñanzas bíblicas.
* El
arminianismo recibió el nombre del teólogo Holandés, Jacobus Arminius, quien
vivió de 1560 a 1609. Desarrolló los Cinco Puntos del Arminianismo, contra los
cuales se pronunció el concilio de la iglesia de Dort (Holanda) en 1618-19.
Porque
lo blanco nuca es tan blanco como cuando se contrapone a lo negro. Así también,
las verdades bíblicas del Calvinismo nunca se ven tan claras como cuando se le
contrapone a las ideas erróneas del arminianismo. De esta manera, no es sino
con renuencia que menciono tanto al arminianismo, pero lo hacemos por amor y
aprecio por ellos. Simplemente deseamos presentar el gozo pleno de la fe
cristiana que no sea oscurecido con la idea errónea de la elección condicional.
Según
el Arminiano, la elección divina y si creen en la elección es incondicional.
Creen que Dios prevé quien creerá en Cristo, y entonces, basado en ese
conocimiento previo, Dios decide elegir a los creyentes para el cielo. Creen
que a veces el hombre natural y no regenerado posee suficiente bondad en sí
mismo para que, si el Espíritu Santo lo ayuda, desee elegir a Jesús. El hombre
elige a Dios, y entonces Dios elige al hombre. La elección de Dios queda
condicionada por la elección del hombre. El Arminiano, pues enseña la elección
condicional; en tanto que el calvinista enseña la elección incondicional.
II. BASE
BÍBLICA
Los
Cinco Puntos del Calvinismo están íntimamente ligados entre sí. El que acepta
uno de los puntos aceptará los demás. La elección incondicional se desprende necesariamente
de la depravación total.
Si
los hombres son totalmente depravados y sin embargo, algunos se salvan,
entonces es obvio que la razón de que algunos se salven y otros se pierdan
descansa enteramente en Dios. Todo el género humano continuaría perdido si
quedara abandonado a sí mismo y Dios no escogiera a algunos para que se
salvaran. Porque por naturaleza el hombre está espiritualmente muerto (Ef. 2) y
no sólo enfermo. No posee en sí mismo ni vida ni bondad espirituales. No puede
hacer nada que sea verdaderamente bueno nada, ni siquiera entender las cosas de
Dios y de Cristo, y mucho menos desear a Cristo o la salvación.
Sólo
cuando el Espíritu Santo regenera al hombre tener fe en Cristo y ser salvo. Por
consiguiente, si la depravación total es bíblicamente verdadera, entonces la fe
y la salvación consiguiente se dan sólo cuando el Espíritu Santo actúa por
medio de la regeneración. Y la decisión respecto a que a qué personas serán
objeto de su acción debe pertenecer por completo, ciento por ciento, a Dios, ya
que el hombre, como está espiritualmente muerto, no puede pedir ayuda. Esto es
elección incondicional: La elección de Dios no depende de nada de lo que el
hombre hace.
A. JUAN 6.37, 39
Jesús
prometió a sus oyentes, “Todo lo que el padre me da, vendrá a mí; y al que a mi
viene, no le hecho fuera, Y ésta es la voluntad del padre, el que me envió: Que
de todo lo que me diere, no pierda yo nada sino que lo resucite en el día
postrero.”
Se ve
muy claramente que aquellos que resucitarán en el último día- todos los
creyentes verdaderos- el Padre se los da a Cristo. Y sólo aquellos que el Padre
a Cristo pueden venir a él. La salvación está por completo en las manos del
Padre. Él es quien se los da a Jesús para que se salven. Una vez que hayan sido
entregados a Jesús, éste se preocupará entonces de que ninguno de ellos se
pierda. Así pues, la salvación depende por completo de que el Padre entregue a
algunos a Cristo. Esto no es más que la elección incondicional.
B. JUAN 15.16.
Cristo
dijo, “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros.”
Si
hay algún texto que señale claramente la elección incondicional es éste. El
Arminiano dice que él escoge a Cristo. Cristo dice, “No, vosotros no me
elegisteis a mí. Al contrario, yo os elegí a vosotros.”
Es
cierto que el cristiano elige a Cristo. Cree en él. Es decisión suya. Y sin
embargo Cristo dice, “No, no me elegisteis vosotros a mí.” La observación
negativa de Cristo es una forma de decir que si bien el cristiano cree a veces
que él mismo es el factor decisivo en elegir a Cristo, la verdad es que en
último término, es Cristo quien escoge al creyente.
Y
entonces después de esto, el creyente elige a Cristo. Nosotros pensamos que
todas las cosas buenas que hacemos en la vida, tal como creer en Cristo las
logramos por nuestros propios medios; pero debemos recordar que Dios es quien
produce en nosotros tanto el querer como el hacer, según su buena voluntad
(Fil. 2.12, 13). Juan lo expresó de otra forma en su primera carta, “Nosotros
le amamos a él, porque él nos amó primero.” El amor de Dios es anterior al amor
del hombre. Este es el amor selectivo de Dios.
C: HECHOS 13.48.
Lucas
informó, “Creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”
He
aquí otro texto de una claridad total para quienquiera que lea la Biblia sin
nociones preconcebidas acerca de la elección. Lucas cuenta las conversiones
ocurridas en Antioquía donde Pablo y Bernabé habían predicado. Al informar
acerca de los resultados del ministerio de ellos emplea las palabras del texto
citado.
Esto
ha turbado a los arminianos hasta tal punto que sus teólogos han tratado de
retorcer las palabras para hacerlas decir, ”Todos los que creyeron estaban
ordenados para vida eterna”; y el predecesor del unitarianismo, Socino
(1539-1604), de hecho tradujo de esta forma, pero esto violenta totalmente el
texto. Esta traducción armonizaría muy bien con la teoría arminiana según la
cual Dios prevé quiénes van a creer y luego los predetermina. Pero la Biblia
dice exactamente lo contrario: “Creyeron todos los que estaban ordenados para
vida eterna.” La sencillez cabal de este texto es sorprendente.
D. 2 TESALONICENSES 2.13.
El
apóstol Pablo afirmó, “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios
respecto a vosotros, hermanos amados por el señor, de que Dios os haya escogido
desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y
la fe en la verdad.”
Adviértase
ante todo que se dice que el Señor amó a los tesalonicenses. Este es ya amor
selectivo. Este término “amados por” nunca se emplea para el caso del no
creyente, o del mundo, en ninguno de los pasajes de la Biblia. Dios nunca llama
a Judas o al mundo que lo rechaza, “amados por el Señor.” Este término se
reserva para aquellos que aman a Jesús y que han sido salvados por su muerte.
Esto es ya un indicio del amor eterno y selectivo de Dios.
Luego
adviértase que Pablo dice expresamente que Dios escogió a los tesalonicenses,
dando a entender que pasó por alto a otros.
Además,
Pablo escribe que Dios los escogió desde el principio; es decir desde antes de
la fundación del mundo (Ef. 1.4)-desde la eternidad. Alguien dirá, “Seguro que
los escogió desde la eternidad, que preordenó quiénes irían al cielo; pero lo
hizo basado en el conocimiento previo. Dios previó quienes creerían en Cristo y
basado en esto los escogió.”
Esta
forma de razonar pasa por alto la enseñanza clara de Pablo. Pablo no dice que
Dios escogió a los tesalonicenses porque eran santos o creyeron. Al contrario,
dice exactamente lo opuesto. Dios los escogió “para salvación”. Algunas de las
versiones modernas lo traducen “para ser salvados” (Versión Popular). La
salvación viene sólo por fe; de manera que cuando Pablo dice que Dios escogió a
los tesalonicenses “para ser salvados”, esto, desde luego, implica que Dios
eligió darles el único medio para conseguir esa salvación a saber, la fe.
Si
Dios eligiera dar a alguien el resultado sin darles los medios para
conseguirlo, la elección no tuviera significado. Por si hubiera todavía algunos
que dudaran de la que la fe sea un don de Dios y no fruto de los esfuerzos del
hombre (Ef. 2.8), Pablo dice expresamente que Dios los escogió para salvación
“mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”. En otras
palabras, salvación, santificación y fe forman un todo que les vino a los
tesalonicenses de parte de Dios. Así pues, 2 Tesalonicenses enseña una elección
de Dios que no depende de nada que haya en el hombre, ni de su santificación ni
de su fe. No, la elección de Dios es incondicional.
E. EFESIOS 1.4-5.
Pablo
dice que Dios padre nos ha bendecido con toda bendición espiritual, “según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados
hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.”
Adviértase
con qué vigor habla Pablo de la elección. Dice que Dios “nos escogió”, no que
nosotros escogimos a Dios. Luego agrega que Dios nos ha “predestinado”. Además,
la elección soberana se subraya más con la afirmación de que Dios nos escogió
en Cristo; es decir, nos escogió no debido a nosotros mismos sino por causa de
Cristo Jesús.
Quizá
algunos arminianos continuarán arguyendo que Dios sí predestinó a algunos, pero
que esto se basó en el conocimiento que Dios tenía de quienes iban a creer. Por
consiguiente, la decisión depende realmente del hombre y no de Dios. Pero
adviértase que Pablo no dice que Dios nos escogió porque somos santos, sino,
para que fuésemos santos y sin mancha. Y la santidad incluye la fe, porque no
hay santidad sin fe. Efesios 1 se opone por completo a lo que dice el
Arminiano, y excluye la elección que se base en algo que haya en el
hombre-obras o fe.
Esta
conclusión se refuerza más cuando Pablo agrega que esta elección y
predestinación fueron “según el puro afecto de su voluntad”. Dios no escogió al
hombre porque previó que hubiera en él algo que valiera la pena, como la fe,
porque entonces hubiera dicho que nos predestinó “según la fe prevista en el
hombre”. Por el contrario, Pablo omite cualquier alusión al hombre y dice que
la razón se encuentra solamente en “el puro afecto” de Dios.
Para
hacer resaltar con más fuerza esta elección soberana de Dios, que no se basó en
nada que exista en el hombre, Pablo agrega la expresión, “de su voluntad”. Esto
no fue necesario para su razonamiento. Había dicho que la elección había sido
según el puro afecto de Dios; esto era suficiente para indicar que la elección
de Dios se basaba en razones que estaban totalmente en el mismo. Pero luego
agrega “de su voluntad”, lo cual indica todavía con más vigor la libertad de la
elección de Dios, el hecho de que la razón hay que buscarla sólo en su
voluntad.
F. ROMANOS 8.29, 30.
Pablo
afirma, a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo…Y a los que predestinó a éstos también llamó; y a los
que llamó, a éstos también justificó: y a los que justificó, a éstos también
glorificó.”
Si
hay algún versículo que parezca apoyar el concepto arminiano de la predeterminación
basada en el conocimiento previo, es éste. Pero sólo mediante una lectura
superficial se llegaría a esta conclusión. Porque la palabra traducida en la
versión antigua como “antes conoció” es una expresión griega y hebrea que
significa “amar antes”. Cuando la Biblia dice que Adán “conoció” a Eva, no
quiere decir que Adán conoció lo alta que era y la clase de temperamento que
tenía. No, significa que Adán amó a Eva. Y cuando David dice que Dios “conoce
el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá” (Sal, 1), no dice
que Dios conoce al justo y no conoce al malo. Dios conoce todas las cosas y a
todas las personas, incluyendo a los malos. Propiamente David quiere decir que
Dios ama el camino de justo y odia el camino del malo, al cual castigará.
En
forma semejante, cuando dios dice por medio de Amós, “a vosotros solamente he
conocido de todas las familias de la tierra” (3.2), no niega su omnisciencia,
diciendo que no conoce a nadie más intelectualmente. No se trata de una
metáfora que significa, “de entre todas las familias de la tierra solamente os
he amado a vosotros.”
Del
mismo modo, cuando pablo dice en romanos 8.29, “a los que antes conoció,
también los predestinó”, Pablo utiliza la expresión bíblica de “conocer” en
lugar de “amar” y quiere decir “a los que antes amó, los predestinó.” Si
“conoció” significara aquí sólo conocimiento intelectual, entonces Dios no lo
conocería todo; porque entonces no conocería a los que no ha predestinado para
la justificación y glorificación. Lo que Pablo dice en Romanos 8 es que hay una
cadena áurea de salvación que comienza con el amor eterno y selectivo de Dios y
continua por eslabones irrompibles a través de la predeterminación, el
llamamiento efectivo, la justificación, hasta la glorificación final en el
cielo.
En
lugar de apoyar el punto de vista arminiano de que la predeterminación se basa
en el conocimiento previo, Romanos 8 está de acuerdo en forma definitiva con el
resto de la Escritura en el sentido de que la predeterminación del creyente se
basa en el amor eterno de Dios. Gracias a Dios de que existe esta cadena
ininterrumpida de salvación. El que cree en Cristo sabe que forma parte de
ella.
G. ROMANOS 9:_6-26.
Todos
los textos mencionados previamente son excelentes para mostrar que Dios no
elige a las personas porque haya algo en ellas que lo atraiga. Pero la
afirmación más espléndida de todas se encuentra en Romanos 9.
El
problema principal de Romanos 9-11 es éste: “¿Cómo pueden los israelitas,
quienes poseyeron todas las bendiciones de Dios en el pasado, estar
espiritualmente perdidos? ¿Ha olvidado Dios sus promesas a Israel?” Pablo
responde con un no rotundo. “No que la palabra de Dios haya fallado” (9.6).
Entonces dedica el resto del capítulo a mostrar que la salvación no se obtiene
porque uno sea descendiente físico de de Abraham, sino que se recibe de la
gracia soberana de Dios. Y esto es lo que deseamos mostrar: El primer indicio se
encuentra en el hecho de que Rom. 9.7 Pablo habla de la elección soberana de
Isaac en lugar de Ismael. Dios habló en forma soberana y selectiva, “en Isaac
te será llamada descendencia.”
Luego
Pablo señala la misma elección soberana en el caso de Jacob y Esaú. Jacob y
Esaú tenían los mismos padres e incluso habían nacido a la vez: eran gemelos.
Sin embargo Dios en forma soberana escogió a Jacob y pasó por alto a Esaú.
Para
mostrar que la elección de Dios no se basó en un conocimiento previo, Pablo
escribe que Dios dio a conocer su elección a Rebeca antes de que nacieran los
mellizos y antes de que hubieran hecho nada, ni bueno ni malo (9.11). “Así fue
dice Pablo, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese,
no por las obras sino por el que llama” (9.11). Dios no escogió a Jacob porque
vio de antemano que sería bueno o creería. La fuente de la elección no se halla
en el hombre, sino en “el que llama”, es decir Dios simplemente afirma, “A.
Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (9.13).
Como
seres humanos quisiéramos preguntar, “¿Pero por qué Dio? Y Dios simplemente
responde reiterando el hecho, “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” y no da
ninguna razón que satisfaga la pregunta inquieta que se hace el hombre.
Pablo
percibe el sentimiento de insatisfacción que sin duda se despertará en la mente
de los que van a escuchar su carta. Percibe que algunos pensarán espontáneamente,
“¿Qué clase de Dios es éste? No es justo amar a uno y aborrecer a otro incluso
antes de que nazcan y antes de que tengan oportunidad de demostrar lo que son.”
Por eso en el versículo siguiente (14) Pablo se pregunta: “¿Qué, pues, diremos?
¿Qué hay injusticia en Dios?” Éste es el meollo: La elección incondicional
parece implicar la idea de un Dios injusto y por consiguiente no puede ser. Así
razona el hombre.
Antes
de que pasemos a examinar la respuesta de Pablo ante tal acusación, reflexionemos
un momento en el hecho de que esta misma pregunta que Pablo se hace presupone
la elección incondicional. La cuestión de la injusticia en Dios nunca, nunca se
suscita dentro de la teoría arminiana. Porque según el Arminiano, Dios no elige
arbitrariamente, ya que prevé quién será bueno o malo, o quién creerá. La
elección de Dios se basa en algo que el hombre hace o cree. Su predeterminación
es completamente justa; se decide sobre los méritos del hombre.
La
acusación de injusticia hecha a Dios se suscita sólo si la elección es
incondicional; porque al hombre le parece necio hablar de un Dios bueno y justo
que simplemente escoge a Jacob y pasa por alto a Esaú, especialmente cuando
Jacob no es mejor que Esaú, ni tiene más méritos que él. Esto es una locura, piensa.
Dios debe ser injusto.
Por
consiguiente, el hecho mismo de que Pablo plantee la pregunta acerca de la
injusticia presupone que habla acerca de la elección incondicional. Según la
teoría arminiana de la elección incondicional, no habría posibilidad de
plantear el problema de la injusticia. Pero Pablo lo hace, con lo que demuestra
que está enseñando la elección incondicional.
La
respuesta de la palabra infalible de Dios a la pregunta de Pablo no es
retractar lo dicho respecto a la soberanía de la elección de Dios, ni tratar de
ofrecer una explicación racional al hombre que duda. Pablo simplemente afirma
“En ninguna manera.” Ni se atrevan a decir o a pensar que Dios es injusto. No
lo es. Es un Dios bueno y santo, y jamás es injusto.
Quizá
no lo podemos entender todo aquí. Después de todo, sólo somos humanos; no somos
Dios. ¿Acaso puede sorprender que siendo pecadores y mezquinos no entendamos
todo lo que se refiere a Dios? ¿Acaso sus caminos no son más elevados que los
nuestros tanto como el firmamento infinito está muy por encima de la tierra?
Incluso
Pablo afirma de otra forma la elección incondicional por parte de Dios con una
expresión del Antiguo testamento. “Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (9.15). Y más adelante
dice, “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer,
endurece” (9.18) Según la Biblia, la elección depende en forma exclusiva de
Dios. Es libre de amar al que quiera y pasar por alto al que quiera, no debido
a lo bueno o malo que haya en el hombre, sino por sus propias buenas razones.
Sería
posible considerar como suficientes las pruebas alegadas en cualquiera de los
numerosos puntos mencionados en Romanos 9. Pablo ha demostrado en forma
concluyente que la salvación no del que actúa, sino del que llama, y que la
elección es incondicional. No hace falta proseguir con otros argumentos. Y sin
embargo parece como si Pablo tuviera en mente a los arminianos cuando escribió
el versículo 16. Porque Pablo lo dice en forma tan inequívoca que no puede
haber ningún mal entendido, “Así que no depende del hombre que quiere, desea o
decide; ni tampoco del que corre. Depende exclusivamente de Dios quien tiene
misericordia.
Si
todavía hay alguien que dude de estas afirmaciones explícitas de la Biblia de
que nuestra salvación está totalmente en manos de Dios, y que no depende ni en
lo más mínimo del que quiere o del que corre, que lea una y otras vez Romanos
9.16. Porque ésta es la Palabra de Dios.
III.
ALGUNAS ACLARACIONES
A. ¿HA ELUDIDO EL PROBLEMA EL ARMINIANO?
Una
de las razones por las que el Arminiano hace que el hombre sea el factor
decisivo en la salvación es que espera salvaguardar la libertad del hombre.
Cree que si Dios predetermina todas las cosas, entonces el hombre no es ni
libre ni responsable. Por ello opta por reducir los planes determinantes de
Dios y reservar un cierto terreno en el que el hombre actúa libre e
independientemente de Dios. (A modo de adelanto, se debería advertir que el
calvinista defiende tanto la soberanía de Dios como la responsabilidad del
hombre, si bien no puede reconciliar ambas racionalmente. Véase capítulo 6.)
Pero
debería advertirse que el Arminiano no consigue muy bien lo que pretende.
Porque según la posición del Arminiano, Dios conoce de antemano todo lo que va
a suceder. Dios no escogió a los que creerían en Cristo; pero si ha conocido
desde la eternidad cuál va a ser la elección de cada hombre, porque Él es
omnisciente. Si Dios conoce de antemano lo que sucederá, entonces sólo lo que
Él conoce de antemano llegará a suceder.
No
hay otra alternativa. Si Dios conoció de antemano que el Sr. A. creería,
entonces no hay posibilidad alguna de que éste no crea. Por tanto, si Dios sí
conoce de antemano todas las cosas, como dice el Arminiano, entonces todas las
cosas ciertamente sucederán y no hay posibilidad de otra alternativa.
Bien,
esto es exactamente lo que cree el calvinista: Dios conoce de antemano todas
las cosas, los sucesos futuros son ciertos, y el hombre tiene responsabilidad
de hacer el bien. La única diferencia es que el calvinista se atreve a decir
que Dios es todopoderoso y controla estos sucesos; en tanto que el Arminiano
dice que el hombre los controla. El calvinista se atreve a hacer de Dios un
Dios real, un Dios todopoderoso, y no un Dios parcialmente poderoso. Y el
Arminiano no ha ganado nada con su teoría, ya que está exactamente frete al
mismo problema que tiene el calvinista; a saber, cómo reconciliar la
responsabilidad humana con la certeza absoluta de todos los sucesos.
B. EL HOMBRE ES LIBRE.
Contrariamente
a lo que piensa la mayor parte de las personas el calvinista enseña que el
hombre es libre ciento por ciento – libre de hacer exactamente lo que quiere.
Dios no coacciona a nadie en contra de su voluntad.
Y
precisamente por ser libre, el hombre es esclavo debido a que el hombre hace lo
que quiere hacer, no posee una voluntad libre (lo cual no es lo mismo que decir
es libre); es decir, el hombre es totalmente incapaz de escoger entre el bien y
el mal. El alcohólico no es libre. Técnicamente puede escoger externamente
entre beber y no beber. Pero en realidad sólo puede hacer una cosa. No puede
dejar de beber más de lo que puede dejar de respirar. Tiene que beber. Es
esclavo del alcohol. Y sin embargo es libre. Hace exactamente lo que desea
hacer. Nadie lo obliga a beber.
De la
misma manera, el no cristiano es libre. Hace precisamente lo que le gustaría
hacer. Sigue los deseos de su corazón. Como su corazón está corrompido e
inclinado a toda clase de males, libremente hace lo que desea hacer, a saber,
pecar. Odia al Dios trino y todo lo que Él representa. Por consiguiente, en
realidad nunca lo escogerá. No puede, porque no lo desea. Así pues,
precisamente porque el no regenerado es libre, es esclavo. Es esclavo del
diablo y de sus propios deseos malos, y no puede servir a Dios.
Históricamente,
la expresión Libre albedrío se ha utilizado en teología para indicar que el
hombre es libre de hacer lo que desea hacer, y voluntad libre se ha utilizado
para indicar la clase de libertad que nadie posee a saber, la capacidad o
libertad de escoger entre el bien y el mal, entre creer en Cristo o rechazarlo.
A
propósito, el cristiano tampoco tiene voluntad libre.* Técnicamente
puede tener la opción externa de escoger o rechazar a Cristo, pero básicamente
no la tiene. Cristo no lo dejará rechazarlo. Todo lo que el Padre ha dado a
Cristo vendrá a Cristo, Nadie los arrancará de las manos de Cristo (Jn. 6.33,
39). En otras palabras, el cristiano no posee voluntad libre. Así pues, si
usted es cristiano verdadero, dé gracias a Dios de que nunca, ni por un
momento, podrá volverle la espalda a Jesús. El calvinismo no es tan horrible
después de todo, ¿no es cierto?
C. EN LA PREDESTINACIÓN TODOS OBTIENEN LO QUE DESEAN.
A
veces la gente se queja de que la predestinación es una doctrina dura que
obliga a la gente a hacer lo que no quiere hacer. Dicen que si desearan creer, no
podrían, a no ser que Dios los hubiera predestinado; y si desearan no creer,
Dios los iba a obligar ir al cielo. Así pues, ¿de qué sirve el creer?
Debe
decirse con toda firmeza que todos consiguen precisamente lo que desean. Para
decirlo en la forma más brusca posible: Los condenados están contentos de estar
en el infierno. Nadie está en el infierno en contra de su voluntad. Todos los
que están ahí están contentos de ello.
No
interprete mal esa afirmación. Los condenados saben que después de la muerte
todos van o al cielo o al infierno. No les gusta el infierno, pues de lo
contrario no sería infierno
*Tampoco
Dios posee voluntad libre, Dios no puede escoger hacer el mal, porque es sólo
bien.
No
les gusta el infierno, pues de lo contrario no sería infierno. Es el lugar
donde los gusanos nunca mueren y donde le fuego nunca se apaga. En el infierno
sólo hay agonía eterna. Es infernal. De manera que a los condenados no les
gusta estar ahí. Pero hay algo que odian más que ese mismo tormento: a Dios
Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo.
El
último lugar en ele que quisieran estar es en el cielo. No pueden digerir la
idea de arrepentirse de sus pecados y de amar a Dios y a los demás más que a sí
mismos. No desean estar en el infierno, pero cuando saben que la alternativa
del infierno es ir al cielo con corazón puro, prefieren permanecer en el
infierno. Es pues, cierto que todos consiguen lo que desean: Los cristianos
están contentos de estar con Dios, y los condenados están contentos de no estar
con Dios.
Cuántas
veces el no cristiano se queja de la enseñanza de la predestinación, suele ser
una racionalización hipócrita de su rechazo de Cristo. Yo preguntaría:
¿Qué
desea? ¿Está arrepentido de sus pecados? ¿Confía en Cristo como Salvador? ¿Ama
a Dios y desea ir al cielo? Si la respuesta es sí, entonces debería saber que
es cristiano. Ya ha creído. Y “al que a mí viene, no le hecho fuera”, dice
Jesús. Tiene lo que desea.
Si
responde que no a esas preguntas, entonces preguntaría, “¿Por qué se queja?
Tiene todo lo que desea. No desea a Cristo, no desea el cielo. Bien, tiene
exactamente lo que desea.”
III.
VENTAJAS PRÁCTICAS
Estas
enseñanzas bíblicas acerca de la elección son difíciles de entender. Si alguien
sigue dudando de ellas, debería recordar que la salvación no depende de creer
todo lo que la Biblia dice acerca de la elección incondicional. Podemos tener
confusión de ideas e incluso negar algunas verdades bíblicas, y sin embargo ser
salvos. La salvación no depende de poseer el conocimiento de un teólogo.
Depende sólo de si uno ha puesto verdaderamente la confianza en Jesucristo para
que lo salve de sus pecados. Por consiguiente, tanto los arminianos como los
calvinistas que se arrepienten de sus pecados y acuden a Cristo para conseguir
la salvación irán al cielo.
Pero
si yo fuera arminiano, desearía saber con certeza lo que dice la Biblia acerca
de la elección; porque es innegable que el arminiano pierde mucho de la riqueza
de la vida cristiana debido a sus puntos de vista. Véase como ocurre esto de
estas dos formas:
A. ALABANZA AGRADECIMIENTO A DIOS.
Si
uno cree que Cristo murió por sus pecados y que con la ayuda parcial del
Espíritu santo ha llegado a esa convicción, estará sumamente agradecido con
Dios. Pero suponga que, además de estar agradecido con Cristo por haber muerto
en la cruz por usted, cayera en la cuenta de que nunca hubiera amado a Jesús a
no ser que él lo hubiera amado primero, que nunca lo hubiera elegido a no ser
que el lo hubiera elegido a no ser que el le hubiera dado fe en ÉL.
Entonces
lo amaría mucho más. Su humildad sería mucho mayor porque sabría que ni es
suficientemente bueno para distinguir algo bueno que está ante sus ojos. Su
agradecimiento sería mucho mayor porque tendría mucho más de que estar
agradecido. Su decisión de vivir una vida mejor sería mucho más firme porque
habría más razones por las que estar agradecido. Cuán bueno es Dios no sólo en
perdonarnos los pecados sino también en darnos fe en Cristo de modo que podamos
conseguir el perdón de los pecados. ¡Que bueno es Dios¡
B. LA CONFIANZA DE SER SALVO.
Si en
último término nuestra salvación dependiera de nuestra libre voluntad de
aceptar a Cristo, y si dios suministrara la expiación vicaria de Cristo, pero
no nuestra fe, entonces estaríamos en una condición deplorable. Pensemos en
esto - ¡que el seguir siendo cristianos o no, dependiera de nosotros¡ ¡Qué
pensamientos tan terrible¡ ¿La salvación depende de nosotros, quienes por
naturaleza estamos corrompidos y no amamos a Dios? ¿De nosotros, que como
cristianos todavía tenemos al hombre viejo en nosotros? ¿De nosotros, quienes
dudamos, vacilamos, y pecamos? ¿La salvación depende de nosotros? Oh, no, que
no sea así. Creo hoy, pero quizá mañana no creeré.
Quizá
sucumbiré ante los deseos pecaminosos en vez de seguir fiel a Cristo. Quizá mis
profesores escépticos me convencerán de que la Biblia no es la verdad. Éstas
pueden ser las turbaciones del que piensa que en último término su fe depende
fundamentalmente de sí mismo y que no la ha recibido de Dios.
Pero
el calvinista sabe que toda su salvación depende de Dios y no de sí mismo. Sabe
que no sólo Cristo murió por sus pecados, sino también que Dios le dio la fe.
Sabe que el que ha comenzado la buena obra en él la continuará hasta el día del
juicio (Fil. 1.6) Así pues, el arminiano no puede poseer el gozo y consuelo de
salvación porque hace descansar su fe en sí mismo y no en Dios.
Alabemos
a Dios, de quien provienen todas las bendiciones, incluyendo la fe, que es el
medio de garantizar las bendiciones de la expiación de Cristo. Alabemos a Dios
por su amor selectivo.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y DISCUSIÓN
Preguntas
sobre el capítulo que usted acaba de leer:
1. ¿Cuál es la diferencia entre predestinación y
predeterminación
2. ¿Cuál es la diferencia entre la predestinación y el fatalismo?
3. ¿Cuáles son las dos partes de la predestinación?
4. ¿Qué significa la palabra incondicional en la expresión elección
incondicional?
5. ¿Cuál es la diferencia entre un Arminio y un
arminiano?
6. ¿En qué sentido es bíblico decir que, aunque Dios predestine a todos,
el hombre es libre? Acuda a su Biblia, al contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Qué palabras se pudiera usar en vez de elección o elegir? Vea Efesios
1.4, por ejemplo.
2. ¿Qué nos enseña Deuteronomio 7.6-9 acerca del aspecto incondicional de
la elección?
3. Exponga en detalle Romanos 8.29-30. Muestre, basado en el resto de la
Biblia lo que significa la palabra “conocer”. (cf. Gn.4.1, 18.19; Nm. 31. 18;
Sal. 1.6; Am. 3. 2; Mt. 7. 23; 1 Cor. 8. 3; 2 Tim. 2. 19).
4. Estudie Romanos 9.10-26 especialmente los versículos 11,14, 16 y 19 ¿Qué
dicen estos versículos acerca de la elección?
5. ¿Cómo afecta 1 Jn. 4.19 la enseñanza de la elección?
6. ¿Cómo puede Usted “hacer firme vuestra vocación y elección”? 2 Pedro
1.10. Fíjese en el apéndice de este libro. Lea con cuidado las siguientes
secciones antes de contestar las preguntas:
A. La actitud de Calvino hacia la predestinación, pág. 167.
B. Artículo XVI La confesión Belga de fe, Pág. 175.
C. Capítulo III (Sec. III VIII) Capítulo IX La
confesión de Fe de Westminster, pág.175, 182. A la luz de esta lectura, como
también su reflexión sobre la Biblia, conteste estas preguntas:
1. ¿Cómo ayuda la enseñanza de la elección al cristiano para que alabe a
Dios más de lo que da la enseñanza que da Arminio?
2. ¿Resuelve el arminiano el problema de cómo reconciliar la responsabilidad
humana con la predestinación y la certeza de todos los sucesos? Explíquese.
3. ¿Cómo respondería a alguien que diga “si estoy predestinado para ser
salvo, me salvaré de todas formas. De modo que pecaré todo lo que quiera”?
4. ¿O que respondería si dijera, “si no estoy predestinado para salvarme,
no me puedo salvar. Ni siquiera voy, pues, a tratar de salvarme. Nada puedo
hacer respecto a esto”?
5. ¿Cómo respondería a una persona que dijera, “si la elección es
incondicional es verdadera, entonces Dios es arbitrario, aceptador de personas,
quien escoge a unos y se muestra duro con otros”?
6. ¿Hubiera sido injusto Dios si no hubiera elegido a nadie y dejado que
todos se condenaran al infierno?
7. Si alguien se niega a aceptar a Cristo, ¿de quien es la culpa: de Dios
por no elegirlo o de la persona? ¿Cómo lo demostraría basado en la Biblia?
8. ¿Le es posible a alguien llegar a estar seguro de que es un elegido?
¿Cómo?
9. ¿Se puede saber si alguien es elegido? ¿Cómo? ¿Pero puede saberse si
es réprobo? ¿Por qué?
10. ¿En que maneras la enseñanza de la elección nos
da mejor garantía de nuestra salvación?
LECCIÓN. 5
3: EXPIACIÓN LIMITADA.
I. EL
PROBLEMA
¿Por
quién fue que Cristo quiso morir? ¿Por los pecados de quién pagó Cristo de
hecho? ¿Por quién fue Cristo al infierno? ¿A quién reconcilió Cristo con Dios?
¿A quién sustituyó Cristo? ¿Cuál fue su intención, su propósito al morir?
¿Salvarlos a todos o sólo a los que Dios eligió? Durante mucho tiempo los
cristianos ortodoxos han respondido a estas preguntas de dos formas diferentes.
El arminiano ha dicho, “Cristo murió por todos”, en tanto que el calvinista ha
dicho, “Cristo murió solo por el creyente.” El arminiano ha enseñado la
expiación universal; en tanto que el calvinista ha enseñado la expiación
limitada.
El
arminiano dice que Cristo murió por todo el mundo, incluyendo a Esaú y Judas.
Dicen que Cristo pagó por los pecados aun de los réprobos, aquellos que
conscientemente rechazan a Jesús, aquellos que van al infierno. Hacen una
distinción entre lo que Cristo hizo (morir por todos) y lo que Cristo consiguió
(no todos se salvan). Para ellos la expiación es como un obsequio universal;
hay un regalo para todos, pero sólo algunos tomaran posesión del regalo. Cristo
no sólo derramó su sangre, también la esparció. Quiso salvar a todos, pero sólo
algunos se salvarán. Por consiguiente, parte de su sangre se ha perdido: se ha
desparramado.
Se
puede encontrar una ilustración de la posición arminiana en el caso de un
americano que fue condenado a muerte hace más de 100 años. Antes de que lo
colgaran, sin embargo, el presidente Andrés Jackson le concedió el perdón. Pero
el hombre se negó e incluso apeló a la Corte Suprema, la cual sostuvo su
derecho de negarse a recibir el perdón. La Corte declaró que el Presidente
puede otorgar el perdón, pero que el perdón nunca se puede imponer a una
persona; se puede rechazar. En forma semejante, el arminiano dice, Dios puede
ofrecer el perdón al hombre sobre la base de la muerte de Cristo, pero el
pecador condena o puede rechazarlo. Sin embargo cualquiera que rechace el
perdón tanto de Dios como de un Presidente es necio.
Para
robustecer su posición, el arminiano recurre a pasajes como 1Juan 2.2 (“Él es
la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo”), 2 Corintios 5.14 (“porque el amor de Cristo
no constriñe, pensando esto: que uno murió por todos”) y Juan 4.42
(“verdaderamente éste es el Salvador del mundo”).
El
calvinista, por otro lado, dice que Cristo murió sólo por el creyente, por el
elegido, sólo por los que de hecho se salvarán e irán al cielo. Según el
calvinista, Cristo quiso o se propuso que su expiación pagara por los pecados
sólo de aquellos que el Padre le había dado (Jn.6.37-40). Dice que si Cristo de
hecho llevo el castigo de los pecados de todos entonces se salvan. Pero esta
conclusión obviamente no es aceptable. Hay personas que van al infierno. El
calvinista recurre a los pasajes que afirman que Cristo murió, no por todos,
sino por su “pueblo” (Mt. 1.21), sus “ovejas” (Jn. 10.15, cf. 10.26), “sus
amigos” (Jn. 1:5.13) “la iglesia” (Hch. 20.28), y “la esposa” (Ef. 5.25).
Cuando
el calvinista emplea el término limitada, no quiere decir que la expiación sea
limitada en su poder para salvar. Por el contrario, cree que la expiación de
Cristo es ilimitada en cuanto a poder, que Cristo salva en forma completa, y
que la expiación tiene un valor infinito. Pero si cree que la expiación
ilimitada de Cristo es limitada en su fin, que Cristo quiso quitar, y de hecho
quitó la culpa de los pecados de un número limitado de personas a saber,
aquellos a quienes Dios ha amado con un amor especial desde la eternidad. La
expiación, de valor limitado, se limita a ciertas personas. Es una expiación
limitada.
Como
la expresión expiación limitada puede confundir a las personas, algunos han
preferido el término definido o particular. Estos últimos términos subrayan los
objetos de la expiación, que es ilimitada en cuanto a su poder, se limita a un
número definido y particular de personas a saber, los creyentes. No importa
cual término se emplee, limitada, definida o particular, si se tienen bien
claras estas distinciones.
II. LA
RESPUESTA BÍBLICA
Antes
de pasar a la información bíblica básica, obsérvense dos pasajes que tratan de
la expiación limitada: Juan 10.15 Y Efesios 5.25
En
Juan 10 Jesús emplea la ilustración del pastor y su rebaño. Dice de sí mismo
que es pastor y que tiene un rebaño de ovejas. Conoce a las ovejas y ellas lo
conocen a Él. Escuchan su voz y lo siguen, y él les da vida eterna a fin de que
no perezcan. Estas ovejas son los verdaderos creyentes. Ahora bien, Jesús dice
que da su vida por estas ovejas y no por todo el mundo: “El buen pastor su vida
da por las ovejas” (10.11). Y en 10.15 dice de nuevo, “pongo mi vida por las
ovejas”.
Esto
es expiación limitada. Entrega la vida por sus ovejas, y sólo por sus ovejas.
En 10.26 dice a aquellos que no creen en Él que son ovejas suyas. “pero
vosotros no creéis,” dice a los judíos incrédulos, “porque no sois de mis
ovejas.” En otras palabras, no estaban incluidos en su rebaño, por lo cual,
como había dicho antes, dará la vida. Esto es expiación limitada.
En
Efesios 5.25-27 Pablo amonesta a los esposos de la iglesia de Éfeso a que amen
a sus esposas “así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella”. Es la iglesia, no el mundo, por quien Cristo se entregó a sí mismo.
Además,
se entregó a sí mismo para ella “para santificarla, habiéndola purificado.”Hay
una unidad inseparable entre la muerte de Cristo por la iglesia y su acción
santificadora y purificadora de la misma. Cristo purifica y santifica a
aquellos por quienes murió. Como el mundo no está santificado, ni purificado,
es obvio que Cristo no murió por él.
Además,
si el punto de vista Arminiano fuera correcto, es decir si Cristo amó a “todo”
el mundo por igual y se entrego a sí mismo por el mundo, entonces el
paralelismo entre la esposa del marido y la esposa de Cristo caería por su
base.
Porque
entonces la amonestación sería que el marido debe amar a otra que no es su esposa
y entregarse por ella, del mismo modo que Cristo se entregó a sí mismo no sólo
por la iglesia su esposa, sino también por los que están fuera de ella. Pero
sería contradictorio a la Biblia, que enseña que el hombre debe tener una sola
esposa.
Ahora
examinemos la base bíblica de la expiación limitada desde el punto de vista del
Padre, del Hijo y del Espíritu santo, y veamos la unidad y armonía de su
propósito y acción.
A. LA ELECCIÓN DEL PADRE.
Si el
Arminiano tiene razón en su negativa de la elección; sí Dios no predestinó a
algunos para la vida eterna, sino que los postdestinó; si Dios no ha amado a
algunos con un amor particular desde la eternidad; si Dios no decidió desde la
eternidad salvar a su pueblo entonces no hay expiación limitada sino universal.
Ambas cosas son inseparables: el amor indefinido y la expiación indefinida, el amor
universal y la expiación universal, el amor indiscriminado y la expiación
indiscriminada, y la elección ilimitada (Dios elige a todos) y la expiación es
limitada. Si Dios no ha amado a ciertas personas con un amor particular,
entonces el arminiano tiene razón: Dios no envió a su hijo para que muriera por
ciertas personas solamente. Si Dios ha amado a todos por igual, entonces Dios
de hecho ha enviado a su hijo para que muriera, por todos por igual.
El
Arminiano tiene razón al observar que el amor del Padre y la expiación del hijo
van juntos, que las mismas personas son el objeto del amor de Dios y de la
expiación, que hay concordancia entre el amor del Padre y la muerte del Hijo.
Los objetos de ambos son los mismos. El Arminiano y el calvinista están de
acuerdo a este respecto. Pero la Biblia enseña repetidamente que Dios no ama a
todos con el mismo amor. “A vosotros solamente he conocido de todas de todas
las familias de la tierra” (Am. 3.2); “A los que antes conoció, también los
predestinó” (Ro. 8.29); “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro. 9.13). “Elección Incondicional.” La expresión “Amado
de Dios” no se aplica al mundo, sino solo a los santos de Roma (1.7), de Colosal
(3.12) y de Tesalónica (1 Te. 1.4;2 Te. 2.13), y a los destinatarios cristianos
de la carta de Judas (v. 1) .
Como
los objetos del amor del padre son particulares, definidos y limitados, también
lo son los de la muerte de Cristo. Como Dios ha amado a algunos y no a todos,
como ha decidido en forma soberana e inmutable que éstos en concreto se
salvaran, envió a su hijo para que muriera por ellos, para que los salvara, no
para que se salvara a todo el mundo. Como es una elección definida, la
expiación es definida. Como es una elección limitada, la expiación es limitada.
Como es una elección particular, la expiación es particular. El amor de
elección de Dios y la expiación de Cristo van juntos y tiene como meta las
mismas personas. Hay unidad entre el padre y el hijo.
Fue
porque dios amó tanto al mundo de los pecadores elegidos que envió a su hijo
unigénito para que el mundo se salvara por medio de él (Juan. 3.16-17) En este
pasaje la palabra “mundo” no quiere decir todas y cada una de las personas,
tanto los réprobos como los elegidos, sino el mundo entero en el sentido de
personas de todas las tribus y naciones, no solo judíos. Como el Padre había
dado algunos a Jesús, Jesús vino a la tierra para morir por ellos (Jn.
6.37-40). Jesús tuvo una meta definida y precisa, que coincidió con el
propósito del Padre. Su propósito no fue morir en forma imprecisa por toda la
gente del mundo, sino que, como dijo, “todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”
(v.37).
La
voluntad del decreto del Padre fue no que todos se salvaran sino que Jesús no
perdiera a ninguno del os que el padre le había dado (v. 39). Jesús murió sólo
por este propósito (v. 38). 1 Juan 4.10 enseña también en forma clara la
relación inseparable entre el amor de Dios y la expiación de Cristo, porque dice
que Dios “Nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados.” El objeto del amor de Dios es el mismo objeto de la propiciación de
Cristo. El “nosotros” se refiere no al mundo sino a aquellos cuyos pecados son
perdonados 2.12) que han vencido al maligno (2.13) y que son hijos de Dios (3.
1, 2).
En
otras palabras, Cristo murió sólo por los hijos de Dios: aquellos a quienes
Dios amó con amor especial. Pablo también identifica a aquellos por quienes
Cristo murió con aquellos a quienes Dios ama, cuando escribe: “Mas Dios muestra
su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por
nosotros” (Ro. 5.8). El objeto del amor de Dios (“nosotros”) es el mismo que
aquellos por quienes Cristo murió (“nosotros2). Debido al amor especifico de
Dios por “nosotros” los santos (1.7) y los justificados (5.1) Cristo murió por
los mismos.
Quizá
el más convincente de todos los pasajes para mostrar la relación íntima y
necesaria entre elección limitada y expiación limitada es Romanos 8. 32. Este
versículo es tanto más sorprendente porque es un pasaje al que recurren
constantemente los que defienden la expiación ilimitada. Dice así: “El que no
escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no
nos dará también con él todas las cosas? A primera vista, puede parecer que
Pablo enseña claramente que Cristo murió por todos.
Pero
una reflexión más madura lleva a la conclusión clara de que es imposible que
sea así. El “todos” del versículo 32 se refiere a todos los elegidos, y no
todos los que viven en el mundo entero. La razón de esto es que el pasaje
entero de Romanos 8 desde el versículo 28 hasta el final del capítulo trata
sólo de los cristianos. Todo lo que antecede y sigue de inmediato al versículo
28 hasta el final del capítulo trata sólo de los cristianos. Todo lo que
antecede y sigue de inmediato al versículo 32 se refiere sólo al pueblo
especial de Dios. Todas las cosas no contribuyen al bien de todo el mundo, sino
sólo de aquellos que aman a dios y que han sido llamados conforme a su
propósito electivo (v. 28).
Las
promesas de dios son sólo para aquellos a quienes él ha conocido de antemano y
ha predestinado y glorificado (v. 29-30). De éstos es de quien Pablo dice “Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará con él todas
las cosas?” (v. 32). El “todos nosotros”, por quienes Cristo murió son aquellos
cristianos que pablo acaba de mencionar.
Luego
en la frase que sigue inmediatamente, Pablo continúa hablando sólo de los
elegidos: “Quién acusará a los escogidos de Dios?” La idea es: nadie puede,
porque Cristo murió por ellos. ¿Ven la conexión íntima entre los elegidos y
aquellos por quienes Cristo murió? Son los mismos. Todo lo que procede y sigue
al “todos nosotros” del versículo 32 está restringido a los elegidos, a los que
Dios ama. Por consiguiente este versículo, en lugar de apoyar una expiación
universal, apoya precisamente lo opuesto: limita el “todos nosotros” a aquellos
que aman a Dios. Esta es expiación limitada.
Y
precisamente es esta expiación limitada la que proporciona tanto consuelo en
tiempos de prueba. Porque pablo arguye (v. 32) que si Dios dio lo más grande
del mundo por su pueblo es decir, si Dios sacrificó a su hijo Jesús por
nosotros los creyentes entonces dios dará también todo lo que sea para nuestro
bien. Así pues, no tienen por qué preocuparse, los de poca fe, los que temen
tanto el mañana. Recordemos, que si Dios sacrificó a Cristo por nosotros,
entonces todas las demás cosas que son buenas son pequeñeces. Y Dios nos las
dará. Demos gracias a Dios Padre no sólo por su amor eterno de elección, sino
también por el Hijo que murió por nosotros.
Para
resumir esta sección, la Biblia enseña que el propósito de la predestinación
del Padre y de la expiación del Hijo es el mismo: La salvación de un número
limitado de personas, de los elegidos de Dios. En otras palabras, la expiación
limitada se basa en la elección incondicional.
B: LA EXPIACIÓN DEL HIJO.
Para
responder a la pregunta: ¿Por quién murió Cristo?, es necesario definir la
palabra morir. ¿Qué quiere decir morir? ¿Exactamente qué es los que Jesús hizo
cuando murió? Éste es el meollo de la pregunta.
La
Biblia define la muerte de Jesús por lo menos cuatro maneras diferentes. Cuando
Cristo murió, (1) se sacrificó en forma vicaria por los pecados (He. 9,10); (2)
propició, es decir; aplacó la ira justa de Dios (Ro. 3.25, He. 2.17; 1 Jn. 2.2;
4.10); (3) reconcilió a su pueblo con Dios, es decir, eliminó la enemistad
entre ellos y Dios (Ro. 5.10; 2 Co. 5.20; etc.); y (4) los redimió de la
maldición de la ley (Gal. 3:13).
La
pregunta a la que hay que contestar en forma precisa es ésta: ¿Se sacrificó o
no? ¿Se sacrificó Cristo en realidad en forma vicaria por los pecados o no? Si
lo hizo, entonces no fue por todo el mundo, porque entonces todo el mundo se
salvaría.
¿Redimió
Cristo en verdad, no en forma teórica, sobre el papel, sino en realidad a Judas
de la maldición de la ley, haciéndose de hecho maldición por Judas (Gal. 3.13),
de manera que éste ya no esté bajo la maldición de la ley? Desde luego no.
Pablo dice que Cristo se hizo maldición por nosotros, es decir, por pablo y por
los gálatas creyentes. Como Judas no quiso creer en Cristo, está en el infierno
bajo la maldición de la ley. Cristo no murió por él.
¿Reconcilió
Cristo de verdad, a Esaú con el Padre, por medio de su muerte (Ro. 5.10), o no?
¿Quitó de hecho, con su muerte vicaria, la enemistad que existía entre Dios y
Esaú de manera que ésta ya no se da?
Es lo
uno o lo otro. Si Cristo reconcilió a Esaú, si Cristo se hizo maldición por
Judas, si de hecho soportó los tormentos del infierno por todo el mundo, en
otras palabras, si murió por todo el mundo, en otras palabras, si murió por
todos, entonces nadie está perdido. Todos han sido reconciliados y redimidos.
Pero decir que todos los hombres están redimidos es contradictorio con lo que
afirma la Biblia.
Así
pues la naturaleza de la expiación, ¿qué hizo de hecho Cristo? Gira alrededor
de la pregunta: ¿por quién murió Cristo? El sustantivo (expiación) define su
adjetivo (limitada). Si la expiación en realidad no salva, si no quita de
verdad la maldición de Dios sobre el pueblo, si no redime de hecho , entonces
sí puede ser para todos, incluso para los que están en el infierno. Pero si la muerte
de Jesús es lo que la Biblia dice que es, sacrificio vicario por los pecados,
redención verdadera y no hipotética, mediante la cual el pecador queda
realmente reconciliado con Dios, entonces, obviamente, no puede ser por todos
los hombres, porque entonces todos se salvarían, y lo cierto es que no es así.
Una
de las dos cosas es verdadera: o la expiación es limitada en su alcance o es
limitada en su naturaleza o poder. No puede ser ilimitada en ambos sentidos. Si
es ilimitada en su alcance, es decir, si Cristo murió por todos y cada uno,
como pretende el Arminiano, entonces no puede ser ilimitada en su naturaleza,
en su poder, porque entonces todos se salvarían. Como el Arminiano cree en una
expiación que es ilimitada en su alcance, necesariamente ésta es una expiación
vaga, indefinida, pobre, que no salva de hecho a nadie.
Si,
por otra parte, la expiación es ilimitada en cuanto a su eficacia y a su poder
salvador, como la Biblia lo indica, entonces debe ser limitada en su alcance. A
no ser que alguien crea en el universalismo, que todos se salvaran, la expiación
no puede ser ilimitada tanto en su naturaleza como en su alcance. Por
consiguiente, es bíblico hablar de una expiación ilimitada (en cuanto a su
naturaleza y su poder) y limitada (en cuanto a su alcance). O, una expiación
particular definida e ilimitada.
Cuando
se cae en la cuenta de que la expiación es real y no ficticia, que de hecho, y
no en forma imaginaria, quitó la culpa del pecado, entonces es posible ver el
error que hay en la ilustración del prisionero condenado a muerte pero quien
fue perdonado por el presidente Jackson. La razón de que el ejemplo falle y de
que el hombre pudiera rehusar el perdón fue porque éste no tenía base objetiva.
Si otro hombre hubiera sido colgado en lugar de él, si otro hubiera pagado la
deuda, entonces el estado no hubiera podido exigir dos castigos por el mismo
delito.
Pero
en ese caso no hubo sustituto. En el caso de la expiación, por el contrario no
se trata de un simple perdón ficticio, sin sustituto real; porque Cristo
efectivamente murió en lugar de los pecadores. Se sacrificó de hecho por los
pecados. Dios castigó a Cristo en lugar de castigar a sus amados. Pero nadie
actuó como sustituto en el perdón otorgado al hombre condenado del ejemplo
anterior. Si hubiera aceptado el perdón, entonces se hubiera pasado por alto
las exigencias estrictas y justas de la ley. Pero esto no puede suceder en la
ley divina. Alguien tiene que morir para pagar por los pecados cometidos: o la
persona misma o Cristo.
C: LA MORADA DEL ESPÍRITU.
2
Corintios 5.14-15 nos dice “El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que
si uno murió por todos, luego todos murieron, y por todos murió, para que los
que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucito por ellos”
He aquí otro ejemplo sorprendente de como un texto puede a primera vista dar la
impresión de que refrenda la teoría universalista de la expiación, cuando en
realidad hace lo contrario. A menudo se recurre a la expresión de Pablo “uno
murió, por todos” como prueba de la expiación ilimitada de que Cristo murió por
todos y cada uno de los que han vivido o vivirán. Pero el estudio cuidadoso del
pasaje revela que Pablo enseña lo contrario.
Adviértase
sobre todo el “luego”. Pablo escribe que “uno murió por todos, luego todos
murieron”. Debido a la muerte de Cristo, dice Pablo, todos murieron. Hay una
conexión inseparable entre la muerte de Cristo y la muerte de todos. El luego”
exige una relación causal. De ahí que, el “todos murieron” no se pueda referir
a la muerte natural de todos los hombres, porque la muerte de Cristo no es la
causa de la muerte física del hombre. El “todos murieron” se refiere a la
muerte espiritual del creyente.
Es la
misma clase de muerte de Romanos 6, donde Pablo dice que los cristianos son
bautizados en la muerte de Cristo y unidos a la misma. Han muerto al pecado
debido a la acción del espíritu Santo en su corazón. Ahora bien, es obvio que
no todos han muerto en este sentido. Muchos siguen viviendo en el pecado, no
han muerto al pecado. Por consiguiente, Cristo no pudo haber muerto por ellos.
Porque hay una relación indestructible entre la muerte de Cristo y aquellos por
quienes murió: “Murió por todos. Luego, todos murieron.” Obviamente, el Todos
en ambos casos significa todos los creyentes no todo el mundo, tanto réprobos,
como elegidos. Porque los réprobos nunca murieron al pecado.
Además,
Pablo advierte también, de acuerdo con Romanos 6, que si los cristianos están
muertos al pecado, entonces están vivos en Cristo. Si están sepultados
espiritualmente con Cristo, resucitarán espiritualmente con él. (Si bien Pablo
no lo afirma en forma explícita en este pasaje, sabemos por el resto de la
Biblia que esto es posible sólo gracias a la acción del Espíritu santo.)
Entonces da un paso más y arguye que el amor de Cristo hacia los cristianos
debería constreñirlos a vivir vidas santas, todo por amor de “aquel que murió y
resucitó por ellos”.
En
otras palabras, hay una cadena inexorable de sucesos en 2 Corintios 5.14-15:
(A) Cristo Murió Por Todos Los Creyentes; Por
Consiguiente,
(B) Todos Los Creyentes Mueren Espiritualmente En
Cristo, Y:
(C) Todos Ellos Resucitaran De Nuevo Espiritualmente
En Cristo.
Si se
firma el punto (a), deben seguirle el (b) y (c). Por consiguiente en este
pasaje no se menciona al mundo, al incrédulo, sino sólo a aquellos que murieron
al pecado, resucitaron espiritualmente en Cristo y viven por él. Así pues el
“todos” de uno murió por todos” se refiere a todos los cristianos. Ésta es
expiación limitada.
Éste
es, pues, el gran plan de la redención. Dios no amó en forma vaga a todos los
hombres, sin elegirlos soberanamente. Y por tanto tampoco Cristo murió en forma
indeterminada por todos los hombres, eliminando su pecado hipotéticamente esto
es, no verdaderamente. Y el Espíritu santo no aplicó en forma insulsa la muerte
de Cristo a todos y dejó en sus manos, en último término, el salvarse o no
salvarse.
Antes
bien, la Biblia enseña la acción unida de las tres Personas de la Trinidad:
entre la elección del Padre, La expiación del hijo, y la morada del espíritu
santo. Debido a que el Padre ha amado algunos desde la eternidad (Ro. 8.29),
envió a su Hijo para que muriera por ellos. Lleno de amor, el Hijo no perdió a
ninguno de los que el padre le dio (Jn. 6.39), si no que llevó sobre sí la
maldición por sus ovejas, por su pueblo, por su iglesia, por su esposa.
Lo
salvó en verdad, lo redimió y lo reconcilió con el padre. Luego, el Espíritu
santo vino al pueblo al que el Padre había escogido y por quien el Hijo había
muerto y lo hizo morir al pecado y vivir espiritualmente, es decir, nacer de
nuevo. Coincide pues el propósito del Padre del hijo y del espíritu santo. Los
tres buscan el mismo propósito y lo consiguen: La salvación de aquellos a
quienes el padre ha amado con amor especial. *
III.
OBJECIONES
Desde
hace siglos se han suscitado ciertas objeciones en contra de la doctrina
bíblica de la expiación limitada. Puede ser útil examinar por lo menos tres de
ellas.
A. EL OFRECIMIENTO LIBRE DEL EVANGELIO.
Algunos
dicen si Cristo no quitó los pecados de todos, si el padre, el Hijo y el espíritu
Santo no quisieron salvar a todos entonces ¿Cómo es posible decir, como lo hace
el calvinista, que Dios sinceramente ofrece salvación a todos, incluyendo a
aquellos que no ha predestinado para ser salvos? Nos hallamos frente a un
misterio fundamental. Por una parte, la Biblia enseña que dios tiene la
intención que se salven sólo algunos. Por otra parte, la Biblia afirma, en
forma inequívoca, que dios ofrece libre y sinceramente la salvación a todos.
Ezequiel
dice, por ejemplo, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de
Israel? (33.11).
Isaías
dice, “A todos los sedientos: venid a las aguas, y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed” (55.1). En otro pasaje dice, “Mirad a mí, y sed
salvos”, todos los términos de la tierra” (45.22). Jesús dice, “Venid a mí
todos los estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt. 11.28).
Más adelante exclama: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y
apedreas a los que te son enviados! ¿Cuántas veces quise juntar a tus hijos,
como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas y no quisiste!” (Mt.
23.37). Pedro escribe con claridad inconfundible que el señor es “paciente para
con nosotros, no queriendo, que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 P. 3.9).
*Algunos
han tratado de defender la elección y acción soberana del espíritu Santo,
negando al mismo tiempo la expiación limitada. Esta teoría produce un
desacuerdo no bíblico entre la acción del Padre, del hijo y del Espíritu.
Describe al padre como a quien ama a todos los hombres por igual, al hijo como
a quien muere por todos los hombres por igual, pero al Espíritu Santo como a
quien actúa irresistiblemente sólo en los corazones de algunas personas. Es
mucho mejor ceñirse a los datos bíblicos que señalan una verdadera unión entre
todas las personas de la trinidad en cuanto a la consecución de su único
propósito: el cumplimiento de la elección del Padre.
Se
puede encontrar una excelente presentación bíblica de este problema, al igual
que toda la enseñanza de la expiación limitada, en el informe de las Actas del
sínodo de la Iglesia Cristiana Reformada de 1967. No se trata de un estudio
abstracto sino de un análisis nacido de una situación práctica.
Finalmente,
en Apocalipsis 22.17 leemos esta invitación universal: “Y el Espíritu y la
esposa dicen: Ven y el que oye, diga: Ven y el que tiene sed, venga: y el que quiera,
tome del agua de la vida gratuitamente.”
¿Cómo
es posible reconciliar estas dos series de afirmaciones: por una parte, dios
tiene la intención de salvar sólo a algunos; y, por otra, dios ofrece
sinceramente la salvación a todos’ ¿Acaso no prueban todos los pasajes que se
acaban de citar que Cristo sí murió por todos? Porque si ofrece sinceramente la
salvación a todos, debe haber hecho provisión para que estos se salven.
De
nuevo nos encontramos ante el problema fundamental de Dios. Sus caminos son más
excelsos que los nuestros. Al hombre le parece imposible reconciliar ambas
verdades. Parecen contradecirse mutuamente. Sin embargo, La Biblia es la
palabra infalible de Dios y no puede errar. Ya que ambas series de verdades
están en la Biblia, deben aceptarse; y el hombre debe resignarse al hecho de
que no puede entender a Dios y sus caminos.
Debe
ser suficientemente humilde para reconocer que la criatura no puede comprender
los pensamientos de Dios. Debe simplemente preguntarse: ¿hizo dios estas dos afirmaciones
que parecen contradictorias? Si encuentra ambas en la Biblia, como lo hace el
calvinista, debe entonces aceptarlas. No debe decir que aceptara lo que su
mente finita pueda entender. Porque entonces, automáticamente, excluye la
posibilidad de Dios, porque Dios es infinitamente mayor que su mente y es
incomprensible.
B. PASAJE UNIVERSALISTAS.
A
veces se objeta en contra de la expiación limitada basándose en el hecho de que
la Biblia explícitamente dice en varios pasajes que Cristo es la propiciación
por los pecados de todo el mundo (1 Jn. 2.2), que es el Salvador del mundo (Jn.
4.42), que quita el pecado del mundo (Jn. 1.29), que “murió por todos” (2 Co.
5. 14-15), y se entregó como rescate por todos (1 Ti. 2.6). Si murió por todos,
razonan, entonces no murió solo por unos cuantos.
La
respuesta a esta objeción es que a menudo la Biblia emplea las palabras mundo o
todos en un sentido restringido, limitado. Deben interpretarse siempre en su
contexto y a la luz del resto de la Biblia. Es lo que debemos hacer en
cualquier tipo de lectura. Por ejemplo, si un periódico informara que se ha
hundido un barco, pero que todos fueron rescatados, es obvio que significa que
todos los que estaban en el barco fueron rescatados y no todos los que estaban
en el mundo.
Lo
mismo ocurre en la Biblia. Cuando Lucas informa que cesar mandó que “todo el
mundo” se empadronara y que “iban todos para ser empadronados, cada uno en su
ciudad” (2. 1, 3) es evidente que todos no son todos. Porque los japoneses, los
chinos y los anglosajones no se empadronaron.
Cuando
pablo afirma dos veces que “todo me es lícito” (1 Co. 6.12; 10.23), es obvio,
por el resto de sus escritos, que no todo le era lícito. No le era lícito
pecar:
Cuando
Jesús dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”
(Jn. 12.32, es evidente que todos, no son todos. Porque millones de paganos ni
siquiera han oído hablar de Jesús, y mucho menos han sido atraídos por Él. Y
muchos otros millones que han oído hablar de Jesús en vez de haber sido atraídos
hacia Él, se han sentido repelidos ante el simple pensamiento acerca de Él.
Jesús puede haber querido decir una de dos cosas: todos los elegidos serán
atraídos a Él, o todos los hombres, tanto gentiles como judíos, tanto
hotentotes como suecos, serán atraídos hacia Él, todos no son todos.
En
forma semejante, en 1 Corintios 15.22 Pablo escribe en términos al parecer
universalistas cuando dice “Porque así como en Adán todos mueren, también en
Cristo todos serán vivificados.” Aunque es evidente que todos los que viven en
el mundo murieron en Adán (Ro. 5.12ss), es igualmente evidente que todos no han
muerto en Cristo. Hay muchos que no han sido crucificados en Cristo. Lo odian.
A la
luz de tantos pasajes (y se podrían citar más) en los que todos no significa
todos en el sentido de cada uno de los individuos que viven, es imposible
recurrir, en forma simplista, a estos pasajes universalistas para probar que
Cristo murió por todos. Se debe estudiar cuidadosamente el contexto. Cuando lo
hicimos en el caso de romanos 8.32 y 2 corintios 5.14-15, resultó claro por el
contexto que Pablo afirmaba que Cristo murió por todos los elegidos. En otros
lugares las palabras mundo y todos se refiere simplemente a todos los
creyentes, a toda la iglesia, y al mundo más allá de Israel. En 1 Juan 2.2, por
ejemplo, leemos que Cristo “es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Esto
significa que Cristo murió por los pecados no sólo de de los judíos, sino también
de los holandeses, italianos y suecos, de hecho, por todo el mundo. No
significa
Por
todos y cada uno de los judíos, holandeses, italianos y suecos.
C. OBSTÁCULO AL EVANGELISMO.
Algunos
arguyen que si el evangelista no puede decir a su auditorio, “Cristo murió por
vosotros,” quedará afectada, en forma considerable, su eficacia en la
evangelización.
La
respuesta a tal argumento es que si hubiera que elegir, es mejor decir la
verdad, y no ganar tantos “conversos”, que conquistar a muchos con falsedades.
El fin no justifica medios ilegítimos. Si la Biblia dice que Cristo murió por
los elegidos, entonces el evangelista no puede representar el papel de dios
afirmando que sabe que todos los que componen el auditorio son elegidos y por
consiguiente, que Cristo murió por ellos. No lo sabe y no debería decirlo.
Pero
también debería advertirse que la eficacia del evangelismo no depende de la
afirmación bíblica “Cristo murió por vosotros”. No se encuentra una afirmación
de este tipo en George Whitefield o Charles Spurgeon, por ejemplo, y sin
embargo tuvieron un éxito evangelístico fenomenal. Es digno de mención que en
ningún pasaje de la Biblia se encuentra una expresión semejante. Es suficiente
decir a la persona inconversa: “Cristo murió por el pecado.
Se
entregó por los pecadores como usted y yo. Si desea salvarse, crea en él. Es su
responsabilidad, y Dios le ofrece libremente la salvación por medio de Jesús.
Crea.” * una afirmación así es bíblica y muy eficaz. El gran predicador
Charles Spurgeon es un ejemplo excelente de la eficacia que puede tener un
predicador que no suaviza las enseñanzas bíblicas del calvinismo.
Además,
la expiación limitada en lugar de ser obstáculo para el evangelismo, es un gran
estímulo para el mismo. Porque si creemos con la Biblia que por naturaleza
todos están condenados, y que sin embargo Dios tiene un pueblo en todas las
naciones, en todas las tribus, y en todas las comunidades, y que Cristo ha
quitado los pecados de este pueblo, entonces es muy estimulante predicar el
evangelio. No es un caso perdido después de todo. Habrá éxito. Lo que debemos
hacer para cumplir con nuestro deber es hablarles a los demás de Cristo. Y como
la expiación de Cristo ha quitado de hecho los pecados de los elegidos, habrá
respuesta infalible por parte de ellos. Gente de todas las tribus y lenguas
creerán, porque murió por ellos.
*Ciertamente
es posible decir en un sentido al hablar a los no salvos que “Cristo murió por
vosotros”. A causa de la muerte de Cristo muchas bendiciones les llegan a los
réprobos: todas las bendiciones naturales de este mundo le llegan por medio del
dominio mediador de Cristo. Pero todas estas bendiciones no son salvíficas: no
dan como resultado la redención de la persona.
Por
consiguiente, si bien hablando técnicamente se pude decir al no creyente,
“Cristo murió por usted”, es mas probable que esta afirmación dé lugar a un
equivoco y sólo debería emplearse si entiende adecuadamente. La persona
corriente al oír que Cristo murió por ella, concluiría ante todo que Cristo
borró la culpa de sus pecados. Quizá no sea éste el caso, y por tanto es mejor
no afirmar dogmáticamente lo que puede ser falso.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas
sobre el capítulo que usted Acaba de leer:
1. Explique en sus propias palabras lo que significa “Expiación Limitada”
1. 1 ¿Qué es expiación?
1. 2 ¿Por qué se llama limitada?
2. ¿En qué manera se puede prestar a equívocos la palabra limitada en la expresión
Expiación Limitada?
3. ¿En qué sentido es limitada la expiación?
4. ¿En qué sentido es ilimitada la expiación?
5. ¿Sería mejor expiación definida? ¿Por qué?
6. ¿Sería mejor Expiación Particular? ¿Por qué?
7. ¿De qué manera se relaciona la Expiación Limitada con la Elección
Incondicional?
Acuda
a su Biblia, al contestar las siguientes preguntas:
1. Estudie Juan 10.11, 15, 16 para ver qué dice acerca de que por quienes
murió Cristo.
2. Analice Romanos 8.32. ¿Qué dice acerca de la expiación limitada?
3. Cite todos los pasajes que pueda, tanto del Antiguo como del Nuevo
Testamento, para mostrar que dios ofrece la salvación a toda la gente sin
excepción, elegidos y no elegidos.
4. Busque los siguientes versículos de la Biblia y explique cómo los
reconcilia con la enseñanza bíblica de la expiación limitada:
A. Juan 1.29
B. Juan 4.42
C. 2 Corintios 5.14-15
D. 1 Timoteo 2.6
E. 1 Juan 2.2
Fíjese
en el apéndice de este libro. Lea con cuidado la siguiente sección: La
confesión de Westminster capítulo VII hasta el capítulo X, y a la luz de Esta
lectura como también esta sección del libro conteste estas preguntas:
1. ¿Cómo se puede probar la expiación limitada basado en la expiación
vicaria de Cristo?
2. ¿Qué sucedería si la expiación fuera ilimitada en extensión y en
poder?
3. ¿Es bíblico decirlo al no cristiano, “Cristo murió por Usted”? ¿Por
qué?
4. ¿De qué manera resulta estimulante para los misioneros la expiación
limitada?
5. ¿Qué consuelo se puede sacar del hecho de la expiación limitada?
LECCIÓN: 6
4:_GRACIA IRRESISTIBLE.
Dos
estudiantes universitarios asisten a un estudio bíblico. Uno dice, “Es
magnifico”; el otro dice, “Bobadas”. Dos personas extrañas escuchan un sermón
muy claro acerca de “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al
Padre si no por mi.” Uno cree, el otro no. Dos muchachos, de hechos mellizos
crecen en la misma casa, con la misma instrucción religiosa. Uno ama a Dios, y
el otro lo odia. Sus nombres son Jacob y Esaú.
¿Por
qué? ¿Por qué dos personas sometidas exactamente a las mismas circunstancias
reaccionan en formas opuestas? ¿Por qué una persona cree y la otra rechaza a
Cristo? Éste es el problema que examina este capítulo.
La
respuesta bíblica es la gracia irresistible, es la única causa de estas
reacciones diferentes.
I. ¿QUÉ
ES GRACIA IRRESISTIBLE?
A. GRACIA.
Gracia es un favor no merecido. Un
cierto estudiante universitario está más ocupado en causar problemas que en su
educación. Perturba la conferencia de un distinguido profesor visitante, y con
ello priva al conferencista del derecho de hablar y a los estudiantes del
derecho de escuchar. Incluso da un puñetazo en la cara a un paralítico que
insiste en ir a la clase.
En
compañía de una pandilla quema la biblioteca de la universidad, corta las
mangueras de los bomberos, grita groserías a la policía e incluso mata a un
compañero, líder del grupo que se le opone. Este asesino es condenado en la
corte de justicia por todos estos crímenes y se le condena a muerte. Estando en
la cárcel, sigue hablando con odio y venganza contra todos los que elaboran en
pro de la paz, de orden y de la libertad. Pero el tribunal de apelación le
otorga el perdón e incluso hace que se le entreguen diez mil dólares al año
como pensión vitalicia. Esto es gracia: Favor inmerecido.
De
manera semejante, cada uno de nosotros ha cometido crímenes mucho más odiosos,
y éstos en contra de dios, y merecemos un castigo mucho mayor. Dios hizo bien
al género humano. Pero nosotros, voluntaria y libremente, nos rebelamos en
contra de él. Nos ruega que nos apartemos del pecado y lo sirvamos a él, y le
respondemos ridiculizándolo. Está es nuestra naturaleza el odiar a Dios con un
sentimiento de venganza absoluta, y el odiar a todos los demás. Nuestra meta
única es ser siempre los primeros y pisotear a Dios. Merecemos el fuego eterno
del infierno.
En
una situación tan terrible como ésta, siendo todavía pecadores no arrepentidos,
Dios ama a algunos, envía a Jesús para que muera por ellos y luego envía al
espíritu Santo para que los haga aceptar el sacrificio que Cristo ha hecho por
ellos. Como culminación, manda que esos bastardos espirituales (He. 12.8) pasen
a ser hijos suyos y hereden riquezas incalculables. Esto El favor inmerecido.
Esto es gracia. (Y está a disposición de yodos los que quieran. Si alguien la quiere,
puede confiar en Cristo ahora mismo y aceptarla. Puede pedir a Cristo, el dios
hombre, que lo salve de los pecados.)
B. IRRESISTIBLE
Irresistible
significa que cuando dios ha escogido a algunos para que se salven y cuando
envía a su Espíritu santo para que los transforme de seres odiosos en seres
amantes, nadie puede resistirle. Les irresistible. Logra lo que se propone
hacer.
Pero
no entendamos mal la palabra irresistible. A algunos les puede dar la idea que
significa que alguien tiene que hacer lo que no quiere hacer. De una montaña
elevada puede desprenderse una avalancha de nieve, con fuerza irresistible,
sepultando al habitante del pueblo que, obviamente, no quiere morir. El
comunista puede obligar al predicador a que abandone el púlpito y ponerlo
irresistiblemente en la cárcel. Cualquier adulto puede secuestrar a un niño de
tres años sin que éste pueda ofrecerle resistencia.
Algunos
conciben la gracia irresistible en este sentido. Se imaginan a Dios como
obligando a la gente a hacer lo que no quieren hacer, como arrastrándolos hasta
el cielo a pesar de su resistencia y pataleo por así decirlo en contra de su
voluntad. Ven a Dios como alguien que obliga, coacciona y violenta la voluntad
del hombre.
Pero
éste no es el significado de la palabra irresistible cuando se habla de la
gracia irresistible; y si produce malos entendidos, entonces habría que escoger
otra palabra. Por ejemplo eficaz, efectiva, insuperable, o cierta. Lo que la
gracia irresistible significa es que dios envía a su Espíritu santo para que
actúe en las vidas de la gente de manera que, en forma definitiva y cierta, son
cambiados de ser malos a ser buenos. Significa que el Espíritu santo logrará sin
lugar a dudas, sin peros, ni sin, que aquellos a quienes Dios ha escogido desde
la eternidad y por quienes Cristo ha muerto, crean en Jesús.
Pero
dios hace esto de una manera que siempre le agrada al hombre. Como dijimos
antes, el hombre es siempre libre. Hace exactamente lo que quiere hacer. Esto
no significa que tiene voluntad libre es decir, la capacidad para escoger el
bien y el mal por igual. No posee esta clase de libertad. Porque odia a Dios,
ama el pecado, y libre y voluntariamente peca sin ninguna obligación externa.
Jamás puede escoger el bien, a Dios y a Cristo, porque está sometido a la
esclavitud del diablo y a sus propios deseos pecaminosos. No posee libertad
real.
Por
naturaleza el hombre es como una persona a quien le agrada comer manzanas
podridas, llenas de gusanos, tomadas del basurero, o como quien le gusta
sentarse en el barro para comer tierra. Dios puede cambiar la naturaleza de esa
persona de manera que le guste el filete miñón y las alcachofas, en vez de la
tierra, y que ansíe comer un plato de fruta fresca, en lugar de una manzana
podrida.
De
manera semejante, Dios cambia el corazón del hombre de malo en bueno. Por
naturaleza, al hombre le gusta pecar y le agrada todo lo que producirá
infelicidad y castigo eterno. Mediante la gracia irresistible Dios no deja el
corazón sin cambiar y en esa forma arrastra al hombre al cielo en contra de su
voluntad. No, transformara radicalmente su índole, de manera que ahora este
hombre se duele verdaderamente del pecado y ama a dios. Ahora, con su corazón
cambiado, aborrece lo que antes solía hacer. Cristo es ahora para él lo más
excelso. El cristianismo se convierte en algo atrayente. En forma libre y ansiosa
busca a Dios.
Es
así como actúa la gracia irresistible de Dios.
C. PUNTOS DE VISTA ERRÓNEOS.
A fin
de aclarar todavía más lo que significa la gracia irresistible, será útil
presentar el contraste que existe entre esta posición bíblica y dos puntos de vista
erróneos, el pelagianismo y el Semipelagianismo.
1. PELAGIANISMO.
El
pelagianismo es una herejía antigua, (Pelagio vivió en el siglo quinto), que se
presenta constantemente ante nosotros bajo nombres diferentes. Es la antítesis
del Calvinismo, o mejor aún, del agustinianismo, ya que Agustín fue el
principal autor de su derrota dentro de la iglesia. El agustinianismo o
calvinismo dice que el hombre está completamente corrompido y no es capaz de
hacer ningún bien por su propia cuenta, sin la acción irresistible del Espíritu
santo.
El
pelagianismo, por otra parte, dice que el hombre no está corrompido, ni total
ni parcialmente. Antes bien, el hombre nace siendo perfectamente bueno y puede
escoger con igual capacidad entre el bien y el mal. De hecho, algunos son
incluso impecables, Así pues, según el pelagianismo, no se necesita al Espíritu
Santo ni su gracia irresistible para ayudar al hombre a hacer el bien.
Esta
enseñanza es totalmente pagana y la iglesia cristiana la repudió por completo
en el sínodo de Cartago (418), el Concilio de Éfeso (4131), y el Sínodo de
Orange (529)
2. SEMIPELAGIANISMO.
Hay
una posición intermedia entre el calvinismo y el pelagianismo, llamado
semipelagianismo o arminianismo, esa postura no acepta el pelagianismo, porque
éste afirma que el hombre puede no pecar sin la ayuda del espíritu Santo.
Tampoco le agrada el agustinianismo, porque éste dice que el hombre es
totalmente malo, incapaz de hacer ni una cosa buena sin la acción irresistible
del espíritu santo.
Por
ello los semipelagianos buscaron un punto intermedio. Enseñaron que el hombre
posee algo bueno, alguna capacidad para creer en Cristo. Claro está, dicen, que
el hombre natural no puede creer sin la ayuda de Dios: necesita el sostén del
Espíritu santo, Pero afirman tanto el semipelagiano como el católico* y
el Arminiano, que Dios no da esta fe al hombre en una forma irresistible. La
palabra clave es cooperación. Dios hace su parte y el hombre la suya. Actúan
juntos.
Un
evangelista sostiene que esta posición dice, “Hay un campo en su vida que Dios
nunca tocará, Su voluntad. Nunca lo obligará a creer. Esta es responsabilidad
suya. Solamente usted puede hacerlo.” O, como escribe otro: “Debemos repudiar
el punto de vista de que Dios regenera al hombre antes de que éste se convenza
de pecado, se arrepienta, se convierta y cree. Este punto de vista hace que
Dios, arbitrariamente, determine la salvación o la condenación de las personas
basado únicamente en su propia buena voluntad soberana. Ni Dios ni nadie más
nos puede convertir si no nos convertimos nosotros mismos.” Según él, el hombre
primero debe arrepentirse y creer, y luego Dios regenerará al hombre.
Volvamos
a hora a la pregunta del comienzo del capítulo: ¿Por qué una persona cree en
Cristo, en tanto que otra que se halla en las mismas circunstancias lo rechaza?
Hay básicamente dos respuestas: La voluntad del hombre o la voluntad de Dios.
El Arminiano, el semipelagiano y el pelagiano dicen que la diferencia entre ambos
se encuentra en la voluntad del hombre. Dios presenta el evangelio por igual a
los que lo rechazan y a los que lo aceptan. Dios viene con la predicación de la
palabra, la presentación de Cristo, la oferta de salvación. Pero a nadie obliga
a que crea. El hombre es en último término el factor decisivo. Si el hombre no
acepta a Cristo, entonces Dios no puede hacer nada en relación a ello.
El
Calvinista, por otro lado, dice que en último término la diferencia radica en
Dios y no en el hombre, En un determinado hombre el Espíritu no actúa en una
forma salvadora. Por consiguiente, como este hombre está espiritualmente
muerto, no puede creer, aun cuando oiga la predicación externa de la palabra y
quizá la lea muchas veces. En otro hombre, sin embargo, el Espíritu santo actúa
en forma irresistible, regenerándolo, de manera que entiende plenamente que es
pecador y que necesita a Dios, y, por consiguiente desea creer y salvarse.
Así
pues, según el Arminiano, la razón por la que uno acepta y el otro rechaza el
evangelio es que el hombre decide; pero según el calvinista, es Dios quien
decide. En un caso, la fe es el don de Dios al hombre. De ahí que tenemos dos
respuestas diametralmente opuestas en cuanto a la pregunta de por qué algunos
rechazan el evangelio y otros lo aceptan.
*Los
Dominicos, sin embargo, se acercan más a la posición calvinista. Consúltese
cualquier obra de teología Dogmática escrita por alguno de ellos.
II. SU
BASE BÍBLICA
Las
cinco doctrinas tienen entre sí una clara relación de interdependencia. Si la
depravación total es un hecho, entonces la elección incondicional también lo
es, y también lo son la expiación limitada, la gracia irresistible, y la
perseverancia de los santos. Los cinco o se mantienen juntos o caen juntos.
Veamos, pues, los puntos que ya hemos tratado hasta ahora, y veamos cómo la
gracia irresistible depende de ellos.
A. EXPIACIÓN LIMITADA.
La
Biblia enseña que desde la eternidad Dios amo de antemano a algunos, y que en
consecuencia envió a su Hijo para que muriera por ellos. Como hemos visto,
Jesús de hecho murió por ellos. No se limitó a dar la impresión que quitaba sus
pecados. No fue teóricamente al infierno por ellos. De hecho llevó sobre sí sus
pecados y eliminó su culpa. Es uno o el otro, o Jesús los salvó o no los salvó.
O los sustituyó de hecho o no los sustituyó. La Biblia enseña que sí lo hizo.
Si
Cristo de hecho los ha liberado de la culpa del pecado, y si la salvación llega
sólo por la fe, entonces es necesario que Dios envié al Espíritu santo a sus
vidas, afín de que puedan aceptar la salvación que ya se les ha conseguido en
la cruz. El espíritu Santo debe actuar en una manera irresistible. No se puede
dejar al hombre en forma parcial la aceptación de Cristo, porque entonces todos
los rechazarían, y la expiación limitada conduce a la acción irresistible del
Espíritu Santo.
B: ELECCIÓN_ INCONDICIONAL.
Si es
cierto que Dios ha elegido a algunos incondicionalmente para que se salven (no
vamos a repetir las innumerables pruebas que se encuentran en la Biblia y ya
que se han explicado en el capítulo 2); entonces por consiguiente, el Espíritu
ha de actuar en una forma irresistible. De lo contrario todos, a causa de su
depravación, rechazarían a Cristo, y entonces no habría predestinación a la
vida eterna. Dios no podría estar seguro de aquellos a quienes ha elegido
creerían y se salvarían. La certeza de elección y confianza de su resultado y
que realiza lo que Dios ha predeterminado. Sin la gracia irresistible de Dios,
no podría haber predeterminación ni elección.
1. JUAN 6.37, 44.
“Todo
lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le hecho fuera…
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; yo le
resucitaré en el día postrero.”
Jesús
dice en este pasaje que el Padre le ha dado a ciertas personas, y que cada una
de ellas “vendrá a mí” No hay vaguedad. Es una sencilla afirmación declarativa:
“Todo…vendrá a mí” Esto puede suceder, desde luego, sólo si Dios impulsa en
forma irresistible a que vengan. Y esto es lo que Jesús dice que sucederá (V.
44). El Padre los Traerá y Jesús entonces los resucitará en el último día. La
palabra “traer” es la misma que se emplea para indicar la acción de sacar una
redada de peces (Jn 21.6, 11).
La
red no puede oponer resistencia a Pedro que la va arrastrando hacia la orilla.
Nada puede hacer; está pasivo; no puede oponerse. Es la misma palabra que se
emplea en el caso de Pedro que saca la espada para cortar la oreja de Malco
(Juan 18.10), en el de pablo y de Silas que son conducidos al foro (Hechos
16.19), y en el de Pablo a quien una turba lo saca del templo (Hechos 21.30).
En todos estos casos, se conduce al objeto en forma irresistible. La espada no
puede oponerse a Pedro, ni Pablo a la turba. Tampoco pueden hacer nada aquellos
a quienes el padre ha entregado a Jesús; no pueden resistir al padre quien los
conduce. Cada uno de esos que el padre omnipotente da a Jesús, vendrán a Jesús.
Es tan cierto esto como lo es las palabra de Jesús.
2 .JUAN 10.16.
“También
tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer y
oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” Jesús, en forma infalible, se
posesiona de todas sus ovejas. Algunas ya pertenecen al redil, pero otras no.
Esas que todavía n pertenecen al redil él las conducirá hasta él mismo con toda
certeza. Lo hace enviando al Espíritu Santo para que actúe en sus vidas y las
traiga en forma irresistible al redil. Entonces habrá un solo rebaño y un solo
pastor.
3. ROMANOS 8.29-30.
“Porque
a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. Y a los que predestinó, a estos a estos también llamó, a estos
también justificó.”
Aclaremos
un par de términos. Como hemos visto antes, La palabra “antes conoció” significa
“amó desde antes.” Significa lo mismo que en Génesis 4.1, donde se afirma que
Adán conoció a Eva. La palabra “llamó” no se refiere sólo a un llamamiento
externo, de palabra; en armonía con el resto del nuevo testamento, significa,
además del llamamiento externo, la acción de Dios que produce una respuesta
interna afirmativa.
Así
pues, Pablo afirma con claridad que hay una sucesión inexorable de
acontecimientos que comienzan con el amor eterno de Dios por los elegidos.
Aquellos a quienes Dios ha amado de antemano, también los ha predestinado. Y
aquellos a quienes ha predestinado también los ha llamado para que crean. Y
aquellos a quienes ha llamado, y que han creído, los ha justificado (declarado
justos). Y aquellos a quienes ha justificado, también los ha glorificado.
Los
planes de Dios no fracasan. En todo este proceso desde el amor y predestinación
de Dios hasta la glorificación final, hay un ambiente de certeza y de seguridad
de éxito. Esta certeza y seguridad se pueden dar sólo si Dios actúa en forma
irresistible en las vidas de aquellos a quienes ha amado de antemano.
C: DEPRAVACIÓN TOTAL.
Todas
las ilustraciones Bíblicas del nuevo nacimiento, el cual propone la incapacidad
o depravación total del hombre, indican que el hombre es incapaz de resistir
los propósitos de Dios en la elección.
1. RESURRECCIÓN.
La
Biblia afirma que el hombre natural está muerto en sus pecados. No tiene vida
espiritual. El hombre muerto no puede resistir el poder de resurrección que
tiene Dios. En el día del Juicio todos serán resucitados de la muerte. Algunos
desearán no tener que ser resucitado. Clamarán a las montañas para que los
aplasten y los aniquilen, porque tendrán miedo de enfrentarse con su Dios y
juez.
Pero
no pueden oponer resistencia; Dios resucitará a todos los que han muerto,
buenos y malos, creyentes e incrédulos. No pueden negarse a ser resucitados del
mismo modo que Dios no quebrantar su promesa de resucitar a todos. Cuando
Lázaro estaba en la tumba y Cristo le devolvió la vida, no pudo permanecer muerto;
tuvo que salir de la tumba. Cristo no podía ser frustrado en su deseo de darle
la vida.
De la
misma forma, cuando Dios resucita a alguien de la muerte espiritual, al muerto
le es imposible resistir. Tiene que vivir. No está en sus manos cambiar esto.
2. NUEVO NACIMIENTO.
Otra
ilustración de la acción de Dios en el corazón del hombre es el nacimiento.
Obviamente resulta necio hablar de que alguien se puede negar a nacer. Las
personas no pueden elegir entre nacer o no nacer. No está en sus manos. Alguien
que no existe, no se puede negar a ser concebido y a nacer.
Así
también, es ridículo hablar de que alguien puede resistir al nacimiento
espiritual. “El viento sopla de donde quiere,…Así es todo aquel que es nacido
del espíritu” (Juan 3.8).
3. UNA NUEVA CREACIÓN.
Otra
ilustración de la regeneración es la creación (2 Co. 5.17; Gal. 6.5; Ef. 2.10).
Nada de lo que alguna vez ha sido creado se ha negado a ser creado. Al
principio no había nada sino Dios. Cuando Dios decidió crear el universo, no
hubo nada que le pudiera decir, “No quiero ser creado,” porque ni siquiera
había nada para lo que dijera. Fue simplemente creado. Dios es omnipotente:
hizo lo que quiso.
En
forma semejante, en la creación espiritual nadie puede resistir el propósito de
Dios. Dios espiritualmente recrea al que quiere. Y nadie puede oponérsele.
4. HECHURA.
Pablo
escribe que nosotros somos “hechura suya (de Dios), creados en Cristo Jesús
para buenas obras” (Ef. 2.10). Así como una muñeca o un teléfono o un radio no
pueden resistirse a ser hechos, así tampoco nosotros que somos hechura de Dios
podemos negarnos a ser hechos.
Vemos
pues, que todas las ilustraciones bíblicas acerca de la regeneración enseñan la
depravación total y natural del hombre y su incapacidad no sólo para hacer el
bien, sino también para resistirse a la acción del Espíritu santo. Para decirlo
en forma positiva, pablo habla de “cuál es la supereminente grandeza de su
poder para con nosotros los que creemos” (Ef. 1.19). “este poder que hay en
nosotros,” sigue diciendo hebreos, “es el mismo que la fuerza poderosa que
utilizó cuando resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a su diestra
en el cielo.” ¡Qué amalgama de Dios en el hombre!
EXPRESEMOS
NUESTRA GRATITUD A DIOS POR SU GRACIA IRRESISTIBLE. SIN ELLA NADIE SE SALVARÍA.
A
veces Dios envía adversidades a las personas. Como pobreza, desgracias, cáncer
o soledad. Cuando alguien se halla en problemas, es natural que busque la ayuda
de otro; y sería natural pensar que esas personas acudirían a Dios. Pero el
hombre está tan depravado, que nunca acudirá a Dios a no ser que el Espíritu de
Dios cambie su corazón.
A
veces, Dios utiliza el azúcar en vez del vinagre. Bendice a personas con tantos
bienes materiales que uno pensaría que cualquiera que tenga un mínimo de
gratitud acudiría a Dios, de quien proceden todas las bendiciones. Sin embargo,
hay algunos que nunca tienen que preocuparse por el dinero y que disfrutan de
salud excelente que parecen volverse tanto más indiferentes y endurecidos para
con Dios, cuantas más bendiciones reciben. ¿La razón de ello? El Espíritu Santo
actúa en sus vidas.
Incluso
resulta posible que alguien vea milagros y sin embargo no crea, si el Espíritu
no está en su vida. Esto sucedió cuando los fariseos vieron al Hijo del hombre
que curaba a un ciego y sin embargo lo llamaron Belcebú. Incluso si alguno
volviera de la tumba, no creería, dijo Abraham al rico (Lc. 16). La razón es
que el hombre natural es incapaz de aceptar las cosas de Dios a no ser que el
Espíritu de dios lo cambió.
O
alguien puede oír la predicación profética acerca del Día del Juicio y sin
embargo burlarse del predicador, como hicieron en tiempos de Noé. O el
predicador puede ser extraordinariamente elocuente, cultivado, emotivo y
lógico; pero si el Espíritu no actúa, nadie creerá.
Así
pues, demos gracias a Dios por su gracia irresistible. Sin ella el hombre está
perdido. Si el consentimiento final para salvarse lo tiene que dar el hombre,
éste se perderá; a tanto llega su maldad. El hombre se opondrá. Pero gracias a
Dios por su gracia irresistible, con la que se supera la depravación total del
hombre y por medio de la cual el hombre nace de nuevo y cree.
Esto
le sucedió a Pablo. Odiaba tanto a Dios que se afanaba por encarcelar a todos
los que creían en Cristo. Sin embargo, a pesar de todo su odio, y precisamente
durante uno de sus viajes de persecución a Damasco, Dios entró en su vida en
una forma irresistible. Pablo quedó abrumado. No pudo sino creer. Esto es
gracia irresistible.
Cuatro
siglos más tarde un africano, hijo de madre cristiana y de padre pagano trató
de encontrar la paz. Al principio trato de gozarse de la vida. Vivió la vida
más disipada que uno se pueda imaginar. Hizo todo lo que se le antojaba y
conculcaba así los mandamientos de Dios. Probó la religión pagana del maniqueísmo.
Probó la lógica y la universidad. Nada de ello le sirvió, hasta que un día que
estaba en un jardín oyó una voz que le decía, “Toma y lee; toma y lee.” Salió
corriendo del jardín a ver a su amigo Alipsio, cogió una Biblia. La abrió al
azar en Romanos 13.13, 14 y leyó, “No en glotonerías y borracheras, no en
lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” La paz entro en el alma
de Agustín y dijo a su amigo, “He sido regenerado.”
Así
actúa Dios. En medio de nuestro egoísmo y dureza de corazón, a menudo viene a
la persona menos pensada y con una fuerza irresistible la regenera de manera
que ésta cambia y alcanza la paz con Dios.
A
menudo los cristianos dan testimonio de que ellos no acudieron a Dios. No fue
así, ocurrió a pesar de sí mismos. No pudieron evitarlo. En una forma
misteriosa fueron atraídos poderosamente hasta Dios (Juan 6.37, 44).
En
una ocasión Pablo había estado predicando por algún tiempo en Filipos, junto al
río. Una señora Tiatira, vendedora de púrpura, escucho a Pablo pero no creyó.
Entonces Lucas nos dice que Dios abrió su corazón de manera que respondiera a
lo que Pablo decía (hechos 16.14). Sin esa apertura del corazón, lidia no
hubiera podido creer. Esto es gracia irresistible, y debemos estar agradecidos
por ella. Sin ella, seguiríamos muertos en el pecado, sin regeneración ni
salvación.
Es
necesario añadir una palabra de cautela. Si bien es cierto que nadie puede
salvarse sin la gracia irresistible de Dios, nadie debe caer en la trampa
racionalista de decir que no tiene ninguna responsabilidad. No puede razonar
diciendo que, como todo depende del Espíritu Santo, no tiene necesidad de
creer, o que simplemente debe limitarse a esperar que el Espíritu venga él, y
que no puede hacer nada para salvarse.
Sin
negar ni por un momento la verdad de la gracia irresistible, a ella hemos
dedicado todo éste capítulo, sin embargo es cierto que la Biblia no quiere que
razonemos en forma no bíblica y digamos que vamos a esperar a que el Espíritu
venga a nosotros antes de creer. La Biblia nunca autoriza esto. Nos trasmite un
único mandamiento: creer en el Señor Jesucristo. Ahora bien, si usted cree,
entonces puede saber por el resto de la Biblia que fue porque Dios produjo en
usted tanto el querer como el hacer de acuerdo a su beneplácito (Fil. 2:13).
Así pues, crea. Dios se lo manda. Si lo hace, dele gracias a Dios por haberlo
hecho creer.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas
sobre el capítulo que usted acaba de leer:
1 ¿Qué significa la palabra gracia en la expresión gracia irresistible?
2 ¿Qué significa irresistible?
3 ¿Se podría entender mal la palabra irresistible? ¿De qué manera?
4 ¿Qué otras palabras se podría usar en vez de irresistible?
5 ¿Cuál es la “causa última” por la que alguien acepta a Cristo?
6 ¿Se podría decir que la respuesta a la pregunta anterior elimina la
responsabilidad humana? ¿Por qué no?
7 Explique la posición arminiana acerca de la gracia irresistible.
Acuda
a su Biblia para contestar las siguientes preguntas:
1 ¿Qué dice Juan 6.37, 44, acerca de la gracia irresistible?
2 ¿Qué dice Juan 10.16 acerca de la gracia irresistible?
3 ¿Muestre como Romanos 8.19-30 enseña la gracia irresistible?
4 ¿De qué manera las ilustraciones de la regeneración…”Nuevo nacimiento,
resurrección, creación y hechura”…muestran que el hombre no puede resistir al
espíritu santo?
5 ¿De qué manera la historia de la Lidia muestra que la simple
presentación eterna del evangelio no es suficiente para salvar a una persona,
sino que es Necesario que ésta haya sido regenerada (Hechos 16.14)?
Fíjese
en el apéndice de este libro, antes de contestar las siguientes preguntas: lea
con cuidado la Sección Capítulo X de la CONFESIÓN DE WESTMINSTER sobre “El
Llamamiento Eficaz”.
Ahora
conteste las siguientes preguntas:
1. ¿De qué manera la elección incondicional conduce a la gracia
irresistible?
2. Muestre cómo el Arminiano, a menudo, presume el hecho de la gracia
irresistible en su oraciones.
3. ¿Por qué es tan maravillosa la enseñanza de la gracia irresistible?
Sea personal en la respuesta.
4. ¿Puede Ud. Mencionar a ciertas personas que conoce personalmente y
quienes a pesar de sí mismos se sintieron compelidos a acudir a Jesús para ser
salvos?
5. Describa a una persona acerca de la cual se sienta inclinado a decir,
“la única esperanza es que Dios actúe en él con la gracia irresistible”.
6. ¿Le impide la enseñanza acerca de la elección pedirle a Dios que actúe
en forma irresistible? ¿Por qué?
LECCIÓN 7
5:_PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
I.
DEFINICIÓN
A. UNA VEZ SALVO, SIEMPRE SALVO.
La
descripción más sencilla y breve de la perseverancia de los santos es: una vez
salvo, siempre salvo. Es uno de los pensamientos más grandiosos de la Biblia: Una
vez que uno haya creído no se puede perder, nunca iré al infierno. Cristo será
siempre su salvador. Se puede decidir el destino eterno, de una vez por todas,
de manera que ya no haya que preocuparse por ello.
B: PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
La
expresión Perseverancia de los santos enfatiza que los cristianos, los santos,
como Pablo los llama en sus cartas, perseverarán en la confianza en Cristo como
salvador. No es que a veces creerán y otras no, sino que seguirán creyendo para
siempre. Por consiguiente, siempre serán salvos.
C. PERSEVERANCIA DE DIOS.
Es
posible, sin embargo, emplear otro término para describir este hecho, a saber,
la perseverancia de Dios. Porque en realidad la perseverancia de los santos
depende de la perseverancia de Dios. Como dios persevera en su amor hacia su
iglesia, la iglesia puede perseverar en su amor hacia él.
La
perseverancia de los santos se podría comparar a la providencia de Dios. En el
mundo natural Dios no sólo creó el universo, sino que también lo sostiene. Si
retirara su poder por un instante, el universo todo caería de nuevo en la no
existencia. Dios crea y sostiene el universo. Lo mismo ocurre en la vida
espiritual. Dios no sólo nos recreó, sino que nos mantiene vivos
espiritualmente en cada instante. Si se apartara a su santo Espíritu de
nosotros por un simple instante, también nosotros en forma instantánea
volveríamos a nuestra naturaleza depravada.
O
para emplear otra ilustración, se nos puede comparar al hombre que vive en una
cámara de oxigeno. Se le mantiene vivo sólo con esta ayuda externa a él. Si se
le saca de la cámara, el hombre muere.
Así
también, la perseverancia constante de Dios es la base de la perseverancia de
los santos.
D. PRESERVACIÓN DE LOS SANTOS.
Otro
término que podría emplearse es preservación de los santos. En tanto que la
expresión perseverancia de los santos enfatiza la actividad del cristiano, la
expresión preservación de los santos enfatiza la actividad de Dios. La
perseverancia de los santos pone de relieve que el hombre hace algo, y la perseverancia
de Dios pone de relieve que dios lo hace. La perseverancia de los santos, sin
embargo, enseña que Dios preserva al hombre; lo mantiene y protege de manera
que nadie lo pueda arrebatar de su mano.
E. SEGURIDAD ETERNA.
En
otras palabras, perseverancia de los santos significa seguridad eterna. La
persona que pone sinceramente su confianza en Cristo como su salvador está
segura en los brazos de Jesús. Está a salvo. Nadie la puede herir. Irá al
cielo. Y así será por la eternidad. Está segura para siempre, no solo por un
tiempo. Está eternamente segura.
El
Arminiano enseña lo contrario; a saber, que alguien que ha nacido
verdaderamente de nuevo, que ha sido salvado por la muerte de Jesús, puede
perder la fe e ir al infierno. El Arminiano cree: a veces si cree y a veces no;
a veces si es salvo y a veces se está perdido; a veces si es hijo, y a veces
hijo del diablo; a veces si está espiritualmente vivo, y a veces muerto. ¿Quién
puede decir cuál será la situación final?
II: BASE
BÍBLICA
A. LA ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Las
cinco doctrinas o se sostienen juntos o caen juntos. La doctrina de la
perseverancia de los santos se deduce naturalmente del bíblico de la elección
incondicional. Si la doctrina de la elección es falsa, entonces también lo es
esta doctrina; pero si la doctrina de le elección es verdadera, entonces esta
doctrina se desprende de ella necesariamente.
Elección
significa que Dios ha escogido a algunos desde la eternidad para ser salvos. Ha
determinado con certeza divina que irán al cielo. Si como dice el Arminiano,
fuera posible, que alguien a quien Dios ha elegido abandonara la fe después de
haber empezado ya a creer entonces no hay elección. Elección significa que Dios
ha predeterminado que los elegidos serán salvos. Nunca puede perecer. Ahora bien,
ésta es la perseverancia de los santos.
En
Romanos 8.29 Pablo dice que aquellos a quienes Dios conoció antes, es decir,
amó de antemano, también los ha predestinado al cielo, y aquellos a quienes ha
predestinado también los ha llamado, justificado y glorificado. Si alguien
pudiera caer e ir al infierno, entonces no habría predestinación. Pero Pablo
está convencido de que nada puede separar a los elegidos del amor de la
elección de Cristo, No lo puede lograr la tribulación, ni la angustia, ni la
persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni los peligros, ni la espada.
No,
en todas estas cosas los cristianos son más que vencedores por medio de Dios
que los ama. Además, dice pablo, no hay nada, nada en absoluto, que pueda
separar al cristiano del amor de Dios. “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni los presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8.38, 39).
Ésta es la perseverancia de los santos. No hay absolutamente nada en este mundo
pasado, presente o futuro que pueda separar al creyente del amor de Dios hacia
él.
En
realidad la perseverancia de los santos depende de La perseverancia de Dios. Si
fuera cierto que la fe del hombre proviene en último término de sí mismo y no
de Dios, entonces, como el hombre es depravado, sería muy posible que debido a
su volubilidad el hombre no perseverara en la fe, sino que llegará un día a
rechazar a Cristo. Creyó en algún tiempo, pero quizá mañana estará
emocionalmente perturbado y cambiará. Quizá se verá sometido a algunas pruebas
duras y le echará la culpa a Dios por ellas. Siendo veleidoso, se levantará
quizá con el pie izquierdo y se volverá en contra de Dios. Es muy comprensible,
según la teoría arminiana del hombre como co-originador de su fe, que este
pueda perder la fe y caer.
Pero
cuando caemos en la cuenta de que la fe no es un don del hombre a Dios, sino
que es más bien el don de Dios al hombre, entonces nos damos cuenta de que el
hombre nunca perderá esta fe. Se puede confiar en ello porque Dios no es
veleidoso. “Porque yo Jehová no cambio” (Mal. 3.6). “Jesucristo es el mismo
ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13.8). Dios no es como un niño a quien hoy
día le gusta el oso de juguete, pero mañana lo deja de lado en un rincón.
No es
como la niña que se extasía ante el peinado que lleva hoy pero mañana se peina
de forma diferente. No, Dios no es caprichoso, veleidoso ni excéntrico.
Persevera en su amor. Es estable e inmutable. Este hecho hizo que pablo
escribiera a los filipenses que está “persuadido de esto, que el que comenzó en
vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Si Dios
comienza una obra en los filipenses, entonces la concluirá en la segunda venida
de Cristo. Esto no es nada más que la perseverancia de los santos. La
perseverancia de los santos depende de la perseverancia de Dios.
O si
se piensa que dios nos escoge para ser salvos porque hemos hecho algo bueno tal
como creer en Cristo, entonces sería concebible que si Dios nos ve vacilar en
la fe, cambie de pensamiento de manera que nos perdamos. Porque somos malos y
depravados, y nos apartaremos de Dios a no ser que venga a nuestra vida a cada
momento con su gracia renovadora y sostenedora.
Pero
dios no actúa de esta forma. No nos dio gracia salvadora porque vio de antemano
que íbamos a hacer el bien. Tal como creer en Cristo. Porque por naturaleza
somos completamente depravados. No hay dentro (de nosotros nada que pudiera ser
la causa más mínima, más microscópica de que Dios nos ame. Es lo contrario,
todo lo que hay dentro de nosotros haría que nos odiara (véase cap. 1).
La
causa de que nos ame se encuentra sólo en Él. Si Dios sabía desde el primer
momento que no hay absolutamente nada en nosotros que nos haga dignos ni en lo
más mínimo de recibir su amor y su gracia salvadora entonces no podría haber
nada en nosotros, como el pecado o la incredulidad, que lo hiciera apartar su
amor de nosotros y quitarnos su gracia salvadora.
Porque
la causa de su amor se encuentra en Él y no en nosotros. Así pues, la doctrina
bíblica de la perseverancia de los santos se funda en el amor eterno de
elección de Dios.
B. EXPIACIÓN LIMITADA.
Si lo
que hemos escrito en el capítulo 3 es verdadero y bíblico, si Cristo murió por
los elegidos, por las ovejas de Dios, entonces de aquí se desprende la
perseverancia de los santos. La pregunta crucial es: De hecho ¿qué hizo Cristo
en la cruz? ¿Quito en realidad la culpa de su pueblo? ¿O hizo esto sólo en
teoría? Si Jesús sufrió en verdad la maldición de Dios por los pecados de su
pueblo, como Pablo dice en Gálatas 3.13, que lo hizo, si Cristo realmente llevó
sobre sí los sufrimientos infernales de la cruz y fue un sustituto auténtico no
sólo en teoría por todos los pecados de su pueblo tanto los pasados, como los
presentes y futuros, entonces ese pueblo no puede ir al infierno y recibir
castigo por sus pecados, Cristo fue castigado por ellos, esto significa que los
suyos irán con toda certeza al cielo. Esto es perseverancia de los santos.
En
romanos 8.33-34 Pablo razona de esa manera: dice que Cristo se entregó por
todos nosotros, es decir, los elegidos. Esto es expiación limitada. Por
consiguiente, pregunta Pablo, “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es
el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió” (Ro.
8.33,34). Es decir, la expiación de Cristo es otro fundamente para la confianza
del cristiano de que todos aquellos por los que Cristo murió se salvarán con certeza.
Esto no es otra cosa que la perseverancia de los santos.
Decimos
que es otro fundamento. En realidad no lo es. Porque la expiación de Cristo por
los suyos procede directamente del amor de la elección del Padre por los suyos.
La expiación no hace sino implementar el amor de elección del Padre. El padre
deseaba salvarlos, y Cristo si, los salva. En otras palabras, hay una unidad
entre el objeto del amor del padre y el objeto del amor de la expiación de
Cristo.
C. VIDA ETERNA.
Uno
de los argumentos bíblicos más poderosos a favor de la seguridad eterna se
encuentra en las palabras vida eterna, o vida perdurable. La Biblia emplea
constantemente este término. He aquí apenas cuatro ejemplos en Juan:
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3.16.
“El
que cree en el Hijo tiene vida eterna” Juan 3.36.
“El
que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación” Juan 5.24.
“Estas
cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del hijo de Dios, para
que sepáis que tenéis vida eterna” 1 Juan 5.13.
Tanto
Jesús como Juan dicen que el creyente tiene vida eterna. Ante todo, adviértase
el tiempo del verbo. El creyente tiene vida eterna. No es que la vaya a
alcanzar en el futuro, si no que la posee desde ahora. Cualquiera que lea estas
frases pude poseer, vida eterna de inmediato, sin esperar un sólo momento.
Jesús lo dijo. Lo único que tiene que hacer es pedir sinceramente a Jesús que
sea su salvador.
Luego
obsérvese qué es vida eterna. Esto significa vida para siempre. O de otra
manera, una vez salvo, siempre salvo: siempre, por siempre. Sí la teoría
arminiana fuera cierta, y un creyente que ha nacido de nuevo pudiera perder la
fe y decir es que el creyente posea vida eterna, Se podría decir que tiene vida
buena, o vida santa, o vida sobrenatural, o vida feliz; pero nunca se podría
decir que el creyente posea vida eterna. Porque según el Arminiano no posee
vida eterna. Posee vida temporal, vida momentánea, vida finita, pero no una
vida que nunca termina.
Ahora
bien, esto se opone a la palabra de Dios. Jesús dice que “todo aquel que en él
cree, no se pierde”. Pero el Arminiano dice, “No, para cierto tiempo es sólo
una vida temporal.” Jesús dice, “si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre” (Jn. 6.51). El Arminiano dice, “Quizá.” Jesús dice, “Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo
aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Jn. 11.25, 26). “No
morirá,” dice Jesús. “Posiblemente”, dice el Arminiano.
A
pesar de los que dicen los arminianos, el empleo constante de la palabra eterna
debería llenar de gozo a todo aquel que realmente cree. Porque el testimonio
inequívoco de la Biblia es que el que confía en Jesús no morirá sino que tendrá
vida eterna, que nunca, nunca, terminará. Gracias a Dios por la vida eterna.
D._JUAN 6. 39.
“Y
ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: que todo lo que me diere, no
pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
Jesús
acaba de decir que todos aquellos que el Padre le ha dado vendrán a Él (v. 37).
Es cierto. Además, ha venido para hacer la voluntad del Padre, y ésta es su
voluntad: no perder “nadie de todos los que el me diere”, y que “lo resucite en
el día postrero”. Y en el versículo 44 dice que “le resucitaré”. El “día
postrero” se refiere al ultimo día en la tierra, al día del juicio. En otras
palabras, todos los que están con Jesús serán resucitados en el “ultimo día
para ir al cielo. Jesús no perderá a ninguno de ellos. Esto es la perseverancia
de los santos.
E._JUAN 10.28-29.
Al
hablar de sus ovejas, Jesús dice, “Yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre que me las dio, es mayor que
todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Si
hay algún pasaje que enseñe claramente la seguridad eterna, es este. Veamos
cómo se desarrolla el argumento de Jesús:
1. “VIDA ETERNA”
Sólo este
término es suficiente para probar la perseverancia de los santos. Porque si una
persona se aparta de la fe una vez que ha creído, entonces no hay nada eterno
acerca de la vida que Jesús le promete. Hay una vida breve, corta, pero no
eterna. Pero Jesús dice que es vida eterna.
2. “NO PERECERÁN JAMÁS”.
Si,
como dice el Arminiano, el creyente puede Perder la fe, entonces, en realidad
perecerá. Pero Jesús dice que nunca perecerá. La prueba a favor de la
perseverancia de los santos difícilmente podría ser más clara; pero sólo en
caso que todavía hubiere algunos Tomases que dudaran, Jesús añade una tercera
afirmación que elimina el último vestigio de temor.
3. “NADIE LAS ARREBATARÁ DE
MI MANO”.
¡Cuán
preciso es Jesús! Nadie puede hacer que una sola de sus ovejas se pierda. No lo
puede el diablo. No lo pueden los maestros. No lo pueden los amigos. Ni
siquiera uno mismo se puede arrebatar a sí mismo de las manos de Jesús. Es
imposible. Nadie puede hacerlo. Con esto ya debería acabarse para siempre el
dudar en cuanto a la enseñanza de Jesús sobre la seguridad eterna. Estas tres
afirmaciones inequívocas son concluyentes. Pero para que no queden malos
entendidos, Jesús añade una cuarta afirmación.
4. “MI PADRE QUE ME LAS DIO,
ES MAYOR QUE TODOS, Y NADIE LAS PUEDE ARREBATAR DE LA MANO DE MI PADRE”.
El
Padre es omnipotente. Es mayor y más poderoso que toda la gente y los demonios
juntos. Por consiguiente, la conclusión ineludible es que nadie puede arrebatar
a las ovejas de Dios de su mano. ¡Qué conclusión y reafirmación tan poderosa de
la perseverancia de los santos! Si alguien continúa sin creer en la seguridad
eterna, está ciego.
F. EFESIOS 1.13, 14.
“habiendo
creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las
arras de nuestra herencia.”
En la
época del nuevo testamento, se sellaban las cartas o los objetos, tales como la
tumba de Jesús (Mt. 27.66). Se utilizaba el sello para garantizar la genuinidad
del artículo, para indicar que pertenecía a alguien, y para protegerlo. Por
ello la posesión del Espíritu Santo era el sello de Dios, el inicio de que el
creyente pertenecía Dios y que sería protegido contra todo daño. En Efesios
1.13-14 y 4.30 Pablo dice que este sello o protección seguirá en acción hasta
el día de la redención. El Espíritu Santo es la garantía de que el creyente no
se perderá.
Luego
Pablo emplea otra ilustración notable para enseñar la seguridad eterna. Dice
que el espíritu santo es las arras de la herencia completa que habrá de llegar
(Ef. 1.14). La palabra griega traducida “arras” es término ordinario que se
usaba en las operaciones de negocios u otros acuerdos. Se hacía un primer pago,
como se hace hoy al comprar a crédito; y ese pago era promesa de que se pagará
el resto. Así pues el Espíritu santo es la promesa de Dios de que seguirá la
herencia completa. Esto es lo mismo que decir que una vez que se tiene al
Espíritu santo, siempre se tendrá al espíritu santo. Una vez salvo, siempre
salvo.
G. 1 PEDRO 1.4, 5.
Para
una herencia incorruptible…reservada en los cielos para vosotros, que sois
guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”
Pedro
tiene palabras muy confortadoras acerca de la certeza eterna de nuestra
salvación. Dice que el cristiano posee una herencia y que esa herencia se
guarda en el cielo para él. Pero quizá alguien se puede preocupar de que,
aunque la herencia esté allá, nunca la alcanzará para disfrutarla. Piensa que
es un cristiano demasiado débil.
Para
descartar tal idea Pedro dice que el cristiano es guardado para alcanzar la
salvación. La palabra “guardado” es la misma que se emplea para indicar la
protección o cuidado de una ciudad a cargo de soldados (2 Co. 11.32). Pero
Pedro pone de relieve que el cristiano no es guardado por elementos humanos
débiles como los soldados. No, los protege Dios mismo. Y Dios es omnipotente. Y
por si no fuera suficiente decir simplemente “Dios”, Pedro remacha el clavo en
cuanto a la omnipotencia de Dios añadiendo la palabra “poder”. Al cristiano lo
guarda “el poder de Dios”.
Quizá
alguien pueda estar de acuerdo en que Pedro quiso decir efectivamente que al
cristiano lo guarda el poder de Dios, pero que esto pude ser por un tiempo
corto. Pedro refuta esa idea rápidamente al añadir que Dios lo guarda para
salvación que se manifestará en el tiempo postrero, en el Día del Juicio. La
preservación de los santos no es algo temporal, sino para siempre, hasta el día
postrero.
II.
ALGUNAS OBJECCIONES TRADICIONALES
A. ¿Acaso todos nosotros no conocemos personas que en un momento
expresaron fe en Cristo? Iban a la iglesia, leían la palabra de Dios, oraban y
parecían cristianos genuinos. Luego sucedió algo y poco a poco se fueron
apartando de la fe hasta que hoy día no quieren saber nada de la iglesia, ni de
Cristo, ni de Dios. ¿Acaso estos hechos no prueban que la perseverancia de los
santos no es cierta?
En
respuesta a esta objeción, dividamos nuestro argumento en dos partes:
1. CRISTIANOS.
Es
cierto que los cristianos pueden echarse para atrás. Todos nosotros lo hemos
experimentado en algún grado. A veces nos parece que no estamos tan cerca de
Dios como deberíamos. Nos enfriamos espiritualmente en mayor o menor grado. Y
algunos cristianos hacen cosas bastante malas. Difícilmente sabría uno que son
cristianos. Hay Divides que cometen adulterios y asesinatos, Pedros que niegan
a Cristo, y pablos que hacen cosas que no deberían hacer.
Pero
la doctrina de la perseverancia de los santos no quiere decir que los
cristianos sean impecables. La Biblia nos enseña que el cristiano pecará y en
algunos casos retrocederá mucho. Pero si ha nacido de nuevo verdaderamente, si
el espíritu santo estuvo realmente en él para hacerlo creer, entonces el
Espíritu es el pago inicial de su herencia total. Entonces realmente tiene vida
eterna, la cual significa que se salvará eternamente.
La
Biblia no promete que la vida del cristiano será siempre en línea recta y
ascendente. Antes bien, quizá sea como la del niño que se encarama por una
ladera nevada. A menudo resbala nevada. A menudo resbala, pero al final
consigue llegar a la cima.
La
vida del cristiano es como la línea que describe la economía de un país durante
un periodo de cien años. La línea del diagrama empieza en el rincón izquierdo
más bajo y se va elevando hacia el extremo derecho superior. Hay altos y bajos,
hay recesiones y depresiones casi catastróficas. La línea es quebrada y no
recta en su ascensión; pero si se la considera globalmente, en ese período de
cien años, es fácil ver que a pesar de los retrocesos temporales, al final hay
ganancia, y que la economía de ahora es muy superior a la del siglo diecinueve.
O
como dijo el gran predicador Charles Spurgeon, al que va a bordo del barco
quizá las olas lo derriben en cubierta una y otra vez, pero nunca lo
arrastraran hasta el mar.
Pablo
afirma este hecho de los altibajos de la vida cristiana al mismo tiempo que la
perseverancia de los santos, cuando, en esa misma sección de Romanos donde
escribe acerca de los pecados graves que han entrado en la vida del cristiano,
dice que a pesar de estos retrocesos, “el pecado no se enseñoreará de vosotros”
(6. 14). En otras palabras, el cristiano quizá sufra derrotas momentáneas, pero
el pecado nunca se enseñoreará de él por completo. Siempre habrá lucha contra
el pecado aunque se sienta débil.
Esto
es así porque Dios no ha retirado a su santo espíritu Santo del cristiano. Así
pues, el hecho de que el cristiano siga luchando contra el pecado y a veces
caiga no significa que un día Dios lo abandonará para que quede bajo el dominio
completo del pecado. Pablo lo dice claramente: “El pecado no se enseñoreará de
vosotros.”
Así
pues, una respuesta a este problema de la evidente deserción de la fe cristiana
es que en algunos de los retrocesos que vemos quizá sean sólo temporales
marchas hacia atrás de un cristiano que tambalea, y quien, por la gracia del
Espíritu Santo, llegará a su tiempo a reincorporarse a la fe que parece haber
negado.
2. NO CRISTIANOS.
Otra
explicación, es que las personas que niegan a Cristo quizá nunca fueron
cristianos. No todos los que dicen, “Señor, Señor,” son cristianos. Algunos
tienen algún aspecto de la religiosidad, pero niegan el poder de Dios (2 Ti.
3.5). Algunos, como Judas, incluso predican el evangelio y realizan milagros y
sin embargo están perdidos. Otros se aparecen como ángeles de luz, pero en
realidad son diablos (2 Co. 11.14). Algunos dirán, “Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros?” Pero Jesús les contestará, “Apartaos de mí,
hacedores de maldad” (Mt. 7.22-23).
Parte
de la semilla cae en terreno superficial. En seguida echa raíces y brota, pero
el sol lo abrasa rápidamente y muere. Algunas personas oyen el mensaje
cristiano, se emocionan, pasan gozosos al frente en respuesta al llamamiento
que se les hace, y luego al cabo de dos meses se olvidan de que se les hace,
luego al cabo de dos meses se olvidan de que se entregaron a Cristo.
Estos
casos en lugar de probar que el cristiano puede apartarse de la fe, nos ponen
sobre aviso en cuanto a que debemos asegurarnos de nuestro llamamiento y
elección (2ª P. 1.10). Señalan el hecho de que es posible pertenecer a una
iglesia, bautizarse, compartir la Cena del señor y sin embargo ir al infierno.
“No todos los que descienden de Israel son israelitas” (Ro. 9.6). No todos los
que están en la iglesia pertenecen a la verdadera iglesia. Debemos asegurarnos
de que hemos nacido de nuevo, de que estamos arrepentidos del pecado, y de que
sinceramente pedimos a Cristo que sea nuestro salvador.
Así
pues, estos ejemplos vivos de personas que retroceden no se oponen a la
enseñanza bíblica de la preservación de los santos. Es decir, estas personas
son, o cristianos que retroceden temporalmente, pero que serán restaurados
plenamente a la fe, o son hipócritas, que nunca fueron cristianos verdaderos.
El hecho es la evidencia bíblica, es demasiado abrumadora a favor del “una vez
salvo, siempre salvo.
B. ¿Acaso el creer en la perseverancia de los santos no hará que algunos
se vuelvan licenciosos? ¿No razonarán acaso que sí están seguros eternamente y
no se pueden perder, pueden hacer lo que quieran? ¿Pueden dedicarse por
completo a la vida de pecado, porque a fin de cuentas se salvarán?
Para
el que piensa de esta forma le tengo algunas noticias: esa persona no demuestra
que es cristiana, y si persevera en esa manera de pensar, ira al infierno en
vez de ir al cielo. Porque es imposible que el cristiano genuino asuma tal
actitud. El espíritu Santo no se lo permitirá. Si Dios ha comenzado una buena
obra en alguien, no lo abandonará a toda clase de pecados. “El pecado no se
enseñoreará de vosotros. (Ro. 6.14). Es una contradicción intrínseca hablar de
un cristiano que puede hacer todo lo que su vieja naturaleza pecaminosa desee.
Cuando Dios predestina a alguien, lo predestina a la santidad, no al pecado
(Ef. 1.4). Si alguien dice que no importa lo que haga porque Dios lo ha
predestinado; porque los predestinados nunca actúan en una manera tan
pecaminosa.
Cuando
decimos una vez salvo, siempre salvo,” esto no quiere decir solamente haber
sido salvado de la culpa del pecado, de manera que el salvo no vaya a sufrir
las iras del infierno. Significa también ser salvo del poder del pecado. La
salvación nunca es simplemente salvación de la culpa del pecado sino del poder
del pecado. Pero tampoco sólo del poder del pecado. Es ambas cosas. Es
imposible que alguien sea salvo de la culpa del pecado sin serlo del poder del
pecado.
La
perseverancia de los santos significa que los santos perseverarán en la fe. Y
esta fe se compone de pesar y arrepentimiento por el pecado. Si alguien no está
arrepentido de sus pecados y se abandona a ellos entonces, nunca poseyó fe y no
es salvo.
El
término preservación de los santos significa que Dios preservará, protegerá, y
guardará a los santos hasta el día postrero en que se les revele la salvación.
Esa salvación no quiere decir simplemente que han sido salvados del infierno y
que ahora pueden pecar todo lo que se les antoje. Una situación así sería un
infierno en el cielo, y esto es imposible.
Además,
es precisamente cuando el cristiano cae plenamente en la cuenta de la verdad
bíblica de la perseverancia de los santos que no se inclinará ya más hacia el
pecado sino hacia la santidad. Porque querrá mostrar agradecimiento a Dios por
mantenerlo en la fe, y la mejor forma de hacerlo es guardando los mandamientos
de Dios, cuando el cristiano se da cuenta de que por naturaleza no es buena
persona, si no más bien enemiga de Dios; cuando cae en la cuenta
Además
de que la fe que tiene procede de Dios; y cuando ve que la única razón de que
persevere en la fe en Dios es que Dios persevera en enviarle al Espíritu,
entonces no desea pecar; sino que desea dar gracias a Dios por no interrumpir
nunca esa buena obra que empezó en él (Fil. 1.6).
Por
tanto, afirmar que la doctrina de la perseverancia de los santos conduce al
pecado es hacer una caricatura de la fe cristiana. Lo opuesto a esto es lo
verdadero.
CONCLUSIÓN.
La enseñanza
de “una vez salvo, siempre salvo” es una de las enseñanzas más grandiosas de la
Biblia. No permita que nadie le quite el gozo de saber que será salvo para
siempre. Es una bendición el poder hacer, una vez por todas, una decisión que
fijará su destino eterno. Es muy alentador el poder entregar la vida a Cristo,
y saber que al hacerlo, de inmediato, es uno salvo y será salvo para siempre y
que el poder de dios lo guardará para la salvación total que se revelará cuando
Cristo regrese.
Alabemos
a Dios de quien proceden todas las bendiciones. Alabemos al Padre por su amor
de elección. Alabemos al Espíritu Santo por su acción irresistible. Alabemos al
Dios trino al preservarnos hasta el fin. ¡Gloria a Dios!
PRENGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas sobre el capítulo que usted
acaba de leer:
1. Comente el significado de los siguientes términos:
1. 1. Seguridad eterna
1. 2. Preservación de los santos
1. 3. Perseverancia de Dios
1. 4. Perseverancia de los santos.
2. ¿Cómo se relacionan entre sí los cuatro términos anteriores?
3. ¿Por qué la perseverancia de los santos debe ser tal que si la
expiación de Cristo se limita a los elegidos y es vicaria?
Acuda a su Biblia para contestar las
siguientes preguntas:
1. Lea Romanos 8.29, 30, 38 y 39; muestre cómo la elección incondicional
conduce, necesariamente, a la perseverancia de los santos.
2. ¿De qué manera prueban esta doctrina los muchos textos bíblicos que
hablan de la vida eterna y perdurable?
3. lea Juan 10.28-29 y muestre cuatro maneras en las que este texto
afirma que “Una vez salvo, siempre salvo”.
4. ¿Cómo se reconcilia la preservación de los santos con el pecado que no
tiene perdón mencionado en hebreos 6. 4-6 y Mateo 12.31?
Fíjese
en el apéndice de este libro, antes de proseguir con las siguientes preguntas: Lea
Capítulo XVII La perseverancia de los santos de la Confesión De Fe De
Westminster.
1. Si el texto bíblico afirma que “Una vez salvo, siempre salvo”, ¿Por
qué algunos que parecen ser cristianos se van para atrás?
2. ¿Acaso el hecho de que algunos que parecían cristianos como Judas,
Meneo y Alejandro llegaran a rechazar el evangelio van en contra de la
perseverancia de los santos? ¿Por qué?
3. ¿Qué es lo que se puede aprender de los ejemplos citados?
4. ¿Cómo le respondería Usted a una persona que le dijera, “Si la
perseverancia de los santos es verdadera, entonces por qué no pecar todo lo que
uno quiere, ya que al final uno se salva de todas maneras”?
5. Si alguien le dijera, “Ojala pudiera estar seguro de que siempre seré
salvo”. ¿Cómo podría ayudarlo?
6. ¿De qué manera el conocimiento del hecho de la perseverancia de los
santos puede constituir un motivo de gran gozo para Usted?
7. Conoce a alguien que parece ser cristiano, pero que ahora niega a
Cristo de palabra o de hecho o de ambas maneras? Cuente detalles. ¿Cómo se lo
explica? ¿Le puede suceder a Usted? ¿Por qué?
8. ¿Cómo puede tener seguridad de su salvación eterna?
LECCIÓN: 8
6:_EL GRAN
MISTERIO
I. EL
PROBLEMA
En
los cinco capítulos anteriores se ha enfatizado la soberanía de Dios.
La
doctrina bíblica de la depravación total pone de relieve que el hombre natural,
no regenerado, nunca puede hacer nada bueno ni por una fracción de segundo.
Esta muerto a las obras buenas. Para creer, o hacer algo bueno depende de que
Dios se lo haga hacer.
La
elección incondicional enseña la soberanía de Dios al poner de relieve que la
elección del hombre por parte de Dios para la vida eterna no se basa en nada
que haya en el hombre. Esta elección no está condicionada por el conocimiento
previo que tiene de quién cooperará con él y aceptará el sacrificio de Cristo.
Es una elección incondicional. La razón de la elección soberana se encuentra
sólo en Dios y no en nada que haga o sea el hombre.
Vemos
la soberanía de Dios en la expiación limitada cuando caemos en la cuenta de que
Cristo no ofreció una expiación que salva a todo el mundo, sino más bien una
expiación que salva sólo a aquellos que han sido escogidos por el Padre. Hay
unidad completa entre el propósito del padre y del hijo. El hijo murió por
aquellos a quienes el Padre amó.
Cuando
observamos la selectividad de la gracia irresistible, vemos otra vez la
soberanía de Dios. Así como la nada no puede negarse a ser creada o a nacer,
así tampoco el muerto no puede resistir a que se le dé vida, y el que está
espiritualmente muerto o no ha nacido espiritualmente no puede resistir al
Espíritu omnipotente de Dios al hacerle nacer de nuevo. Y si alguien posee vida
espiritual, es porque el Espíritu lleva a cabo la selección soberana del Padre.
El hombre nada puede hacer en cuanto a nacer de nuevo.
Hay
unidad entre las tres personas de la trinidad. El padre escoge a los elegidos,
Cristo muere por ellos, y el Espíritu santo lleva a cabo la voluntad de ambos
haciendo, en forma irresistible, que los elegidos crean y se salven.
La
perseverancia de los santos revela la soberanía de Dios en cuanto es
continuación de su soberanía que se ve en los aspectos anteriores de
depravación total, elección incondicional, expiación limitada y gracia
irresistible.
Para
poner más relieve todavía la soberanía de Dios, es necesario señalar que Dios
lo predestina todo. Dios no sólo es omnipotente, de modo que para él las
naciones no son más que una gota en el océano o una ligera capa de polvo en una
báscula (Is. 40), sino que también “hace todas las cosas según el designio de
su voluntad” (Ef. 1.11). Es incluso bíblico decir que Dios la predeterminado el
pecado.
Si el
pecado estuviera fuera de los planes de Dios, entonces ninguno de los asuntos
importantes de la vida estaría bajo la soberanía de Dios. Porque ¿qué acciones
del hombre son perfectamente buenas? Toda la historia estaría fuera de la
predeterminación de Dios: la caída de Adán, la crucifixión de Cristo, las
conquistas del Imperio Romano, la Reforma, la Revolución Francesa, Waterloo,
las guerras de independencia americanas, las dos guerras mundiales, los
asesinatos presidenciales, las violencias de toda índole, y el surgimiento y
caída de las naciones.
Hay
dos instancias en que la Biblia enseña en forma especialmente clara que todo
incluso el pecado, ha sido ordenado por Dios: la venta de José y la crucifixión
de Cristo.
En el
primer ejemplo, advirtamos el pecado que conlleva. Los hermanos de José lo
odiaban. Planearon cuidadosamente cómo librarse de Él, lo arrojaron a una
cisterna, y luego lo vendieron como esclavo a gente extraña que se dirigía a
Egipto. Luego se fueron a la casa con la ropa de José manchada de sangre de
animal y mintieron cruelmente a su padre, quien, quien tenía un amor especial
por José. No se puede dudar de que pecaran.
Pero
ahora adviértase lo que dice José acerca de ellos cuando más tarde van a Egipto
para comprar comida. Dice: “No me enviasteis acá vosotros”
(Gn.
45.8). En un sentido, esto no es correcto. Sus hermanos sí lo hicieron. En
forma deliberada, maliciosa y odiosa lo vendieron como esclavo. Pero José dice
que no lo hicieron. José no estaba equivocado, sino que sólo trata de decir en
una forma poderosa y convincente que Dios estaba en realidad detrás de todo
ello. El acto pecaminoso de venderlo no había estado a merced de la casualidad
o de la voluntad pecaminosa del hombre. Dios había determinado que José fuera a
Egipto. Por eso dice, “No me enviasteis acá vosotros,” y luego de inmediato
afirma lo que la mayor parte de la gente nunca se atrevería a afirmar: “sino
Dios”. Dios se aseguró de que José fuera vendido a Egipto.
Más
tarde, José reconoce en una manera más explicita que sus hermanos cometieron
pecado, cuando les dice, “Vosotros pensasteis mal contra mí.” Pero agrega,
“Dios lo encaminó a bien” (Gn. 50.20). El uso del mismo verbo en el caso de
José y en el de Dios destaca más la paradoja. Dios está envuelto en una forma
real en las acciones de los hermanos. Dios quería asegurarse de que su pueblo
elegido de Israel tuviera un amigo especial en Egipto que lo ayudara en la
época de sequía y hambre.
Porque
de este pueblo iba a salir el salvador del mundo. Para conseguir; pues este
objetivo de continuar el linaje de Abraham, Dios no podía dejar los
acontecimientos al azar. Por eso ordenó el pecado de los hermanos de José:
“sino Dios (me envió)”; “Dios los encamino a bien.” En otras palabras, Dios se
aseguró de que los hermanos de José pecaran; pero lo hizo en una forma tal que
la responsabilidad es de los hermanos y no de Dios. Porque Dios es sólo
santidad y luz, y no hay tinieblas en él.
Un
segundo ejemplo claro de la predeterminación del pecado es la crucifixión de
Cristo. Este fue el pecado más odioso de todos porque constituyó el epítome del
odio del hombre contra Dios.
Sin
embargo este pecado lo predeterminó Dios. Dios no dejó la muerte de su Hijo y
por consiguiente la salvación de su pueblo a merced del hombre pecador.
Supongamos que Judas y los líderes judíos hubieran cambiado de pensamiento y
hubieran decidido no matar a Jesús. Supongamos que Jesús hubiera envejecido y
hubiera muerto de muerte natural o no hubiera muerto nunca. Entonces no hubiera
habido expiación del pecado y no hubiera habido cielo. En ese caso los planes
de Dios de lección y salvación se hubieran frustrado.
Dios
no dejó al azar la salvación del mundo. Por ello, como Pedro dijo en
Pentecostés, Jesús fue “entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios” (Hch. 2.2). Y más adelante la iglesia, al hablar de la
muerte de Jesús, confesó a Dios, que Herodes, Pilatos, los gentiles y los
judíos se habían unido “para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes
determinado que sucediera2 (Hch. 4.28). En otras palabras, el pecado lo
predetermina Dios.*
*Compare
Josué 11.20; 1 Samuel 16. 23, 2 Samuel 12. 11-12; 16. 10-11; 1 Reyes 22.22-30;
Job 1.21; Isaías 10.5; 2 Tesalonicenses 2.11; y Apocalipsis 17.17. Lea el
Artículo XIII de La Confesión Belga de fe, afirmación magnifica referente a la
predeterminación de Dios (pág. 171).
Así
pues una vez más confesamos con todo vigor la soberanía absoluta de Dios. Él
predestina, elige y preordena.
Pero,
si alguien ha estado reflexionando verdaderamente, es muy probable que se le
haya suscitado muchas veces una objeción muy grave. En forma involuntaria, la
persona corriente se rebela y casi muestra hostil ante algunas de estas ideas.
Retrocede ante el pensamiento de que todo ha sido planeado y determinado por
Dios desde hace muchísimo tiempo. Esto lo perturba.
Porque,
¿dónde está la santidad de Dios? Si predeterminó el pecado de los hermanos de
José y el pecado de Judas, ¿cómo puede una persona racional decir que Dios es
santo? ¿Acaso la culpa no es de Dios? O, para decirlo de otro modo, ¿dónde está
la libertad del hombre? ¿Acaso el hombre no es más que un muñeco que Dios
manipula? ¿No es más que un juguete mecánico con una cuerda en la espalda que
lo hace funcionar? ¿No es más que un computador al que le introduce algunos
datos y luego en forma mecánica realiza su labor? ¿Dónde está la responsabilidad
del hombre si dios ha preordenado todas las cosas? ¿Acaso, si esto es así, el
ladrón no deja de ser responsable por robar? La culpa es de Dios.
He
aquí el gran misterio, el título de este capítulo: Cómo resolver este problema
abrumador de reconciliar la predeterminación de Dios con la libertad del
hombre. Es el misterio de la soberanía divina y la responsabilidad humana, de
la libertad de Dios y la libertad del hombre, del amor de Dios y la
omnipotencia de Dios.
¿Cómo
reconciliar ambas cosas?
II. SOLUCIONES
A. ARMINIANISMO.
Hay
dos modos de resolver el problema: una es racionalista y la otra bíblica. El
Arminiano a pesar de recurrir tanto a la Biblia, es notable que en el punto de
la soberanía de Dios él recurre a la razón, en vez de hacerlo a la Biblia. Ve
el problema correctamente: reconciliar las dos fuerzas opuestas a la soberanía
de Dios y la responsabilidad del hombre.
Pero
para resolver el problema coloca la razón del hombre en lugar de la Biblia.
Razona que lógicamente no se puede reconciliar estos dos hechos evidentemente
contradictorios. Por ello retiene un conjunto de hechos y niega el otro.
Retiene
la libertad del hombre y restringe la soberanía de Dios. De esta manera el
problema racional se resuelve. La contradicción se disuelve.
B. HIPER-CALVINISMO.
Opuesto
completamente al arminiano se encuentra el híper-calvinista. Contempla ambas
series de hechos, la soberanía de Dios y la libertad del hombre, y como el
arminiano, dice que no se pueden reconciliar estas dos fuerzas evidentemente
contradictorias. Al igual que el arminiano, trata el problema en una forma
racionalista, negando un aspecto del problema. En tanto que el arminiano niega
la soberanía de Dios, el híper-calvinista niega la responsabilidad del hombre.
Considera tan claras las afirmaciones bíblicas respecto a la predeterminación
por parte de dios que se aferra a ellas. Pero al no poder reconciliar
lógicamente la predeterminación con la responsabilidad del hombre, niega esta
última. Así pues, el arminiano y el híper-calvinista, aunque diametralmente
opuestos, se parecen mucho en su racionalismo.
C: CALVINISMO.
1.
Paradoja. Frente a estos puntos de vista humanistas, el calvinista acepta ambos
lados de la antinomia. Se da cuenta de lo que él mismo defiende es ridículo.
Simplemente resulta imposible para el hombre armonizar estas dos series de
hechos. ¿Decir por un lado que Dios hace que todas las cosas sucedan, y sin
embargo decir que el hombre es responsable por lo que hace? ¡Insensatez! Debe
ser o una cosa o la otra cosa, pero no ambas. ¿Decir que Dios predetermina el
pecado de Judas y sin embargo Judas es responsable? ¡Necedad! Dios no puede
predeterminar el robo y luego echarle la culpa al ladrón.
El
calvinista admite abiertamente que su posición es ilógica, ridícula, sin
sentido y necia. Esto está de acuerdo con lo que dice Pablo, “La palabra de la
cruz es locura a los que se pierden” (1 Co. 1.18). Los griegos buscan la
sabiduría y la lógica, y para ellos el calvinismo es irracional. El calvinista
defiende dos posiciones evidentemente contradictorias. * Dice por un
lado que Dios ha predeterminado todas las cosas. Luego se da la vuelta y le
dice a cada hombre, “La salvación depende de ti. Debes creer. Es tu deber y
responsabilidad. Si no crees, no puedes echarle la culpa a Dios. Debes echarte
la culpa a ti mismo. Pero si crees, recuerda que Dios es quien realizó en ti
tanto el creer como el hacer según su beneplácito” (Fil. 2.12., 13). “Recuerda
que si te esfuerzas por conseguir el objetivo de la vida, fue Cristo quien te
asió a fin de que lo puedas conseguir” (Fil. 3.12.) Frente a la lógica, el
calvinista dice que si el hombre hace algo bueno, toda la gloria es para Dios;
y que si el hombre hace algo malo, el hombre debe pagar con el reproche. El
hombre siempre pierde.
* Debe
enfatizarse que la contradicción sólo es aparente y no rea. El hombre no puede
armonizar las dos posiciones al parecer contradictorias, pero Dios si puede.
Para
muchos esta posición resulta necia. Es irrazonable. Por esto el calvinista debe
decidir: ¿cuál es su autoridad? ¿Su propia razón o la palabra de Dios?
Si
responde qué es el poder de raciocinio del hombre, entonces. Al igual que el
arminiano y el híper-calvinista, tendrá que excluir una de las dos fuerzas
paralelas. Pero no lo puede hacer, porque cree que la Biblia es la Palabra de
Dios y que el Espíritu Santo la inspiró. Confía enteramente en Dios, sabiendo
que su palabra no se puede conculcar. Es infalible e inerrante.
Con
esa creencia firme y la voluntad de creer todo lo que se encuentra en la
Biblia, acepta esta paradoja de la soberanía divina y la responsabilidad
humana. No puede reconciliar ambas cosas; pero al ver que la Biblia enseña
claramente ambas, las acepta.
2.
Misterio. Y no lo perturba el que no pueda entender todo lo que se refiere a
Dios. Después de todo, los caminos de Dios son más elevados que sus caminos, al
igual que el cielo está por encima de la tierra (Is. 55.9). Si lo pudiera
entender todo, tal como el problema del mal, entonces su inteligencia será tan
grande como la de Dios. Recuerda las preguntas que Dios le hizo a Job, cuando
éste no podía entender muchas cosas y tenía problemas y dudas acerca de la
bondad de Dios. Dios le preguntó a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la
tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.” Y luego agrega sarcásticamente,
“¡Tú lo sabes!” Dios pasa a mostrar la pequeñez de Job cuando pregunta, “¿Has
mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar? ¿Has
entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo? Declara
si sabes todo esto… ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde
está el lugar de las tinieblas?” “¡Tú lo sabes,” agrega Dios sarcásticamente,
“Pues entonces ya habías nacido, y es grande al número de tus días!” (Job 38).
Lo
que Dios quiere al interrogar a Job es mostrarle que es insignificante y que El
es infinitamente mayor. Por consiguiente, no sorprende que Job no tenga todas
las respuestas. Después de todo hay algunas cosas que Dios conoce y el hombre
nunca puede ni vislumbrar, porque Dios es infinita y cualitativamente mayor que
el hombre. El lema del calvinista es Deuteronomio 29.29 donde Moisés dice que
“las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las reveladas son
para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las
palabras de esta ley.” Hay ciertos asuntos que son demasiado profundos para el
hombre. No puede comprenderlos ni nunca los comprenderá. El hombre es finito y
Dios es infinito. Uno de estos asuntos es la paradoja aparente de la soberanía
de Dios y la responsabilidad del hombre. Este asunto secreto le pertenece al
Señor nuestro Dios, y esto debería bastarnos. No deberíamos tratar de averiguar
ese concejo secreto de Dios.
Pero
hay muchos aspectos de la voluntad de Dios que nos han sido revelados, tales
como el mandamiento de creer, la ley moral, los Diez Mandamientos, el Sermón
del Monte, y la forma de santificarse. Acerca de estos asuntos no hay dudas, y
el hombre debería aprenderlos, enseñarlos a sus hijos y obedecerlos.
Esta
es, pues, la humildad religiosa del calvinista. Confiesa: No sé.* No lo
puedo entender todo, pero como encuentro en la Biblia que Dios es ciento por
ciento soberano y aun así yo sigo siendo responsable, lo creo. Y trataré de
hacer todas esas cosas que se mandan.
3.
Aplicación. Esto significa que si bien el hombre está
totalmente corrompido y es incapaz de creer, y que si bien la fe es un don de
Dios creado en el pecador por la acción irresistible del espíritu santo, sin
embargo, depende del hombre el creer. Tiene el deber de obedecer el mandamiento
de Dios de que creamos.
Quiere
decir que si bien la santificación es un don de Dios, y si bien es Dios quien
opera e nosotros para que hagamos todo lo bueno, sin embargo es nuestra
responsabilidad utilizar los medios de la gracia, y no esperar a que Dios nos
mueva.
Quiere
decir que si bien Dios ha predeterminado todas las cosas, sin embargo la
oración es eficaz, y el hombre debería orar, sabiendo que la oración ferviente
del hombre justo es poderosa (Stg. 5.16).
Quiere
decir que si bien Dios no ha elegido a todos, y que si bien Cristo no ha muerto
por todos, sin embargo debemos mostrar celo en seguir el mandato de Cristo de
ir por todo el mundo, haciendo discípulos en todas las naciones
(Mt.
28.19).
Porque
ésta es la pauta bíblica, combinar los dos elementos: la soberanía de Dios y la
responsabilidad del hombre. Es notable la forma en que Pablo los une.
Por
ejemplo, antes y después de su gran pasaje acerca de la elección divina (Ro.
9-11), Pablo presupone la responsabilidad humana. Los capítulos 6 y 7 están
llenos de mandatos, tales como, “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal” y
“Tampoco presentéis vuestros miembros al pecado”
Y en
el mismo versículo que sigue al pasaje de la elección, comienza con, “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordia de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación” (Ro. 12.1). Adviértase que
la
*El
cristiano nunca debe avergonzarse de decir, “No sé” de hecho la ignorancia
aprendida es más sabia que la sabiduría de los burlones. Calvino escribió: “De
esas cosas que no ha sido dado conocer ni es legitimo conocer la ignorancia es
aprendida; al ansia de conocerlas es una especie de locura” (Instituto de la
Religión Cristiana, III, XXXIII, 8). “Aquellos que tratan de conocer más de lo
que Dios ha revelado don locos. Por consiguiente, deleitémonos más en una
ignorancia sabia que en una curiosidad inmoderada e intoxicada de saber más que
lo que Dios permite” (“La Predestinación Eterna de Dios” en El calvinismo de
Calvino).
Base para
el vigoroso llamamiento a la acción de Israel por parte de Dios. Para pablo, la
elección no mata la iniciativa, sino que el fundamento es el fundamento de la
misma.
Obsérvese
la misma combinación de la soberanía de Dios y de la responsabilidad del hombre
en Colosenses 3.12. Pablo alienta a los colosenses a que se revistan de un
corazón de compasión, amabilidad, humildad, gentileza y paz. La razón que les
da es que han sido elegidos para ser buenos y santos, deben vivir de acuerdo
con lo que se espera de ellos.
En 1
Tesalonicenses 5.8-9 razona de la misma forma. Incita a los tesalonicenses a
que se dominen, “porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar
salvación.”
Y En
2 tesalonicenses 2.15 exhorta a sus lectores a que se mantengan firmes porque
dios los ha escogido desde el principio para ser salvos (2.13-14).
En
otras palabras, para pablo, la elección, en lugar de matar la iniciativa, ere
un gran estímulo para buenas obras.
III. LA
PRÁCTICA
Está
bien tener la teoría, pero también es provechoso observar la práctica. ¿Mata el
calvinismo el incentivo a las acciones buenas? Si una persona sabe que ha sido
elegida, ¿no se apagará su deseo de esforzarse por Dios? La respuesta se puede
encontrar en las vidas de dos que creyeron en la soberanía de Dios con todo su
ser: Juan Calvino y Pablo.
A. CALVINO.
La
energía y celo de Calvino fueron increíbles, He ahí un hombre que creyó tanto
en la soberanía de dios que generaciones más tarde casi se ha identificado su
nombre con la predestinación. Sin embargo, véase su vida, su energía y celo por
la acción.
El
biógrafo Stockelberger escribe lo siguiente acerca de su vida en Ginebra: “Era
predicador incansable de la palabra. Además del servicio religioso dominical,
cada otra semana dirigía los servicios diurnos. Se conservan más de dos mil de estos
sermones. Además de predicar, daba conferencias teológicas durante la semana.
Visitaba a los miembros enfermos e indiferentes. Los jueves presidía el consejo
de ancianos, y los viernes la reunión de predicadores en la que se discutía la
Sagrada Escritura. No había día en que no lo visitarán personas extrañas para
recibir su aliento. Las noches las dedicaba más a escribir que a dormir.”
Un
Biógrafo católico hostil escribe: “Es casi increíble cómo un hombre que tuvo
que luchar constantemente contra enfermedades corporales graves fuera capaz de
desarrollar una actividad tan variada y fatigosa. Sus contemporáneos lo han
comparado muy bien con el arco que siempre está tenso. Se privaba del sueño a
fin de dedicar tiempo a trabajar y fatigaba incluso a sus secretarias con
dictados constantes. Tenía la casa siempre abierta a cualquiera que buscara
consejo. Estaba siempre informado acerca de todos los asuntos de la iglesia y
del estado, incluso en detalles insignificantes. Si bien mantenía poco contacto
con el mundo exterior, casi conocía a cada uno de los ciudadanos.”
Este
gigantesco trabajo resulta aún más abrumador si se considera lo enfermo que
estaba Calvino. Stickelberger escribe: “Como consecuencia de sus privaciones y
vigilias durante la juventud, en edad temprana se vio afligido por dolores
persistentes en un lado de la cabeza, los cuales le continuaron durante casi
toda la vida. Estos dolores solían desarrollar su excitación emotiva hasta tal
punto que muchas noches se sentía atormentado por ellos.
“Enfermo
de la tráquea, escupía sangre con dolor cuando había utilizado demasiado la voz
en el púlpito. Varios ataques de pleuresía fueron preparando el terreno para la
consunción de la que fue victima en la edad de cincuenta y un años.
Constantemente sufría de la vena hemorroidal, cuyos dolores se vieron
incrementados hasta un punto intolerable con un absceso interno que se resistía
a la curación.
En
varias ocasiones la fiebre intermitente se apodero de él, minando su fortaleza
y reduciéndola paulatinamente. Tuvo piedras en la vejiga y en los riñones,
además de calambres de estómago e influencias intestinales. A todo ello se le
añadió por fin artritis. No exagero cuando a modo de paréntesis escribió en una
carta, “Si mi condición no fuera una lucha constante con la muerte”
Recuérdese
que toda esta energía y acción la desarrolló el hombre cuyo nombre más que
ningún otro en la historia va asociado con la predestinación. Su vida es una
contradicción de la afirmación de que la predestinación mata el incentivo del
hombre para trabajar. Sería difícil mencionar otra persona que haya trabajado
en forma tan infatigable como Juan Calvino.
Esta
aparente paradoja entre la predestinación y confianza humilde en Jesucristo se
sintetiza en forma muy bella en el testamento de Calvino, que dictó poco antes
de morir:
“En
el nombre de Dios, yo, Juan Calvino, siervo de Dios en la iglesia de Ginebra,
debilitado por muchas enfermedades doy gracias a Dios por haberme mostrado no
sólo misericordia, a mí su pobre criatura, y por haberme soportado en todos los
pecados y debilidades y lo que es mucho más por haberme hecho partícipe de su
gracia para servirle por medio de mi obra.
Confieso
vivir y morir en esta fe que me ha dado, y no tengo otra esperanza ni refugio
que su predestinación en la que se basa toda mi salvación. Acepto la gracia que
se me ha ofrecido en nuestro Señor Jesucristo y acepto los méritos de su
sufrimiento y muerte ya que por medio de ellos han sido sepultados todos mis
pecados; y humildemente le suplico que me lave y purifique. Con la sangre de
nuestro gran Redentor; que fue derramada por todos los pobres pecadores de modo
que yo, cuando me presente delante de su rostro, pueda mostrarme semejante a
él.
“Además,
declaro que me he esforzado en enseñar su palabra incontaminada y en explicar
la Sagrada Escritura fielmente, según la medida de la gracia que él me ha dado.
En todas las discusiones que he tenido contra los enemigos de la verdad, no
empleo ni astucias ni sofismas, sino que he luchado por su causa con
honestidad. Pero, oh, mi voluntad, mi celo fueron tan fríos y flojos que me
reconozco culpable en todos los aspectos; sin su infinita bondad, todos mis
esfuerzos apasionados serían humo, más aún, la gracia misma que me dio me haría
resultar más culpable; por ello mi única confianza en que él Padre de misericordia
quien como tal desea revelarse a mí, miserable pecador.
“En
cuento a los demás, deseo que después de la muerte mi cuerpo sea sepultado
según la forma acostumbrada, en espera del día de la bendita resurrección.”
¡Oh
Dios, concédenos que todos podamos poseer una confianza tan sencilla en nuestro
único Salvador Jesucristo!
B. PABLO.
Pero
no nos detengamos en este gigante de la historia de la iglesia. Remontémonos al
que fue la fuente del pensamiento de Calvino, el inspirado apóstol pablo. Él
fue quien dijo que aquellos a quienes Dios ama de antemano los predestina, y
aquellos a quienes predestina llama, y aquellos a quienes llama justifica y
glorifica. Fue Pablo quien dijo, “no depende del que quiere, ni del que corre,
sino de Dios que tiene misericordia,” y quien cita a Dios diciendo: “A Jacob
amé, mas a Esaú aborrecí.”
De
quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” “Mas
antes, oh hombre, ¿quien eres tú, para que alterques con Dios? Dirá el vaso de
barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el
alfarero sobre el barro?” Fue pablo quien habló de aquellos que han sido
escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo para ser santos y sin
mancha, habiendo sido predestinados para la adopción como hijos.
Y sin
embargo, ¿Quién podría afirmar siquiera por un momento, con honestidad, que
este gran defensor de la predestinación no estuvo enardecido por el Señor? ¿No
exclamó acaso, “Ay de mí si no anunciare el evangelio de Jesucristo”? De hecho,
¿no fue acaso el conocimiento mismo que Pablo obtuvo por medio de la visión, de
que el Señor tenía mucha gente en Corinto, el estímulo que necesitaba para
permanecer en esa ciudad durante un año y medio, para trabajar diligentemente,
a fin de que aquellos a quienes el señor poseía pudieran oír el evangelio y
salvarse? ¿Suenan acaso las afirmaciones constantes de pablo referentes a que
el oraba de día y noche sin cesar por las iglesias recién fundadas como si la
elección hubiera mitigado su entusiasmo? ¿Acaso sus trabajos de tres años en
Éfeso con lagrimas no revelan el espíritu de un hombre que no puede hacer los
suficiente por su señor?
¿Acaso
no fue Pablo quien dijo que consideraba que su vida no valía nada con tal de
poder testificar de la gracia de Dios? ¿Consideraría que no tiene celo por la
causa de una persona que fue azotada tres veces con varas, una apedreada, tres
veces sufrió naufragio; que pasó veinticuatro horas en alta mar; que viajó
tanto, con peligros de ríos, peligro de ladrones, peligro de gentiles, peligros
de los de su nación, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros
en el mar, peligro entre falsos hermanos, en trabajo y fatiga, en muchos
desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez? ¿Es ese acaso
un Espíritu frío, frígido, inanimado, apagado, sin celo ni iniciativa?
Se ve
pues que la Biblia y la historia misma de la iglesia desmienten las opiniones
de aquellos que acusan al calvinismo de ser una influencia mortal, algo que
debería ocultarse y de lo que no se debería hablar, algo en lo que hay que
pensar cuando nadie nos escucha.
Por
consiguiente, en vez de temer las grandes verdades de la soberanía de dios,
extasiémonos en gratitud para con Dios por su amor de predestinación, el cual,
a pesar de la rebelión completa de todo hombre contra Dios y del odio hacia él,
se empeño en salvar a algunos. Y demos gracias a dios de que incluso nuestra fe
proceda de Él y se nos haya dado en una forma irresistible. Porque sabemos que
por naturaleza somos tan depravados que si Dios no hubiera actuado en esta
forma irresistible y preciosa, nunca hubiéramos creído, Además, demos gracias a
Dios de que Cristo no muriera en una manera insulsa y débil por todos los
hombres, de manera que no se tuviera seguridad de la salvación de ninguno, sino
que su realización quedara en manos de los totalmente depravados.
Demos
más bien gracias a Dios de que la muerte de Cristo fuera una garantía absoluta
de que todos y cada uno de los elegidos se salvarían. Y una vez salvados, demos
gracias a Dios de que no tenemos que temblar por temor de que mañana podamos
apostatar y perdernos eternamente, sino más bien, de que una vez salvos,
siempre seremos salvos. En otras palabras, “Bendito sea el dios y Padre de
nuestro señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de
su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el amado” (Ef. 1.3-6).
Y
finalmente, no se olviden de “hacer firme vuestra vocación y elección” (2P.
1.10). Porque es posible saberlo todo acerca de la predestinación y sin embargo
ir al infierno, y todo por no acudir sinceramente a Jesús en arrepentimiento y
pedirle que le salve de sus pecados. Así pues, en el nombre de Dios, les mandó
e invito: crean en el Señor Jesucristo. Depende de ustedes. Pero si creen,
entonces den gracias a Dios por haberles hecho desear creer Soli deo gratia: A
Dios sólo sean dada las gracias.
PREGUNTAS PARA SU ESTUDIO Y REFLEXION
1. ¿Todo ha sido decretado por Dios? Demuestre su respuesta con la
Biblia.
2. Si el pecado no ha sido decretado por Dios, mencione las acciones
humanas y los acontecimientos históricos que sí lo han sido.
3. Busque en la Biblia los siguientes pasajes y comente lo que dicen
acerca de que el pecado ha sido decretado por Dios:
A. Génesis 45.5-8
B. Génesis 50.20
C. Hechos 2.23
D. Hechos 28
4. Igualmente, busque los siguientes versículos de la Biblia y comente lo
Que dice n acerca de que Dios decreta el pecado:
A. Josué 16.23
B. 1 Samuel 16.23
C. 2 Samuel 12.11-12
D. 2 Samuel 16.10-11
E. 1 Reyes 22.20-33
F. Job 1.21
G. Isaías 10.5
H. 2 Tesalonicenses 2.11
I. Apocalipsis 17.17
5. Busque los siguientes versículos que hablan de la santidad de Dios:
A. Salmo 5.4-6
B. Isaías 6.3
C. Romanos 9.14
D. 1 Pedro 1.16
E. Apocalipsis 15.4
¿Cómo se reconcilian estos versículos con
los que se mencionan en las preguntas 5 y 6?
6. ¿Cómo puede un dios santo y omnipotente decretar la caída. El pecado Y
el infierno?
7. ¿Es bíblico decir, “La salvación depende de usted”?
8. ¿Cómo muestra la historia del naufragio de pablo tanto la soberanía Divina
como la responsabilidad humana (Hch. 27.22-25, 31)?
9. ¿Cómo impone el arminiano una lógica racionalista a la Biblia?
10. ¿De qué manera hace lo mismo el hipercalvinista?
11. ¿Qué posición ocupa el calvinista respectos a
estos dos extremos?
12. ¿merece reproche el que ha sido predestinado a
ser ladrón?
13. Lea Deuteronomio 29.29 y explíquelo en detalle.
14. Lea y comente pasajes de la Biblia que hablen de
la incomprensibilidad de Dios tales como Isaías 55.8 9, Job 38 y romanos
11.33-36.
15. ¿Le gustaría saber todo lo que Dios sabe y ser
como él? Sea sincero y diga por qué.
16. ¿Cómo se relacionan en colosenses 3.12 la
soberanía divina y la responsabilidad humana?
17. ¿Y en 1 tesalonicenses 5.8-9?
18. ¿Y 2 tesalonicenses 2.13, 15?
19. A veces se dice que la enseñanza de que Dios
predetermina todas las cosas mata la iniciativa del hombre. ¿Cómo refutaría
este argumento con las vidas de pablo y de Calvino?
LECCIÓN: 9
7: ACTITUD DE CALVINO HACIA LA PREDESTINACIÓN.
Calvino
escribió que, al tratar de la predestinación, debería evitarse dos actitudes:
curiosidad excesiva por lo que Dios ha revelado y timidez exagerada en enseñar
lo que ha revelado.
En el
primer caso, “La curiosidad humana hace que la discusión de la predestinación,
ya de por so algo difícil, resulte muy confusa e incluso peligrosa. No hay
prohibiciones que le impidan vagar por veredas prohibidas ni remontarse hacia
las alturas. Si se les permitiera, no dejaría ningún secreto de Dios sin
averiguar o descifrar. Como por todas partes hay tantos que utilizan esta
audacia y atrevimiento, algunos de ellos hombres que por lo demás no son malos,
se les debería recordar a su tiempo cuál es su deber a ese respecto.
“Primero,
pues que recuerden que cuando estudiaban la predestinación están penetrando en
los recintos sagrados de la sabiduría divina. Si alguien irrumpe con seguridad
despreocupada en este lugar, no llegará a satisfacer su curiosidad y entrará en
un laberinto del que no hallará salida. Porque el hombre no tiene derecho a
averiguar sin restricción cosas que el Señor ha decidido que quedaran
escondidos en Él; ni tampoco tiene derecho a investigar desde la eternidad esta
sublime sabiduría, que Dios quisiera que reverenciáramos pero que no
entendiéramos a fin de que, por medio de ello, nos llenáramos de pasmo. Con su
palabra ha declarado los secretos de su voluntad que ha decidido revelarnos. Ha
decidido revelárnoslos en cuanto previo que nos concernirían y beneficiarían.”
Para
Calvino, al ocuparnos de la predestinación, la palabra de Dios es la única
norma. “Si prevalece este pensamiento que la palabra de Dios es el único camino
que nos puede guiar en la búsqueda de todo lo que es justo saber respecto a Él,
y la única luz para iluminar nuestra visión de todo lo que deberíamos ver de
Él, nos preserva fácilmente y frenará de toda temeridad. Porque sabremos que en
cuanto excedemos los límites de la palabra, nuestro curso anda desviado y en la
oscuridad, y que erraremos, resbalaremos y tropezaremos repetidas veces.
Tengamos, pues esto, esto muy presente por encima de todo: buscar cualquier
otro conocimiento de la predestinación que lo que la palabra de Dios manifiesta
no es menos insano que querer caminar por un desierto sin sendas o querer ver
en la oscuridad. Y no nos avergoncemos de ser algo ignorantes en este terreno,
ya que existe una cierta ignorancia sabia. Antes bien, abstengámonos
voluntariamente de indagar en una clase de conocimiento, cuyo deseo ardiente es
tanto necio como peligroso más aun, incluso mortal. Pero si nos agita una
curiosidad atrevida, haremos bien en contraponerle este pensamiento moderador:
así como no es bueno comer demasiada miel, tampoco en el caso del curioso la
investigación de la gloria no se transforma en gloria. Porque hay buena razón
para que nos disuadamos de esta insolencia que nos puede abocar a la
perdición.” *
* CALVINO, III, XXI, 2.
La
segunda actitud que deberíamos evitar, dice Calvino, es la de los que “casi
exigen que se oculte toda mención de la predestinación; de hecho, nos enseñan
que hay que evitar cualquier pregunta respecto a ello del mismo modo que
evitaríamos un arrecife.” También esta actitud está equivocada. “Porque la
escritura es la escuela del Espíritu santo, en la que al igual que no se omite
nada que sea necesario y útil conocer, tampoco se enseña nada que no sea
conveniente saber.
Por
consiguiente debemos cuidarnos de no privar a los creyentes de cualquier cosa
revelada en la Escritura acerca de la predestinación, para no aparecer, o bien
que los privemos maliciosamente de la bendición de Dios, o bien que acusamos al
Espíritu Santo y nos mofamos de Él por haber publicado lo que nos es provechoso
suprimir, afirmo que debemos permitir que el cristiano abra los ojos y oídos a
toda manifestación que Dios dirija , con tal de que lo haga con tal moderación
que cuando el Señor cierra sus santos labios, también el cierre de inmediato el
camino de las averiguaciones.” *1
Calvino
concluye sus observaciones diciendo que desea que los que quieran ocultar la
predestinación “admitan que no deberíamos investigar lo que Dios ha dejado en
el secreto, que no deberíamos negligir lo que ha puesto al descubierto, de modo
que no se pueda acusar de excesiva curiosidad por un lado ni de la excesiva
ingratitud por el otro…Así pues, todo el que acumula odio sobre la doctrina de
la predestinación censura a Dios, como si Dios hubiera imprudentemente dejado
pasar algo dañino para la iglesia.”* 2
De
este modo Calvino enseño el principio de la Scriptura tota y Scriptura sola,
toda la Escritura y sólo la Escritura. El hombre debe enseña todo lo que Dios
ha revelado, incluyendo la predestinación. Pero no debe ir más allá de la
Escritura, especulando en lo que Dios no ha revelado. No se puede adoptar una
actitud más hermosa que ésta que Calvino expresó.
8: APÉNDICE.
LA CONFESION BELGA DE FE
ARTÍCULO XII
LA PROVIDENCIA DE DIOS
Creemos
que es buen Dios, luego de haber creado todas las cosas, no las ha abandonado
ni las ha entregado al acaso o al azar, sino que las dirige y gobierna según su
santa voluntad, de tal manera que no acontece nada en este mundo sin su
disposición; con todo eso, sin embargo, Dios no es autor ni tiene culpa del
pecado que sucede. Porque su poder y bondad son tan grandes e incomprensibles,
que Él muy bien y con justicia dispone y ejecuta su obra,
*1CALVINO, III, XXI, 3.
*2CALVINO, III, XXI, 4.
También
cuando los diablos y los inicuos obran injustamente. Y en cuanto a lo que Él
hace fuera del alcance de la comprensión humana, eso no lo queremos investigar
curiosamente más de lo que nuestra razón puede soportar; pero adoremos con toda
humildad y reverencia los justos juicios de Dios que nos son ocultos; dándonos
por satisfechos con ser aprendices de Cristo, para aprender solamente lo que Él
en su Palabra nos indica, sin exceder estos límites.
Esta
enseñanza nos da un inexpresable consuelo, pues por ella somos instruidos de
que nada puede acontecer por casualidad, sino por la disposición de nuestro
clemente Padre celestial, quien vela por nosotros con cuidado paternal,
sujetando a todas las criaturas bajo su dominio de tal manera que “no puede
caer un solo cabello de nuestra cabeza (porque están todos contados), ni puede
caer un pajarillo” a tierra sin la voluntad de nuestro padre. Sobre lo cual
descansamos, sabiendo que Él reprime a los diablos y a todos nuestros enemigos,
que sin su permiso y sin su voluntad no nos puede perjudicar. Y en esto
reprobamos el condenable error de los Epicúreos, que dicen que dios no se
inmiscuye en nada y deja que todas las cosas acontezcan al acaso.
ARTÍCULO XIV
LA CREACIÓN, LA CAÍDA Y LA PERDICIÓN DEL HOMBRE
Creemos
que Dios ha creado al hombre del polvo de la tierra, y lo ha hecho y formado
según su imagen y semejanza, bueno, justo y santo, pudiendo con su voluntad
convenir en todo con la voluntad de Dios. Mas, “estando así en honra, él no lo
ha entendido”, ni ha reconocido su excelencia, más se ha sometido por propia
voluntad al pecado y, por ende, a la muerte y a la maldición, prestando oídos a
las palabras del diablo. Porque él transgredió el mandamiento de vida que había
recibido, y se separó de Dios, que era su vida verdadera; habiendo pervertido
toda su naturaleza; por cuyo motivo se hizo culpable de la muerte física y
espiritual.
Y
habiéndose hecho impío, perverso y corrompido en todos sus caminos, ha perdido
todos sus excelentes dones que había recibido de Dios, no quedándole de esos
nada más que pequeños restos, los cuales, por otra parte, son suficientes para
privar al hombre de toda excusa; pues toda la luz que hay en nosotros se ha
convertido en oscuridad, como nos lo enseña la Escritura, diciendo: “Y la luz
resplandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.
“Aquí San Juan llama a los hombres oscuridad. Por eso desechamos todo lo que se
enseña contra esto acerca del libre albedrío del hombre, en vista de que el
hombre no es más que un esclavo del pecado, “no pudiendo recibir nada si no le
fuere dado del cielo”.
¿Por
qué quién ha de jactarse de poder hacer algún bien como de sí mismo?, puesto
que Cristo dice: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le
trajere.” ¿Quién ha de gloriarse en su propia voluntad, cuando entiende que el
“Intento de la carne es enemistad contra Dios”? ¿Quién se atreverá hablar de su
ciencia, viendo que el “Hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de
Dios”?
Para
abreviar, ¿quién sugerirá idea alguna, en vista que comprende que de nosotros
mismos no somos suficientes para reputar cosa alguna como procedente de
nosotros mismos, son que nuestra competencia es de Dios”? Y por eso debe
tenerse con razón, por cierto y seguro lo que dice el Apóstol, que “Dios es el
que obra en vosotros, así el querer como el obrar según su buena voluntad”.
Porque no hay entendimiento ni voluntad de Dios, excepto lo que Cristo ha
obrado en el hombre, lo que Él nos enseña al decir: “Sin mí nada podéis hacer.”
ARTÍCULO XV
EL PECADO ORIGINAL
Creemos
que, por la desobediencia de Adán, el pecado original se ha extendido a toda la
raza humana; el cual es una depravación de toda la naturaleza y un defecto
hereditario con los cuales aun los niños pequeños están contaminados ya en el
seno de sus madres, y que, en el hombre, producen toda clase de pecados, siendo
en él como una raíz de los mismos; por lo tanto, el pecado original es tan
repugnante y abominable ante Dios, que es suficiente para condenar a la
generación humana.
Este
pecado original no es anulado por completo ni enteramente extirpado ni aun por
el bautismo, visto que el pecado siempre surge de él como agua, como de una
fuente impura; si bien a los hijos de Dios no les es imputado para condenación,
mas les es perdonado por su gracia y misericordia; no para dormirse
tranquilamente en el pecado, sino para que en el sentido de esta corrupción les
haga gemir frecuentemente a los creyentes, deseando ser librados de este cuerpo
de muerte. Por lo tanto rechazamos los errores de los pelagianos que dicen que
este pecado no es nada más, que por imitación.
ARTÍCULO XVI
LA ELECCIÓN DE DIOS
Creemos
que, estando toda la generación de Adán en perdición y ruina por el pecado del
primer hombre, Dios se ha mostrado a sí mismo tal como es, a saber,
misericordioso y justo. Misericordioso, porque trae y salva de esta perdición a
aquellos a los cuales en su eterno e inmutable consejo, por pura misericordia
ha elegido en Jesucristo nuestro Señor, sin considerar en nada sus obras. Justo,
porque deja a los otros en la caída y perdición en que ellos se han metido.
LA
CONFESION DE FE DE WESTMINTER (1648)
CAPÍTULO III
EL DECRETO ETERNO DE DIOS
I. Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad,
ordenó libre e inalterable todo lo que sucede. Sin embargo, lo hizo de tal
manera, que Dios ni es autor del pecado ni hace violencia al libre albedrío de
sus criaturas, ni quita libertad ni contingencia de las causas secundarias,
sino más bien las establece.
II. Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en
toda clase de condición o contingencia que se puede suponer, sin embargo, nada
decretó porque lo preveía como porvenir o como cosa que sucedería en
circunstancias dadas.
III. Por el decreto de Dios y para la manifestación de
su propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y
otros preordenados a muerte eterna.
IV. Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados,
están designados particular e inalterablemente, y su numero es tan cierto y
definido que ni se puede aumentar ni disminuir.
V. A aquellos que dios ha predestinado para vida desde antes que el
mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y beneplácito
secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria eterna;
mas esto por su libre gracia y puro amor, sin la provisión de la fe o buenas
obras, de la perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura
como condición o causa que le mueva a ello; y lo ha hecho todo para alabanza de
su gracia gloriosa
VI. Así como Dios ha designado a los elegidos para lo
gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha
preordenado también los medios para ello. Por tanto, los que son elegidos,
habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, eficazmente llamado,
justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos.
VII. Respecto a los demás hombres del genero humano,
les ha placido a Dios, según el consejo inescrutable de su propia voluntad, por
el cual otorga a u misericordia o deja de hacerlo según quiere, para la gloria
de su poder soberano sobre todas las criaturas, quiso pasarles por alto y
ordenarles a deshonra u a ira a causa de sus pecados para alabanza de la
justicia gloriosa de Dios.
VIII. La doctrina de este alto misterio de la
predestinación debe tratarse con especial prudencia y cuidado, para que los
hombres, persuadidos de su vocación eficaz, se aseguren se su elección eterna,
y atendiendo a la voluntad revelada en la palabra de Dios cedan la obediencia a
ella. De esta manera la doctrina dicha proporcionará motivos e alabanza,
reverencia y admiración a Dios; y también de humildad, diligencia y abundante
consuelo a todos los que sinceramente obedecen al evangelio.
CAPÍTULO V
LA PROVIDENCIA
IX. Dios, el Gran Creador de todos, sostiene, dirige,
dispone y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, desde la más
pequeña, por su sabia y santa providencia, conforme a su presciencia infalible,
y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para la alabanza de la
gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia.
X. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, causa primera,
todas las cosas sucederán inmutable e infaliblemente, sin embargo, por la misma
providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la
naturaleza de las causas secundarias, sean necesarias, libre o continentemente.
XI. Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios; a pesar de esto,
Él es libre para obrar sin ellos. Sobre ellos, y contra ellos, según le plazca.
XII. El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable
y la bondad infinita de dios se manifiestan en su providencia de tal manera,
que se extiende aun hasta la primera caída y a todos los otros pecados de los
ángeles y de los hombres, y esto no sólo por un mero permiso, sino limitándolos
de un modo sabio y poderoso, y ordenándolos de otras maneras en su dispensación
múltiple para sus propios fines santos, pero de tal modo, que lo pecaminoso
procede sólo de la criatura, y no de dios, quien es justísimo y santísimo por
lo mismo, no es, ni puede ser el autor o aprobador del pecado.
XIII. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo
deja por algún tiempo a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la
corrupción de sus propios corazones, a fin de corregirles la fuerza oculta de
la corrupción, para hacerles más vigilantes contra todas las ocasiones futuras
del pecado, ya para otros muchos fines santos y justos.
XIV. En cuanto aquellos hombres malvados e impíos a
quienes Dios como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados
anteriores, no sólo les retira su gracia por la cual podían haber alumbrado sus
entendimientos y recibido en su corazón su influjo salvador, sino también
algunas veces les retira los dones que ya tenían, y los deja expuestos a
objetos que son causa de pecado debido a la corrupción humana, y a la vez les
entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder
de Satanás, de donde sucede que se endurecen bajo los mismos medios que dios
emplea para enternecer a los demás.
XV. Así como la providencia de Dios alcanza, en
general a todas las criaturas, así también de un modo especial cuida a su
Iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella.
CAPÍTULO VI
LA CAÍDA DEL HOMBRE, EL PECADO Y SU CASTIGO
XVI. Nuestros primeros padres, seducidos por la
sutileza y tentación de Satanás, pecaron comiendo del fruto prohibido. Plugo a
Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado proponiéndose
ordenarlo para su propia gloria.
XVII. Por este pecado cayeron de su justicia original y
perdieron la comunión con dios, y así quedaron muertos en el pecado y
totalmente corrompido en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo.
XVIII. Siendo ellos la raíz de la raza humana, la culpa
de este pecado fue imputada a su posteridad, y la misma muerte en el pecado y
la naturaleza corrompida se transmitieron a aquella que desciende de ellos
según la generación ordinaria.
XIX. De esta corrupción original, por la cual
carecemos de disposición y aptitud para todo bien estamos opuestos a éste así
como enteramente inclinados a todo mal, difaman todas nuestras transgresiones
actuales.
XX. Esta corrupción de naturaleza dura toda esta vida
aun en aquellos que son regenerados; y aun cuando sea perdonada y amortiguada
por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella y todos loe efectos de ella son
verdadera y propiamente pecado.
XXI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una
transgresión de la justa ley de Dios y contrario a ella por su propia
naturaleza, trae culpabilidad sobre el pecador, por lo que éste queda bajo la
ira de Dios, de la maldición de la Ley, y por lo tanto sujeto a la muerte, con
todas las miseria espirituales, temporales y eternas.
CAPÍTULO VII
EL PACTO DE DIOS CON EL HOMBRE
XXII. El primer pacto con el hombre fue un pacto de
obras, en el que se prometía la vida a Adán, y éste a su posteridad bajo la
condición de una obediencia personal perfecta.
XXIII. El hombre por su caída, se hizo indigno de la
vida por aquel pacto, por lo que plugo a Dios hacer un pacto nuevo, llamado de
gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los pecadores vida y salvación
por Cristo, exigiéndoles la fe en éste para que puedan ser salvos. Y
prometiendo dar a su santo Espíritu santo a todos aquellos ordenados para vida,
dándoles así voluntad y capacidad para creer.
CAPÍTULO VIII
CRISTO EL MEDIADOR
XXIV. Plugo a Dios en su propósito eterno, escoger y
ordenar al Señor Jesucristo su Unigénito Hijo para que fuese el mediador entre
dios y el hombre, y como tal, Él es Profeta y Sacerdote y Rey, el Salvador y
cabeza de su Iglesia, el heredero de todas las cosas, y Juez de todo el mundo;
desde la eternidad de dio Dios un pueblo para que fuese su simiente y para que
a debido tiempo lo redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara.
XXV. El señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y
por el sacrificio de sí mismo que ofreció una sola vez el Espíritu Eterno de
Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de su Padre y compró para aquellos
que éste le había dado, no sólo la reconciliación, sino también una herencia
eterna en el reino de los cielos.
XXVI. A todos aquellos para quienes Cristo alcanzo
redención, cierta y eficazmente les aplica y comunica la misma, haciendo
intercesión por ellos revelándoles en la palabra y por medio de ella los
misterios de la salvación persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y
a obedecer, gobernando el corazón de ellos por su palabra y espíritu, y
venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría, y de la manera y
por los caminos que estén más en conformidad con su maravillosa e inescrutable
dispensación.
CAPÍTULO IX
EL LIBRE ALBEDRÍO
XXVII. Dios ha dotado la voluntad del hombre de una
libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el
mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza.
XXVIII. El Hombre en su estado de inocencia, tenía
libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a dios, pero
era mudable y podía caer de dicho estado.
XXIX. El hombre pos su caída a un estado de pecado,
perdió completamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que
acompañe a la salvación, así es que como hombre natural que está enteramente
opuesto a ese bien y muerto en el pecado no puede por su propia fuerza convertirse
a sí mismo o prepararse para ello.
XXX. Cuando dios convierte a un pecador y le pone en
el estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el
pecado, y por su gracia solamente lo capacita para querer y obrar libremente lo
que es bueno en lo espiritual; sin embargo, por razón de la corrupción que aun
queda, el converso no quiere ni perfecta ni únicamente lo que es bueno, sino
también lo que es malo.
XXXI. El libre albedrío del hombre será perfecto e
inmutablemente libre para querer tan sólo lo que es bueno, únicamente en el
estado de la gloria.
CAPÍTULO X
LLAMAMIENTO EFICAZ
XXXII. A todos aquellos a quienes dios ha predestinado
para vida, y a esos solamente es a quienes le place en el tiempo señalado y
aceptado, llamar eficazmente por su Palabra y espíritu, sacándolos del estado
de pecado y muerte en que se hallaban por naturaleza para darles vida y
salvación por Jesucristo. Esto lo hace iluminando espiritualmente, a fin de que
comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno
de carne, renovando sus voluntades y por su poder soberano determinándoles a hacer
aquello que es bueno, y llevándoles a hacer aquello que es bueno, y llevándoles
eficazmente a Jesucristo. Sin embargo, ellos van con absoluta libertad,
habiendo recibido la voluntad de hacerlo por la gracia de Dios.
XXXIII. Este llamamiento eficaz depende de la libre y
especial gracia de Dios y de ninguna manera de alguna cosa prevista en el
hombre, el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y
renovado por el espíritu Santo, adquiere la capacidad de responder a este
llamamiento y de recibir la gracia ofrecida y transmitida en Él.
XXXIV. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son
regenerados y salvados en Cristo por medio del espíritu, quien obra cuándo
dónde y cómo quiere. Lo mismo sucederá con todas las personas elegidas que sean
incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra.
XXXV. Otras personas no elegidas, aun cuando sean
llamadas por el ministerio de la palabra y tengan algunas de las operaciones
comunes del espíritu nunca vienen verdaderamente a Cristo y por lo mismo no
pueden ser salvas; mucho menos pueden, los que no profesan la religión
cristiana, salvarse de alguna otra manera, aun cuando sean diligentes en
ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que
profesan, y el decir y sostener que lo pueden lograr así, es muy perniciosos y
detestable.
CAPÍTULO XIV
LA FE SALVADORA
XXXVI. La gracia de la fe, por la que los creyentes son
puestos en capacidad de creer para la salvación de sus almas, es la obra del
espíritu de Cristo en sus corazones y se efectúa ordinariamente por el
ministerio de la palabra, por el cual también y por la administración de los
sacramentos y por la oración, si acrecienta y fortalece.
CAPITULO XIV
LA FE SALVADORA
XXXVII. Son buenas obras solamente aquellas que Dios ha
mandado en su santa palabra y no las que sin ninguna garantía para ello, han
inventado los hombres por un celo ciego o so pretexto de buena intención.
XXXVIII. Esta buenas obras hechas en obediencia a los
mandamientos de Dios, son los frutos y las obediencias de una fe viva y
verdadera, y por ellas manifiestan los creyentes su gratitud, fortalecen su
seguridad, edifican a sus hermanos, adornan la profesión del evangelio, tapan
la boca de los adversarios, glorifican a Dios, pues son la obras de Él, creados
en Cristo Jesús para buenas obras, para que teniendo por fruto la santidad,
tengan por fin la vida eterna.
XXXIX. La aptitud que tienen los creyentes para hacer
buenas obras, no es de ellos en ninguna manera, sino enteramente del Espíritu
de Cristo, y para que ellos pueden tener esta aptitud, además de las gracias
que hayan recibido, necesitan el influjo eficaz del mismo Espíritu Santo que
obrará en ellos así el querer como el hacer por su buena voluntad; sin embargo,
ellos no deben mostrarse negligentes, como sino estuviesen obligados a obrar
fuera de una moción especial del Espíritu, sino que deben ser diligentes en despertar
la gracia de Dios que está en ellos.
XL. Las obras hechas por los hombres no regenerados,
aun cuando por su naturaleza puedan ser cosas mandadas por Dios y de utilidad
para ellos y para otros, como no proceden de un corazón purificado por la fe, ni
son hechas de un modo recto conforme a la palabra, ni con el objeto justo de
glorificar a Dios, ellas son entonces pecaminosas y no pueden agradar a Dios ni
hacer al hombre digno de recibir la gracia de Aquél. Con todo, los hombres se
hacen más pecaminosos y desagradan más a Dios si descuidad las buenas obras.
CAPÍTULO XVII
LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
XLI. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en su amado,
y por su Espíritu ha llamado eficazmente y los ha santificado, no pueden caer
ni total ni finalmente del estado de gracia, sino que con toda certeza
perseveraran en Él hasta el fin, y serán salvados por toda la eternidad.
XLII. Esta perseverancia de los santos no depende de su
propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección que nace
del amor libre e inmutable de Dios el padre. De la eficacia de los
méritos de la intercesión de Cristo, de la morada del espíritu de Dios y de la
simiente del mismo que está en ellos, y de la naturaleza del pacto de gracia,
de todo lo cual se desprende también la certeza y lo infalible de ella.
XLIII. No obstante esto, los creyentes, por las
tentaciones de Satanás y del mundo, la influencia de los restos de la
corrupción que queda en ellos y por el descuido de los medios necesarios para
preservarse, pueden caer en pecado graves, y continuar en ellos por algún
tiempo. Por lo cual incurrirán en el desagrado de Dios, entristecerán a su
Espíritu Santo, se verán privados en algún grado de sus consuelos y de sus
influencias endurecerán sus corazones, debilitarán sus conciencias, ofenderán,
escandalizarán a otros, y atraerán juicios temporales.