DOCTRINAS DE LA GRACIA

                                                                     LECCIÓN: 1

LOS CINCOS PUNTOS ESENCIALES DE LA BIBLIA

Este estudio es continúo a los tres anteriores, es por eso que tenemos que visualizar los mismos según el tema que estudiemos, esto nos ayudará más a conocer a Dios y todo su plan con los suyos.

1.- PECADO ORIGINAL. CORRUPCIÓN TOTAL.

EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA.
Este breve asentamiento de este estudio para poder guiarnos hacia más profundidad Bíblica. La doctrina de la corrupción total aparece en la confesión de Westminster de las maneras siguientes; "Por este pecado nuestros primeros padres cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, y por tanto quedaron muertos en el pecado y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo"
"Siendo ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado le fue imputada, y la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la posterioridad que desciende de ellos según la generación ordinaria.
El alcance y los efectos del pecado original San Pablo, Agustín y Calvino toman como punto de partida el hecho de que toda la humanidad pecó en Adán y que todos los hombres son "inexcusables" Ro. 2:1. Pablo recalca una y otra vez que estamos muertos, Efe. 2:12. Podemos notar en este versículo el énfasis quíntuple que hace el apóstol colocando frase sobre frase para acentuar dicha verdad.
La doctrina de la corrupción total, que declara que el hombre sean igual de malos, ni que no exista persona alguna sin alguna virtud, ni que la naturaleza humana sea mala en sí misma. Lo que significa es que el hombre desde la caída se encuentra bajo la maldición del pecado, y que es incapaz de amar a Dios.
El hombre no regenerado puede, debido a la gracia común, amar a sus familiares, ser buen ciudadano, quizá de donar un millón de pesos para un hospital, pero no puede dar ni un simple vaso de agua fría a un discípulo en el nombre de Jesús. Un hombre si fuere borracho, puede que logre abstienes de la bebida por laguna razón; pero jamás podrá hacerlo por amor a Dios.
Pruebas Bíblicas: I Cor. 2:14, Gen. 2:17, Rom. 5:12, II Cor. 1:9, Efe. 2:1-3; 12, Jer. 13:23, Sal. 51:5, Jn. 3:5 Ro. 3:10-12.

2. EL DECRETO ETERNO DE DIOS. ELECCIÓN INCONDICIONAL.

EXPOSICIÓN DE LA DOCTRINA.
La doctrina de la elección ha de considerarse sólo como una aplicación particular de la doctrina general de la predestinación en tanto se relaciona con la salvación de los pecadores. La confesión de Westminster presenta la doctrina de la siguiente manera: "Por el decreto de Dios, para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y otros preordenados están designados particularmente inalterablemente, y su número están cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir".
Es importante entender con claridad esta doctrina de la elección divina, ya que nuestro concepto de dicha doctrina determinará nuestro concepto de Dios, del hombre, del mundo, y de la redención. Calvino dice "Jamás nos convenceremos como debiéramos de que nuestra salvación procede y mana de la fuente de la misericordia gratuita de Dios, mientras no hayamos comprendido se elección eterna, pues ella, por comparación, nos ilustra la gracia de Dios.
PRUEBA BÍBLICA.
La primera pregunta que debemos formularnos es, ¿Hallamos esta doctrina en las Escrituras? Consideremos lo que dice San Pablo en Ef. 4:5. También es bueno considerar la cadena de oro con sus cinco eslabones; conocidos, predestinados, llamados, justificados, glorificados. Ro. 8:29.30. Podemos considerar esta elección bajo diferentes aspectos: (ver cat. menor P. 7 y 8)
A) Una Elección Individual.
Las Escrituras presentan la elección como algo que ocurre en el pasado sin consideración a méritos personales, y totalmente soberano. Ro. 9:11,12; Jn. 15:16; Ro. 5:6,8; 1Rey. 19:18.
B) Una Elección Nacional.
Dios escoge a algunas naciones para que reciban mayores bendiciones espirituales y temporales que otras. Esta forma de elección ha sido bien ilustrada en la nación Judía, en ciertas naciones europeas y de América. A través del Antiguo Testamento se afirma que los judíos eran un pueblo escogido. Am. 3:2; Sal. 147:20; Deut. 7:6
C) Una Elección Para Los Medios Externos De Gracias.
Nacer en un hogar cristiano donde se escucha y lee el Evangelio. Nadie puede escoger el lugar de su nacimiento.
D) Una Elección En Cuanto Las Vocaciones.
Dios nos concede los talentos especiales que nos capacitan para ser estadista, o médico, o abogado, o agricultor, o músico, ser inteligente, o los dones de belleza, etc.
La elección también incluye a los ángeles, pues de ellos son partes de la creación de Dios y están bajo su gobierno. Algunos son Santos, otros pecaminosos. 1 Tim. 5:21; Mar. 8:38: 2 Ped. 2:4: Mt. 25:41.

3. LA EXPIACIÓN LIMITADA.

La pregunta que tenemos que discutir es, ¿Ofreció Cristo su vida como sacrificio por toda la humanidad, sin distinción o excepción; o la ofreció solamente por los elegidos? Los calvinistas sostienen que según la intención y el plan de Dios, Cristo murió por los elegidos únicamente.
La confesión de Fe Westminster dice concerniente a esta doctrina "Por tanto, los que son elegidos, habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, y en debido tiempo eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados, adoptados, santificados, y guardados por su poder, por medio de la fe, para salvación. Nadie más será redimido por Cristo eficazmente llamado, justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos. (Cap. 3 secc. 6) cat. m. P, 16.
Esta doctrina no significa que se puede limitar el valor o el poder de la expiación que Cristo hizo. El valor de la expiación depende de y es medio por la dignidad de la persona que la hizo Jesucristo el Hijo de Dios. Es importante hacer esta declaración: El calvinista limita la expiación al decir que ésta no es aplicada a todas las personas, el Arminiano la limita al decir que solamente el que cree es salvo.
Las escrituras afirman que Cristo fue un rescate por sus elegidos. Cristo también enseñó que los elegidos y los redimidos eran las mismas personas, leer; Jn. 10:14,15; 15:13: 17:6, 9,10; Ef. 5:25. Cristo murió por hombres como Pablo y Juan, no por hombres como Faraón y Judas, quienes eran cabras y no ovejas. En Génesis leemos que Dios "puso enemistad" entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente.
En Gal. 3:16 Pablo usa el término "simiente" y lo aplica a Cristo como individuo, dándonos a entender que la simiente de la mujer es el pueblo de Dios elegido. De igual manera puede notarse que la simiente de la serpiente es esa porción de la raza humana no elegida por Dios. Prestemos atención a las palabras del señor Jesús en Jn. 6:70; 8:44. Y las de Pablo, Hech. 13:10.

4. LA GRACIA EFICAZ. EL LLAMAMIENTO EFICAZ

La confesión de Westminster presenta la doctrina de la gracia eficaz de la siguiente manera, "A todos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, la agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su palabra y Espíritu fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo, iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne, renovando sus voluntades y por su potencia todopoderosa, induciéndoles hacia aquello que es bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo" (cap. X secc. I y2)
Creemos que los méritos de la obediencia y del sufrimiento de Cristo son suficientes, adecuados y ofrecidos gratuitamente a todos los hombres. Pero surge la pregunta, ¿Por qué se salva y otro se pierde? ¿Por qué razón unos se arrepienten y creen, mientras que otros, con los mismos privilegios externos no se arrepienten? El calvinista sostienen que es Dios quien causa la diferencia. El Arminiano, atribuye la diferencia a los hombres mismos.
Las escrituras enseñan que el hombre en su estado natural está totalmente muerto en su pecado, y que Dios por su gracia nos resucita. Ef. 2:1,4-6; Jn. 5:24; Col. 2:13; Tít. 3:5; 1 Ped. 2:9; II Cor. 5:17; Ez. 11:19.
La regeneración y el llamamiento eficaz, no viola la libertas del hombre. Dios tampoco trata al hombre como si fuese una piedra o un pedazo de madera. Dios ilumina la mente y cambia todos los conceptos erróneos que el pecador abriga sobre Dios sobre sí mismo, y sobre el pecado. La persona regenerada comienza a ser guiada por nuevos motivos y deseos, y cosas que antes odiaba, ahora ama y desea. Este cambio no acontece por ninguna compulsión externa, sino debido a un nuevo principio de vida creado en el alma y que busca lo que le satisface.

5. LA PERSEVERANCIA DE LOS CREYENTES. (DE LOS SANTOS)

La doctrina de la perseverancia de los santos aparece en la confesión Westminster de la manera siguiente: "A quienes Dios ha aceptado en su amado, y que han sido eficazmente llamados y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. Fil. 1:6; 2 Ped. 1:10; Jn. 10:28,29; 1 Jn. 3:9. Cap. XVII secc. 1 y 2
Esta perseverancia... depende no de su propio libre albedrío, sin o de la inmutabilidad del decreto, que fluye del amor gratuito e inmutable de Dios Padre (2 Tim. 2.18,19; Jer. 31:3) de la eficacia del mérito y de la intercesión de Jesucristo (Heb. 10:10,14; 13:20,21; 7;25; 9:12-15; Jn. 17:11,24; Rom. 8:33-39) de la morada del Espíritu" (Jn. 14:16,17: 1 Jn. 2:27; 3:9). Si Dios ha escogido incondicionalmente a ciertas personas para vida eterna, y si su Espíritu aplica eficazmente a éstas los beneficios de la redención, entonces la conclusión es, que estas personas serán eternamente salvas.
La perseverancia no depende de nuestras buenas obras sino de la gracia de Dios. Pablo enseña que los creyentes no están bajo la ley sino bajo la gracia y por esto no pueden ser condenados por haber violado la ley (Rom. 6:14; 7:4,8; 4:15; Gal. 5:3).
La doctrina de la perseverancia, no significa que el creyente no pueda caer en pecado, el mejor de los creyentes aun puede caer en pecado. (2 Cor. 4:7; Rom. 7:19-25) En cuanto a los supuestos creyentes que se apartan de la fe definitivamente, demuestra que nunca han sido hijos de Dios. La cizaña nunca fue trigo. Mat. 13:38; 2 Cor. 11:14; Mt. 24:24; Rom. 9:6,7; 1 Jn. 2:9; Apc. 2:9.

LECCIÓN: 2

ACENTAMIENTO PARA ESTE ESTUDIO

Mientras existen otras doctrinas de gran importancia, estas cinco son las básicas para su desenvolvimiento como cristiano frente a Dios y el mundo. Al no conocerlas no sólo en forma intelectual sino también en su propia vida, ellas amoldarán su manera de pensar como también servirán de base para las demás doctrinas bíblicas.
También te llevaran a una comunión con Dios El Señor más intima y así compartir del evangelio como es debido, según lo anunciado en la gran comisión. (Mateo 28: 19-20)
LA PRIMERA DOCTRINA: Se enfoca sobre la condición del hombre, es decir, su depravación total. Actualmente escritores en las ciencias humanas tratan de describir lo que es el hombre dentro de su realidad actual. Para Freíd, el problema del hombre está al nivel sexual. Para Marx, la realidad socio-económica amolda al hombre. El es nada más o menos que el reflejo de su realidad. La palabra de Dios entra en juicio sobre el hombre por su estado de rebelión frente a Dios, y su degeneración personal y social. La Biblia nos presenta un retrato completo del estado del hombre su depravación total.
LA SEGUNDA DOCTRINA: Nos presenta un Dios de amor y misericordia. Un Dios que incondicionalmente elige del fango del mundo, a su pueblo, para rescatarlo, regenerarlo y restaurarlo a la plenitud de vida. Mientras Dios ama a todas sus criaturas, El antes de la fundación del mundo, se fijo en su pueblo preferido. Un pueblo que en si no tubo nada de qué jactarse. Un pueblo sin valor antes de que Dios extendiera su amor en elección. Un amor que ha elegido personas de toda tribu, nación y lenguaje para compartir en su pueblo. Una amor que ha elegido “una gran multitud, la cual nadie podrá contar” (Apocalipsis 7.9).
LA TERCERA DOCTRINA: Nos muestra cómo Dios salvó a su pueblo. La salvación para su pueblo se consiguió en la Cruz del Calvario. Cristo murió en la cruz en el lugar del pecador, aquella persona que Dios el Padre eligió en su amor. Cristo tomó sobre sí, el castigo que el pecador merece para que él recibiera la justicia de Cristo, Ahora el pecador, conoce perdón de pecados, restauración con Dios y la gracia de Dios sobre su vida. Cristo en verdad murió por su pueblo para que sea verdaderamente un pueblo de Dios.
LA CUARTA DOCTRINA: Nos señala la obra del Espíritu Santo al atraer el pecador a Cristo. El es el que da la nueva vida que hace posible escuchar y entender el mensaje del Evangelio. El es el que convencerá al pecador de su pecado y su situación trágica. El es el que da fe al pecador para confiar en el Señor como También arrepentirse. Sin la obra del Espíritu Santo eficazmente atrae al Señor en una forma suave y dulce, a los pecadores elegidos al señor.
LA QUINTA DOCTRINA: Da mucha confianza como también esperanza al verdadero cristiano, elegido por el amor de Dios, justificado por la muerte de Cristo en la Cruz y la regeneración por el Espíritu Santo. Es la doctrina que nos muestra el verdadero cristiano es salvo para siempre. Su salvación verdaderamente es asegurada, no sobre cualquier esfuerzo humano, sino por la intervención constante del poder de Dios. El que Dios el Padre ama, le protege. El que Dios el Hijo rescató, le sostendrá. El que Dios el Espíritu Santo regeneró, le santificará. Todo viene al cristiano por la gracia no merecida de Dios para con él.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque de El, y por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria por los siglos. Amén.

LECCIÓN: 3

1: DEPRAVACIÓN TOTAL.

Como hay muchas ideas equivocadas respecto a la depravación total, es necesario ante todo establecer lo que no es la doctrina; y luego, en segundo lugar, explicar lo que es.

I. LO QUE NO ES

A. NO ES DEPRAVACIÓN ABSOLUTA.
A veces la palabra depravación unida a la palabra total da la impresión de que el hombre es todo lo malo imaginable, todo lo malo que puede ser, algo así como el diablo.
Pero depravación total no es lo mismo que depravación absoluta. Depravación absoluta significa que una persona expresa su depravación siempre a la enésima potencia. No sólo sus pensamientos, palabras y acciones son pecaminosos, sino que lo son en grado sumo. Ser totalmente depravado, sin embargo, no significa que una persona es lo peor posible en forma intensiva, sino lo más mala posible en forma intensiva, sino lo más mala posible en forma intensiva.
No es que no pueda cometer un crimen peor que el que ha cometido; antes bien, es que nada de lo que hace es bueno. El permea todas las facultades de su alma y todas las esferas de su vida. Es incapaz de hacer una cosa que sea buena. Ilustrémoslo. Cuando el niño miente, a menudo dice mentiras pequeñas. Estas mentiras podrían ser mucho peores. Sin embargo en sí mismas ya son malas. Ese mentir es malo. En consecuencia, el niño es malo. Pero no tan malo como podría serlo.
O, cuando los niños se pelean, a menudo lo hacen mofándose el uno al otro o dándose golpes a empujones; pero podrían hacerlo sacándose los ojos con tijeras o poniendo alfileres debajo de las uñas.
Unos adultos llaman a otros “estúpido” y “miserable”; pero en vez de insultarse podrían quitarse la vida.
Hitler fue un criminal vicioso; sin embargo incluso el perdonó a algunos pueblos franceses ante los ruegos de un sacerdote.
Kitty Genovese fue dejada a morir en Nueva Cork a la vista de veintiocho personas. Esta apatía, este no querer mezclarse en un asunto así, es abominable; y sin embargo los veintiocho hubieran podido ayudar a matarla. Y no lo hicieron. No eran todo lo malos que podían ser.
Durante el reinado del rey Saúl hubo un periodo transitorio: “El Espíritu de Jehová se aparto de Saúl y le atormentaba un Espíritu malo de de parte de Jehová” (1S. 16.14). En otras palabras, en la primera parte de su reinado no actuó en forma tan mala como lo hizo en la segunda parte. Incluso los que están cometiendo el pecado imperdonable (He. 6:4-8) no actuaron en otro tiempo todo lo mal que hubieran podido, sino que “una vez fueron iluminados y buscaron el don celestial y fueron hechos participantes del Espíritu Santo”.
Siempre ha habido hipócritas en la iglesia: los que tienen apariencia de santidad, pero niegan el poder de Dios (2 Ti. 3.5), e incluso predican y realizan milagros, como en el caso d Judas. Estos hipócritas incluso hubieran podido prescindir de las apariencias de caridad y perseguir directamente a la gente pero no lo hicieron.
Los pecados del hombre no solo son tan malos como podrían ser, sino que tampoco son tan amplios como podrían ser. Un hombre determinado no comete todos los pecados posibles. Todos nosotros violamos de pensamiento los mandamientos de Dios, pero no todos los violamos de hecho. Todos sentimos odio, por ejemplo, pero no todos cometemos homicidios. Casi todos tenemos deseos lujuriosos, pero no todos hemos cometido adulterio de hecho.
La explicación de esta moderación en el pecado está en que Dios, por medio de su gracia común (es decir la gracia que se da a los no creyentes), refrena a las personas para que no hagan el mal que podrían hacer. Por ejemplo, en Génesis 20 leemos que e rey Abimelec no pecó tanto como podría haberlo hecho, porque Dios l impidió que cometiera adulterio con Sara, esposa de Abraham. Y pablo escribe a los tesalonicenses que “ya está en acción el ministerio de la iniquidad” (2ª Te.2.7), pero a este espíritu malo le hace frete alguien “quien al presente lo detiene”.
B. NO ES UNA AUSENCIA COMPLETA DE BIEN RELATIVO.
No sólo es cierto que el no regenerado no comete los peores pecados posibles, no todas las clases de pecado, sino que también es cierto que es capaz de hacer algún bien _ si s entiende adecuadamente la palabra bien.
El catecismo de Heidelberg ofrece una definición muy clara de bien. En respuesta a la pregunta: “¿pero cuáles obras son buenas?” el Catecismo responde: “Sólo las que se hacen por fe verdadera, de acuerdo con la ley de Dios, y para su gloria” (pregunta y respuesta 91). Así pues según el Catecismo, hay tres elementos indispensables para que las obras sean verdaderamente buenas: fe verdadera, conformidad con la Ley de Dios y motivación adecuada.
Por otra parte una obra relativamente buena en lo exterior quizá puede parecer buen y sin embargo puede no haber nacido de verdadera fe ni ser para ni ser para la gloria de Dios, Los no cristianos, aun siendo totalmente depravados pueden realizar obras relativamente buenas.
Supongamos, por ejemplo, que un no creyente roba $5.000 de un banco y luego escribe un cheque por $1.000 para la Cruz Roja, a fin de que lo alaben. Este donativo en lo exterior está conforme a la ley de Dios; pero como nace de la fe y como carece del motivo de glorificar a Dios, es pecaminoso. Es una acción sólo relativamente buena.
Albert Schweitzer es ejemplo de alguien que negó el Cristianismo Bíblico y sin embargo avergonzó a muchos cristianos ortodoxos con su amor y amabilidad. Sacrificó tres carreras brillantes y renunció a la cultura de Europa para ir a trabajar y a sufrir con los negros de África. Como filosofo experto en el nuevo testamento y organista de fama mundial, se sentía como Dives, vestido de púrpura y lino fino, lleno de lujos, en tanto que había tanto lazaros en África cuyas heridas lamían los perros. Se dedico en una forma sacrificada al cuidado de los enfermos en el corazón de África, viviendo una vida ejemplar de bien relativo. Sus acciones externas se conformaban a la ley del amor; pero no creía en el Dios trino y no lo guiaba el motivo justo de la gloria de; sus acciones se podrían llamar verdaderamente buenas sólo en un sentido relativo.
Tomemos otros ejemplos de bien relativo. Consideremos al soldado no cristiano que en el combate es modelo de valor y amor al lanzarse sobre una granada para salvar a sus compañeros. O al no cristiano que arriesga la vida al arrojarse frente a un camión para rescatar la vida de un niño. O al pagano blasfemo que ayuda al mendigo. O al judío que dona su amplia propiedad para que se utilice como parque público. O al unitario que da $100.000 para construir unos laboratorios en la universidad. O al anciano que vive al otro lado de la calle y no quiere saber nada de la iglesia. Es respetable, cuida muy bien de su casa, arregla el jardín, ama a su esposa, da caramelos a los niños del vecindario, y no jura.
En todos estos ejemplos están ausentes dos ingredientes necesarios de las buenas obras: fe en Jesucristo y el motivo de hacerlo todo para la gloria del Dios trino. Por esta razón se las puede llamar obras relativamente buenas. *
La Biblia da ejemplos de bien relativo. El Antiguo Testamento menciona a tres reyes, por ejemplo  Jehú, Joas, y Amazías quienes no temieron verdaderamente a Dios, y fueron reprobados. Sin embargo de Jehú dice Dios: “Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos…tus hijos
* El título del Artículo XIV de la Confesión Belga menciona lo “verdaderamente bueno” cuando habla de la “incapacidad” del hombre caído “par hacer lo que es verdaderamente bueno” Los Cánones de Dort hablan de “bien que salva” (III-IV, 3). Estos términos pueden ser engañosos porque incluso las acciones del regenerado no son “verdaderamente buenas”, ya que ni su fe ni el motivo que lo guía son completamente perfectos.
Ninguna persona en la tierra ama a Dios con todo el corazón, la mente y el alma. Y sin embargo, las acciones del Cristiano regenerado son de una índole completamente diferente de las del incrédulo. La fe y la motivación adecuada están presentes, aunque en una forma imperfecta. Tampoco es correcto hablar del “bien que salva”, puesto que el cristiano no se salva por las buenas obras, sino por Cristo.
Se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación” (2R. 10.30). De Joas la Biblia dice que “hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (2 R. 12.2). Y el escritor repite las mismas palabras en el caso del rey Amazías. Así pues, estos reyes hicieron cosas agradables delante de dios, si bien, en último término, se perdieron.
En el Nuevo Testamento Cristo afirma el hecho de que los réprobos hacen el bien cuando mandan a los discípulos que amen no sólo a sus amigos sino también a sus enemigos. Dijo así: “Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo” (Lc. 6.33). En otras palabras, Cristo dice que los no elegidos hacen el bien. También aquí no se puede interpretar esto en el sentido de que hacen lo que es verdaderamente bueno, sino un bien relativo.
Y Pablo escribe a los romanos (2.14) que “los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley”. No conocen a Jesucristo, no poseen la ley del Antiguo Testamento, sin embargo hacen cosas que en lo externo están de acuerdo con la ley de Dios cosas que son agradables a Dios en un sentido relativo,
Vemos, pues, que la depravación total no significa que los hombres sea el epítome del diablo. Porque, de hecho, el hombre no comete todos los pecados posibles; y los pecados que comete no siempre son todo lo malo posible. Además, vemos que él puede incluso realizar una cierta cantidad de bien relativo. ¡Cuán agradecidos podemos estar a Dios por el ejercicio de su gracia común, con la cual no sólo refrena del mal al no regenerado, sino que también lo capacita para hacer este bien relativo!

II. LO QUE ES

A. POSITIVAMENTE: SÓLO PECAR Y SIEMPRE PECAR.
Aunque afirmamos que el hombre natural, el que no ha sido regenerado por el Espíritu Santo, puede hacer el bien relativo, es necesario volver a insistir en que incluso este bien no es fundamentalmente “verdadero bien” a los ojos de Dios. La razón de esto es, como dice la Confesión Belga, que están ausentes la motivación del amor y la fe. De hecho, ese bien relativo no es otra cosa, en el sentido más profundo, que pecado y maldad.
La depravación total significa que el hombre natural nunca puede hacer ningún bien que sea fundamentalmente agradable a Dios, y, de hecho, hace siempre el mal. Este es el testimonio diáfano de la Escritura.
En Génesis 6.5 se nos dice “que la maldad de los hombre era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. Fijémonos cuidadosamente en la descripción de la maldad. Era mucha. Llegaba hasta lo más recóndito del hombre. No sólo a su corazón, no sólo a los pensamientos de su corazón, sino también al designio de los pensamientos del corazón. Estas actitudes íntimas, según la Biblia, eran sólo el mal y lo eran de continuo siempre. Génesis 8.21 añade que esto era así, no solo cuando el hombre ya era maduro, sino desde la juventud.
Jeremías dice que “engañoso es el corazón más que todas las cosa, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (17.9). El testimonio de la mayoría de los Cristianos concuerda con el de Jeremías. Incluso después de que una persona se hacho Cristiana, y por consiguiente conoce mejor las cosas, resulta aterrador comprobar cuán hipócrita, engañador, y malo es su corazón.
El salmista dice que esta depravación se aplica incluso en el caso del recién nacido: “He aquí, en maldad he sido formado y en maldad me concibió mi madre” (51.5). Esto no significa que el acto sexual sea malo, sino que desde la concepción, el nacimiento el hombre está contaminado con el pecado debido a la caída de Adán.
En forma inequívoca Pablo, citando los Salmos 14 y 53, dice “No hay justo, ni aun uno, no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno… No hay temor de Dios delante de sus ojos (Ro. 3.10-18).
Esta depravación es, pues, extensiva más bien que intensiva. El hombre no peca en todas las formas posibles, ni en la forma peor posible, puede incluso hacer algún bien relativo, pero peca en todo lo que hace. No hace ni una sola cosa que sea completamente agradable a Dios.
B. NEGATIVAMENTE: INCAPACIDAD TOTAL.
Otra forma de describir la depravación total es llamarla incapacidad total, de hecho, muchos prefieren ese término al de depravación total, ya que éste conduce a pensar que el hombre es todo lo malo que puede ser: El término incapacidad total, sin embargo, tiene el defecto de ser demasiado negativo. Sugiere que la condición pecadora del hombre es una carencia más bien que una característica positiva. Pero el término es muy útil para hacer entender el hecho de la incapacidad del hombre para hacer, entender, e incluso desear el bien. Examinemos esta triple incapacidad del hombre.
1. EL HOMBRE NO PUEDE HACER EL BIEN.
La confesión Belga es muy bíblica cuando afirma la “incapacidad” del hombre natural “para hacer lo que es verdaderamente bueno”. Los Cánones de Dort son también bíblicos cuando confiesan que “todos los hombres son incapaces del bien que salva”
Al hablar de la total incapacidad moral del no regenerado para hacer el bien, Jesús en cierta ocasión pregunto: “¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” Su respuesta fue: “todo árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” Mt. 7.17-18).
En otras palabras, el no regenerado no puede hacer lo que es verdaderamente bueno.
Pablo en cierta ocasión dijo, escribiendo en una forma semejante: “Nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo” (1Co. 12.3).
En otra ocasión Jesús dio el secreto de la vida cristiana: la unión con Cristo (Jn. 15). Utilizó la metáfora de la vid y los pámpanos. Al hablar de la incapacidad para hacer buenas obras, dijo: “como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, sino permanecéis en mí… Separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15.4-5). Esto es incapacidad total.
Con afirmaciones igualmente amplios, Pablo niega la incapacidad del no cristiano para hacer el bien cuando escribe: “La mente carnal (es decir, no regenerada) es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de dios, ni tampoco puede; y los que viven según la carne (es decir los no regenerados) no pueden agradar a Dios” (Ro. 8.7-8). Lea de nuevo esta descripción triple de la depravación total o incapacidad total: el no cristiano es enemigo de Dios, y le resulta imposible hacer el bien y agradar a Dios.
2. EL HOMBRE NO PUEDE ENTENDER EL BIEN.
El hombre no sólo es incapaz de hacer el bien por si mismo; ni siquiera puede entender el bien. Esta ciego como Cíclope, con su único ojo quemado. Lidia por ejemplo, oyó a Pablo predicar a Cristo a orillas del río en Filipos. Sólo después de que el Señor abrió su corazón pudo comprender lo que Pablo decía (Hch. 16.14). Hasta ese momento su comprensión estaba entenebrecida, para emplear la descripción que Pablo hace de los gentiles en Éfeso (Ef. 4.18). O, para emplear otra ilustración paulina, el velo que tenía sobre el corazón le impedía ver la verdad (2 Co. 3.12-18). Pero cuando dios actuó en su corazón espiritual, pudo responder a la predicación de Pablo.
Durante el ministerio de Jesús, los judíos lo rechazaron. “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (Jn. 1.11). El problema no estuvo en la presentación de la verdad. La verdad estaba allí. Jesús era el hijo de dios encarnado. La luz brillo en la oscuridad, pero la oscuridad no pudo comprenderla.
El Hijo realizó milagros y predicó a los judíos, pero éstos blasfemaron de Él. En cierta ocasión Jesús preguntó: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje?” Él mismo dio la respuesta: “porque no podéis escuchar mi palabra” (Jn. 8.43).
Sin duda que los judíos oían a Jesús con sus oídos físicos. Pero Jesús hablaba acerca de sus oídos espirituales. Como dijo en otra ocasión, “De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis” (Mt. 13.14). Esto explica por qué algunos teólogos y estudiosos de la Biblia pueden dedicar la mayor parte de la vida a estudiar la Biblia y sin embargo rechazan a Jesucristo como su Dios, Señor y Salvador.
La causa del rechazo no está en el testimonio claro de la palabra de Dios. Antes bien, está en la ceguera, tinieblas y dureza de su corazón. Si el hombre no está regenerado, no puede entender.
Uno de los pasajes más claros que enseñan la incapacidad del hombre natural para entender las cosas de Dios es 1 Corintios 1 y 2. Pablo dice que la palabra de la cruz (es decir, el mensaje central del cristianismo) es locura para los que se pierden (1 Co. 1.18). Con su propia “sabiduría” no llegan a conocer a Dios (v.21).
Si pudieran conocer a Dios con su sabiduría natural, entonces muchos sabios serían cristianos. Pero no ocurre así. La razón de que mentes brillantes no acepten el cristianismo es que todas las mentes son ciegas, a no ser que estén regeneradas. Porque como afirma pablo, el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender; porque se han de discernir espiritualmente” (2.14). En otras palabras, sin el Espíritu Santo uno no puede entender las cosas de Dios.
3. EL HOMBRE NO PUEDE DESEAR HACER EL BIEN.
El no cristiano no sólo es incapaz de hacer nada que sea verdaderamente bueno, no solo es incapaz de entender el bien, sino, peor todavía, ni siquiera puede desear el bien. Una cosa es tener un objetivo bueno y no poder alcanzarlo. Esta incapacidad de alcanzar un objetivo bueno es parte de la depravación del hombre. Otra cosa es tener un objetivo bueno, pero no poder siquiera entender lo que es ese objetivo.
Esta falta de comprensión también es parte de la depravación del hombre. Pero el colmo de la depravación total es que el hombre natural ni siquiera desea un objetivo bueno. No le preocupa en lo más mínimo. Esta última afirmación no es exacta. Sí le preocupa: odia el bien y la fuente del mismo, a saber, Dios. Esta falta de deseo de Dios es a la vez el abismo y el epítome de la depravación total del hombre natural.
Esta incapacidad de desear el bien, y especialmente a Jesucristo, la expresa Jesús mismo con vigor en otra de sus frases definitivas expresadas en forma negativa (Mt.7.18; Jn. 3.3; 8.43; y 15.4-5).
Dijo “ninguno pude venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Jn. 6.44). Poco después repitió el mismo pensamiento con palabras diferentes: “Ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Jn. 6.65). He aquí la depravación total: el hombre no puede escoger a Jesús. Ni siquiera puede dar el primer paso para acudir a Jesús, a no ser que el Padre lo atraiga. Y esta depravación es universal. “ninguno” puede venir; dice Jesús. No sólo algunos no pueden, sino que nadie puede. Esta es incapacidad universal y total.
La prueba más poderosa de que el hombre no puede ni desear el bien se encuentra en las ilustraciones bíblicas que hablan del efecto de la acción inicial del espíritu santo: corazón de carne, nacimiento, creación y resurrección. Estas expresiones demuestran con claridad que un niño puede entender la incapacidad moral total del hombre.
Por ejemplo, en el Antiguo testamento se describe al no regenerado como poseedor de un corazón que esta hecho de piedra (Ez. 11.19). El corazón de piedra no tiene vida. Está muerto no puede hacer nada. Esta es la incapacidad total. Pero Dios dice que regenerará a su pueblo. Pondrá un Espíritu nuevo en ellos, y entonces tendrá un corazón de carne, que está vivo. Entonces poseerán la capacidad de seguir a Dios.
Jesús utilizó la analogía del nacimiento: “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3.3). El bebe nunca desea o decide nacer. Nunca contribuye ni en un ápice a su propio nacimiento. En todo el proceso, desde la concepción hasta el nacimiento, está completamente pasivo y es completamente incapaz de controlar su propio nacimiento. De forma semejante, el no creyente no puede dar un solo paso hacia su nuevo nacimiento. Lo debe generar el espíritu santo. Los arminianos enseñan el concepto antinatural de que alguien que espiritualmente no es puede desear nacer, puede creer en Cristo y entonces nacer de nuevo. Pero un “no ser” no existe y por consiguiente no puede tener deseos de ir a Cristo.
Pablo usa la ilustración de la creación. Dijo que si alguien está en Cristo es una criatura nueva (2Co. 5:17, Gal. 6.15). Lo que no existe-la nada-nunca se puede producir a sí mismo. El concepto mismo de creación implica necesariamente pasividad e incapacidad totales por parte del objeto que va ser creado. Lo que es cierto en el terreno físico lo es también en el espiritual: las personal son totalmente incapaces de hacerse a sí mismas criaturas nuevas en Cristo.
Pablo también utilizó la analogía de la resurrección cuando en Efesios 2.1 escribió, “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” En el versículo 5 dice: “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” (Col. 2.13).
Algunos buenos cristianos interpretan estos versículos en el sentido de que el hombre está herido o enfermo, pero no muerto, porque dicen que el hombre sigue teniendo la capacidad de pedir la ayuda de Dios para su salvación. El hombre tiene poder para creer o no creer. No está realmente muerto; porque si lo estuviera, no podría pedir ayuda. Sólo está enfermo. Sí lleno de pecado, enfermo con el pecado, pero aun así puede pedir al doctor que lo ayude. Pero el calvinista sostiene la enseñanza clara de la Biblia y dice: “No, está muerto. Ni siquiera puede abrir la boca. Ni siquiera tiene deseo alguno de llamar al doctor para que lo ayude. Está muerto.”
El Arminiano compara al no regenerado con alguien que se arroja por la ventana de un segundo piso, se rompe tres costillas, y una pierna, pero sigue viviendo. El hombre sabe que está gravemente herido y por tanto necesita un doctor. De hecho, puede pedir ayuda de algún transeúnte o arrastrarse hasta el teléfono para llamar al doctor. Desea sanar.
El calvinista, sin embargo, compararía al hombre con alguien que salta del último piso de un rascacielos y se aplasta en la calle. Incluso si quedara algo sano en él después de llegar al suelo, no sabría que necesita ayuda, y mucho menos la podría pedir. El hombre está muerto –sin vida- y ni siquiera puede desear sanar.
O, para utilizar otro ejemplo: La postura que da al hombre algo de crédito por su salvación al otorgarle la capacidad de creer, describe al hombre como ahogándose. Éste agita la cabeza dentro del agua y mueve vertiginosamente los brazos, tratando de mantenerse a flote. Si alguien no lo ayuda, morirá. Quizá ya se le han medio llenado de agua los pulmones; incluso puede haber perdido el conocimiento por unos momentos, pero sigue teniendo suficiente presencia de ánimo y capacidad para moverse y gritar para que lo salven. Si llama al salvavidas, éste lo salvara.
La descripción bíblica, sin embargo, es la de un hombre que está en el fondo del océano, a más de mil metros de profundidad. El peso de agua es de seis toneladas por centímetro cuadrado. Ha estado ahí durante mil años y los tiburones han devorado su corazón.En otras palabras, el hombre está totalmente muerto y es totalmente incapaz de pedir a nadie que lo salve. Para que se salve tiene que ocurrir un milagro. Alguien tiene que sacarlo de la superficie y devolverle la vida, y entonces podrá pedir al salvavidas que lo rescate.
Esta es la descripción del pecador. Está muerto en sus pecados y transgresiones (EF.12.1, 5). No desea sanar. Está muerto.
Cuando Cristo le grito a Lázaro que saliera del sepulcro, éste no tenía vida como para oír, incorporarse, y salir. No había en él ni un hálito de vida. Para poder oír a Jesús quien lo instaba a salir, éste tuvo que devolverle la vida. Jesús lo resucitó y entonces Lázaro pudo responder.
Estas ilustraciones ponen de manifiesto el punto básico de la discrepancia entre los arminianos y los calvinistas, lo que Martín Lutero afirmó que era el eje en torno al cual giró toda la reforma.* El Arminiano y nos referimos a él con cordialidad aunque no es bíblico en este punto cree que Cristo murió por el pecado y que nadie puede contribuir a lo más mínimo a pagar por sus propios pecados. Hasta aquí todo está bien. “Jesús pagó por todo, todo se lo debo a él”.
* La esclavitud de la voluntad, por Martín Lutero. El título de este libro es otra buena descripción de la depravación completa y de la incapacidad total. La voluntad no es libre: está en esclavitud, sometida al diablo. Es “como un animal que se encuentra entre dos jinetes. Si lo monta Dios, quiere lo que Dios quiere y va donde Dios desea. Si lo monta Satanás, quiere lo que quiere Satanás y va donde Satanás desea. Tampoco puede escoger al jinete; son los mismos jinetes los que luchan para decidir quién lo va a conseguir.” Este excelente libro de Lutero contra las ideas no bíblicas de Erasmo muestra lo buen calvinista que era Lutero.
Pero la entraña del problema está en que el Arminiano va todavía más lejos y afirma que el no salvo puede, pude por su propia fuerza y con ayuda del espíritu Santo, pedir a Jesús que lo salve. Y una vez que lo pide, entonces nace de nuevo.
El “calvinista” bíblico, sin embargo dice no. El Arminiano ha empezado la casa por el tejado. El hombre está muerto en sus pecados y delitos, no sólo enfermo o herido, pero todavía con vida. No, el no salvo, el no regenerado, está espiritualmente muerto (Ef.2) Es incapaz de pedir ayuda a no ser que Dios cambie su corazón de piedra por un corazón de carne y lo haga vivir espiritualmente (Ef.2.5). Entonces, una vez que ha nacido de nuevo, puede por primera vez acudir a Jesús para expresar pesar por sus pecados y pedirle que lo salve.
La pregunta es: ¿Es Dios el autor sólo de la redención o también de la fe? ¿Pone Dios de parte suya el sacrificio vicario de Cristo, y el hombre su fe? ¿O es la fe también don de Dios (Ef.2.8)? ¿Depende la salvación parcialmente de Dios (dar a Cristo en la cruz) o totalmente de Dios (dar a Cristo para que muera por nosotros además de darnos la fe)?
¿Se queda el hombre con un poquito de la gloria-la incapacidad de creer? ¿O pertenece toda la gloria a Dios? La enseñanza de la depravación total es que Dios es merecedor de toda la gloria y el hombre no es digno ni de una mínima parte de ella.

CONCLUSIÓN.

De la enseñanza bíblica acerca de la depravación total del hombre se puede sacar tres lecciones.
1. LA DEPRAVACIÓN TOTAL EXPLICA LOS PROBLEMAS DE NUESTRO MUNDO.
El odio congénito hacia Dios y al hombre constituye la raíz de las violencias estudiantiles, de las protestas sangrientas, de las anarquías, de las huelgas egoístas, del tráfico de drogas, de los crímenes y del caos general hacia el cual se encamina el mundo.
Sin querer ser simplistas ni ingenuos, se puede afirmar que la sociedad no resolverá estos problemas básicos hasta que las personas nazcan de nuevo y se vuelvan a Jesucristo. Porque la Biblia nos dice que el hombre no está vivo espiritualmente, y la consecuencia es “que no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura.
Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Ro. 3.12-18). Y todo empeorará antes de mejorar, según las profecías de la Biblia. En los últimos tiempos, Satanás quedará en libertad por un tiempo, y parecerá como si las fuerzas del mal se hubieran desencadenado.
Esto no significa que la conversión del mundo entero resolvería todos los problemas. Porque los cristianos nacidos de nuevo siguen siendo pecadores, aunque básicamente han sido cambiados. El mundo necesita más que la conversión: necesita que los cristianos apliquen los principios cristianos a la política, al trabajo, a la economía y a la sociedad general.
Pero esta enseñanza de la depravación total debe poner sobre aviso al cristiano para que no se sorprenda ante la mentalidad destructora rebelde, anárquica y llena de odio del mundo presente; y nos debería indicar la necesidad que se tiene del evangelio para resolver estos problemas.
2. EL CONOCIMIENTO DE LA DEPRAVACIÓN TOTAL DEBERÍA TAMBIÉN ENSEÑARNOS QUE SOMOS TOTALMENTE MALOS Y ESTAMOS EN UNA SITUACIÓN TERRIBLE A NO SER QUE DIOS NOS AYUDE
Cuando alguien se entera por la Biblia de la enormidad de su pecado, debería querer acudir a Dios para pedirle, “Ayúdame, Jesús, Soy malo y pecador. He obrado mal. No soy bueno. Sálvame Jesús.” Cuando lo hace, se sigue una tercera verdad.
3. EL CONOCIMIENTO DE LA DEPRAVACIÓN TOTAL LE ENSEÑARÁ AL HOMBRE QUE SI DESEA PEDIR A DIOS QUE LO AYUDE, LO HACE SÓLO PORQUE DIOS MISMO PONE EN ÉL EL QUERER Y EL HACER SEGÚN SU BUENA VOLUNTAD (FIL. 2:12.13)
Sabrá que Jesús no sólo murió por sus pecados, sino que Dios incluso puso en su corazón la capacidad de creer en Jesús. Entonces exclamará, “¿Hasta dónde llega la bondad de Dios?” No sólo envía a Cristo para que cargue con el castigo que a mí me correspondía, sino que incluso hace que yo, quien en realidad no amo a Jesús, desee amarlo y creer en él. ¡Qué Dios tan bueno!

INSTRUCCIONES PARA AYUDAR A LOS LÍDERES EN EL EMPLEO DE LAS PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN

1. Todos tienen intereses diferentes y formación diferente; de aquí se desprende pues que no todas las preguntas servirán para todos. Sepa, pues, seleccionar las que le parezcan de mayor interés. Su número es más que suficiente para una sesión.
2. Si alguien responde correctamente a la pregunta desde un principio, quizá no sea lo mejor decir: “Muy bien; pasemos a la siguiente pregunta.” Antes bien, desempeñe el papel del abogado del diablo: interrogue a los demás a ver si están de acuerdo con la respuesta dada, y pregunte por qué lo están. El aprendizaje es más provechoso cuando hay desacuerdo en las respuestas. Deje que los demás discutan las divergencias por un rato. Como líder no trate de resolver el problema de inmediato. Pero al final esté seguro de dar lo que usted piensa que es la verdad. No los deje en la duda, pero permítales discutir entre sí durante un tiempo.
3. Nunca se ría de ninguna respuesta ni la ridiculice, por muy tonta que piense que es. El hacerlo es la forma más segura de detener la discusión. Los demás tendrían miedo de que les fuera a ridiculizar, en el caso de que cometiera algún error. Sin estar de acuerdo con el error sugerido, suele ser posible hallar algo de verdad en la respuesta dada. Es mejor aprovechar eso y luego discretamente mostrar en que aspectos estaba equivocada la persona.
4. No haga preguntas a las que se pueda responder con un sí o un no. En este caso fracasaría. La pregunta estaría seguida de un rotundo silencio. Si hace esa clase de preguntas, continúelas con un “¿Por qué?” aunque usted sepa todas las respuestas, no lo de a entender y haga que expliquen por qué piensan en la forma en que lo hacen.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y DISCUCIÓN DEL CAPÍTULO QUE USTED HA TERMINADO DE LEER:
1. ¿Por qué se dice que la depravación es Total?
2. ¿Cuál es la diferencia entre depravación total y depravación absoluta?
3. ¿Qué es gracia común? Mencione por lo menos tres aspectos de la misma.
4. ¿Es el cristiano totalmente depravado?
5. Dé algunos ejemplos de depravación total basándose en noticias recientes o en la vida de conocidos.
6. ¿Qué quiere decir “bien relativo”?
7. ¿Por qué el así llamado bien relativo no es fundamental y básicamente malo?
8. Tome la vida de algún no cristiano bien conocido. ¿Es totalmente malo? Al responder, asegúrese de que define que quiere decir por bien y por mal.
9. De ejemplos de personas que externamente hacen el bien, pero cuyas motivaciones son malas. ¿Hacen el bien y o el mal? ¿Por qué?
10. ¿Puede amar a Dios el no regenerado? Acuda a su Biblia al contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Qué dicen los siguientes textos sobre la depravación total del pecador:
A. Salmo 51.5
B. Juan 6.44, 65
C. Juan 8.7, 8
D. Romanos 8.7, 8
E. 1 Corintios 2.14
2. ¿Qué dice la enseñanza bíblica de la depravación total? ¿A la luz de la Depravación total se podrá conseguir un mundo mejor por medio de ¿mayor educación? O ¿por la elevación de sueldos? ¿Nivel de vida? etc.
3. Al estudiar las Escrituras, ¿cuál describe la situación del pecador; la de un enfermo o la de un muerto? Fíjese en el Apéndice de este estudio.
1. ¿Cuáles son los artículos de la “Confesión Belga de Fe” como de la “Confesión de fe de Westminster” que tratan de la depravación total? ¿Hay alguna idea en ellas que le resulte original? ¿Cuál es?
2. A la luz de su estudio de la Biblia, como también de estos documentos Históricos formule en sus propias palabras lo que es la situación del Hombre.

LECCIÓN: 4

2: ELECCIÓN INCONDICIONAL

Cuando se utilizan los términos Predestinación o elección Divina, muchas personas se estremecen; y se imaginan al hombre aprisionado en las garras de un Destino horrible e impersonal. Otros –aun algunos los que creen en la doctrina- piensan que esto está muy bien pero para las aulas de teología, pero que no tiene por qué mencionarse desde el púlpito. Preferirían que la gente lo estudiara en secreto en su propia casa.*
Una actitud tal no es bíblica y se origina en la falta de conocimiento de la que la Biblia dice acerca de la elección. Porque la elección, lejos de ser una doctrina horrible, si se entiende bíblicamente, es quizás la mejor enseñanza, la más cálida y más alegre de toda la Biblia. Esta hará que el cristiano alabe a Dios y le agradezca su bondad al salvarlo gratuitamente, ya que como pecador lo que merecía era el infierno.
* Como la predestinación está asociada tan íntimamente con Juan Calvino, es muy instructivo ver la actitud humilde, piadosa y temerosa de Dios que el reformador tuvo hacia el tema. Fue tan deliciosamente bíblica y humana, que lo he citado extensamente en la parte final del estudio.
A fin de entender lo que la Biblia dice acerca de la elección divina, examinémosla bajo los siguientes aspectos:
I. Lo qué es.
II. Base bíblica.
III. Algunas aclaraciones.
IV. Ventajas prácticas.

I. LO QUE ES

Para poder entender claramente lo que es la elección incondicional, ayudará el conocer el significado de algunos términos:
A. PREDETERMINACIÓN.
Predeterminación significa el plan soberano de Dios, por medio del cual éste decide todo lo que va a suceder en el universo entero. Nada sucede en este mundo por casualidad. Dios está detrás de todas las cosas. Él decide y hace que las cosas sucedan. No se sitúa al margen, temiendo quizá lo que pueda suceder a continuación. No, Él ha predeterminado todas las cosas “según el designio de su voluntad” (Ef. 1.11): el movimiento de un dedo, el pálpito del corazón, la risa de una niña, el error de una mecanógrafa-incluso el pecado. (Vea Gn. 45.5-8; Hch. 4.27-28; y el cap. 6 de este libro.)
B. PREDESTINACIÓN.
La predestinación es parte de la predeterminación. En tanto que la predeterminación se refiere a los planes que Dios tiene para todas las cosas que suceden, la predestinación es la parte de la predeterminación que se refiere al destino eterno del hombre: cielo o infierno. La predestinación se compone de dos partes: elección y reprobación. La elección tiene que ver con los que van al cielo, y la reprobación con los que van al infierno.
C. ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Para entender este término, consideramos cada palabra:
1. Elección. Todos sabemos que es una elección nacional: escoger entre candidatos a uno para que sea presidente. Elegir significa escoger, seleccionar, optar. La elección divina significa que Dios escoge a algunos para que vayan al cielo. A otros los pasa por alto y éstos irán al infierno.
2. Incondicional. Una elección condicional es una elección que está condicionada por algo que hay en la persona que es elegida. Por ejemplo, todas las elecciones políticas son elecciones condicionales, la selección del votante está condicionada por algo que el candidato es o ha prometido.
Algunos candidatos prometen el cielo si son elegidos. Otros prometen solamente ser buenos representantes y hacer todo lo que crean mejor. Otros apelan al hecho de que son de un grupo determinado o de una clase social determinada. Así pues las elecciones humanas son siempre elecciones condicionales, ya que la decisión del votante se basa en las promesas e índole del que va a ser elegido.
Pero, por sorprendente que pueda parecer, la elección divina es siempre elección incondicional. Dios nunca basa su elección en lo que el hombre piensa, dice, hace o es. No sabemos en qué basa Dios su selección, pero no es algo que esté en el hombre. No es que ve algo bueno en un hombre específico, algo que induce a Dios a decidir elegirlo.
¿Y no es esto maravilloso? Supongamos que la elección que Dios hace para el cielo se basara en algo que teníamos que ser o pensar o hacer. ¿Quién se salvaría entonces? ¿Quién podría presentarse delante de Dios y decirle que ha hecho alguna vez algo siquiera por un instante, que fuera realmente bueno en el sentido más profundo de esta palabra? Todos nosotros estamos muertos en nuestros pecados y transgresiones (EF. 2).
No hay nadie que haga el bien, nadie (Ro. 3) Si la elección de Dios se basara en una sola cosa buena que se encuentra en nosotros, entonces nadie sería elegido. Entonces nadie iría al cielo; todos irían al infierno. Porque nadie es bueno. Por lo tanto, agradezcamos a Dios su elección incondicional.
Para dejar bien claro lo que quiere decir elección incondicional, es necesario referirse al arminianismo. No me agrada tener que hacerlo, porque puede parecer que sea enemigo de los arminianos. Por el contrario, creo que los arminianos pueden ser cristianos nacidos de nuevo. * Ellos creen que hay un Dios trino, que Jesús es Dios, y que murió por los pecados del hombre, sostienen la salvación por la fe sola y no por las obras. Por consiguiente, todos los verdaderos creyentes los que confían en Jesús como salvador suyo deberían sentirse en verdadera comunión cristiana con los arminianos. Son uno en Cristo.
Aunque los arminianos son cristianos sinceros, están completamente equivocados respecto a las siguientes doctrinas de depravación total, elección incondicional, expiación limitada, gracia irresistible y perseverancia de los santos. Y la única razón por la que mencionamos el arminianismo es para mostrar con mayor claridad las enseñanzas bíblicas.
* El arminianismo recibió el nombre del teólogo Holandés, Jacobus Arminius, quien vivió de 1560 a 1609. Desarrolló los Cinco Puntos del Arminianismo, contra los cuales se pronunció el concilio de la iglesia de Dort (Holanda) en 1618-19.
Porque lo blanco nuca es tan blanco como cuando se contrapone a lo negro. Así también, las verdades bíblicas del Calvinismo nunca se ven tan claras como cuando se le contrapone a las ideas erróneas del arminianismo. De esta manera, no es sino con renuencia que menciono tanto al arminianismo, pero lo hacemos por amor y aprecio por ellos. Simplemente deseamos presentar el gozo pleno de la fe cristiana que no sea oscurecido con la idea errónea de la elección condicional.
Según el Arminiano, la elección divina y si creen en la elección es incondicional. Creen que Dios prevé quien creerá en Cristo, y entonces, basado en ese conocimiento previo, Dios decide elegir a los creyentes para el cielo. Creen que a veces el hombre natural y no regenerado posee suficiente bondad en sí mismo para que, si el Espíritu Santo lo ayuda, desee elegir a Jesús. El hombre elige a Dios, y entonces Dios elige al hombre. La elección de Dios queda condicionada por la elección del hombre. El Arminiano, pues enseña la elección condicional; en tanto que el calvinista enseña la elección incondicional.

II. BASE BÍBLICA

Los Cinco Puntos del Calvinismo están íntimamente ligados entre sí. El que acepta uno de los puntos aceptará los demás. La elección incondicional se desprende necesariamente de la depravación total.
Si los hombres son totalmente depravados y sin embargo, algunos se salvan, entonces es obvio que la razón de que algunos se salven y otros se pierdan descansa enteramente en Dios. Todo el género humano continuaría perdido si quedara abandonado a sí mismo y Dios no escogiera a algunos para que se salvaran. Porque por naturaleza el hombre está espiritualmente muerto (Ef. 2) y no sólo enfermo. No posee en sí mismo ni vida ni bondad espirituales. No puede hacer nada que sea verdaderamente bueno nada, ni siquiera entender las cosas de Dios y de Cristo, y mucho menos desear a Cristo o la salvación.
Sólo cuando el Espíritu Santo regenera al hombre tener fe en Cristo y ser salvo. Por consiguiente, si la depravación total es bíblicamente verdadera, entonces la fe y la salvación consiguiente se dan sólo cuando el Espíritu Santo actúa por medio de la regeneración. Y la decisión respecto a que a qué personas serán objeto de su acción debe pertenecer por completo, ciento por ciento, a Dios, ya que el hombre, como está espiritualmente muerto, no puede pedir ayuda. Esto es elección incondicional: La elección de Dios no depende de nada de lo que el hombre hace.
A. JUAN 6.37, 39
Jesús prometió a sus oyentes, “Todo lo que el padre me da, vendrá a mí; y al que a mi viene, no le hecho fuera, Y ésta es la voluntad del padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada sino que lo resucite en el día postrero.”
Se ve muy claramente que aquellos que resucitarán en el último día- todos los creyentes verdaderos- el Padre se los da a Cristo. Y sólo aquellos que el Padre a Cristo pueden venir a él. La salvación está por completo en las manos del Padre. Él es quien se los da a Jesús para que se salven. Una vez que hayan sido entregados a Jesús, éste se preocupará entonces de que ninguno de ellos se pierda. Así pues, la salvación depende por completo de que el Padre entregue a algunos a Cristo. Esto no es más que la elección incondicional.
B. JUAN 15.16.
Cristo dijo, “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros.”
Si hay algún texto que señale claramente la elección incondicional es éste. El Arminiano dice que él escoge a Cristo. Cristo dice, “No, vosotros no me elegisteis a mí. Al contrario, yo os elegí a vosotros.”
Es cierto que el cristiano elige a Cristo. Cree en él. Es decisión suya. Y sin embargo Cristo dice, “No, no me elegisteis vosotros a mí.” La observación negativa de Cristo es una forma de decir que si bien el cristiano cree a veces que él mismo es el factor decisivo en elegir a Cristo, la verdad es que en último término, es Cristo quien escoge al creyente.
Y entonces después de esto, el creyente elige a Cristo. Nosotros pensamos que todas las cosas buenas que hacemos en la vida, tal como creer en Cristo las logramos por nuestros propios medios; pero debemos recordar que Dios es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer, según su buena voluntad (Fil. 2.12, 13). Juan lo expresó de otra forma en su primera carta, “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” El amor de Dios es anterior al amor del hombre. Este es el amor selectivo de Dios.
C: HECHOS 13.48.
Lucas informó, “Creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”
He aquí otro texto de una claridad total para quienquiera que lea la Biblia sin nociones preconcebidas acerca de la elección. Lucas cuenta las conversiones ocurridas en Antioquía donde Pablo y Bernabé habían predicado. Al informar acerca de los resultados del ministerio de ellos emplea las palabras del texto citado.
Esto ha turbado a los arminianos hasta tal punto que sus teólogos han tratado de retorcer las palabras para hacerlas decir, ”Todos los que creyeron estaban ordenados para vida eterna”; y el predecesor del unitarianismo, Socino (1539-1604), de hecho tradujo de esta forma, pero esto violenta totalmente el texto. Esta traducción armonizaría muy bien con la teoría arminiana según la cual Dios prevé quiénes van a creer y luego los predetermina. Pero la Biblia dice exactamente lo contrario: “Creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” La sencillez cabal de este texto es sorprendente.
D. 2 TESALONICENSES 2.13.
El apóstol Pablo afirmó, “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.”
Adviértase ante todo que se dice que el Señor amó a los tesalonicenses. Este es ya amor selectivo. Este término “amados por” nunca se emplea para el caso del no creyente, o del mundo, en ninguno de los pasajes de la Biblia. Dios nunca llama a Judas o al mundo que lo rechaza, “amados por el Señor.” Este término se reserva para aquellos que aman a Jesús y que han sido salvados por su muerte. Esto es ya un indicio del amor eterno y selectivo de Dios.
Luego adviértase que Pablo dice expresamente que Dios escogió a los tesalonicenses, dando a entender que pasó por alto a otros.
Además, Pablo escribe que Dios los escogió desde el principio; es decir desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4)-desde la eternidad. Alguien dirá, “Seguro que los escogió desde la eternidad, que preordenó quiénes irían al cielo; pero lo hizo basado en el conocimiento previo. Dios previó quienes creerían en Cristo y basado en esto los escogió.”
Esta forma de razonar pasa por alto la enseñanza clara de Pablo. Pablo no dice que Dios escogió a los tesalonicenses porque eran santos o creyeron. Al contrario, dice exactamente lo opuesto. Dios los escogió “para salvación”. Algunas de las versiones modernas lo traducen “para ser salvados” (Versión Popular). La salvación viene sólo por fe; de manera que cuando Pablo dice que Dios escogió a los tesalonicenses “para ser salvados”, esto, desde luego, implica que Dios eligió darles el único medio para conseguir esa salvación a saber, la fe.
Si Dios eligiera dar a alguien el resultado sin darles los medios para conseguirlo, la elección no tuviera significado. Por si hubiera todavía algunos que dudaran de la que la fe sea un don de Dios y no fruto de los esfuerzos del hombre (Ef. 2.8), Pablo dice expresamente que Dios los escogió para salvación “mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”. En otras palabras, salvación, santificación y fe forman un todo que les vino a los tesalonicenses de parte de Dios. Así pues, 2 Tesalonicenses enseña una elección de Dios que no depende de nada que haya en el hombre, ni de su santificación ni de su fe. No, la elección de Dios es incondicional.
E. EFESIOS 1.4-5.
Pablo dice que Dios padre nos ha bendecido con toda bendición espiritual, “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.”
Adviértase con qué vigor habla Pablo de la elección. Dice que Dios “nos escogió”, no que nosotros escogimos a Dios. Luego agrega que Dios nos ha “predestinado”. Además, la elección soberana se subraya más con la afirmación de que Dios nos escogió en Cristo; es decir, nos escogió no debido a nosotros mismos sino por causa de Cristo Jesús.
Quizá algunos arminianos continuarán arguyendo que Dios sí predestinó a algunos, pero que esto se basó en el conocimiento que Dios tenía de quienes iban a creer. Por consiguiente, la decisión depende realmente del hombre y no de Dios. Pero adviértase que Pablo no dice que Dios nos escogió porque somos santos, sino, para que fuésemos santos y sin mancha. Y la santidad incluye la fe, porque no hay santidad sin fe. Efesios 1 se opone por completo a lo que dice el Arminiano, y excluye la elección que se base en algo que haya en el hombre-obras o fe.
Esta conclusión se refuerza más cuando Pablo agrega que esta elección y predestinación fueron “según el puro afecto de su voluntad”. Dios no escogió al hombre porque previó que hubiera en él algo que valiera la pena, como la fe, porque entonces hubiera dicho que nos predestinó “según la fe prevista en el hombre”. Por el contrario, Pablo omite cualquier alusión al hombre y dice que la razón se encuentra solamente en “el puro afecto” de Dios.
Para hacer resaltar con más fuerza esta elección soberana de Dios, que no se basó en nada que exista en el hombre, Pablo agrega la expresión, “de su voluntad”. Esto no fue necesario para su razonamiento. Había dicho que la elección había sido según el puro afecto de Dios; esto era suficiente para indicar que la elección de Dios se basaba en razones que estaban totalmente en el mismo. Pero luego agrega “de su voluntad”, lo cual indica todavía con más vigor la libertad de la elección de Dios, el hecho de que la razón hay que buscarla sólo en su voluntad.
F. ROMANOS 8.29, 30.
Pablo afirma, a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…Y a los que predestinó a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó: y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Si hay algún versículo que parezca apoyar el concepto arminiano de la predeterminación basada en el conocimiento previo, es éste. Pero sólo mediante una lectura superficial se llegaría a esta conclusión. Porque la palabra traducida en la versión antigua como “antes conoció” es una expresión griega y hebrea que significa “amar antes”. Cuando la Biblia dice que Adán “conoció” a Eva, no quiere decir que Adán conoció lo alta que era y la clase de temperamento que tenía. No, significa que Adán amó a Eva. Y cuando David dice que Dios “conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá” (Sal, 1), no dice que Dios conoce al justo y no conoce al malo. Dios conoce todas las cosas y a todas las personas, incluyendo a los malos. Propiamente David quiere decir que Dios ama el camino de justo y odia el camino del malo, al cual castigará.
En forma semejante, cuando dios dice por medio de Amós, “a vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” (3.2), no niega su omnisciencia, diciendo que no conoce a nadie más intelectualmente. No se trata de una metáfora que significa, “de entre todas las familias de la tierra solamente os he amado a vosotros.”
Del mismo modo, cuando pablo dice en romanos 8.29, “a los que antes conoció, también los predestinó”, Pablo utiliza la expresión bíblica de “conocer” en lugar de “amar” y quiere decir “a los que antes amó, los predestinó.” Si “conoció” significara aquí sólo conocimiento intelectual, entonces Dios no lo conocería todo; porque entonces no conocería a los que no ha predestinado para la justificación y glorificación. Lo que Pablo dice en Romanos 8 es que hay una cadena áurea de salvación que comienza con el amor eterno y selectivo de Dios y continua por eslabones irrompibles a través de la predeterminación, el llamamiento efectivo, la justificación, hasta la glorificación final en el cielo.
En lugar de apoyar el punto de vista arminiano de que la predeterminación se basa en el conocimiento previo, Romanos 8 está de acuerdo en forma definitiva con el resto de la Escritura en el sentido de que la predeterminación del creyente se basa en el amor eterno de Dios. Gracias a Dios de que existe esta cadena ininterrumpida de salvación. El que cree en Cristo sabe que forma parte de ella.
G. ROMANOS 9:_6-26.
Todos los textos mencionados previamente son excelentes para mostrar que Dios no elige a las personas porque haya algo en ellas que lo atraiga. Pero la afirmación más espléndida de todas se encuentra en Romanos 9.
El problema principal de Romanos 9-11 es éste: “¿Cómo pueden los israelitas, quienes poseyeron todas las bendiciones de Dios en el pasado, estar espiritualmente perdidos? ¿Ha olvidado Dios sus promesas a Israel?” Pablo responde con un no rotundo. “No que la palabra de Dios haya fallado” (9.6). Entonces dedica el resto del capítulo a mostrar que la salvación no se obtiene porque uno sea descendiente físico de de Abraham, sino que se recibe de la gracia soberana de Dios. Y esto es lo que deseamos mostrar: El primer indicio se encuentra en el hecho de que Rom. 9.7 Pablo habla de la elección soberana de Isaac en lugar de Ismael. Dios habló en forma soberana y selectiva, “en Isaac te será llamada descendencia.”
Luego Pablo señala la misma elección soberana en el caso de Jacob y Esaú. Jacob y Esaú tenían los mismos padres e incluso habían nacido a la vez: eran gemelos. Sin embargo Dios en forma soberana escogió a Jacob y pasó por alto a Esaú.
Para mostrar que la elección de Dios no se basó en un conocimiento previo, Pablo escribe que Dios dio a conocer su elección a Rebeca antes de que nacieran los mellizos y antes de que hubieran hecho nada, ni bueno ni malo (9.11). “Así fue dice Pablo, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama” (9.11). Dios no escogió a Jacob porque vio de antemano que sería bueno o creería. La fuente de la elección no se halla en el hombre, sino en “el que llama”, es decir Dios simplemente afirma, “A. Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (9.13).
Como seres humanos quisiéramos preguntar, “¿Pero por qué Dio? Y Dios simplemente responde reiterando el hecho, “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” y no da ninguna razón que satisfaga la pregunta inquieta que se hace el hombre.
Pablo percibe el sentimiento de insatisfacción que sin duda se despertará en la mente de los que van a escuchar su carta. Percibe que algunos pensarán espontáneamente, “¿Qué clase de Dios es éste? No es justo amar a uno y aborrecer a otro incluso antes de que nazcan y antes de que tengan oportunidad de demostrar lo que son.” Por eso en el versículo siguiente (14) Pablo se pregunta: “¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios?” Éste es el meollo: La elección incondicional parece implicar la idea de un Dios injusto y por consiguiente no puede ser. Así razona el hombre.
Antes de que pasemos a examinar la respuesta de Pablo ante tal acusación, reflexionemos un momento en el hecho de que esta misma pregunta que Pablo se hace presupone la elección incondicional. La cuestión de la injusticia en Dios nunca, nunca se suscita dentro de la teoría arminiana. Porque según el Arminiano, Dios no elige arbitrariamente, ya que prevé quién será bueno o malo, o quién creerá. La elección de Dios se basa en algo que el hombre hace o cree. Su predeterminación es completamente justa; se decide sobre los méritos del hombre.
La acusación de injusticia hecha a Dios se suscita sólo si la elección es incondicional; porque al hombre le parece necio hablar de un Dios bueno y justo que simplemente escoge a Jacob y pasa por alto a Esaú, especialmente cuando Jacob no es mejor que Esaú, ni tiene más méritos que él. Esto es una locura, piensa. Dios debe ser injusto.
Por consiguiente, el hecho mismo de que Pablo plantee la pregunta acerca de la injusticia presupone que habla acerca de la elección incondicional. Según la teoría arminiana de la elección incondicional, no habría posibilidad de plantear el problema de la injusticia. Pero Pablo lo hace, con lo que demuestra que está enseñando la elección incondicional.
La respuesta de la palabra infalible de Dios a la pregunta de Pablo no es retractar lo dicho respecto a la soberanía de la elección de Dios, ni tratar de ofrecer una explicación racional al hombre que duda. Pablo simplemente afirma “En ninguna manera.” Ni se atrevan a decir o a pensar que Dios es injusto. No lo es. Es un Dios bueno y santo, y jamás es injusto.
Quizá no lo podemos entender todo aquí. Después de todo, sólo somos humanos; no somos Dios. ¿Acaso puede sorprender que siendo pecadores y mezquinos no entendamos todo lo que se refiere a Dios? ¿Acaso sus caminos no son más elevados que los nuestros tanto como el firmamento infinito está muy por encima de la tierra?
Incluso Pablo afirma de otra forma la elección incondicional por parte de Dios con una expresión del Antiguo testamento. “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (9.15). Y más adelante dice, “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” (9.18) Según la Biblia, la elección depende en forma exclusiva de Dios. Es libre de amar al que quiera y pasar por alto al que quiera, no debido a lo bueno o malo que haya en el hombre, sino por sus propias buenas razones.
Sería posible considerar como suficientes las pruebas alegadas en cualquiera de los numerosos puntos mencionados en Romanos 9. Pablo ha demostrado en forma concluyente que la salvación no del que actúa, sino del que llama, y que la elección es incondicional. No hace falta proseguir con otros argumentos. Y sin embargo parece como si Pablo tuviera en mente a los arminianos cuando escribió el versículo 16. Porque Pablo lo dice en forma tan inequívoca que no puede haber ningún mal entendido, “Así que no depende del hombre que quiere, desea o decide; ni tampoco del que corre. Depende exclusivamente de Dios quien tiene misericordia.
Si todavía hay alguien que dude de estas afirmaciones explícitas de la Biblia de que nuestra salvación está totalmente en manos de Dios, y que no depende ni en lo más mínimo del que quiere o del que corre, que lea una y otras vez Romanos 9.16. Porque ésta es la Palabra de Dios.

III. ALGUNAS ACLARACIONES

A. ¿HA ELUDIDO EL PROBLEMA EL ARMINIANO?
Una de las razones por las que el Arminiano hace que el hombre sea el factor decisivo en la salvación es que espera salvaguardar la libertad del hombre. Cree que si Dios predetermina todas las cosas, entonces el hombre no es ni libre ni responsable. Por ello opta por reducir los planes determinantes de Dios y reservar un cierto terreno en el que el hombre actúa libre e independientemente de Dios. (A modo de adelanto, se debería advertir que el calvinista defiende tanto la soberanía de Dios como la responsabilidad del hombre, si bien no puede reconciliar ambas racionalmente. Véase capítulo 6.)
Pero debería advertirse que el Arminiano no consigue muy bien lo que pretende. Porque según la posición del Arminiano, Dios conoce de antemano todo lo que va a suceder. Dios no escogió a los que creerían en Cristo; pero si ha conocido desde la eternidad cuál va a ser la elección de cada hombre, porque Él es omnisciente. Si Dios conoce de antemano lo que sucederá, entonces sólo lo que Él conoce de antemano llegará a suceder.
No hay otra alternativa. Si Dios conoció de antemano que el Sr. A. creería, entonces no hay posibilidad alguna de que éste no crea. Por tanto, si Dios sí conoce de antemano todas las cosas, como dice el Arminiano, entonces todas las cosas ciertamente sucederán y no hay posibilidad de otra alternativa.
Bien, esto es exactamente lo que cree el calvinista: Dios conoce de antemano todas las cosas, los sucesos futuros son ciertos, y el hombre tiene responsabilidad de hacer el bien. La única diferencia es que el calvinista se atreve a decir que Dios es todopoderoso y controla estos sucesos; en tanto que el Arminiano dice que el hombre los controla. El calvinista se atreve a hacer de Dios un Dios real, un Dios todopoderoso, y no un Dios parcialmente poderoso. Y el Arminiano no ha ganado nada con su teoría, ya que está exactamente frete al mismo problema que tiene el calvinista; a saber, cómo reconciliar la responsabilidad humana con la certeza absoluta de todos los sucesos.
B. EL HOMBRE ES LIBRE.
Contrariamente a lo que piensa la mayor parte de las personas el calvinista enseña que el hombre es libre ciento por ciento – libre de hacer exactamente lo que quiere. Dios no coacciona a nadie en contra de su voluntad.
Y precisamente por ser libre, el hombre es esclavo debido a que el hombre hace lo que quiere hacer, no posee una voluntad libre (lo cual no es lo mismo que decir es libre); es decir, el hombre es totalmente incapaz de escoger entre el bien y el mal. El alcohólico no es libre. Técnicamente puede escoger externamente entre beber y no beber. Pero en realidad sólo puede hacer una cosa. No puede dejar de beber más de lo que puede dejar de respirar. Tiene que beber. Es esclavo del alcohol. Y sin embargo es libre. Hace exactamente lo que desea hacer. Nadie lo obliga a beber.
De la misma manera, el no cristiano es libre. Hace precisamente lo que le gustaría hacer. Sigue los deseos de su corazón. Como su corazón está corrompido e inclinado a toda clase de males, libremente hace lo que desea hacer, a saber, pecar. Odia al Dios trino y todo lo que Él representa. Por consiguiente, en realidad nunca lo escogerá. No puede, porque no lo desea. Así pues, precisamente porque el no regenerado es libre, es esclavo. Es esclavo del diablo y de sus propios deseos malos, y no puede servir a Dios.
Históricamente, la expresión Libre albedrío se ha utilizado en teología para indicar que el hombre es libre de hacer lo que desea hacer, y voluntad libre se ha utilizado para indicar la clase de libertad que nadie posee a saber, la capacidad o libertad de escoger entre el bien y el mal, entre creer en Cristo o rechazarlo.
A propósito, el cristiano tampoco tiene voluntad libre.* Técnicamente puede tener la opción externa de escoger o rechazar a Cristo, pero básicamente no la tiene. Cristo no lo dejará rechazarlo. Todo lo que el Padre ha dado a Cristo vendrá a Cristo, Nadie los arrancará de las manos de Cristo (Jn. 6.33, 39). En otras palabras, el cristiano no posee voluntad libre. Así pues, si usted es cristiano verdadero, dé gracias a Dios de que nunca, ni por un momento, podrá volverle la espalda a Jesús. El calvinismo no es tan horrible después de todo, ¿no es cierto?
C. EN LA PREDESTINACIÓN TODOS OBTIENEN LO QUE DESEAN.
A veces la gente se queja de que la predestinación es una doctrina dura que obliga a la gente a hacer lo que no quiere hacer. Dicen que si desearan creer, no podrían, a no ser que Dios los hubiera predestinado; y si desearan no creer, Dios los iba a obligar ir al cielo. Así pues, ¿de qué sirve el creer?
Debe decirse con toda firmeza que todos consiguen precisamente lo que desean. Para decirlo en la forma más brusca posible: Los condenados están contentos de estar en el infierno. Nadie está en el infierno en contra de su voluntad. Todos los que están ahí están contentos de ello.
No interprete mal esa afirmación. Los condenados saben que después de la muerte todos van o al cielo o al infierno. No les gusta el infierno, pues de lo contrario no sería infierno
*Tampoco Dios posee voluntad libre, Dios no puede escoger hacer el mal, porque es sólo bien.
No les gusta el infierno, pues de lo contrario no sería infierno. Es el lugar donde los gusanos nunca mueren y donde le fuego nunca se apaga. En el infierno sólo hay agonía eterna. Es infernal. De manera que a los condenados no les gusta estar ahí. Pero hay algo que odian más que ese mismo tormento: a Dios Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo.
El último lugar en ele que quisieran estar es en el cielo. No pueden digerir la idea de arrepentirse de sus pecados y de amar a Dios y a los demás más que a sí mismos. No desean estar en el infierno, pero cuando saben que la alternativa del infierno es ir al cielo con corazón puro, prefieren permanecer en el infierno. Es pues, cierto que todos consiguen lo que desean: Los cristianos están contentos de estar con Dios, y los condenados están contentos de no estar con Dios.
Cuántas veces el no cristiano se queja de la enseñanza de la predestinación, suele ser una racionalización hipócrita de su rechazo de Cristo. Yo preguntaría:
¿Qué desea? ¿Está arrepentido de sus pecados? ¿Confía en Cristo como Salvador? ¿Ama a Dios y desea ir al cielo? Si la respuesta es sí, entonces debería saber que es cristiano. Ya ha creído. Y “al que a mí viene, no le hecho fuera”, dice Jesús. Tiene lo que desea.
Si responde que no a esas preguntas, entonces preguntaría, “¿Por qué se queja? Tiene todo lo que desea. No desea a Cristo, no desea el cielo. Bien, tiene exactamente lo que desea.”

III. VENTAJAS PRÁCTICAS

Estas enseñanzas bíblicas acerca de la elección son difíciles de entender. Si alguien sigue dudando de ellas, debería recordar que la salvación no depende de creer todo lo que la Biblia dice acerca de la elección incondicional. Podemos tener confusión de ideas e incluso negar algunas verdades bíblicas, y sin embargo ser salvos. La salvación no depende de poseer el conocimiento de un teólogo. Depende sólo de si uno ha puesto verdaderamente la confianza en Jesucristo para que lo salve de sus pecados. Por consiguiente, tanto los arminianos como los calvinistas que se arrepienten de sus pecados y acuden a Cristo para conseguir la salvación irán al cielo.
Pero si yo fuera arminiano, desearía saber con certeza lo que dice la Biblia acerca de la elección; porque es innegable que el arminiano pierde mucho de la riqueza de la vida cristiana debido a sus puntos de vista. Véase como ocurre esto de estas dos formas:
A. ALABANZA AGRADECIMIENTO A DIOS.
Si uno cree que Cristo murió por sus pecados y que con la ayuda parcial del Espíritu santo ha llegado a esa convicción, estará sumamente agradecido con Dios. Pero suponga que, además de estar agradecido con Cristo por haber muerto en la cruz por usted, cayera en la cuenta de que nunca hubiera amado a Jesús a no ser que él lo hubiera amado primero, que nunca lo hubiera elegido a no ser que el lo hubiera elegido a no ser que el le hubiera dado fe en ÉL.
Entonces lo amaría mucho más. Su humildad sería mucho mayor porque sabría que ni es suficientemente bueno para distinguir algo bueno que está ante sus ojos. Su agradecimiento sería mucho mayor porque tendría mucho más de que estar agradecido. Su decisión de vivir una vida mejor sería mucho más firme porque habría más razones por las que estar agradecido. Cuán bueno es Dios no sólo en perdonarnos los pecados sino también en darnos fe en Cristo de modo que podamos conseguir el perdón de los pecados. ¡Que bueno es Dios¡
B. LA CONFIANZA DE SER SALVO.
Si en último término nuestra salvación dependiera de nuestra libre voluntad de aceptar a Cristo, y si dios suministrara la expiación vicaria de Cristo, pero no nuestra fe, entonces estaríamos en una condición deplorable. Pensemos en esto - ¡que el seguir siendo cristianos o no, dependiera de nosotros¡ ¡Qué pensamientos tan terrible¡ ¿La salvación depende de nosotros, quienes por naturaleza estamos corrompidos y no amamos a Dios? ¿De nosotros, que como cristianos todavía tenemos al hombre viejo en nosotros? ¿De nosotros, quienes dudamos, vacilamos, y pecamos? ¿La salvación depende de nosotros? Oh, no, que no sea así. Creo hoy, pero quizá mañana no creeré.
Quizá sucumbiré ante los deseos pecaminosos en vez de seguir fiel a Cristo. Quizá mis profesores escépticos me convencerán de que la Biblia no es la verdad. Éstas pueden ser las turbaciones del que piensa que en último término su fe depende fundamentalmente de sí mismo y que no la ha recibido de Dios.
Pero el calvinista sabe que toda su salvación depende de Dios y no de sí mismo. Sabe que no sólo Cristo murió por sus pecados, sino también que Dios le dio la fe. Sabe que el que ha comenzado la buena obra en él la continuará hasta el día del juicio (Fil. 1.6) Así pues, el arminiano no puede poseer el gozo y consuelo de salvación porque hace descansar su fe en sí mismo y no en Dios.
Alabemos a Dios, de quien provienen todas las bendiciones, incluyendo la fe, que es el medio de garantizar las bendiciones de la expiación de Cristo. Alabemos a Dios por su amor selectivo.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y DISCUSIÓN
Preguntas sobre el capítulo que usted acaba de leer:
1. ¿Cuál es la diferencia entre predestinación y predeterminación
2. ¿Cuál es la diferencia entre la predestinación y el fatalismo?
3. ¿Cuáles son las dos partes de la predestinación?
4. ¿Qué significa la palabra incondicional en la expresión elección incondicional?
5. ¿Cuál es la diferencia entre un Arminio y un arminiano?
6. ¿En qué sentido es bíblico decir que, aunque Dios predestine a todos, el hombre es libre? Acuda a su Biblia, al contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Qué palabras se pudiera usar en vez de elección o elegir? Vea Efesios 1.4, por ejemplo.
2. ¿Qué nos enseña Deuteronomio 7.6-9 acerca del aspecto incondicional de la elección?
3. Exponga en detalle Romanos 8.29-30. Muestre, basado en el resto de la Biblia lo que significa la palabra “conocer”. (cf. Gn.4.1, 18.19; Nm. 31. 18; Sal. 1.6; Am. 3. 2; Mt. 7. 23; 1 Cor. 8. 3; 2 Tim. 2. 19).
4. Estudie Romanos 9.10-26 especialmente los versículos 11,14, 16 y 19 ¿Qué dicen estos versículos acerca de la elección?
5. ¿Cómo afecta 1 Jn. 4.19 la enseñanza de la elección?
6. ¿Cómo puede Usted “hacer firme vuestra vocación y elección”? 2 Pedro 1.10. Fíjese en el apéndice de este libro. Lea con cuidado las siguientes secciones antes de contestar las preguntas:
A. La actitud de Calvino hacia la predestinación, pág. 167.
B. Artículo XVI La confesión Belga de fe, Pág. 175.
C. Capítulo III (Sec. III VIII) Capítulo IX La confesión de Fe de Westminster, pág.175, 182. A la luz de esta lectura, como también su reflexión sobre la Biblia, conteste estas preguntas:
1. ¿Cómo ayuda la enseñanza de la elección al cristiano para que alabe a Dios más de lo que da la enseñanza que da Arminio?
2. ¿Resuelve el arminiano el problema de cómo reconciliar la responsabilidad humana con la predestinación y la certeza de todos los sucesos? Explíquese.
3. ¿Cómo respondería a alguien que diga “si estoy predestinado para ser salvo, me salvaré de todas formas. De modo que pecaré todo lo que quiera”?
4. ¿O que respondería si dijera, “si no estoy predestinado para salvarme, no me puedo salvar. Ni siquiera voy, pues, a tratar de salvarme. Nada puedo hacer respecto a esto”?
5. ¿Cómo respondería a una persona que dijera, “si la elección es incondicional es verdadera, entonces Dios es arbitrario, aceptador de personas, quien escoge a unos y se muestra duro con otros”?
6. ¿Hubiera sido injusto Dios si no hubiera elegido a nadie y dejado que todos se condenaran al infierno?
7. Si alguien se niega a aceptar a Cristo, ¿de quien es la culpa: de Dios por no elegirlo o de la persona? ¿Cómo lo demostraría basado en la Biblia?
8. ¿Le es posible a alguien llegar a estar seguro de que es un elegido? ¿Cómo?
9. ¿Se puede saber si alguien es elegido? ¿Cómo? ¿Pero puede saberse si es réprobo? ¿Por qué?
10. ¿En que maneras la enseñanza de la elección nos da mejor garantía de nuestra salvación?

LECCIÓN. 5

3: EXPIACIÓN LIMITADA.

I. EL PROBLEMA

¿Por quién fue que Cristo quiso morir? ¿Por los pecados de quién pagó Cristo de hecho? ¿Por quién fue Cristo al infierno? ¿A quién reconcilió Cristo con Dios? ¿A quién sustituyó Cristo? ¿Cuál fue su intención, su propósito al morir? ¿Salvarlos a todos o sólo a los que Dios eligió? Durante mucho tiempo los cristianos ortodoxos han respondido a estas preguntas de dos formas diferentes. El arminiano ha dicho, “Cristo murió por todos”, en tanto que el calvinista ha dicho, “Cristo murió solo por el creyente.” El arminiano ha enseñado la expiación universal; en tanto que el calvinista ha enseñado la expiación limitada.
El arminiano dice que Cristo murió por todo el mundo, incluyendo a Esaú y Judas. Dicen que Cristo pagó por los pecados aun de los réprobos, aquellos que conscientemente rechazan a Jesús, aquellos que van al infierno. Hacen una distinción entre lo que Cristo hizo (morir por todos) y lo que Cristo consiguió (no todos se salvan). Para ellos la expiación es como un obsequio universal; hay un regalo para todos, pero sólo algunos tomaran posesión del regalo. Cristo no sólo derramó su sangre, también la esparció. Quiso salvar a todos, pero sólo algunos se salvarán. Por consiguiente, parte de su sangre se ha perdido: se ha desparramado.
Se puede encontrar una ilustración de la posición arminiana en el caso de un americano que fue condenado a muerte hace más de 100 años. Antes de que lo colgaran, sin embargo, el presidente Andrés Jackson le concedió el perdón. Pero el hombre se negó e incluso apeló a la Corte Suprema, la cual sostuvo su derecho de negarse a recibir el perdón. La Corte declaró que el Presidente puede otorgar el perdón, pero que el perdón nunca se puede imponer a una persona; se puede rechazar. En forma semejante, el arminiano dice, Dios puede ofrecer el perdón al hombre sobre la base de la muerte de Cristo, pero el pecador condena o puede rechazarlo. Sin embargo cualquiera que rechace el perdón tanto de Dios como de un Presidente es necio.
Para robustecer su posición, el arminiano recurre a pasajes como 1Juan 2.2 (“Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”), 2 Corintios 5.14 (“porque el amor de Cristo no constriñe, pensando esto: que uno murió por todos”) y Juan 4.42 (“verdaderamente éste es el Salvador del mundo”).
El calvinista, por otro lado, dice que Cristo murió sólo por el creyente, por el elegido, sólo por los que de hecho se salvarán e irán al cielo. Según el calvinista, Cristo quiso o se propuso que su expiación pagara por los pecados sólo de aquellos que el Padre le había dado (Jn.6.37-40). Dice que si Cristo de hecho llevo el castigo de los pecados de todos entonces se salvan. Pero esta conclusión obviamente no es aceptable. Hay personas que van al infierno. El calvinista recurre a los pasajes que afirman que Cristo murió, no por todos, sino por su “pueblo” (Mt. 1.21), sus “ovejas” (Jn. 10.15, cf. 10.26), “sus amigos” (Jn. 1:5.13) “la iglesia” (Hch. 20.28), y “la esposa” (Ef. 5.25).
Cuando el calvinista emplea el término limitada, no quiere decir que la expiación sea limitada en su poder para salvar. Por el contrario, cree que la expiación de Cristo es ilimitada en cuanto a poder, que Cristo salva en forma completa, y que la expiación tiene un valor infinito. Pero si cree que la expiación ilimitada de Cristo es limitada en su fin, que Cristo quiso quitar, y de hecho quitó la culpa de los pecados de un número limitado de personas a saber, aquellos a quienes Dios ha amado con un amor especial desde la eternidad. La expiación, de valor limitado, se limita a ciertas personas. Es una expiación limitada.
Como la expresión expiación limitada puede confundir a las personas, algunos han preferido el término definido o particular. Estos últimos términos subrayan los objetos de la expiación, que es ilimitada en cuanto a su poder, se limita a un número definido y particular de personas a saber, los creyentes. No importa cual término se emplee, limitada, definida o particular, si se tienen bien claras estas distinciones.

II. LA RESPUESTA BÍBLICA

Antes de pasar a la información bíblica básica, obsérvense dos pasajes que tratan de la expiación limitada: Juan 10.15 Y Efesios 5.25
En Juan 10 Jesús emplea la ilustración del pastor y su rebaño. Dice de sí mismo que es pastor y que tiene un rebaño de ovejas. Conoce a las ovejas y ellas lo conocen a Él. Escuchan su voz y lo siguen, y él les da vida eterna a fin de que no perezcan. Estas ovejas son los verdaderos creyentes. Ahora bien, Jesús dice que da su vida por estas ovejas y no por todo el mundo: “El buen pastor su vida da por las ovejas” (10.11). Y en 10.15 dice de nuevo, “pongo mi vida por las ovejas”.
Esto es expiación limitada. Entrega la vida por sus ovejas, y sólo por sus ovejas. En 10.26 dice a aquellos que no creen en Él que son ovejas suyas. “pero vosotros no creéis,” dice a los judíos incrédulos, “porque no sois de mis ovejas.” En otras palabras, no estaban incluidos en su rebaño, por lo cual, como había dicho antes, dará la vida. Esto es expiación limitada.
En Efesios 5.25-27 Pablo amonesta a los esposos de la iglesia de Éfeso a que amen a sus esposas “así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”. Es la iglesia, no el mundo, por quien Cristo se entregó a sí mismo.
Además, se entregó a sí mismo para ella “para santificarla, habiéndola purificado.”Hay una unidad inseparable entre la muerte de Cristo por la iglesia y su acción santificadora y purificadora de la misma. Cristo purifica y santifica a aquellos por quienes murió. Como el mundo no está santificado, ni purificado, es obvio que Cristo no murió por él.
Además, si el punto de vista Arminiano fuera correcto, es decir si Cristo amó a “todo” el mundo por igual y se entrego a sí mismo por el mundo, entonces el paralelismo entre la esposa del marido y la esposa de Cristo caería por su base.
Porque entonces la amonestación sería que el marido debe amar a otra que no es su esposa y entregarse por ella, del mismo modo que Cristo se entregó a sí mismo no sólo por la iglesia su esposa, sino también por los que están fuera de ella. Pero sería contradictorio a la Biblia, que enseña que el hombre debe tener una sola esposa.
Ahora examinemos la base bíblica de la expiación limitada desde el punto de vista del Padre, del Hijo y del Espíritu santo, y veamos la unidad y armonía de su propósito y acción.
A. LA ELECCIÓN DEL PADRE.
Si el Arminiano tiene razón en su negativa de la elección; sí Dios no predestinó a algunos para la vida eterna, sino que los postdestinó; si Dios no ha amado a algunos con un amor particular desde la eternidad; si Dios no decidió desde la eternidad salvar a su pueblo entonces no hay expiación limitada sino universal. Ambas cosas son inseparables: el amor indefinido y la expiación indefinida, el amor universal y la expiación universal, el amor indiscriminado y la expiación indiscriminada, y la elección ilimitada (Dios elige a todos) y la expiación es limitada. Si Dios no ha amado a ciertas personas con un amor particular, entonces el arminiano tiene razón: Dios no envió a su hijo para que muriera por ciertas personas solamente. Si Dios ha amado a todos por igual, entonces Dios de hecho ha enviado a su hijo para que muriera, por todos por igual.
El Arminiano tiene razón al observar que el amor del Padre y la expiación del hijo van juntos, que las mismas personas son el objeto del amor de Dios y de la expiación, que hay concordancia entre el amor del Padre y la muerte del Hijo. Los objetos de ambos son los mismos. El Arminiano y el calvinista están de acuerdo a este respecto. Pero la Biblia enseña repetidamente que Dios no ama a todos con el mismo amor. “A vosotros solamente he conocido de todas de todas las familias de la tierra” (Am. 3.2); “A los que antes conoció, también los predestinó” (Ro. 8.29); “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro. 9.13).  “Elección Incondicional.” La expresión “Amado de Dios” no se aplica al mundo, sino solo a los santos de Roma (1.7), de Colosal (3.12) y de Tesalónica (1 Te. 1.4;2 Te. 2.13), y a los destinatarios cristianos de la carta de Judas (v. 1) .
Como los objetos del amor del padre son particulares, definidos y limitados, también lo son los de la muerte de Cristo. Como Dios ha amado a algunos y no a todos, como ha decidido en forma soberana e inmutable que éstos en concreto se salvaran, envió a su hijo para que muriera por ellos, para que los salvara, no para que se salvara a todo el mundo. Como es una elección definida, la expiación es definida. Como es una elección limitada, la expiación es limitada. Como es una elección particular, la expiación es particular. El amor de elección de Dios y la expiación de Cristo van juntos y tiene como meta las mismas personas. Hay unidad entre el padre y el hijo.
Fue porque dios amó tanto al mundo de los pecadores elegidos que envió a su hijo unigénito para que el mundo se salvara por medio de él (Juan. 3.16-17) En este pasaje la palabra “mundo” no quiere decir todas y cada una de las personas, tanto los réprobos como los elegidos, sino el mundo entero en el sentido de personas de todas las tribus y naciones, no solo judíos. Como el Padre había dado algunos a Jesús, Jesús vino a la tierra para morir por ellos (Jn. 6.37-40). Jesús tuvo una meta definida y precisa, que coincidió con el propósito del Padre. Su propósito no fue morir en forma imprecisa por toda la gente del mundo, sino que, como dijo, “todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” (v.37).
La voluntad del decreto del Padre fue no que todos se salvaran sino que Jesús no perdiera a ninguno del os que el padre le había dado (v. 39). Jesús murió sólo por este propósito (v. 38). 1 Juan 4.10 enseña también en forma clara la relación inseparable entre el amor de Dios y la expiación de Cristo, porque dice que Dios “Nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” El objeto del amor de Dios es el mismo objeto de la propiciación de Cristo. El “nosotros” se refiere no al mundo sino a aquellos cuyos pecados son perdonados 2.12) que han vencido al maligno (2.13) y que son hijos de Dios (3. 1, 2).
En otras palabras, Cristo murió sólo por los hijos de Dios: aquellos a quienes Dios amó con amor especial. Pablo también identifica a aquellos por quienes Cristo murió con aquellos a quienes Dios ama, cuando escribe: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5.8). El objeto del amor de Dios (“nosotros”) es el mismo que aquellos por quienes Cristo murió (“nosotros2). Debido al amor especifico de Dios por “nosotros” los santos (1.7) y los justificados (5.1) Cristo murió por los mismos.
Quizá el más convincente de todos los pasajes para mostrar la relación íntima y necesaria entre elección limitada y expiación limitada es Romanos 8. 32. Este versículo es tanto más sorprendente porque es un pasaje al que recurren constantemente los que defienden la expiación ilimitada. Dice así: “El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas? A primera vista, puede parecer que Pablo enseña claramente que Cristo murió por todos.
Pero una reflexión más madura lleva a la conclusión clara de que es imposible que sea así. El “todos” del versículo 32 se refiere a todos los elegidos, y no todos los que viven en el mundo entero. La razón de esto es que el pasaje entero de Romanos 8 desde el versículo 28 hasta el final del capítulo trata sólo de los cristianos. Todo lo que antecede y sigue de inmediato al versículo 28 hasta el final del capítulo trata sólo de los cristianos. Todo lo que antecede y sigue de inmediato al versículo 32 se refiere sólo al pueblo especial de Dios. Todas las cosas no contribuyen al bien de todo el mundo, sino sólo de aquellos que aman a dios y que han sido llamados conforme a su propósito electivo (v. 28).
Las promesas de dios son sólo para aquellos a quienes él ha conocido de antemano y ha predestinado y glorificado (v. 29-30). De éstos es de quien Pablo dice “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará con él todas las cosas?” (v. 32). El “todos nosotros”, por quienes Cristo murió son aquellos cristianos que pablo acaba de mencionar.
Luego en la frase que sigue inmediatamente, Pablo continúa hablando sólo de los elegidos: “Quién acusará a los escogidos de Dios?” La idea es: nadie puede, porque Cristo murió por ellos. ¿Ven la conexión íntima entre los elegidos y aquellos por quienes Cristo murió? Son los mismos. Todo lo que procede y sigue al “todos nosotros” del versículo 32 está restringido a los elegidos, a los que Dios ama. Por consiguiente este versículo, en lugar de apoyar una expiación universal, apoya precisamente lo opuesto: limita el “todos nosotros” a aquellos que aman a Dios. Esta es expiación limitada.
Y precisamente es esta expiación limitada la que proporciona tanto consuelo en tiempos de prueba. Porque pablo arguye (v. 32) que si Dios dio lo más grande del mundo por su pueblo es decir, si Dios sacrificó a su hijo Jesús por nosotros los creyentes entonces dios dará también todo lo que sea para nuestro bien. Así pues, no tienen por qué preocuparse, los de poca fe, los que temen tanto el mañana. Recordemos, que si Dios sacrificó a Cristo por nosotros, entonces todas las demás cosas que son buenas son pequeñeces. Y Dios nos las dará. Demos gracias a Dios Padre no sólo por su amor eterno de elección, sino también por el Hijo que murió por nosotros.
Para resumir esta sección, la Biblia enseña que el propósito de la predestinación del Padre y de la expiación del Hijo es el mismo: La salvación de un número limitado de personas, de los elegidos de Dios. En otras palabras, la expiación limitada se basa en la elección incondicional.
B: LA EXPIACIÓN DEL HIJO.
Para responder a la pregunta: ¿Por quién murió Cristo?, es necesario definir la palabra morir. ¿Qué quiere decir morir? ¿Exactamente qué es los que Jesús hizo cuando murió? Éste es el meollo de la pregunta.
La Biblia define la muerte de Jesús por lo menos cuatro maneras diferentes. Cuando Cristo murió, (1) se sacrificó en forma vicaria por los pecados (He. 9,10); (2) propició, es decir; aplacó la ira justa de Dios (Ro. 3.25, He. 2.17; 1 Jn. 2.2; 4.10); (3) reconcilió a su pueblo con Dios, es decir, eliminó la enemistad entre ellos y Dios (Ro. 5.10; 2 Co. 5.20; etc.); y (4) los redimió de la maldición de la ley (Gal. 3:13).
La pregunta a la que hay que contestar en forma precisa es ésta: ¿Se sacrificó o no? ¿Se sacrificó Cristo en realidad en forma vicaria por los pecados o no? Si lo hizo, entonces no fue por todo el mundo, porque entonces todo el mundo se salvaría.
¿Redimió Cristo en verdad, no en forma teórica, sobre el papel, sino en realidad a Judas de la maldición de la ley, haciéndose de hecho maldición por Judas (Gal. 3.13), de manera que éste ya no esté bajo la maldición de la ley? Desde luego no. Pablo dice que Cristo se hizo maldición por nosotros, es decir, por pablo y por los gálatas creyentes. Como Judas no quiso creer en Cristo, está en el infierno bajo la maldición de la ley. Cristo no murió por él.
¿Reconcilió Cristo de verdad, a Esaú con el Padre, por medio de su muerte (Ro. 5.10), o no? ¿Quitó de hecho, con su muerte vicaria, la enemistad que existía entre Dios y Esaú de manera que ésta ya no se da?
Es lo uno o lo otro. Si Cristo reconcilió a Esaú, si Cristo se hizo maldición por Judas, si de hecho soportó los tormentos del infierno por todo el mundo, en otras palabras, si murió por todo el mundo, en otras palabras, si murió por todos, entonces nadie está perdido. Todos han sido reconciliados y redimidos. Pero decir que todos los hombres están redimidos es contradictorio con lo que afirma la Biblia.
Así pues la naturaleza de la expiación, ¿qué hizo de hecho Cristo? Gira alrededor de la pregunta: ¿por quién murió Cristo? El sustantivo (expiación) define su adjetivo (limitada). Si la expiación en realidad no salva, si no quita de verdad la maldición de Dios sobre el pueblo, si no redime de hecho , entonces sí puede ser para todos, incluso para los que están en el infierno. Pero si la muerte de Jesús es lo que la Biblia dice que es, sacrificio vicario por los pecados, redención verdadera y no hipotética, mediante la cual el pecador queda realmente reconciliado con Dios, entonces, obviamente, no puede ser por todos los hombres, porque entonces todos se salvarían, y lo cierto es que no es así.
Una de las dos cosas es verdadera: o la expiación es limitada en su alcance o es limitada en su naturaleza o poder. No puede ser ilimitada en ambos sentidos. Si es ilimitada en su alcance, es decir, si Cristo murió por todos y cada uno, como pretende el Arminiano, entonces no puede ser ilimitada en su naturaleza, en su poder, porque entonces todos se salvarían. Como el Arminiano cree en una expiación que es ilimitada en su alcance, necesariamente ésta es una expiación vaga, indefinida, pobre, que no salva de hecho a nadie.
Si, por otra parte, la expiación es ilimitada en cuanto a su eficacia y a su poder salvador, como la Biblia lo indica, entonces debe ser limitada en su alcance. A no ser que alguien crea en el universalismo, que todos se salvaran, la expiación no puede ser ilimitada tanto en su naturaleza como en su alcance. Por consiguiente, es bíblico hablar de una expiación ilimitada (en cuanto a su naturaleza y su poder) y limitada (en cuanto a su alcance). O, una expiación particular definida e ilimitada.
Cuando se cae en la cuenta de que la expiación es real y no ficticia, que de hecho, y no en forma imaginaria, quitó la culpa del pecado, entonces es posible ver el error que hay en la ilustración del prisionero condenado a muerte pero quien fue perdonado por el presidente Jackson. La razón de que el ejemplo falle y de que el hombre pudiera rehusar el perdón fue porque éste no tenía base objetiva. Si otro hombre hubiera sido colgado en lugar de él, si otro hubiera pagado la deuda, entonces el estado no hubiera podido exigir dos castigos por el mismo delito.
Pero en ese caso no hubo sustituto. En el caso de la expiación, por el contrario no se trata de un simple perdón ficticio, sin sustituto real; porque Cristo efectivamente murió en lugar de los pecadores. Se sacrificó de hecho por los pecados. Dios castigó a Cristo en lugar de castigar a sus amados. Pero nadie actuó como sustituto en el perdón otorgado al hombre condenado del ejemplo anterior. Si hubiera aceptado el perdón, entonces se hubiera pasado por alto las exigencias estrictas y justas de la ley. Pero esto no puede suceder en la ley divina. Alguien tiene que morir para pagar por los pecados cometidos: o la persona misma o Cristo.
C: LA MORADA DEL ESPÍRITU.
2 Corintios 5.14-15 nos dice “El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron, y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucito por ellos” He aquí otro ejemplo sorprendente de como un texto puede a primera vista dar la impresión de que refrenda la teoría universalista de la expiación, cuando en realidad hace lo contrario. A menudo se recurre a la expresión de Pablo “uno murió, por todos” como prueba de la expiación ilimitada de que Cristo murió por todos y cada uno de los que han vivido o vivirán. Pero el estudio cuidadoso del pasaje revela que Pablo enseña lo contrario.
Adviértase sobre todo el “luego”. Pablo escribe que “uno murió por todos, luego todos murieron”. Debido a la muerte de Cristo, dice Pablo, todos murieron. Hay una conexión inseparable entre la muerte de Cristo y la muerte de todos. El luego” exige una relación causal. De ahí que, el “todos murieron” no se pueda referir a la muerte natural de todos los hombres, porque la muerte de Cristo no es la causa de la muerte física del hombre. El “todos murieron” se refiere a la muerte espiritual del creyente.
Es la misma clase de muerte de Romanos 6, donde Pablo dice que los cristianos son bautizados en la muerte de Cristo y unidos a la misma. Han muerto al pecado debido a la acción del espíritu Santo en su corazón. Ahora bien, es obvio que no todos han muerto en este sentido. Muchos siguen viviendo en el pecado, no han muerto al pecado. Por consiguiente, Cristo no pudo haber muerto por ellos. Porque hay una relación indestructible entre la muerte de Cristo y aquellos por quienes murió: “Murió por todos. Luego, todos murieron.” Obviamente, el Todos en ambos casos significa todos los creyentes no todo el mundo, tanto réprobos, como elegidos. Porque los réprobos nunca murieron al pecado.
Además, Pablo advierte también, de acuerdo con Romanos 6, que si los cristianos están muertos al pecado, entonces están vivos en Cristo. Si están sepultados espiritualmente con Cristo, resucitarán espiritualmente con él. (Si bien Pablo no lo afirma en forma explícita en este pasaje, sabemos por el resto de la Biblia que esto es posible sólo gracias a la acción del Espíritu santo.) Entonces da un paso más y arguye que el amor de Cristo hacia los cristianos debería constreñirlos a vivir vidas santas, todo por amor de “aquel que murió y resucitó por ellos”.
En otras palabras, hay una cadena inexorable de sucesos en 2 Corintios 5.14-15:
(A) Cristo Murió Por Todos Los Creyentes; Por Consiguiente,
(B) Todos Los Creyentes Mueren Espiritualmente En Cristo, Y:
(C) Todos Ellos Resucitaran De Nuevo Espiritualmente En Cristo.
Si se firma el punto (a), deben seguirle el (b) y (c). Por consiguiente en este pasaje no se menciona al mundo, al incrédulo, sino sólo a aquellos que murieron al pecado, resucitaron espiritualmente en Cristo y viven por él. Así pues el “todos” de uno murió por todos” se refiere a todos los cristianos. Ésta es expiación limitada.
Éste es, pues, el gran plan de la redención. Dios no amó en forma vaga a todos los hombres, sin elegirlos soberanamente. Y por tanto tampoco Cristo murió en forma indeterminada por todos los hombres, eliminando su pecado hipotéticamente esto es, no verdaderamente. Y el Espíritu santo no aplicó en forma insulsa la muerte de Cristo a todos y dejó en sus manos, en último término, el salvarse o no salvarse.
Antes bien, la Biblia enseña la acción unida de las tres Personas de la Trinidad: entre la elección del Padre, La expiación del hijo, y la morada del espíritu santo. Debido a que el Padre ha amado algunos desde la eternidad (Ro. 8.29), envió a su Hijo para que muriera por ellos. Lleno de amor, el Hijo no perdió a ninguno de los que el padre le dio (Jn. 6.39), si no que llevó sobre sí la maldición por sus ovejas, por su pueblo, por su iglesia, por su esposa.
Lo salvó en verdad, lo redimió y lo reconcilió con el padre. Luego, el Espíritu santo vino al pueblo al que el Padre había escogido y por quien el Hijo había muerto y lo hizo morir al pecado y vivir espiritualmente, es decir, nacer de nuevo. Coincide pues el propósito del Padre del hijo y del espíritu santo. Los tres buscan el mismo propósito y lo consiguen: La salvación de aquellos a quienes el padre ha amado con amor especial. *

III. OBJECIONES

Desde hace siglos se han suscitado ciertas objeciones en contra de la doctrina bíblica de la expiación limitada. Puede ser útil examinar por lo menos tres de ellas.
A. EL OFRECIMIENTO LIBRE DEL EVANGELIO.
Algunos dicen si Cristo no quitó los pecados de todos, si el padre, el Hijo y el espíritu Santo no quisieron salvar a todos entonces ¿Cómo es posible decir, como lo hace el calvinista, que Dios sinceramente ofrece salvación a todos, incluyendo a aquellos que no ha predestinado para ser salvos? Nos hallamos frente a un misterio fundamental. Por una parte, la Biblia enseña que dios tiene la intención que se salven sólo algunos. Por otra parte, la Biblia afirma, en forma inequívoca, que dios ofrece libre y sinceramente la salvación a todos.
Ezequiel dice, por ejemplo, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel? (33.11).
Isaías dice, “A todos los sedientos: venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed” (55.1). En otro pasaje dice, “Mirad a mí, y sed salvos”, todos los términos de la tierra” (45.22). Jesús dice, “Venid a mí todos los estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt. 11.28). Más adelante exclama: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¿Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas y no quisiste!” (Mt. 23.37). Pedro escribe con claridad inconfundible que el señor es “paciente para con nosotros, no queriendo, que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3.9).
*Algunos han tratado de defender la elección y acción soberana del espíritu Santo, negando al mismo tiempo la expiación limitada. Esta teoría produce un desacuerdo no bíblico entre la acción del Padre, del hijo y del Espíritu. Describe al padre como a quien ama a todos los hombres por igual, al hijo como a quien muere por todos los hombres por igual, pero al Espíritu Santo como a quien actúa irresistiblemente sólo en los corazones de algunas personas. Es mucho mejor ceñirse a los datos bíblicos que señalan una verdadera unión entre todas las personas de la trinidad en cuanto a la consecución de su único propósito: el cumplimiento de la elección del Padre.
Se puede encontrar una excelente presentación bíblica de este problema, al igual que toda la enseñanza de la expiación limitada, en el informe de las Actas del sínodo de la Iglesia Cristiana Reformada de 1967. No se trata de un estudio abstracto sino de un análisis nacido de una situación práctica.
Finalmente, en Apocalipsis 22.17 leemos esta invitación universal: “Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven y el que oye, diga: Ven y el que tiene sed, venga: y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
¿Cómo es posible reconciliar estas dos series de afirmaciones: por una parte, dios tiene la intención de salvar sólo a algunos; y, por otra, dios ofrece sinceramente la salvación a todos’ ¿Acaso no prueban todos los pasajes que se acaban de citar que Cristo sí murió por todos? Porque si ofrece sinceramente la salvación a todos, debe haber hecho provisión para que estos se salven.
De nuevo nos encontramos ante el problema fundamental de Dios. Sus caminos son más excelsos que los nuestros. Al hombre le parece imposible reconciliar ambas verdades. Parecen contradecirse mutuamente. Sin embargo, La Biblia es la palabra infalible de Dios y no puede errar. Ya que ambas series de verdades están en la Biblia, deben aceptarse; y el hombre debe resignarse al hecho de que no puede entender a Dios y sus caminos.
Debe ser suficientemente humilde para reconocer que la criatura no puede comprender los pensamientos de Dios. Debe simplemente preguntarse: ¿hizo dios estas dos afirmaciones que parecen contradictorias? Si encuentra ambas en la Biblia, como lo hace el calvinista, debe entonces aceptarlas. No debe decir que aceptara lo que su mente finita pueda entender. Porque entonces, automáticamente, excluye la posibilidad de Dios, porque Dios es infinitamente mayor que su mente y es incomprensible.
B. PASAJE UNIVERSALISTAS.
A veces se objeta en contra de la expiación limitada basándose en el hecho de que la Biblia explícitamente dice en varios pasajes que Cristo es la propiciación por los pecados de todo el mundo (1 Jn. 2.2), que es el Salvador del mundo (Jn. 4.42), que quita el pecado del mundo (Jn. 1.29), que “murió por todos” (2 Co. 5. 14-15), y se entregó como rescate por todos (1 Ti. 2.6). Si murió por todos, razonan, entonces no murió solo por unos cuantos.
La respuesta a esta objeción es que a menudo la Biblia emplea las palabras mundo o todos en un sentido restringido, limitado. Deben interpretarse siempre en su contexto y a la luz del resto de la Biblia. Es lo que debemos hacer en cualquier tipo de lectura. Por ejemplo, si un periódico informara que se ha hundido un barco, pero que todos fueron rescatados, es obvio que significa que todos los que estaban en el barco fueron rescatados y no todos los que estaban en el mundo.
Lo mismo ocurre en la Biblia. Cuando Lucas informa que cesar mandó que “todo el mundo” se empadronara y que “iban todos para ser empadronados, cada uno en su ciudad” (2. 1, 3) es evidente que todos no son todos. Porque los japoneses, los chinos y los anglosajones no se empadronaron.
Cuando pablo afirma dos veces que “todo me es lícito” (1 Co. 6.12; 10.23), es obvio, por el resto de sus escritos, que no todo le era lícito. No le era lícito pecar:
Cuando Jesús dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Jn. 12.32, es evidente que todos, no son todos. Porque millones de paganos ni siquiera han oído hablar de Jesús, y mucho menos han sido atraídos por Él. Y muchos otros millones que han oído hablar de Jesús en vez de haber sido atraídos hacia Él, se han sentido repelidos ante el simple pensamiento acerca de Él. Jesús puede haber querido decir una de dos cosas: todos los elegidos serán atraídos a Él, o todos los hombres, tanto gentiles como judíos, tanto hotentotes como suecos, serán atraídos hacia Él, todos no son todos.
En forma semejante, en 1 Corintios 15.22 Pablo escribe en términos al parecer universalistas cuando dice “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” Aunque es evidente que todos los que viven en el mundo murieron en Adán (Ro. 5.12ss), es igualmente evidente que todos no han muerto en Cristo. Hay muchos que no han sido crucificados en Cristo. Lo odian.
A la luz de tantos pasajes (y se podrían citar más) en los que todos no significa todos en el sentido de cada uno de los individuos que viven, es imposible recurrir, en forma simplista, a estos pasajes universalistas para probar que Cristo murió por todos. Se debe estudiar cuidadosamente el contexto. Cuando lo hicimos en el caso de romanos 8.32 y 2 corintios 5.14-15, resultó claro por el contexto que Pablo afirmaba que Cristo murió por todos los elegidos. En otros lugares las palabras mundo y todos se refiere simplemente a todos los creyentes, a toda la iglesia, y al mundo más allá de Israel. En 1 Juan 2.2, por ejemplo, leemos que Cristo “es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Esto significa que Cristo murió por los pecados no sólo de de los judíos, sino también de los holandeses, italianos y suecos, de hecho, por todo el mundo. No significa
Por todos y cada uno de los judíos, holandeses, italianos y suecos.
C. OBSTÁCULO AL EVANGELISMO.
Algunos arguyen que si el evangelista no puede decir a su auditorio, “Cristo murió por vosotros,” quedará afectada, en forma considerable, su eficacia en la evangelización.
La respuesta a tal argumento es que si hubiera que elegir, es mejor decir la verdad, y no ganar tantos “conversos”, que conquistar a muchos con falsedades. El fin no justifica medios ilegítimos. Si la Biblia dice que Cristo murió por los elegidos, entonces el evangelista no puede representar el papel de dios afirmando que sabe que todos los que componen el auditorio son elegidos y por consiguiente, que Cristo murió por ellos. No lo sabe y no debería decirlo.
Pero también debería advertirse que la eficacia del evangelismo no depende de la afirmación bíblica “Cristo murió por vosotros”. No se encuentra una afirmación de este tipo en George Whitefield o Charles Spurgeon, por ejemplo, y sin embargo tuvieron un éxito evangelístico fenomenal. Es digno de mención que en ningún pasaje de la Biblia se encuentra una expresión semejante. Es suficiente decir a la persona inconversa: “Cristo murió por el pecado.
Se entregó por los pecadores como usted y yo. Si desea salvarse, crea en él. Es su responsabilidad, y Dios le ofrece libremente la salvación por medio de Jesús. Crea.” * una afirmación así es bíblica y muy eficaz. El gran predicador Charles Spurgeon es un ejemplo excelente de la eficacia que puede tener un predicador que no suaviza las enseñanzas bíblicas del calvinismo.
Además, la expiación limitada en lugar de ser obstáculo para el evangelismo, es un gran estímulo para el mismo. Porque si creemos con la Biblia que por naturaleza todos están condenados, y que sin embargo Dios tiene un pueblo en todas las naciones, en todas las tribus, y en todas las comunidades, y que Cristo ha quitado los pecados de este pueblo, entonces es muy estimulante predicar el evangelio. No es un caso perdido después de todo. Habrá éxito. Lo que debemos hacer para cumplir con nuestro deber es hablarles a los demás de Cristo. Y como la expiación de Cristo ha quitado de hecho los pecados de los elegidos, habrá respuesta infalible por parte de ellos. Gente de todas las tribus y lenguas creerán, porque murió por ellos.
*Ciertamente es posible decir en un sentido al hablar a los no salvos que “Cristo murió por vosotros”. A causa de la muerte de Cristo muchas bendiciones les llegan a los réprobos: todas las bendiciones naturales de este mundo le llegan por medio del dominio mediador de Cristo. Pero todas estas bendiciones no son salvíficas: no dan como resultado la redención de la persona.
Por consiguiente, si bien hablando técnicamente se pude decir al no creyente, “Cristo murió por usted”, es mas probable que esta afirmación dé lugar a un equivoco y sólo debería emplearse si entiende adecuadamente. La persona corriente al oír que Cristo murió por ella, concluiría ante todo que Cristo borró la culpa de sus pecados. Quizá no sea éste el caso, y por tanto es mejor no afirmar dogmáticamente lo que puede ser falso.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas sobre el capítulo que usted Acaba de leer:
1. Explique en sus propias palabras lo que significa “Expiación Limitada”
1. 1 ¿Qué es expiación?
1. 2 ¿Por qué se llama limitada?
2. ¿En qué manera se puede prestar a equívocos la palabra limitada en la expresión Expiación Limitada?
3. ¿En qué sentido es limitada la expiación?
4. ¿En qué sentido es ilimitada la expiación?
5. ¿Sería mejor expiación definida? ¿Por qué?
6. ¿Sería mejor Expiación Particular? ¿Por qué?
7. ¿De qué manera se relaciona la Expiación Limitada con la Elección Incondicional?
Acuda a su Biblia, al contestar las siguientes preguntas:
1. Estudie Juan 10.11, 15, 16 para ver qué dice acerca de que por quienes murió Cristo.
2. Analice Romanos 8.32. ¿Qué dice acerca de la expiación limitada?
3. Cite todos los pasajes que pueda, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, para mostrar que dios ofrece la salvación a toda la gente sin excepción, elegidos y no elegidos.
4. Busque los siguientes versículos de la Biblia y explique cómo los reconcilia con la enseñanza bíblica de la expiación limitada:
A. Juan 1.29
B. Juan 4.42
C. 2 Corintios 5.14-15
D. 1 Timoteo 2.6
E. 1 Juan 2.2
Fíjese en el apéndice de este libro. Lea con cuidado la siguiente sección: La confesión de Westminster capítulo VII hasta el capítulo X, y a la luz de Esta lectura como también esta sección del libro conteste estas preguntas:
1. ¿Cómo se puede probar la expiación limitada basado en la expiación vicaria de Cristo?
2. ¿Qué sucedería si la expiación fuera ilimitada en extensión y en poder?
3. ¿Es bíblico decirlo al no cristiano, “Cristo murió por Usted”? ¿Por qué?
4. ¿De qué manera resulta estimulante para los misioneros la expiación limitada?
5. ¿Qué consuelo se puede sacar del hecho de la expiación limitada?

LECCIÓN: 6

4:_GRACIA IRRESISTIBLE.

Dos estudiantes universitarios asisten a un estudio bíblico. Uno dice, “Es magnifico”; el otro dice, “Bobadas”. Dos personas extrañas escuchan un sermón muy claro acerca de “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre si no por mi.” Uno cree, el otro no. Dos muchachos, de hechos mellizos crecen en la misma casa, con la misma instrucción religiosa. Uno ama a Dios, y el otro lo odia. Sus nombres son Jacob y Esaú.
¿Por qué? ¿Por qué dos personas sometidas exactamente a las mismas circunstancias reaccionan en formas opuestas? ¿Por qué una persona cree y la otra rechaza a Cristo? Éste es el problema que examina este capítulo.
La respuesta bíblica es la gracia irresistible, es la única causa de estas reacciones diferentes.

I. ¿QUÉ ES GRACIA IRRESISTIBLE?

A. GRACIA.
Gracia es un favor no merecido. Un cierto estudiante universitario está más ocupado en causar problemas que en su educación. Perturba la conferencia de un distinguido profesor visitante, y con ello priva al conferencista del derecho de hablar y a los estudiantes del derecho de escuchar. Incluso da un puñetazo en la cara a un paralítico que insiste en ir a la clase.
En compañía de una pandilla quema la biblioteca de la universidad, corta las mangueras de los bomberos, grita groserías a la policía e incluso mata a un compañero, líder del grupo que se le opone. Este asesino es condenado en la corte de justicia por todos estos crímenes y se le condena a muerte. Estando en la cárcel, sigue hablando con odio y venganza contra todos los que elaboran en pro de la paz, de orden y de la libertad. Pero el tribunal de apelación le otorga el perdón e incluso hace que se le entreguen diez mil dólares al año como pensión vitalicia. Esto es gracia: Favor inmerecido.
De manera semejante, cada uno de nosotros ha cometido crímenes mucho más odiosos, y éstos en contra de dios, y merecemos un castigo mucho mayor. Dios hizo bien al género humano. Pero nosotros, voluntaria y libremente, nos rebelamos en contra de él. Nos ruega que nos apartemos del pecado y lo sirvamos a él, y le respondemos ridiculizándolo. Está es nuestra naturaleza el odiar a Dios con un sentimiento de venganza absoluta, y el odiar a todos los demás. Nuestra meta única es ser siempre los primeros y pisotear a Dios. Merecemos el fuego eterno del infierno.
En una situación tan terrible como ésta, siendo todavía pecadores no arrepentidos, Dios ama a algunos, envía a Jesús para que muera por ellos y luego envía al espíritu Santo para que los haga aceptar el sacrificio que Cristo ha hecho por ellos. Como culminación, manda que esos bastardos espirituales (He. 12.8) pasen a ser hijos suyos y hereden riquezas incalculables. Esto El favor inmerecido. Esto es gracia. (Y está a disposición de yodos los que quieran. Si alguien la quiere, puede confiar en Cristo ahora mismo y aceptarla. Puede pedir a Cristo, el dios hombre, que lo salve de los pecados.)
B. IRRESISTIBLE
Irresistible significa que cuando dios ha escogido a algunos para que se salven y cuando envía a su Espíritu santo para que los transforme de seres odiosos en seres amantes, nadie puede resistirle. Les irresistible. Logra lo que se propone hacer.
Pero no entendamos mal la palabra irresistible. A algunos les puede dar la idea que significa que alguien tiene que hacer lo que no quiere hacer. De una montaña elevada puede desprenderse una avalancha de nieve, con fuerza irresistible, sepultando al habitante del pueblo que, obviamente, no quiere morir. El comunista puede obligar al predicador a que abandone el púlpito y ponerlo irresistiblemente en la cárcel. Cualquier adulto puede secuestrar a un niño de tres años sin que éste pueda ofrecerle resistencia.
Algunos conciben la gracia irresistible en este sentido. Se imaginan a Dios como obligando a la gente a hacer lo que no quieren hacer, como arrastrándolos hasta el cielo a pesar de su resistencia y pataleo por así decirlo en contra de su voluntad. Ven a Dios como alguien que obliga, coacciona y violenta la voluntad del hombre.
Pero éste no es el significado de la palabra irresistible cuando se habla de la gracia irresistible; y si produce malos entendidos, entonces habría que escoger otra palabra. Por ejemplo eficaz, efectiva, insuperable, o cierta. Lo que la gracia irresistible significa es que dios envía a su Espíritu santo para que actúe en las vidas de la gente de manera que, en forma definitiva y cierta, son cambiados de ser malos a ser buenos. Significa que el Espíritu santo logrará sin lugar a dudas, sin peros, ni sin, que aquellos a quienes Dios ha escogido desde la eternidad y por quienes Cristo ha muerto, crean en Jesús.
Pero dios hace esto de una manera que siempre le agrada al hombre. Como dijimos antes, el hombre es siempre libre. Hace exactamente lo que quiere hacer. Esto no significa que tiene voluntad libre es decir, la capacidad para escoger el bien y el mal por igual. No posee esta clase de libertad. Porque odia a Dios, ama el pecado, y libre y voluntariamente peca sin ninguna obligación externa. Jamás puede escoger el bien, a Dios y a Cristo, porque está sometido a la esclavitud del diablo y a sus propios deseos pecaminosos. No posee libertad real.
Por naturaleza el hombre es como una persona a quien le agrada comer manzanas podridas, llenas de gusanos, tomadas del basurero, o como quien le gusta sentarse en el barro para comer tierra. Dios puede cambiar la naturaleza de esa persona de manera que le guste el filete miñón y las alcachofas, en vez de la tierra, y que ansíe comer un plato de fruta fresca, en lugar de una manzana podrida.
De manera semejante, Dios cambia el corazón del hombre de malo en bueno. Por naturaleza, al hombre le gusta pecar y le agrada todo lo que producirá infelicidad y castigo eterno. Mediante la gracia irresistible Dios no deja el corazón sin cambiar y en esa forma arrastra al hombre al cielo en contra de su voluntad. No, transformara radicalmente su índole, de manera que ahora este hombre se duele verdaderamente del pecado y ama a dios. Ahora, con su corazón cambiado, aborrece lo que antes solía hacer. Cristo es ahora para él lo más excelso. El cristianismo se convierte en algo atrayente. En forma libre y ansiosa busca a Dios.
Es así como actúa la gracia irresistible de Dios.
C. PUNTOS DE VISTA ERRÓNEOS.
A fin de aclarar todavía más lo que significa la gracia irresistible, será útil presentar el contraste que existe entre esta posición bíblica y dos puntos de vista erróneos, el pelagianismo y el Semipelagianismo.
1. PELAGIANISMO.
El pelagianismo es una herejía antigua, (Pelagio vivió en el siglo quinto), que se presenta constantemente ante nosotros bajo nombres diferentes. Es la antítesis del Calvinismo, o mejor aún, del agustinianismo, ya que Agustín fue el principal autor de su derrota dentro de la iglesia. El agustinianismo o calvinismo dice que el hombre está completamente corrompido y no es capaz de hacer ningún bien por su propia cuenta, sin la acción irresistible del Espíritu santo.
El pelagianismo, por otra parte, dice que el hombre no está corrompido, ni total ni parcialmente. Antes bien, el hombre nace siendo perfectamente bueno y puede escoger con igual capacidad entre el bien y el mal. De hecho, algunos son incluso impecables, Así pues, según el pelagianismo, no se necesita al Espíritu Santo ni su gracia irresistible para ayudar al hombre a hacer el bien.
Esta enseñanza es totalmente pagana y la iglesia cristiana la repudió por completo en el sínodo de Cartago (418), el Concilio de Éfeso (4131), y el Sínodo de Orange (529)
2. SEMIPELAGIANISMO.
Hay una posición intermedia entre el calvinismo y el pelagianismo, llamado semipelagianismo o arminianismo, esa postura no acepta el pelagianismo, porque éste afirma que el hombre puede no pecar sin la ayuda del espíritu Santo. Tampoco le agrada el agustinianismo, porque éste dice que el hombre es totalmente malo, incapaz de hacer ni una cosa buena sin la acción irresistible del espíritu santo.
Por ello los semipelagianos buscaron un punto intermedio. Enseñaron que el hombre posee algo bueno, alguna capacidad para creer en Cristo. Claro está, dicen, que el hombre natural no puede creer sin la ayuda de Dios: necesita el sostén del Espíritu santo, Pero afirman tanto el semipelagiano como el católico* y el Arminiano, que Dios no da esta fe al hombre en una forma irresistible. La palabra clave es cooperación. Dios hace su parte y el hombre la suya. Actúan juntos.
Un evangelista sostiene que esta posición dice, “Hay un campo en su vida que Dios nunca tocará, Su voluntad. Nunca lo obligará a creer. Esta es responsabilidad suya. Solamente usted puede hacerlo.” O, como escribe otro: “Debemos repudiar el punto de vista de que Dios regenera al hombre antes de que éste se convenza de pecado, se arrepienta, se convierta y cree. Este punto de vista hace que Dios, arbitrariamente, determine la salvación o la condenación de las personas basado únicamente en su propia buena voluntad soberana. Ni Dios ni nadie más nos puede convertir si no nos convertimos nosotros mismos.” Según él, el hombre primero debe arrepentirse y creer, y luego Dios regenerará al hombre.
Volvamos a hora a la pregunta del comienzo del capítulo: ¿Por qué una persona cree en Cristo, en tanto que otra que se halla en las mismas circunstancias lo rechaza? Hay básicamente dos respuestas: La voluntad del hombre o la voluntad de Dios. El Arminiano, el semipelagiano y el pelagiano dicen que la diferencia entre ambos se encuentra en la voluntad del hombre. Dios presenta el evangelio por igual a los que lo rechazan y a los que lo aceptan. Dios viene con la predicación de la palabra, la presentación de Cristo, la oferta de salvación. Pero a nadie obliga a que crea. El hombre es en último término el factor decisivo. Si el hombre no acepta a Cristo, entonces Dios no puede hacer nada en relación a ello.
El Calvinista, por otro lado, dice que en último término la diferencia radica en Dios y no en el hombre, En un determinado hombre el Espíritu no actúa en una forma salvadora. Por consiguiente, como este hombre está espiritualmente muerto, no puede creer, aun cuando oiga la predicación externa de la palabra y quizá la lea muchas veces. En otro hombre, sin embargo, el Espíritu santo actúa en forma irresistible, regenerándolo, de manera que entiende plenamente que es pecador y que necesita a Dios, y, por consiguiente desea creer y salvarse.
Así pues, según el Arminiano, la razón por la que uno acepta y el otro rechaza el evangelio es que el hombre decide; pero según el calvinista, es Dios quien decide. En un caso, la fe es el don de Dios al hombre. De ahí que tenemos dos respuestas diametralmente opuestas en cuanto a la pregunta de por qué algunos rechazan el evangelio y otros lo aceptan.
*Los Dominicos, sin embargo, se acercan más a la posición calvinista. Consúltese cualquier obra de teología Dogmática escrita por alguno de ellos.

II. SU BASE BÍBLICA

Las cinco doctrinas tienen entre sí una clara relación de interdependencia. Si la depravación total es un hecho, entonces la elección incondicional también lo es, y también lo son la expiación limitada, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos. Los cinco o se mantienen juntos o caen juntos. Veamos, pues, los puntos que ya hemos tratado hasta ahora, y veamos cómo la gracia irresistible depende de ellos.
A. EXPIACIÓN LIMITADA.
La Biblia enseña que desde la eternidad Dios amo de antemano a algunos, y que en consecuencia envió a su Hijo para que muriera por ellos. Como hemos visto, Jesús de hecho murió por ellos. No se limitó a dar la impresión que quitaba sus pecados. No fue teóricamente al infierno por ellos. De hecho llevó sobre sí sus pecados y eliminó su culpa. Es uno o el otro, o Jesús los salvó o no los salvó. O los sustituyó de hecho o no los sustituyó. La Biblia enseña que sí lo hizo.
Si Cristo de hecho los ha liberado de la culpa del pecado, y si la salvación llega sólo por la fe, entonces es necesario que Dios envié al Espíritu santo a sus vidas, afín de que puedan aceptar la salvación que ya se les ha conseguido en la cruz. El espíritu Santo debe actuar en una manera irresistible. No se puede dejar al hombre en forma parcial la aceptación de Cristo, porque entonces todos los rechazarían, y la expiación limitada conduce a la acción irresistible del Espíritu Santo.
B: ELECCIÓN_ INCONDICIONAL.
Si es cierto que Dios ha elegido a algunos incondicionalmente para que se salven (no vamos a repetir las innumerables pruebas que se encuentran en la Biblia y ya que se han explicado en el capítulo 2); entonces por consiguiente, el Espíritu ha de actuar en una forma irresistible. De lo contrario todos, a causa de su depravación, rechazarían a Cristo, y entonces no habría predestinación a la vida eterna. Dios no podría estar seguro de aquellos a quienes ha elegido creerían y se salvarían. La certeza de elección y confianza de su resultado y que realiza lo que Dios ha predeterminado. Sin la gracia irresistible de Dios, no podría haber predeterminación ni elección.
1. JUAN 6.37, 44.
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le hecho fuera… Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; yo le resucitaré en el día postrero.”
Jesús dice en este pasaje que el Padre le ha dado a ciertas personas, y que cada una de ellas “vendrá a mí” No hay vaguedad. Es una sencilla afirmación declarativa: “Todo…vendrá a mí” Esto puede suceder, desde luego, sólo si Dios impulsa en forma irresistible a que vengan. Y esto es lo que Jesús dice que sucederá (V. 44). El Padre los Traerá y Jesús entonces los resucitará en el último día. La palabra “traer” es la misma que se emplea para indicar la acción de sacar una redada de peces (Jn 21.6, 11).
La red no puede oponer resistencia a Pedro que la va arrastrando hacia la orilla. Nada puede hacer; está pasivo; no puede oponerse. Es la misma palabra que se emplea en el caso de Pedro que saca la espada para cortar la oreja de Malco (Juan 18.10), en el de pablo y de Silas que son conducidos al foro (Hechos 16.19), y en el de Pablo a quien una turba lo saca del templo (Hechos 21.30). En todos estos casos, se conduce al objeto en forma irresistible. La espada no puede oponerse a Pedro, ni Pablo a la turba. Tampoco pueden hacer nada aquellos a quienes el padre ha entregado a Jesús; no pueden resistir al padre quien los conduce. Cada uno de esos que el padre omnipotente da a Jesús, vendrán a Jesús. Es tan cierto esto como lo es las palabra de Jesús.
2 .JUAN 10.16.
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” Jesús, en forma infalible, se posesiona de todas sus ovejas. Algunas ya pertenecen al redil, pero otras no. Esas que todavía n pertenecen al redil él las conducirá hasta él mismo con toda certeza. Lo hace enviando al Espíritu Santo para que actúe en sus vidas y las traiga en forma irresistible al redil. Entonces habrá un solo rebaño y un solo pastor.
3. ROMANOS 8.29-30.
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos a estos también llamó, a estos también justificó.”
Aclaremos un par de términos. Como hemos visto antes, La palabra “antes conoció” significa “amó desde antes.” Significa lo mismo que en Génesis 4.1, donde se afirma que Adán conoció a Eva. La palabra “llamó” no se refiere sólo a un llamamiento externo, de palabra; en armonía con el resto del nuevo testamento, significa, además del llamamiento externo, la acción de Dios que produce una respuesta interna afirmativa.
Así pues, Pablo afirma con claridad que hay una sucesión inexorable de acontecimientos que comienzan con el amor eterno de Dios por los elegidos. Aquellos a quienes Dios ha amado de antemano, también los ha predestinado. Y aquellos a quienes ha predestinado también los ha llamado para que crean. Y aquellos a quienes ha llamado, y que han creído, los ha justificado (declarado justos). Y aquellos a quienes ha justificado, también los ha glorificado.
Los planes de Dios no fracasan. En todo este proceso desde el amor y predestinación de Dios hasta la glorificación final, hay un ambiente de certeza y de seguridad de éxito. Esta certeza y seguridad se pueden dar sólo si Dios actúa en forma irresistible en las vidas de aquellos a quienes ha amado de antemano.
C: DEPRAVACIÓN TOTAL.
Todas las ilustraciones Bíblicas del nuevo nacimiento, el cual propone la incapacidad o depravación total del hombre, indican que el hombre es incapaz de resistir los propósitos de Dios en la elección.
1. RESURRECCIÓN.
La Biblia afirma que el hombre natural está muerto en sus pecados. No tiene vida espiritual. El hombre muerto no puede resistir el poder de resurrección que tiene Dios. En el día del Juicio todos serán resucitados de la muerte. Algunos desearán no tener que ser resucitado. Clamarán a las montañas para que los aplasten y los aniquilen, porque tendrán miedo de enfrentarse con su Dios y juez.
Pero no pueden oponer resistencia; Dios resucitará a todos los que han muerto, buenos y malos, creyentes e incrédulos. No pueden negarse a ser resucitados del mismo modo que Dios no quebrantar su promesa de resucitar a todos. Cuando Lázaro estaba en la tumba y Cristo le devolvió la vida, no pudo permanecer muerto; tuvo que salir de la tumba. Cristo no podía ser frustrado en su deseo de darle la vida.
De la misma forma, cuando Dios resucita a alguien de la muerte espiritual, al muerto le es imposible resistir. Tiene que vivir. No está en sus manos cambiar esto.
2. NUEVO NACIMIENTO.
Otra ilustración de la acción de Dios en el corazón del hombre es el nacimiento. Obviamente resulta necio hablar de que alguien se puede negar a nacer. Las personas no pueden elegir entre nacer o no nacer. No está en sus manos. Alguien que no existe, no se puede negar a ser concebido y a nacer.
Así también, es ridículo hablar de que alguien puede resistir al nacimiento espiritual. “El viento sopla de donde quiere,…Así es todo aquel que es nacido del espíritu” (Juan 3.8).
3. UNA NUEVA CREACIÓN.
Otra ilustración de la regeneración es la creación (2 Co. 5.17; Gal. 6.5; Ef. 2.10). Nada de lo que alguna vez ha sido creado se ha negado a ser creado. Al principio no había nada sino Dios. Cuando Dios decidió crear el universo, no hubo nada que le pudiera decir, “No quiero ser creado,” porque ni siquiera había nada para lo que dijera. Fue simplemente creado. Dios es omnipotente: hizo lo que quiso.
En forma semejante, en la creación espiritual nadie puede resistir el propósito de Dios. Dios espiritualmente recrea al que quiere. Y nadie puede oponérsele.
4. HECHURA.
Pablo escribe que nosotros somos “hechura suya (de Dios), creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Ef. 2.10). Así como una muñeca o un teléfono o un radio no pueden resistirse a ser hechos, así tampoco nosotros que somos hechura de Dios podemos negarnos a ser hechos.
Vemos pues, que todas las ilustraciones bíblicas acerca de la regeneración enseñan la depravación total y natural del hombre y su incapacidad no sólo para hacer el bien, sino también para resistirse a la acción del Espíritu santo. Para decirlo en forma positiva, pablo habla de “cuál es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos” (Ef. 1.19). “este poder que hay en nosotros,” sigue diciendo hebreos, “es el mismo que la fuerza poderosa que utilizó cuando resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a su diestra en el cielo.” ¡Qué amalgama de Dios en el hombre!
EXPRESEMOS NUESTRA GRATITUD A DIOS POR SU GRACIA IRRESISTIBLE. SIN ELLA NADIE SE SALVARÍA.
A veces Dios envía adversidades a las personas. Como pobreza, desgracias, cáncer o soledad. Cuando alguien se halla en problemas, es natural que busque la ayuda de otro; y sería natural pensar que esas personas acudirían a Dios. Pero el hombre está tan depravado, que nunca acudirá a Dios a no ser que el Espíritu de Dios cambie su corazón.
A veces, Dios utiliza el azúcar en vez del vinagre. Bendice a personas con tantos bienes materiales que uno pensaría que cualquiera que tenga un mínimo de gratitud acudiría a Dios, de quien proceden todas las bendiciones. Sin embargo, hay algunos que nunca tienen que preocuparse por el dinero y que disfrutan de salud excelente que parecen volverse tanto más indiferentes y endurecidos para con Dios, cuantas más bendiciones reciben. ¿La razón de ello? El Espíritu Santo actúa en sus vidas.
Incluso resulta posible que alguien vea milagros y sin embargo no crea, si el Espíritu no está en su vida. Esto sucedió cuando los fariseos vieron al Hijo del hombre que curaba a un ciego y sin embargo lo llamaron Belcebú. Incluso si alguno volviera de la tumba, no creería, dijo Abraham al rico (Lc. 16). La razón es que el hombre natural es incapaz de aceptar las cosas de Dios a no ser que el Espíritu de dios lo cambió.
O alguien puede oír la predicación profética acerca del Día del Juicio y sin embargo burlarse del predicador, como hicieron en tiempos de Noé. O el predicador puede ser extraordinariamente elocuente, cultivado, emotivo y lógico; pero si el Espíritu no actúa, nadie creerá.
Así pues, demos gracias a Dios por su gracia irresistible. Sin ella el hombre está perdido. Si el consentimiento final para salvarse lo tiene que dar el hombre, éste se perderá; a tanto llega su maldad. El hombre se opondrá. Pero gracias a Dios por su gracia irresistible, con la que se supera la depravación total del hombre y por medio de la cual el hombre nace de nuevo y cree.
Esto le sucedió a Pablo. Odiaba tanto a Dios que se afanaba por encarcelar a todos los que creían en Cristo. Sin embargo, a pesar de todo su odio, y precisamente durante uno de sus viajes de persecución a Damasco, Dios entró en su vida en una forma irresistible. Pablo quedó abrumado. No pudo sino creer. Esto es gracia irresistible.
Cuatro siglos más tarde un africano, hijo de madre cristiana y de padre pagano trató de encontrar la paz. Al principio trato de gozarse de la vida. Vivió la vida más disipada que uno se pueda imaginar. Hizo todo lo que se le antojaba y conculcaba así los mandamientos de Dios. Probó la religión pagana del maniqueísmo. Probó la lógica y la universidad. Nada de ello le sirvió, hasta que un día que estaba en un jardín oyó una voz que le decía, “Toma y lee; toma y lee.” Salió corriendo del jardín a ver a su amigo Alipsio, cogió una Biblia. La abrió al azar en Romanos 13.13, 14 y leyó, “No en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” La paz entro en el alma de Agustín y dijo a su amigo, “He sido regenerado.”
Así actúa Dios. En medio de nuestro egoísmo y dureza de corazón, a menudo viene a la persona menos pensada y con una fuerza irresistible la regenera de manera que ésta cambia y alcanza la paz con Dios.
A menudo los cristianos dan testimonio de que ellos no acudieron a Dios. No fue así, ocurrió a pesar de sí mismos. No pudieron evitarlo. En una forma misteriosa fueron atraídos poderosamente hasta Dios (Juan 6.37, 44).
En una ocasión Pablo había estado predicando por algún tiempo en Filipos, junto al río. Una señora Tiatira, vendedora de púrpura, escucho a Pablo pero no creyó. Entonces Lucas nos dice que Dios abrió su corazón de manera que respondiera a lo que Pablo decía (hechos 16.14). Sin esa apertura del corazón, lidia no hubiera podido creer. Esto es gracia irresistible, y debemos estar agradecidos por ella. Sin ella, seguiríamos muertos en el pecado, sin regeneración ni salvación.
Es necesario añadir una palabra de cautela. Si bien es cierto que nadie puede salvarse sin la gracia irresistible de Dios, nadie debe caer en la trampa racionalista de decir que no tiene ninguna responsabilidad. No puede razonar diciendo que, como todo depende del Espíritu Santo, no tiene necesidad de creer, o que simplemente debe limitarse a esperar que el Espíritu venga él, y que no puede hacer nada para salvarse.
Sin negar ni por un momento la verdad de la gracia irresistible, a ella hemos dedicado todo éste capítulo, sin embargo es cierto que la Biblia no quiere que razonemos en forma no bíblica y digamos que vamos a esperar a que el Espíritu venga a nosotros antes de creer. La Biblia nunca autoriza esto. Nos trasmite un único mandamiento: creer en el Señor Jesucristo. Ahora bien, si usted cree, entonces puede saber por el resto de la Biblia que fue porque Dios produjo en usted tanto el querer como el hacer de acuerdo a su beneplácito (Fil. 2:13). Así pues, crea. Dios se lo manda. Si lo hace, dele gracias a Dios por haberlo hecho creer.
PREGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
Preguntas sobre el capítulo que usted acaba de leer:
1 ¿Qué significa la palabra gracia en la expresión gracia irresistible?
2 ¿Qué significa irresistible?
3 ¿Se podría entender mal la palabra irresistible? ¿De qué manera?
4 ¿Qué otras palabras se podría usar en vez de irresistible?
5 ¿Cuál es la “causa última” por la que alguien acepta a Cristo?
6 ¿Se podría decir que la respuesta a la pregunta anterior elimina la responsabilidad humana? ¿Por qué no?
7 Explique la posición arminiana acerca de la gracia irresistible.
        Acuda a su Biblia para contestar las siguientes preguntas:
1 ¿Qué dice Juan 6.37, 44, acerca de la gracia irresistible?
2 ¿Qué dice Juan 10.16 acerca de la gracia irresistible?
3 ¿Muestre como Romanos 8.19-30 enseña la gracia irresistible?
4 ¿De qué manera las ilustraciones de la regeneración…”Nuevo nacimiento, resurrección, creación y hechura”…muestran que el hombre no puede resistir al espíritu santo?
5 ¿De qué manera la historia de la Lidia muestra que la simple presentación eterna del evangelio no es suficiente para salvar a una persona, sino que es Necesario que ésta haya sido regenerada (Hechos 16.14)?
Fíjese en el apéndice de este libro, antes de contestar las siguientes preguntas: lea con cuidado la Sección Capítulo X de la CONFESIÓN DE WESTMINSTER sobre “El Llamamiento Eficaz”.
Ahora conteste las siguientes preguntas:
1. ¿De qué manera la elección incondicional conduce a la gracia irresistible?
2. Muestre cómo el Arminiano, a menudo, presume el hecho de la gracia irresistible en su oraciones.
3. ¿Por qué es tan maravillosa la enseñanza de la gracia irresistible? Sea personal en la respuesta.
4. ¿Puede Ud. Mencionar a ciertas personas que conoce personalmente y quienes a pesar de sí mismos se sintieron compelidos a acudir a Jesús para ser salvos?
5. Describa a una persona acerca de la cual se sienta inclinado a decir, “la única esperanza es que Dios actúe en él con la gracia irresistible”.
6. ¿Le impide la enseñanza acerca de la elección pedirle a Dios que actúe en forma irresistible? ¿Por qué?

LECCIÓN 7

5:_PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.

I. DEFINICIÓN

A. UNA VEZ SALVO, SIEMPRE SALVO.
La descripción más sencilla y breve de la perseverancia de los santos es: una vez salvo, siempre salvo. Es uno de los pensamientos más grandiosos de la Biblia: Una vez que uno haya creído no se puede perder, nunca iré al infierno. Cristo será siempre su salvador. Se puede decidir el destino eterno, de una vez por todas, de manera que ya no haya que preocuparse por ello.
B: PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
La expresión Perseverancia de los santos enfatiza que los cristianos, los santos, como Pablo los llama en sus cartas, perseverarán en la confianza en Cristo como salvador. No es que a veces creerán y otras no, sino que seguirán creyendo para siempre. Por consiguiente, siempre serán salvos.
C. PERSEVERANCIA DE DIOS.
Es posible, sin embargo, emplear otro término para describir este hecho, a saber, la perseverancia de Dios. Porque en realidad la perseverancia de los santos depende de la perseverancia de Dios. Como dios persevera en su amor hacia su iglesia, la iglesia puede perseverar en su amor hacia él.
La perseverancia de los santos se podría comparar a la providencia de Dios. En el mundo natural Dios no sólo creó el universo, sino que también lo sostiene. Si retirara su poder por un instante, el universo todo caería de nuevo en la no existencia. Dios crea y sostiene el universo. Lo mismo ocurre en la vida espiritual. Dios no sólo nos recreó, sino que nos mantiene vivos espiritualmente en cada instante. Si se apartara a su santo Espíritu de nosotros por un simple instante, también nosotros en forma instantánea volveríamos a nuestra naturaleza depravada.
O para emplear otra ilustración, se nos puede comparar al hombre que vive en una cámara de oxigeno. Se le mantiene vivo sólo con esta ayuda externa a él. Si se le saca de la cámara, el hombre muere.
Así también, la perseverancia constante de Dios es la base de la perseverancia de los santos.
D. PRESERVACIÓN DE LOS SANTOS.
Otro término que podría emplearse es preservación de los santos. En tanto que la expresión perseverancia de los santos enfatiza la actividad del cristiano, la expresión preservación de los santos enfatiza la actividad de Dios. La perseverancia de los santos pone de relieve que el hombre hace algo, y la perseverancia de Dios pone de relieve que dios lo hace. La perseverancia de los santos, sin embargo, enseña que Dios preserva al hombre; lo mantiene y protege de manera que nadie lo pueda arrebatar de su mano.
E. SEGURIDAD ETERNA.
En otras palabras, perseverancia de los santos significa seguridad eterna. La persona que pone sinceramente su confianza en Cristo como su salvador está segura en los brazos de Jesús. Está a salvo. Nadie la puede herir. Irá al cielo. Y así será por la eternidad. Está segura para siempre, no solo por un tiempo. Está eternamente segura.
El Arminiano enseña lo contrario; a saber, que alguien que ha nacido verdaderamente de nuevo, que ha sido salvado por la muerte de Jesús, puede perder la fe e ir al infierno. El Arminiano cree: a veces si cree y a veces no; a veces si es salvo y a veces se está perdido; a veces si es hijo, y a veces hijo del diablo; a veces si está espiritualmente vivo, y a veces muerto. ¿Quién puede decir cuál será la situación final?

II: BASE BÍBLICA

A. LA ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Las cinco doctrinas o se sostienen juntos o caen juntos. La doctrina de la perseverancia de los santos se deduce naturalmente del bíblico de la elección incondicional. Si la doctrina de la elección es falsa, entonces también lo es esta doctrina; pero si la doctrina de le elección es verdadera, entonces esta doctrina se desprende de ella necesariamente.
Elección significa que Dios ha escogido a algunos desde la eternidad para ser salvos. Ha determinado con certeza divina que irán al cielo. Si como dice el Arminiano, fuera posible, que alguien a quien Dios ha elegido abandonara la fe después de haber empezado ya a creer entonces no hay elección. Elección significa que Dios ha predeterminado que los elegidos serán salvos. Nunca puede perecer. Ahora bien, ésta es la perseverancia de los santos.
En Romanos 8.29 Pablo dice que aquellos a quienes Dios conoció antes, es decir, amó de antemano, también los ha predestinado al cielo, y aquellos a quienes ha predestinado también los ha llamado, justificado y glorificado. Si alguien pudiera caer e ir al infierno, entonces no habría predestinación. Pero Pablo está convencido de que nada puede separar a los elegidos del amor de la elección de Cristo, No lo puede lograr la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni los peligros, ni la espada.
No, en todas estas cosas los cristianos son más que vencedores por medio de Dios que los ama. Además, dice pablo, no hay nada, nada en absoluto, que pueda separar al cristiano del amor de Dios. “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni los presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8.38, 39). Ésta es la perseverancia de los santos. No hay absolutamente nada en este mundo pasado, presente o futuro que pueda separar al creyente del amor de Dios hacia él.
En realidad la perseverancia de los santos depende de La perseverancia de Dios. Si fuera cierto que la fe del hombre proviene en último término de sí mismo y no de Dios, entonces, como el hombre es depravado, sería muy posible que debido a su volubilidad el hombre no perseverara en la fe, sino que llegará un día a rechazar a Cristo. Creyó en algún tiempo, pero quizá mañana estará emocionalmente perturbado y cambiará. Quizá se verá sometido a algunas pruebas duras y le echará la culpa a Dios por ellas. Siendo veleidoso, se levantará quizá con el pie izquierdo y se volverá en contra de Dios. Es muy comprensible, según la teoría arminiana del hombre como co-originador de su fe, que este pueda perder la fe y caer.
Pero cuando caemos en la cuenta de que la fe no es un don del hombre a Dios, sino que es más bien el don de Dios al hombre, entonces nos damos cuenta de que el hombre nunca perderá esta fe. Se puede confiar en ello porque Dios no es veleidoso. “Porque yo Jehová no cambio” (Mal. 3.6). “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13.8). Dios no es como un niño a quien hoy día le gusta el oso de juguete, pero mañana lo deja de lado en un rincón.
No es como la niña que se extasía ante el peinado que lleva hoy pero mañana se peina de forma diferente. No, Dios no es caprichoso, veleidoso ni excéntrico. Persevera en su amor. Es estable e inmutable. Este hecho hizo que pablo escribiera a los filipenses que está “persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Si Dios comienza una obra en los filipenses, entonces la concluirá en la segunda venida de Cristo. Esto no es nada más que la perseverancia de los santos. La perseverancia de los santos depende de la perseverancia de Dios.
O si se piensa que dios nos escoge para ser salvos porque hemos hecho algo bueno tal como creer en Cristo, entonces sería concebible que si Dios nos ve vacilar en la fe, cambie de pensamiento de manera que nos perdamos. Porque somos malos y depravados, y nos apartaremos de Dios a no ser que venga a nuestra vida a cada momento con su gracia renovadora y sostenedora.
Pero dios no actúa de esta forma. No nos dio gracia salvadora porque vio de antemano que íbamos a hacer el bien. Tal como creer en Cristo. Porque por naturaleza somos completamente depravados. No hay dentro (de nosotros nada que pudiera ser la causa más mínima, más microscópica de que Dios nos ame. Es lo contrario, todo lo que hay dentro de nosotros haría que nos odiara (véase cap. 1).
La causa de que nos ame se encuentra sólo en Él. Si Dios sabía desde el primer momento que no hay absolutamente nada en nosotros que nos haga dignos ni en lo más mínimo de recibir su amor y su gracia salvadora entonces no podría haber nada en nosotros, como el pecado o la incredulidad, que lo hiciera apartar su amor de nosotros y quitarnos su gracia salvadora.
Porque la causa de su amor se encuentra en Él y no en nosotros. Así pues, la doctrina bíblica de la perseverancia de los santos se funda en el amor eterno de elección de Dios.
B. EXPIACIÓN LIMITADA.
Si lo que hemos escrito en el capítulo 3 es verdadero y bíblico, si Cristo murió por los elegidos, por las ovejas de Dios, entonces de aquí se desprende la perseverancia de los santos. La pregunta crucial es: De hecho ¿qué hizo Cristo en la cruz? ¿Quito en realidad la culpa de su pueblo? ¿O hizo esto sólo en teoría? Si Jesús sufrió en verdad la maldición de Dios por los pecados de su pueblo, como Pablo dice en Gálatas 3.13, que lo hizo, si Cristo realmente llevó sobre sí los sufrimientos infernales de la cruz y fue un sustituto auténtico no sólo en teoría por todos los pecados de su pueblo tanto los pasados, como los presentes y futuros, entonces ese pueblo no puede ir al infierno y recibir castigo por sus pecados, Cristo fue castigado por ellos, esto significa que los suyos irán con toda certeza al cielo. Esto es perseverancia de los santos.
En romanos 8.33-34 Pablo razona de esa manera: dice que Cristo se entregó por todos nosotros, es decir, los elegidos. Esto es expiación limitada. Por consiguiente, pregunta Pablo, “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió” (Ro. 8.33,34). Es decir, la expiación de Cristo es otro fundamente para la confianza del cristiano de que todos aquellos por los que Cristo murió se salvarán con certeza. Esto no es otra cosa que la perseverancia de los santos.
Decimos que es otro fundamento. En realidad no lo es. Porque la expiación de Cristo por los suyos procede directamente del amor de la elección del Padre por los suyos. La expiación no hace sino implementar el amor de elección del Padre. El padre deseaba salvarlos, y Cristo si, los salva. En otras palabras, hay una unidad entre el objeto del amor del padre y el objeto del amor de la expiación de Cristo.
C. VIDA ETERNA.
Uno de los argumentos bíblicos más poderosos a favor de la seguridad eterna se encuentra en las palabras vida eterna, o vida perdurable. La Biblia emplea constantemente este término. He aquí apenas cuatro ejemplos en Juan:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3.16.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” Juan 3.36.
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación” Juan 5.24.
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” 1 Juan 5.13.
Tanto Jesús como Juan dicen que el creyente tiene vida eterna. Ante todo, adviértase el tiempo del verbo. El creyente tiene vida eterna. No es que la vaya a alcanzar en el futuro, si no que la posee desde ahora. Cualquiera que lea estas frases pude poseer, vida eterna de inmediato, sin esperar un sólo momento. Jesús lo dijo. Lo único que tiene que hacer es pedir sinceramente a Jesús que sea su salvador.
Luego obsérvese qué es vida eterna. Esto significa vida para siempre. O de otra manera, una vez salvo, siempre salvo: siempre, por siempre. Sí la teoría arminiana fuera cierta, y un creyente que ha nacido de nuevo pudiera perder la fe y decir es que el creyente posea vida eterna, Se podría decir que tiene vida buena, o vida santa, o vida sobrenatural, o vida feliz; pero nunca se podría decir que el creyente posea vida eterna. Porque según el Arminiano no posee vida eterna. Posee vida temporal, vida momentánea, vida finita, pero no una vida que nunca termina.
Ahora bien, esto se opone a la palabra de Dios. Jesús dice que “todo aquel que en él cree, no se pierde”. Pero el Arminiano dice, “No, para cierto tiempo es sólo una vida temporal.” Jesús dice, “si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (Jn. 6.51). El Arminiano dice, “Quizá.” Jesús dice, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Jn. 11.25, 26). “No morirá,” dice Jesús. “Posiblemente”, dice el Arminiano.
A pesar de los que dicen los arminianos, el empleo constante de la palabra eterna debería llenar de gozo a todo aquel que realmente cree. Porque el testimonio inequívoco de la Biblia es que el que confía en Jesús no morirá sino que tendrá vida eterna, que nunca, nunca, terminará. Gracias a Dios por la vida eterna.
D._JUAN 6. 39.
“Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: que todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
Jesús acaba de decir que todos aquellos que el Padre le ha dado vendrán a Él (v. 37). Es cierto. Además, ha venido para hacer la voluntad del Padre, y ésta es su voluntad: no perder “nadie de todos los que el me diere”, y que “lo resucite en el día postrero”. Y en el versículo 44 dice que “le resucitaré”. El “día postrero” se refiere al ultimo día en la tierra, al día del juicio. En otras palabras, todos los que están con Jesús serán resucitados en el “ultimo día para ir al cielo. Jesús no perderá a ninguno de ellos. Esto es la perseverancia de los santos.
E._JUAN 10.28-29.
Al hablar de sus ovejas, Jesús dice, “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Si hay algún pasaje que enseñe claramente la seguridad eterna, es este. Veamos cómo se desarrolla el argumento de Jesús:
1. “VIDA ETERNA”
Sólo este término es suficiente para probar la perseverancia de los santos. Porque si una persona se aparta de la fe una vez que ha creído, entonces no hay nada eterno acerca de la vida que Jesús le promete. Hay una vida breve, corta, pero no eterna. Pero Jesús dice que es vida eterna.
2. “NO PERECERÁN JAMÁS”.
Si, como dice el Arminiano, el creyente puede Perder la fe, entonces, en realidad perecerá. Pero Jesús dice que nunca perecerá. La prueba a favor de la perseverancia de los santos difícilmente podría ser más clara; pero sólo en caso que todavía hubiere algunos Tomases que dudaran, Jesús añade una tercera afirmación que elimina el último vestigio de temor.
3. “NADIE LAS ARREBATARÁ DE MI MANO”.
¡Cuán preciso es Jesús! Nadie puede hacer que una sola de sus ovejas se pierda. No lo puede el diablo. No lo pueden los maestros. No lo pueden los amigos. Ni siquiera uno mismo se puede arrebatar a sí mismo de las manos de Jesús. Es imposible. Nadie puede hacerlo. Con esto ya debería acabarse para siempre el dudar en cuanto a la enseñanza de Jesús sobre la seguridad eterna. Estas tres afirmaciones inequívocas son concluyentes. Pero para que no queden malos entendidos, Jesús añade una cuarta afirmación.
4. “MI PADRE QUE ME LAS DIO, ES MAYOR QUE TODOS, Y NADIE LAS PUEDE ARREBATAR DE LA MANO DE MI PADRE”.
El Padre es omnipotente. Es mayor y más poderoso que toda la gente y los demonios juntos. Por consiguiente, la conclusión ineludible es que nadie puede arrebatar a las ovejas de Dios de su mano. ¡Qué conclusión y reafirmación tan poderosa de la perseverancia de los santos! Si alguien continúa sin creer en la seguridad eterna, está ciego.
F. EFESIOS 1.13, 14.
“habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia.”
En la época del nuevo testamento, se sellaban las cartas o los objetos, tales como la tumba de Jesús (Mt. 27.66). Se utilizaba el sello para garantizar la genuinidad del artículo, para indicar que pertenecía a alguien, y para protegerlo. Por ello la posesión del Espíritu Santo era el sello de Dios, el inicio de que el creyente pertenecía Dios y que sería protegido contra todo daño. En Efesios 1.13-14 y 4.30 Pablo dice que este sello o protección seguirá en acción hasta el día de la redención. El Espíritu Santo es la garantía de que el creyente no se perderá.
Luego Pablo emplea otra ilustración notable para enseñar la seguridad eterna. Dice que el espíritu santo es las arras de la herencia completa que habrá de llegar (Ef. 1.14). La palabra griega traducida “arras” es término ordinario que se usaba en las operaciones de negocios u otros acuerdos. Se hacía un primer pago, como se hace hoy al comprar a crédito; y ese pago era promesa de que se pagará el resto. Así pues el Espíritu santo es la promesa de Dios de que seguirá la herencia completa. Esto es lo mismo que decir que una vez que se tiene al Espíritu santo, siempre se tendrá al espíritu santo. Una vez salvo, siempre salvo.
G. 1 PEDRO 1.4, 5.
Para una herencia incorruptible…reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”
Pedro tiene palabras muy confortadoras acerca de la certeza eterna de nuestra salvación. Dice que el cristiano posee una herencia y que esa herencia se guarda en el cielo para él. Pero quizá alguien se puede preocupar de que, aunque la herencia esté allá, nunca la alcanzará para disfrutarla. Piensa que es un cristiano demasiado débil.
Para descartar tal idea Pedro dice que el cristiano es guardado para alcanzar la salvación. La palabra “guardado” es la misma que se emplea para indicar la protección o cuidado de una ciudad a cargo de soldados (2 Co. 11.32). Pero Pedro pone de relieve que el cristiano no es guardado por elementos humanos débiles como los soldados. No, los protege Dios mismo. Y Dios es omnipotente. Y por si no fuera suficiente decir simplemente “Dios”, Pedro remacha el clavo en cuanto a la omnipotencia de Dios añadiendo la palabra “poder”. Al cristiano lo guarda “el poder de Dios”.
Quizá alguien pueda estar de acuerdo en que Pedro quiso decir efectivamente que al cristiano lo guarda el poder de Dios, pero que esto pude ser por un tiempo corto. Pedro refuta esa idea rápidamente al añadir que Dios lo guarda para salvación que se manifestará en el tiempo postrero, en el Día del Juicio. La preservación de los santos no es algo temporal, sino para siempre, hasta el día postrero.

II. ALGUNAS OBJECCIONES TRADICIONALES

A. ¿Acaso todos nosotros no conocemos personas que en un momento expresaron fe en Cristo? Iban a la iglesia, leían la palabra de Dios, oraban y parecían cristianos genuinos. Luego sucedió algo y poco a poco se fueron apartando de la fe hasta que hoy día no quieren saber nada de la iglesia, ni de Cristo, ni de Dios. ¿Acaso estos hechos no prueban que la perseverancia de los santos no es cierta?
En respuesta a esta objeción, dividamos nuestro argumento en dos partes:
1. CRISTIANOS.
Es cierto que los cristianos pueden echarse para atrás. Todos nosotros lo hemos experimentado en algún grado. A veces nos parece que no estamos tan cerca de Dios como deberíamos. Nos enfriamos espiritualmente en mayor o menor grado. Y algunos cristianos hacen cosas bastante malas. Difícilmente sabría uno que son cristianos. Hay Divides que cometen adulterios y asesinatos, Pedros que niegan a Cristo, y pablos que hacen cosas que no deberían hacer.
Pero la doctrina de la perseverancia de los santos no quiere decir que los cristianos sean impecables. La Biblia nos enseña que el cristiano pecará y en algunos casos retrocederá mucho. Pero si ha nacido de nuevo verdaderamente, si el espíritu santo estuvo realmente en él para hacerlo creer, entonces el Espíritu es el pago inicial de su herencia total. Entonces realmente tiene vida eterna, la cual significa que se salvará eternamente.
La Biblia no promete que la vida del cristiano será siempre en línea recta y ascendente. Antes bien, quizá sea como la del niño que se encarama por una ladera nevada. A menudo resbala nevada. A menudo resbala, pero al final consigue llegar a la cima.
La vida del cristiano es como la línea que describe la economía de un país durante un periodo de cien años. La línea del diagrama empieza en el rincón izquierdo más bajo y se va elevando hacia el extremo derecho superior. Hay altos y bajos, hay recesiones y depresiones casi catastróficas. La línea es quebrada y no recta en su ascensión; pero si se la considera globalmente, en ese período de cien años, es fácil ver que a pesar de los retrocesos temporales, al final hay ganancia, y que la economía de ahora es muy superior a la del siglo diecinueve.
O como dijo el gran predicador Charles Spurgeon, al que va a bordo del barco quizá las olas lo derriben en cubierta una y otra vez, pero nunca lo arrastraran hasta el mar.
Pablo afirma este hecho de los altibajos de la vida cristiana al mismo tiempo que la perseverancia de los santos, cuando, en esa misma sección de Romanos donde escribe acerca de los pecados graves que han entrado en la vida del cristiano, dice que a pesar de estos retrocesos, “el pecado no se enseñoreará de vosotros” (6. 14). En otras palabras, el cristiano quizá sufra derrotas momentáneas, pero el pecado nunca se enseñoreará de él por completo. Siempre habrá lucha contra el pecado aunque se sienta débil.
Esto es así porque Dios no ha retirado a su santo espíritu Santo del cristiano. Así pues, el hecho de que el cristiano siga luchando contra el pecado y a veces caiga no significa que un día Dios lo abandonará para que quede bajo el dominio completo del pecado. Pablo lo dice claramente: “El pecado no se enseñoreará de vosotros.”
Así pues, una respuesta a este problema de la evidente deserción de la fe cristiana es que en algunos de los retrocesos que vemos quizá sean sólo temporales marchas hacia atrás de un cristiano que tambalea, y quien, por la gracia del Espíritu Santo, llegará a su tiempo a reincorporarse a la fe que parece haber negado.
2. NO CRISTIANOS.
Otra explicación, es que las personas que niegan a Cristo quizá nunca fueron cristianos. No todos los que dicen, “Señor, Señor,” son cristianos. Algunos tienen algún aspecto de la religiosidad, pero niegan el poder de Dios (2 Ti. 3.5). Algunos, como Judas, incluso predican el evangelio y realizan milagros y sin embargo están perdidos. Otros se aparecen como ángeles de luz, pero en realidad son diablos (2 Co. 11.14). Algunos dirán, “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Pero Jesús les contestará, “Apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt. 7.22-23).
Parte de la semilla cae en terreno superficial. En seguida echa raíces y brota, pero el sol lo abrasa rápidamente y muere. Algunas personas oyen el mensaje cristiano, se emocionan, pasan gozosos al frente en respuesta al llamamiento que se les hace, y luego al cabo de dos meses se olvidan de que se les hace, luego al cabo de dos meses se olvidan de que se entregaron a Cristo.
Estos casos en lugar de probar que el cristiano puede apartarse de la fe, nos ponen sobre aviso en cuanto a que debemos asegurarnos de nuestro llamamiento y elección (2ª P. 1.10). Señalan el hecho de que es posible pertenecer a una iglesia, bautizarse, compartir la Cena del señor y sin embargo ir al infierno. “No todos los que descienden de Israel son israelitas” (Ro. 9.6). No todos los que están en la iglesia pertenecen a la verdadera iglesia. Debemos asegurarnos de que hemos nacido de nuevo, de que estamos arrepentidos del pecado, y de que sinceramente pedimos a Cristo que sea nuestro salvador.
Así pues, estos ejemplos vivos de personas que retroceden no se oponen a la enseñanza bíblica de la preservación de los santos. Es decir, estas personas son, o cristianos que retroceden temporalmente, pero que serán restaurados plenamente a la fe, o son hipócritas, que nunca fueron cristianos verdaderos. El hecho es la evidencia bíblica, es demasiado abrumadora a favor del “una vez salvo, siempre salvo.
B. ¿Acaso el creer en la perseverancia de los santos no hará que algunos se vuelvan licenciosos? ¿No razonarán acaso que sí están seguros eternamente y no se pueden perder, pueden hacer lo que quieran? ¿Pueden dedicarse por completo a la vida de pecado, porque a fin de cuentas se salvarán?
Para el que piensa de esta forma le tengo algunas noticias: esa persona no demuestra que es cristiana, y si persevera en esa manera de pensar, ira al infierno en vez de ir al cielo. Porque es imposible que el cristiano genuino asuma tal actitud. El espíritu Santo no se lo permitirá. Si Dios ha comenzado una buena obra en alguien, no lo abandonará a toda clase de pecados. “El pecado no se enseñoreará de vosotros. (Ro. 6.14). Es una contradicción intrínseca hablar de un cristiano que puede hacer todo lo que su vieja naturaleza pecaminosa desee. Cuando Dios predestina a alguien, lo predestina a la santidad, no al pecado (Ef. 1.4). Si alguien dice que no importa lo que haga porque Dios lo ha predestinado; porque los predestinados nunca actúan en una manera tan pecaminosa.
Cuando decimos una vez salvo, siempre salvo,” esto no quiere decir solamente haber sido salvado de la culpa del pecado, de manera que el salvo no vaya a sufrir las iras del infierno. Significa también ser salvo del poder del pecado. La salvación nunca es simplemente salvación de la culpa del pecado sino del poder del pecado. Pero tampoco sólo del poder del pecado. Es ambas cosas. Es imposible que alguien sea salvo de la culpa del pecado sin serlo del poder del pecado.
La perseverancia de los santos significa que los santos perseverarán en la fe. Y esta fe se compone de pesar y arrepentimiento por el pecado. Si alguien no está arrepentido de sus pecados y se abandona a ellos entonces, nunca poseyó fe y no es salvo.
El término preservación de los santos significa que Dios preservará, protegerá, y guardará a los santos hasta el día postrero en que se les revele la salvación. Esa salvación no quiere decir simplemente que han sido salvados del infierno y que ahora pueden pecar todo lo que se les antoje. Una situación así sería un infierno en el cielo, y esto es imposible.
Además, es precisamente cuando el cristiano cae plenamente en la cuenta de la verdad bíblica de la perseverancia de los santos que no se inclinará ya más hacia el pecado sino hacia la santidad. Porque querrá mostrar agradecimiento a Dios por mantenerlo en la fe, y la mejor forma de hacerlo es guardando los mandamientos de Dios, cuando el cristiano se da cuenta de que por naturaleza no es buena persona, si no más bien enemiga de Dios; cuando cae en la cuenta
Además de que la fe que tiene procede de Dios; y cuando ve que la única razón de que persevere en la fe en Dios es que Dios persevera en enviarle al Espíritu, entonces no desea pecar; sino que desea dar gracias a Dios por no interrumpir nunca esa buena obra que empezó en él (Fil. 1.6).
Por tanto, afirmar que la doctrina de la perseverancia de los santos conduce al pecado es hacer una caricatura de la fe cristiana. Lo opuesto a esto es lo verdadero.
CONCLUSIÓN.
La enseñanza de “una vez salvo, siempre salvo” es una de las enseñanzas más grandiosas de la Biblia. No permita que nadie le quite el gozo de saber que será salvo para siempre. Es una bendición el poder hacer, una vez por todas, una decisión que fijará su destino eterno. Es muy alentador el poder entregar la vida a Cristo, y saber que al hacerlo, de inmediato, es uno salvo y será salvo para siempre y que el poder de dios lo guardará para la salvación total que se revelará cuando Cristo regrese.
Alabemos a Dios de quien proceden todas las bendiciones. Alabemos al Padre por su amor de elección. Alabemos al Espíritu Santo por su acción irresistible. Alabemos al Dios trino al preservarnos hasta el fin. ¡Gloria a Dios!
PRENGUNTAS PARA ESTUDIO Y REFLEXION
     Preguntas sobre el capítulo que usted acaba de leer:
1. Comente el significado de los siguientes términos:
1. 1. Seguridad eterna
1. 2. Preservación de los santos
1. 3. Perseverancia de Dios
1. 4. Perseverancia de los santos.
2. ¿Cómo se relacionan entre sí los cuatro términos anteriores?
3. ¿Por qué la perseverancia de los santos debe ser tal que si la expiación de Cristo se limita a los elegidos y es vicaria?
 Acuda a su Biblia para contestar las siguientes preguntas:
1. Lea Romanos 8.29, 30, 38 y 39; muestre cómo la elección incondicional conduce, necesariamente, a la perseverancia de los santos.
2. ¿De qué manera prueban esta doctrina los muchos textos bíblicos que hablan de la vida eterna y perdurable?
3. lea Juan 10.28-29 y muestre cuatro maneras en las que este texto afirma que “Una vez salvo, siempre salvo”.
4. ¿Cómo se reconcilia la preservación de los santos con el pecado que no tiene perdón mencionado en hebreos 6. 4-6 y Mateo 12.31?
Fíjese en el apéndice de este libro, antes de proseguir con las siguientes preguntas: Lea Capítulo XVII La perseverancia de los santos de la Confesión De Fe De Westminster.
1. Si el texto bíblico afirma que “Una vez salvo, siempre salvo”, ¿Por qué algunos que parecen ser cristianos se van para atrás?
2. ¿Acaso el hecho de que algunos que parecían cristianos como Judas, Meneo y Alejandro llegaran a rechazar el evangelio van en contra de la perseverancia de los santos? ¿Por qué?
3. ¿Qué es lo que se puede aprender de los ejemplos citados?
4. ¿Cómo le respondería Usted a una persona que le dijera, “Si la perseverancia de los santos es verdadera, entonces por qué no pecar todo lo que uno quiere, ya que al final uno se salva de todas maneras”?
5. Si alguien le dijera, “Ojala pudiera estar seguro de que siempre seré salvo”. ¿Cómo podría ayudarlo?
6. ¿De qué manera el conocimiento del hecho de la perseverancia de los santos puede constituir un motivo de gran gozo para Usted?
7. Conoce a alguien que parece ser cristiano, pero que ahora niega a Cristo de palabra o de hecho o de ambas maneras? Cuente detalles. ¿Cómo se lo explica? ¿Le puede suceder a Usted? ¿Por qué?
8. ¿Cómo puede tener seguridad de su salvación eterna?

LECCIÓN: 8

6:_EL GRAN MISTERIO

I. EL PROBLEMA

En los cinco capítulos anteriores se ha enfatizado la soberanía de Dios.
La doctrina bíblica de la depravación total pone de relieve que el hombre natural, no regenerado, nunca puede hacer nada bueno ni por una fracción de segundo. Esta muerto a las obras buenas. Para creer, o hacer algo bueno depende de que Dios se lo haga hacer.
La elección incondicional enseña la soberanía de Dios al poner de relieve que la elección del hombre por parte de Dios para la vida eterna no se basa en nada que haya en el hombre. Esta elección no está condicionada por el conocimiento previo que tiene de quién cooperará con él y aceptará el sacrificio de Cristo. Es una elección incondicional. La razón de la elección soberana se encuentra sólo en Dios y no en nada que haga o sea el hombre.
Vemos la soberanía de Dios en la expiación limitada cuando caemos en la cuenta de que Cristo no ofreció una expiación que salva a todo el mundo, sino más bien una expiación que salva sólo a aquellos que han sido escogidos por el Padre. Hay unidad completa entre el propósito del padre y del hijo. El hijo murió por aquellos a quienes el Padre amó.
Cuando observamos la selectividad de la gracia irresistible, vemos otra vez la soberanía de Dios. Así como la nada no puede negarse a ser creada o a nacer, así tampoco el muerto no puede resistir a que se le dé vida, y el que está espiritualmente muerto o no ha nacido espiritualmente no puede resistir al Espíritu omnipotente de Dios al hacerle nacer de nuevo. Y si alguien posee vida espiritual, es porque el Espíritu lleva a cabo la selección soberana del Padre. El hombre nada puede hacer en cuanto a nacer de nuevo.
Hay unidad entre las tres personas de la trinidad. El padre escoge a los elegidos, Cristo muere por ellos, y el Espíritu santo lleva a cabo la voluntad de ambos haciendo, en forma irresistible, que los elegidos crean y se salven.
La perseverancia de los santos revela la soberanía de Dios en cuanto es continuación de su soberanía que se ve en los aspectos anteriores de depravación total, elección incondicional, expiación limitada y gracia irresistible.
Para poner más relieve todavía la soberanía de Dios, es necesario señalar que Dios lo predestina todo. Dios no sólo es omnipotente, de modo que para él las naciones no son más que una gota en el océano o una ligera capa de polvo en una báscula (Is. 40), sino que también “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1.11). Es incluso bíblico decir que Dios la predeterminado el pecado.
Si el pecado estuviera fuera de los planes de Dios, entonces ninguno de los asuntos importantes de la vida estaría bajo la soberanía de Dios. Porque ¿qué acciones del hombre son perfectamente buenas? Toda la historia estaría fuera de la predeterminación de Dios: la caída de Adán, la crucifixión de Cristo, las conquistas del Imperio Romano, la Reforma, la Revolución Francesa, Waterloo, las guerras de independencia americanas, las dos guerras mundiales, los asesinatos presidenciales, las violencias de toda índole, y el surgimiento y caída de las naciones.
Hay dos instancias en que la Biblia enseña en forma especialmente clara que todo incluso el pecado, ha sido ordenado por Dios: la venta de José y la crucifixión de Cristo.
En el primer ejemplo, advirtamos el pecado que conlleva. Los hermanos de José lo odiaban. Planearon cuidadosamente cómo librarse de Él, lo arrojaron a una cisterna, y luego lo vendieron como esclavo a gente extraña que se dirigía a Egipto. Luego se fueron a la casa con la ropa de José manchada de sangre de animal y mintieron cruelmente a su padre, quien, quien tenía un amor especial por José. No se puede dudar de que pecaran.
Pero ahora adviértase lo que dice José acerca de ellos cuando más tarde van a Egipto para comprar comida. Dice: “No me enviasteis acá vosotros”
(Gn. 45.8). En un sentido, esto no es correcto. Sus hermanos sí lo hicieron. En forma deliberada, maliciosa y odiosa lo vendieron como esclavo. Pero José dice que no lo hicieron. José no estaba equivocado, sino que sólo trata de decir en una forma poderosa y convincente que Dios estaba en realidad detrás de todo ello. El acto pecaminoso de venderlo no había estado a merced de la casualidad o de la voluntad pecaminosa del hombre. Dios había determinado que José fuera a Egipto. Por eso dice, “No me enviasteis acá vosotros,” y luego de inmediato afirma lo que la mayor parte de la gente nunca se atrevería a afirmar: “sino Dios”. Dios se aseguró de que José fuera vendido a Egipto.
Más tarde, José reconoce en una manera más explicita que sus hermanos cometieron pecado, cuando les dice, “Vosotros pensasteis mal contra mí.” Pero agrega, “Dios lo encaminó a bien” (Gn. 50.20). El uso del mismo verbo en el caso de José y en el de Dios destaca más la paradoja. Dios está envuelto en una forma real en las acciones de los hermanos. Dios quería asegurarse de que su pueblo elegido de Israel tuviera un amigo especial en Egipto que lo ayudara en la época de sequía y hambre.
Porque de este pueblo iba a salir el salvador del mundo. Para conseguir; pues este objetivo de continuar el linaje de Abraham, Dios no podía dejar los acontecimientos al azar. Por eso ordenó el pecado de los hermanos de José: “sino Dios (me envió)”; “Dios los encamino a bien.” En otras palabras, Dios se aseguró de que los hermanos de José pecaran; pero lo hizo en una forma tal que la responsabilidad es de los hermanos y no de Dios. Porque Dios es sólo santidad y luz, y no hay tinieblas en él.
Un segundo ejemplo claro de la predeterminación del pecado es la crucifixión de Cristo. Este fue el pecado más odioso de todos porque constituyó el epítome del odio del hombre contra Dios.
Sin embargo este pecado lo predeterminó Dios. Dios no dejó la muerte de su Hijo y por consiguiente la salvación de su pueblo a merced del hombre pecador. Supongamos que Judas y los líderes judíos hubieran cambiado de pensamiento y hubieran decidido no matar a Jesús. Supongamos que Jesús hubiera envejecido y hubiera muerto de muerte natural o no hubiera muerto nunca. Entonces no hubiera habido expiación del pecado y no hubiera habido cielo. En ese caso los planes de Dios de lección y salvación se hubieran frustrado.
Dios no dejó al azar la salvación del mundo. Por ello, como Pedro dijo en Pentecostés, Jesús fue “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch. 2.2). Y más adelante la iglesia, al hablar de la muerte de Jesús, confesó a Dios, que Herodes, Pilatos, los gentiles y los judíos se habían unido “para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera2 (Hch. 4.28). En otras palabras, el pecado lo predetermina Dios.*
*Compare Josué 11.20; 1 Samuel 16. 23, 2 Samuel 12. 11-12; 16. 10-11; 1 Reyes 22.22-30; Job 1.21; Isaías 10.5; 2 Tesalonicenses 2.11; y Apocalipsis 17.17. Lea el Artículo XIII de La Confesión Belga de fe, afirmación magnifica referente a la predeterminación de Dios (pág. 171).
Así pues una vez más confesamos con todo vigor la soberanía absoluta de Dios. Él predestina, elige y preordena.
Pero, si alguien ha estado reflexionando verdaderamente, es muy probable que se le haya suscitado muchas veces una objeción muy grave. En forma involuntaria, la persona corriente se rebela y casi muestra hostil ante algunas de estas ideas. Retrocede ante el pensamiento de que todo ha sido planeado y determinado por Dios desde hace muchísimo tiempo. Esto lo perturba.
Porque, ¿dónde está la santidad de Dios? Si predeterminó el pecado de los hermanos de José y el pecado de Judas, ¿cómo puede una persona racional decir que Dios es santo? ¿Acaso la culpa no es de Dios? O, para decirlo de otro modo, ¿dónde está la libertad del hombre? ¿Acaso el hombre no es más que un muñeco que Dios manipula? ¿No es más que un juguete mecánico con una cuerda en la espalda que lo hace funcionar? ¿No es más que un computador al que le introduce algunos datos y luego en forma mecánica realiza su labor? ¿Dónde está la responsabilidad del hombre si dios ha preordenado todas las cosas? ¿Acaso, si esto es así, el ladrón no deja de ser responsable por robar? La culpa es de Dios.
He aquí el gran misterio, el título de este capítulo: Cómo resolver este problema abrumador de reconciliar la predeterminación de Dios con la libertad del hombre. Es el misterio de la soberanía divina y la responsabilidad humana, de la libertad de Dios y la libertad del hombre, del amor de Dios y la omnipotencia de Dios.
¿Cómo reconciliar ambas cosas?

II. SOLUCIONES

A. ARMINIANISMO.
Hay dos modos de resolver el problema: una es racionalista y la otra bíblica. El Arminiano a pesar de recurrir tanto a la Biblia, es notable que en el punto de la soberanía de Dios él recurre a la razón, en vez de hacerlo a la Biblia. Ve el problema correctamente: reconciliar las dos fuerzas opuestas a la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre.
Pero para resolver el problema coloca la razón del hombre en lugar de la Biblia. Razona que lógicamente no se puede reconciliar estos dos hechos evidentemente contradictorios. Por ello retiene un conjunto de hechos y niega el otro.
Retiene la libertad del hombre y restringe la soberanía de Dios. De esta manera el problema racional se resuelve. La contradicción se disuelve.
B. HIPER-CALVINISMO.
Opuesto completamente al arminiano se encuentra el híper-calvinista. Contempla ambas series de hechos, la soberanía de Dios y la libertad del hombre, y como el arminiano, dice que no se pueden reconciliar estas dos fuerzas evidentemente contradictorias. Al igual que el arminiano, trata el problema en una forma racionalista, negando un aspecto del problema. En tanto que el arminiano niega la soberanía de Dios, el híper-calvinista niega la responsabilidad del hombre. Considera tan claras las afirmaciones bíblicas respecto a la predeterminación por parte de dios que se aferra a ellas. Pero al no poder reconciliar lógicamente la predeterminación con la responsabilidad del hombre, niega esta última. Así pues, el arminiano y el híper-calvinista, aunque diametralmente opuestos, se parecen mucho en su racionalismo.
C: CALVINISMO.
1. Paradoja. Frente a estos puntos de vista humanistas, el calvinista acepta ambos lados de la antinomia. Se da cuenta de lo que él mismo defiende es ridículo. Simplemente resulta imposible para el hombre armonizar estas dos series de hechos. ¿Decir por un lado que Dios hace que todas las cosas sucedan, y sin embargo decir que el hombre es responsable por lo que hace? ¡Insensatez! Debe ser o una cosa o la otra cosa, pero no ambas. ¿Decir que Dios predetermina el pecado de Judas y sin embargo Judas es responsable? ¡Necedad! Dios no puede predeterminar el robo y luego echarle la culpa al ladrón.
El calvinista admite abiertamente que su posición es ilógica, ridícula, sin sentido y necia. Esto está de acuerdo con lo que dice Pablo, “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Co. 1.18). Los griegos buscan la sabiduría y la lógica, y para ellos el calvinismo es irracional. El calvinista defiende dos posiciones evidentemente contradictorias. * Dice por un lado que Dios ha predeterminado todas las cosas. Luego se da la vuelta y le dice a cada hombre, “La salvación depende de ti. Debes creer. Es tu deber y responsabilidad. Si no crees, no puedes echarle la culpa a Dios. Debes echarte la culpa a ti mismo. Pero si crees, recuerda que Dios es quien realizó en ti tanto el creer como el hacer según su beneplácito” (Fil. 2.12., 13). “Recuerda que si te esfuerzas por conseguir el objetivo de la vida, fue Cristo quien te asió a fin de que lo puedas conseguir” (Fil. 3.12.) Frente a la lógica, el calvinista dice que si el hombre hace algo bueno, toda la gloria es para Dios; y que si el hombre hace algo malo, el hombre debe pagar con el reproche. El hombre siempre pierde.
* Debe enfatizarse que la contradicción sólo es aparente y no rea. El hombre no puede armonizar las dos posiciones al parecer contradictorias, pero Dios si puede.
Para muchos esta posición resulta necia. Es irrazonable. Por esto el calvinista debe decidir: ¿cuál es su autoridad? ¿Su propia razón o la palabra de Dios?
Si responde qué es el poder de raciocinio del hombre, entonces. Al igual que el arminiano y el híper-calvinista, tendrá que excluir una de las dos fuerzas paralelas. Pero no lo puede hacer, porque cree que la Biblia es la Palabra de Dios y que el Espíritu Santo la inspiró. Confía enteramente en Dios, sabiendo que su palabra no se puede conculcar. Es infalible e inerrante.
Con esa creencia firme y la voluntad de creer todo lo que se encuentra en la Biblia, acepta esta paradoja de la soberanía divina y la responsabilidad humana. No puede reconciliar ambas cosas; pero al ver que la Biblia enseña claramente ambas, las acepta.
2. Misterio. Y no lo perturba el que no pueda entender todo lo que se refiere a Dios. Después de todo, los caminos de Dios son más elevados que sus caminos, al igual que el cielo está por encima de la tierra (Is. 55.9). Si lo pudiera entender todo, tal como el problema del mal, entonces su inteligencia será tan grande como la de Dios. Recuerda las preguntas que Dios le hizo a Job, cuando éste no podía entender muchas cosas y tenía problemas y dudas acerca de la bondad de Dios. Dios le preguntó a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.” Y luego agrega sarcásticamente, “¡Tú lo sabes!” Dios pasa a mostrar la pequeñez de Job cuando pregunta, “¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar? ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo? Declara si sabes todo esto… ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar de las tinieblas?” “¡Tú lo sabes,” agrega Dios sarcásticamente, “Pues entonces ya habías nacido, y es grande al número de tus días!” (Job 38).
Lo que Dios quiere al interrogar a Job es mostrarle que es insignificante y que El es infinitamente mayor. Por consiguiente, no sorprende que Job no tenga todas las respuestas. Después de todo hay algunas cosas que Dios conoce y el hombre nunca puede ni vislumbrar, porque Dios es infinita y cualitativamente mayor que el hombre. El lema del calvinista es Deuteronomio 29.29 donde Moisés dice que “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.” Hay ciertos asuntos que son demasiado profundos para el hombre. No puede comprenderlos ni nunca los comprenderá. El hombre es finito y Dios es infinito. Uno de estos asuntos es la paradoja aparente de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre. Este asunto secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, y esto debería bastarnos. No deberíamos tratar de averiguar ese concejo secreto de Dios.
Pero hay muchos aspectos de la voluntad de Dios que nos han sido revelados, tales como el mandamiento de creer, la ley moral, los Diez Mandamientos, el Sermón del Monte, y la forma de santificarse. Acerca de estos asuntos no hay dudas, y el hombre debería aprenderlos, enseñarlos a sus hijos y obedecerlos.
Esta es, pues, la humildad religiosa del calvinista. Confiesa: No sé.* No lo puedo entender todo, pero como encuentro en la Biblia que Dios es ciento por ciento soberano y aun así yo sigo siendo responsable, lo creo. Y trataré de hacer todas esas cosas que se mandan.
3. Aplicación. Esto significa que si bien el hombre está totalmente corrompido y es incapaz de creer, y que si bien la fe es un don de Dios creado en el pecador por la acción irresistible del espíritu santo, sin embargo, depende del hombre el creer. Tiene el deber de obedecer el mandamiento de Dios de que creamos.
Quiere decir que si bien la santificación es un don de Dios, y si bien es Dios quien opera e nosotros para que hagamos todo lo bueno, sin embargo es nuestra responsabilidad utilizar los medios de la gracia, y no esperar a que Dios nos mueva.
Quiere decir que si bien Dios ha predeterminado todas las cosas, sin embargo la oración es eficaz, y el hombre debería orar, sabiendo que la oración ferviente del hombre justo es poderosa (Stg. 5.16).
Quiere decir que si bien Dios no ha elegido a todos, y que si bien Cristo no ha muerto por todos, sin embargo debemos mostrar celo en seguir el mandato de Cristo de ir por todo el mundo, haciendo discípulos en todas las naciones
(Mt. 28.19).
Porque ésta es la pauta bíblica, combinar los dos elementos: la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre. Es notable la forma en que Pablo los une.
Por ejemplo, antes y después de su gran pasaje acerca de la elección divina (Ro. 9-11), Pablo presupone la responsabilidad humana. Los capítulos 6 y 7 están llenos de mandatos, tales como, “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal” y “Tampoco presentéis vuestros miembros al pecado”
Y en el mismo versículo que sigue al pasaje de la elección, comienza con, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación” (Ro. 12.1). Adviértase que la
*El cristiano nunca debe avergonzarse de decir, “No sé” de hecho la ignorancia aprendida es más sabia que la sabiduría de los burlones. Calvino escribió: “De esas cosas que no ha sido dado conocer ni es legitimo conocer la ignorancia es aprendida; al ansia de conocerlas es una especie de locura” (Instituto de la Religión Cristiana, III, XXXIII, 8). “Aquellos que tratan de conocer más de lo que Dios ha revelado don locos. Por consiguiente, deleitémonos más en una ignorancia sabia que en una curiosidad inmoderada e intoxicada de saber más que lo que Dios permite” (“La Predestinación Eterna de Dios” en El calvinismo de Calvino).  
Base para el vigoroso llamamiento a la acción de Israel por parte de Dios. Para pablo, la elección no mata la iniciativa, sino que el fundamento es el fundamento de la misma.
Obsérvese la misma combinación de la soberanía de Dios y de la responsabilidad del hombre en Colosenses 3.12. Pablo alienta a los colosenses a que se revistan de un corazón de compasión, amabilidad, humildad, gentileza y paz. La razón que les da es que han sido elegidos para ser buenos y santos, deben vivir de acuerdo con lo que se espera de ellos.
En 1 Tesalonicenses 5.8-9 razona de la misma forma. Incita a los tesalonicenses a que se dominen, “porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación.”
Y En 2 tesalonicenses 2.15 exhorta a sus lectores a que se mantengan firmes porque dios los ha escogido desde el principio para ser salvos (2.13-14).
En otras palabras, para pablo, la elección, en lugar de matar la iniciativa, ere un gran estímulo para buenas obras.

III. LA PRÁCTICA

Está bien tener la teoría, pero también es provechoso observar la práctica. ¿Mata el calvinismo el incentivo a las acciones buenas? Si una persona sabe que ha sido elegida, ¿no se apagará su deseo de esforzarse por Dios? La respuesta se puede encontrar en las vidas de dos que creyeron en la soberanía de Dios con todo su ser: Juan Calvino y Pablo.
A. CALVINO.
La energía y celo de Calvino fueron increíbles, He ahí un hombre que creyó tanto en la soberanía de dios que generaciones más tarde casi se ha identificado su nombre con la predestinación. Sin embargo, véase su vida, su energía y celo por la acción.
El biógrafo Stockelberger escribe lo siguiente acerca de su vida en Ginebra: “Era predicador incansable de la palabra. Además del servicio religioso dominical, cada otra semana dirigía los servicios diurnos. Se conservan más de dos mil de estos sermones. Además de predicar, daba conferencias teológicas durante la semana. Visitaba a los miembros enfermos e indiferentes. Los jueves presidía el consejo de ancianos, y los viernes la reunión de predicadores en la que se discutía la Sagrada Escritura. No había día en que no lo visitarán personas extrañas para recibir su aliento. Las noches las dedicaba más a escribir que a dormir.”
Un Biógrafo católico hostil escribe: “Es casi increíble cómo un hombre que tuvo que luchar constantemente contra enfermedades corporales graves fuera capaz de desarrollar una actividad tan variada y fatigosa. Sus contemporáneos lo han comparado muy bien con el arco que siempre está tenso. Se privaba del sueño a fin de dedicar tiempo a trabajar y fatigaba incluso a sus secretarias con dictados constantes. Tenía la casa siempre abierta a cualquiera que buscara consejo. Estaba siempre informado acerca de todos los asuntos de la iglesia y del estado, incluso en detalles insignificantes. Si bien mantenía poco contacto con el mundo exterior, casi conocía a cada uno de los ciudadanos.”
Este gigantesco trabajo resulta aún más abrumador si se considera lo enfermo que estaba Calvino. Stickelberger escribe: “Como consecuencia de sus privaciones y vigilias durante la juventud, en edad temprana se vio afligido por dolores persistentes en un lado de la cabeza, los cuales le continuaron durante casi toda la vida. Estos dolores solían desarrollar su excitación emotiva hasta tal punto que muchas noches se sentía atormentado por ellos.
“Enfermo de la tráquea, escupía sangre con dolor cuando había utilizado demasiado la voz en el púlpito. Varios ataques de pleuresía fueron preparando el terreno para la consunción de la que fue victima en la edad de cincuenta y un años. Constantemente sufría de la vena hemorroidal, cuyos dolores se vieron incrementados hasta un punto intolerable con un absceso interno que se resistía a la curación.
En varias ocasiones la fiebre intermitente se apodero de él, minando su fortaleza y reduciéndola paulatinamente. Tuvo piedras en la vejiga y en los riñones, además de calambres de estómago e influencias intestinales. A todo ello se le añadió por fin artritis. No exagero cuando a modo de paréntesis escribió en una carta, “Si mi condición no fuera una lucha constante con la muerte”
Recuérdese que toda esta energía y acción la desarrolló el hombre cuyo nombre más que ningún otro en la historia va asociado con la predestinación. Su vida es una contradicción de la afirmación de que la predestinación mata el incentivo del hombre para trabajar. Sería difícil mencionar otra persona que haya trabajado en forma tan infatigable como Juan Calvino.
Esta aparente paradoja entre la predestinación y confianza humilde en Jesucristo se sintetiza en forma muy bella en el testamento de Calvino, que dictó poco antes de morir:
“En el nombre de Dios, yo, Juan Calvino, siervo de Dios en la iglesia de Ginebra, debilitado por muchas enfermedades doy gracias a Dios por haberme mostrado no sólo misericordia, a mí su pobre criatura, y por haberme soportado en todos los pecados y debilidades y lo que es mucho más por haberme hecho partícipe de su gracia para servirle por medio de mi obra.
Confieso vivir y morir en esta fe que me ha dado, y no tengo otra esperanza ni refugio que su predestinación en la que se basa toda mi salvación. Acepto la gracia que se me ha ofrecido en nuestro Señor Jesucristo y acepto los méritos de su sufrimiento y muerte ya que por medio de ellos han sido sepultados todos mis pecados; y humildemente le suplico que me lave y purifique. Con la sangre de nuestro gran Redentor; que fue derramada por todos los pobres pecadores de modo que yo, cuando me presente delante de su rostro, pueda mostrarme semejante a él.
“Además, declaro que me he esforzado en enseñar su palabra incontaminada y en explicar la Sagrada Escritura fielmente, según la medida de la gracia que él me ha dado. En todas las discusiones que he tenido contra los enemigos de la verdad, no empleo ni astucias ni sofismas, sino que he luchado por su causa con honestidad. Pero, oh, mi voluntad, mi celo fueron tan fríos y flojos que me reconozco culpable en todos los aspectos; sin su infinita bondad, todos mis esfuerzos apasionados serían humo, más aún, la gracia misma que me dio me haría resultar más culpable; por ello mi única confianza en que él Padre de misericordia quien como tal desea revelarse a mí, miserable pecador.
“En cuento a los demás, deseo que después de la muerte mi cuerpo sea sepultado según la forma acostumbrada, en espera del día de la bendita resurrección.”
¡Oh Dios, concédenos que todos podamos poseer una confianza tan sencilla en nuestro único Salvador Jesucristo!
B. PABLO.
Pero no nos detengamos en este gigante de la historia de la iglesia. Remontémonos al que fue la fuente del pensamiento de Calvino, el inspirado apóstol pablo. Él fue quien dijo que aquellos a quienes Dios ama de antemano los predestina, y aquellos a quienes predestina llama, y aquellos a quienes llama justifica y glorifica. Fue Pablo quien dijo, “no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia,” y quien cita a Dios diciendo: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.”
De quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” “Mas antes, oh hombre, ¿quien eres tú, para que alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro?” Fue pablo quien habló de aquellos que han sido escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo para ser santos y sin mancha, habiendo sido predestinados para la adopción como hijos.
Y sin embargo, ¿Quién podría afirmar siquiera por un momento, con honestidad, que este gran defensor de la predestinación no estuvo enardecido por el Señor? ¿No exclamó acaso, “Ay de mí si no anunciare el evangelio de Jesucristo”? De hecho, ¿no fue acaso el conocimiento mismo que Pablo obtuvo por medio de la visión, de que el Señor tenía mucha gente en Corinto, el estímulo que necesitaba para permanecer en esa ciudad durante un año y medio, para trabajar diligentemente, a fin de que aquellos a quienes el señor poseía pudieran oír el evangelio y salvarse? ¿Suenan acaso las afirmaciones constantes de pablo referentes a que el oraba de día y noche sin cesar por las iglesias recién fundadas como si la elección hubiera mitigado su entusiasmo? ¿Acaso sus trabajos de tres años en Éfeso con lagrimas no revelan el espíritu de un hombre que no puede hacer los suficiente por su señor?
¿Acaso no fue Pablo quien dijo que consideraba que su vida no valía nada con tal de poder testificar de la gracia de Dios? ¿Consideraría que no tiene celo por la causa de una persona que fue azotada tres veces con varas, una apedreada, tres veces sufrió naufragio; que pasó veinticuatro horas en alta mar; que viajó tanto, con peligros de ríos, peligro de ladrones, peligro de gentiles, peligros de los de su nación, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligro entre falsos hermanos, en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez? ¿Es ese acaso un Espíritu frío, frígido, inanimado, apagado, sin celo ni iniciativa?
Se ve pues que la Biblia y la historia misma de la iglesia desmienten las opiniones de aquellos que acusan al calvinismo de ser una influencia mortal, algo que debería ocultarse y de lo que no se debería hablar, algo en lo que hay que pensar cuando nadie nos escucha.
Por consiguiente, en vez de temer las grandes verdades de la soberanía de dios, extasiémonos en gratitud para con Dios por su amor de predestinación, el cual, a pesar de la rebelión completa de todo hombre contra Dios y del odio hacia él, se empeño en salvar a algunos. Y demos gracias a dios de que incluso nuestra fe proceda de Él y se nos haya dado en una forma irresistible. Porque sabemos que por naturaleza somos tan depravados que si Dios no hubiera actuado en esta forma irresistible y preciosa, nunca hubiéramos creído, Además, demos gracias a Dios de que Cristo no muriera en una manera insulsa y débil por todos los hombres, de manera que no se tuviera seguridad de la salvación de ninguno, sino que su realización quedara en manos de los totalmente depravados.
Demos más bien gracias a Dios de que la muerte de Cristo fuera una garantía absoluta de que todos y cada uno de los elegidos se salvarían. Y una vez salvados, demos gracias a Dios de que no tenemos que temblar por temor de que mañana podamos apostatar y perdernos eternamente, sino más bien, de que una vez salvos, siempre seremos salvos. En otras palabras, “Bendito sea el dios y Padre de nuestro señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el amado” (Ef. 1.3-6).
Y finalmente, no se olviden de “hacer firme vuestra vocación y elección” (2P. 1.10). Porque es posible saberlo todo acerca de la predestinación y sin embargo ir al infierno, y todo por no acudir sinceramente a Jesús en arrepentimiento y pedirle que le salve de sus pecados. Así pues, en el nombre de Dios, les mandó e invito: crean en el Señor Jesucristo. Depende de ustedes. Pero si creen, entonces den gracias a Dios por haberles hecho desear creer Soli deo gratia: A Dios sólo sean dada las gracias.
PREGUNTAS PARA SU ESTUDIO Y REFLEXION
1. ¿Todo ha sido decretado por Dios? Demuestre su respuesta con la Biblia.
2. Si el pecado no ha sido decretado por Dios, mencione las acciones humanas y los acontecimientos históricos que sí lo han sido.
3. Busque en la Biblia los siguientes pasajes y comente lo que dicen acerca de que el pecado ha sido decretado por Dios:
A. Génesis 45.5-8
B. Génesis 50.20
C. Hechos 2.23
D. Hechos 28
4. Igualmente, busque los siguientes versículos de la Biblia y comente lo Que dice n acerca de que Dios decreta el pecado:
A. Josué 16.23
B. 1 Samuel 16.23
C. 2 Samuel 12.11-12
D. 2 Samuel 16.10-11
E. 1 Reyes 22.20-33
F. Job 1.21
G. Isaías 10.5
H. 2 Tesalonicenses 2.11
I. Apocalipsis 17.17
5. Busque los siguientes versículos que hablan de la santidad de Dios:
A. Salmo 5.4-6
B. Isaías 6.3
C. Romanos 9.14
D. 1 Pedro 1.16
E. Apocalipsis 15.4
   ¿Cómo se reconcilian estos versículos con los que se mencionan en las preguntas 5 y 6?
6. ¿Cómo puede un dios santo y omnipotente decretar la caída. El pecado Y el infierno?
7. ¿Es bíblico decir, “La salvación depende de usted”?
8. ¿Cómo muestra la historia del naufragio de pablo tanto la soberanía Divina como la responsabilidad humana (Hch. 27.22-25, 31)?
9. ¿Cómo impone el arminiano una lógica racionalista a la Biblia?
10. ¿De qué manera hace lo mismo el hipercalvinista?
11. ¿Qué posición ocupa el calvinista respectos a estos dos extremos?
12. ¿merece reproche el que ha sido predestinado a ser ladrón?
13. Lea Deuteronomio 29.29 y explíquelo en detalle.
14. Lea y comente pasajes de la Biblia que hablen de la incomprensibilidad de Dios tales como Isaías 55.8 9, Job 38 y romanos 11.33-36.
15. ¿Le gustaría saber todo lo que Dios sabe y ser como él? Sea sincero y diga por qué.
16. ¿Cómo se relacionan en colosenses 3.12 la soberanía divina y la responsabilidad humana?
17. ¿Y en 1 tesalonicenses 5.8-9?
18. ¿Y 2 tesalonicenses 2.13, 15?
19. A veces se dice que la enseñanza de que Dios predetermina todas las cosas mata la iniciativa del hombre. ¿Cómo refutaría este argumento con las vidas de pablo y de Calvino?

LECCIÓN: 9

7: ACTITUD DE CALVINO HACIA LA PREDESTINACIÓN.

Calvino escribió que, al tratar de la predestinación, debería evitarse dos actitudes: curiosidad excesiva por lo que Dios ha revelado y timidez exagerada en enseñar lo que ha revelado.
En el primer caso, “La curiosidad humana hace que la discusión de la predestinación, ya de por so algo difícil, resulte muy confusa e incluso peligrosa. No hay prohibiciones que le impidan vagar por veredas prohibidas ni remontarse hacia las alturas. Si se les permitiera, no dejaría ningún secreto de Dios sin averiguar o descifrar. Como por todas partes hay tantos que utilizan esta audacia y atrevimiento, algunos de ellos hombres que por lo demás no son malos, se les debería recordar a su tiempo cuál es su deber a ese respecto.
“Primero, pues que recuerden que cuando estudiaban la predestinación están penetrando en los recintos sagrados de la sabiduría divina. Si alguien irrumpe con seguridad despreocupada en este lugar, no llegará a satisfacer su curiosidad y entrará en un laberinto del que no hallará salida. Porque el hombre no tiene derecho a averiguar sin restricción cosas que el Señor ha decidido que quedaran escondidos en Él; ni tampoco tiene derecho a investigar desde la eternidad esta sublime sabiduría, que Dios quisiera que reverenciáramos pero que no entendiéramos a fin de que, por medio de ello, nos llenáramos de pasmo. Con su palabra ha declarado los secretos de su voluntad que ha decidido revelarnos. Ha decidido revelárnoslos en cuanto previo que nos concernirían y beneficiarían.”
Para Calvino, al ocuparnos de la predestinación, la palabra de Dios es la única norma. “Si prevalece este pensamiento que la palabra de Dios es el único camino que nos puede guiar en la búsqueda de todo lo que es justo saber respecto a Él, y la única luz para iluminar nuestra visión de todo lo que deberíamos ver de Él, nos preserva fácilmente y frenará de toda temeridad. Porque sabremos que en cuanto excedemos los límites de la palabra, nuestro curso anda desviado y en la oscuridad, y que erraremos, resbalaremos y tropezaremos repetidas veces. Tengamos, pues esto, esto muy presente por encima de todo: buscar cualquier otro conocimiento de la predestinación que lo que la palabra de Dios manifiesta no es menos insano que querer caminar por un desierto sin sendas o querer ver en la oscuridad. Y no nos avergoncemos de ser algo ignorantes en este terreno, ya que existe una cierta ignorancia sabia. Antes bien, abstengámonos voluntariamente de indagar en una clase de conocimiento, cuyo deseo ardiente es tanto necio como peligroso más aun, incluso mortal. Pero si nos agita una curiosidad atrevida, haremos bien en contraponerle este pensamiento moderador: así como no es bueno comer demasiada miel, tampoco en el caso del curioso la investigación de la gloria no se transforma en gloria. Porque hay buena razón para que nos disuadamos de esta insolencia que nos puede abocar a la perdición.” *
* CALVINO, III, XXI, 2.
La segunda actitud que deberíamos evitar, dice Calvino, es la de los que “casi exigen que se oculte toda mención de la predestinación; de hecho, nos enseñan que hay que evitar cualquier pregunta respecto a ello del mismo modo que evitaríamos un arrecife.” También esta actitud está equivocada. “Porque la escritura es la escuela del Espíritu santo, en la que al igual que no se omite nada que sea necesario y útil conocer, tampoco se enseña nada que no sea conveniente saber.
Por consiguiente debemos cuidarnos de no privar a los creyentes de cualquier cosa revelada en la Escritura acerca de la predestinación, para no aparecer, o bien que los privemos maliciosamente de la bendición de Dios, o bien que acusamos al Espíritu Santo y nos mofamos de Él por haber publicado lo que nos es provechoso suprimir, afirmo que debemos permitir que el cristiano abra los ojos y oídos a toda manifestación que Dios dirija , con tal de que lo haga con tal moderación que cuando el Señor cierra sus santos labios, también el cierre de inmediato el camino de las averiguaciones.” *1
Calvino concluye sus observaciones diciendo que desea que los que quieran ocultar la predestinación “admitan que no deberíamos investigar lo que Dios ha dejado en el secreto, que no deberíamos negligir lo que ha puesto al descubierto, de modo que no se pueda acusar de excesiva curiosidad por un lado ni de la excesiva ingratitud por el otro…Así pues, todo el que acumula odio sobre la doctrina de la predestinación censura a Dios, como si Dios hubiera imprudentemente dejado pasar algo dañino para la iglesia.”* 2
De este modo Calvino enseño el principio de la Scriptura tota y Scriptura sola, toda la Escritura y sólo la Escritura. El hombre debe enseña todo lo que Dios ha revelado, incluyendo la predestinación. Pero no debe ir más allá de la Escritura, especulando en lo que Dios no ha revelado. No se puede adoptar una actitud más hermosa que ésta que Calvino expresó.

8: APÉNDICE.

LA CONFESION BELGA DE FE
ARTÍCULO XII
LA PROVIDENCIA DE DIOS
Creemos que es buen Dios, luego de haber creado todas las cosas, no las ha abandonado ni las ha entregado al acaso o al azar, sino que las dirige y gobierna según su santa voluntad, de tal manera que no acontece nada en este mundo sin su disposición; con todo eso, sin embargo, Dios no es autor ni tiene culpa del pecado que sucede. Porque su poder y bondad son tan grandes e incomprensibles, que Él muy bien y con justicia dispone y ejecuta su obra,
*1CALVINO, III, XXI, 3.
*2CALVINO, III, XXI, 4.
También cuando los diablos y los inicuos obran injustamente. Y en cuanto a lo que Él hace fuera del alcance de la comprensión humana, eso no lo queremos investigar curiosamente más de lo que nuestra razón puede soportar; pero adoremos con toda humildad y reverencia los justos juicios de Dios que nos son ocultos; dándonos por satisfechos con ser aprendices de Cristo, para aprender solamente lo que Él en su Palabra nos indica, sin exceder estos límites.
Esta enseñanza nos da un inexpresable consuelo, pues por ella somos instruidos de que nada puede acontecer por casualidad, sino por la disposición de nuestro clemente Padre celestial, quien vela por nosotros con cuidado paternal, sujetando a todas las criaturas bajo su dominio de tal manera que “no puede caer un solo cabello de nuestra cabeza (porque están todos contados), ni puede caer un pajarillo” a tierra sin la voluntad de nuestro padre. Sobre lo cual descansamos, sabiendo que Él reprime a los diablos y a todos nuestros enemigos, que sin su permiso y sin su voluntad no nos puede perjudicar. Y en esto reprobamos el condenable error de los Epicúreos, que dicen que dios no se inmiscuye en nada y deja que todas las cosas acontezcan al acaso.
ARTÍCULO XIV
LA CREACIÓN, LA CAÍDA Y LA PERDICIÓN DEL HOMBRE
Creemos que Dios ha creado al hombre del polvo de la tierra, y lo ha hecho y formado según su imagen y semejanza, bueno, justo y santo, pudiendo con su voluntad convenir en todo con la voluntad de Dios. Mas, “estando así en honra, él no lo ha entendido”, ni ha reconocido su excelencia, más se ha sometido por propia voluntad al pecado y, por ende, a la muerte y a la maldición, prestando oídos a las palabras del diablo. Porque él transgredió el mandamiento de vida que había recibido, y se separó de Dios, que era su vida verdadera; habiendo pervertido toda su naturaleza; por cuyo motivo se hizo culpable de la muerte física y espiritual.
Y habiéndose hecho impío, perverso y corrompido en todos sus caminos, ha perdido todos sus excelentes dones que había recibido de Dios, no quedándole de esos nada más que pequeños restos, los cuales, por otra parte, son suficientes para privar al hombre de toda excusa; pues toda la luz que hay en nosotros se ha convertido en oscuridad, como nos lo enseña la Escritura, diciendo: “Y la luz resplandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. “Aquí San Juan llama a los hombres oscuridad. Por eso desechamos todo lo que se enseña contra esto acerca del libre albedrío del hombre, en vista de que el hombre no es más que un esclavo del pecado, “no pudiendo recibir nada si no le fuere dado del cielo”.
¿Por qué quién ha de jactarse de poder hacer algún bien como de sí mismo?, puesto que Cristo dice: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.” ¿Quién ha de gloriarse en su propia voluntad, cuando entiende que el “Intento de la carne es enemistad contra Dios”? ¿Quién se atreverá hablar de su ciencia, viendo que el “Hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios”?
Para abreviar, ¿quién sugerirá idea alguna, en vista que comprende que de nosotros mismos no somos suficientes para reputar cosa alguna como procedente de nosotros mismos, son que nuestra competencia es de Dios”? Y por eso debe tenerse con razón, por cierto y seguro lo que dice el Apóstol, que “Dios es el que obra en vosotros, así el querer como el obrar según su buena voluntad”. Porque no hay entendimiento ni voluntad de Dios, excepto lo que Cristo ha obrado en el hombre, lo que Él nos enseña al decir: “Sin mí nada podéis hacer.”
ARTÍCULO XV
EL PECADO ORIGINAL
Creemos que, por la desobediencia de Adán, el pecado original se ha extendido a toda la raza humana; el cual es una depravación de toda la naturaleza y un defecto hereditario con los cuales aun los niños pequeños están contaminados ya en el seno de sus madres, y que, en el hombre, producen toda clase de pecados, siendo en él como una raíz de los mismos; por lo tanto, el pecado original es tan repugnante y abominable ante Dios, que es suficiente para condenar a la generación humana.
Este pecado original no es anulado por completo ni enteramente extirpado ni aun por el bautismo, visto que el pecado siempre surge de él como agua, como de una fuente impura; si bien a los hijos de Dios no les es imputado para condenación, mas les es perdonado por su gracia y misericordia; no para dormirse tranquilamente en el pecado, sino para que en el sentido de esta corrupción les haga gemir frecuentemente a los creyentes, deseando ser librados de este cuerpo de muerte. Por lo tanto rechazamos los errores de los pelagianos que dicen que este pecado no es nada más, que por imitación.
ARTÍCULO XVI
LA ELECCIÓN DE DIOS
Creemos que, estando toda la generación de Adán en perdición y ruina por el pecado del primer hombre, Dios se ha mostrado a sí mismo tal como es, a saber, misericordioso y justo. Misericordioso, porque trae y salva de esta perdición a aquellos a los cuales en su eterno e inmutable consejo, por pura misericordia ha elegido en Jesucristo nuestro Señor, sin considerar en nada sus obras. Justo, porque deja a los otros en la caída y perdición en que ellos se han metido.

LA CONFESION DE FE DE WESTMINTER (1648)

CAPÍTULO III
EL DECRETO ETERNO DE DIOS
I. Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordenó libre e inalterable todo lo que sucede. Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado ni hace violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita libertad ni contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece.
II. Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en toda clase de condición o contingencia que se puede suponer, sin embargo, nada decretó porque lo preveía como porvenir o como cosa que sucedería en circunstancias dadas.
III. Por el decreto de Dios y para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y otros preordenados a muerte eterna.
IV. Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados, están designados particular e inalterablemente, y su numero es tan cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir.
V. A aquellos que dios ha predestinado para vida desde antes que el mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria eterna; mas esto por su libre gracia y puro amor, sin la provisión de la fe o buenas obras, de la perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura como condición o causa que le mueva a ello; y lo ha hecho todo para alabanza de su gracia gloriosa
VI. Así como Dios ha designado a los elegidos para lo gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha preordenado también los medios para ello. Por tanto, los que son elegidos, habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, eficazmente llamado, justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos.
VII. Respecto a los demás hombres del genero humano, les ha placido a Dios, según el consejo inescrutable de su propia voluntad, por el cual otorga a u misericordia o deja de hacerlo según quiere, para la gloria de su poder soberano sobre todas las criaturas, quiso pasarles por alto y ordenarles a deshonra u a ira a causa de sus pecados para alabanza de la justicia gloriosa de Dios.
VIII. La doctrina de este alto misterio de la predestinación debe tratarse con especial prudencia y cuidado, para que los hombres, persuadidos de su vocación eficaz, se aseguren se su elección eterna, y atendiendo a la voluntad revelada en la palabra de Dios cedan la obediencia a ella. De esta manera la doctrina dicha proporcionará motivos e alabanza, reverencia y admiración a Dios; y también de humildad, diligencia y abundante consuelo a todos los que sinceramente obedecen al evangelio.
CAPÍTULO V
LA PROVIDENCIA
IX. Dios, el Gran Creador de todos, sostiene, dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, desde la más pequeña, por su sabia y santa providencia, conforme a su presciencia infalible, y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia.
X. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, causa primera, todas las cosas sucederán inmutable e infaliblemente, sin embargo, por la misma providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la naturaleza de las causas secundarias, sean necesarias, libre o continentemente.
XI. Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios; a pesar de esto, Él es libre para obrar sin ellos. Sobre ellos, y contra ellos, según le plazca.
XII. El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de dios se manifiestan en su providencia de tal manera, que se extiende aun hasta la primera caída y a todos los otros pecados de los ángeles y de los hombres, y esto no sólo por un mero permiso, sino limitándolos de un modo sabio y poderoso, y ordenándolos de otras maneras en su dispensación múltiple para sus propios fines santos, pero de tal modo, que lo pecaminoso procede sólo de la criatura, y no de dios, quien es justísimo y santísimo por lo mismo, no es, ni puede ser el autor o aprobador del pecado.
XIII. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo deja por algún tiempo a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la corrupción de sus propios corazones, a fin de corregirles la fuerza oculta de la corrupción, para hacerles más vigilantes contra todas las ocasiones futuras del pecado, ya para otros muchos fines santos y justos.
XIV. En cuanto aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados anteriores, no sólo les retira su gracia por la cual podían haber alumbrado sus entendimientos y recibido en su corazón su influjo salvador, sino también algunas veces les retira los dones que ya tenían, y los deja expuestos a objetos que son causa de pecado debido a la corrupción humana, y a la vez les entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás, de donde sucede que se endurecen bajo los mismos medios que dios emplea para enternecer a los demás.
XV. Así como la providencia de Dios alcanza, en general a todas las criaturas, así también de un modo especial cuida a su Iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella.
CAPÍTULO VI
LA CAÍDA DEL HOMBRE, EL PECADO Y SU CASTIGO
XVI. Nuestros primeros padres, seducidos por la sutileza y tentación de Satanás, pecaron comiendo del fruto prohibido. Plugo a Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado proponiéndose ordenarlo para su propia gloria.
XVII. Por este pecado cayeron de su justicia original y perdieron la comunión con dios, y así quedaron muertos en el pecado y totalmente corrompido en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo.
XVIII. Siendo ellos la raíz de la raza humana, la culpa de este pecado fue imputada a su posteridad, y la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a aquella que desciende de ellos según la generación ordinaria.
XIX. De esta corrupción original, por la cual carecemos de disposición y aptitud para todo bien estamos opuestos a éste así como enteramente inclinados a todo mal, difaman todas nuestras transgresiones actuales.
XX. Esta corrupción de naturaleza dura toda esta vida aun en aquellos que son regenerados; y aun cuando sea perdonada y amortiguada por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella y todos loe efectos de ella son verdadera y propiamente pecado.
XXI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una transgresión de la justa ley de Dios y contrario a ella por su propia naturaleza, trae culpabilidad sobre el pecador, por lo que éste queda bajo la ira de Dios, de la maldición de la Ley, y por lo tanto sujeto a la muerte, con todas las miseria espirituales, temporales y eternas.
CAPÍTULO VII
EL PACTO DE DIOS CON EL HOMBRE
XXII. El primer pacto con el hombre fue un pacto de obras, en el que se prometía la vida a Adán, y éste a su posteridad bajo la condición de una obediencia personal perfecta.
XXIII. El hombre por su caída, se hizo indigno de la vida por aquel pacto, por lo que plugo a Dios hacer un pacto nuevo, llamado de gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los pecadores vida y salvación por Cristo, exigiéndoles la fe en éste para que puedan ser salvos. Y prometiendo dar a su santo Espíritu santo a todos aquellos ordenados para vida, dándoles así voluntad y capacidad para creer.
CAPÍTULO VIII
CRISTO EL MEDIADOR
XXIV. Plugo a Dios en su propósito eterno, escoger y ordenar al Señor Jesucristo su Unigénito Hijo para que fuese el mediador entre dios y el hombre, y como tal, Él es Profeta y Sacerdote y Rey, el Salvador y cabeza de su Iglesia, el heredero de todas las cosas, y Juez de todo el mundo; desde la eternidad de dio Dios un pueblo para que fuese su simiente y para que a debido tiempo lo redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara.
XXV. El señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y por el sacrificio de sí mismo que ofreció una sola vez el Espíritu Eterno de Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de su Padre y compró para aquellos que éste le había dado, no sólo la reconciliación, sino también una herencia eterna en el reino de los cielos.
XXVI. A todos aquellos para quienes Cristo alcanzo redención, cierta y eficazmente les aplica y comunica la misma, haciendo intercesión por ellos revelándoles en la palabra y por medio de ella los misterios de la salvación persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y a obedecer, gobernando el corazón de ellos por su palabra y espíritu, y venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría, y de la manera y por los caminos que estén más en conformidad con su maravillosa e inescrutable dispensación.
CAPÍTULO IX
EL LIBRE ALBEDRÍO
XXVII. Dios ha dotado la voluntad del hombre de una libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza.
XXVIII. El Hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a dios, pero era mudable y podía caer de dicho estado.
XXIX. El hombre pos su caída a un estado de pecado, perdió completamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación, así es que como hombre natural que está enteramente opuesto a ese bien y muerto en el pecado no puede por su propia fuerza convertirse a sí mismo o prepararse para ello.
XXX. Cuando dios convierte a un pecador y le pone en el estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, y por su gracia solamente lo capacita para querer y obrar libremente lo que es bueno en lo espiritual; sin embargo, por razón de la corrupción que aun queda, el converso no quiere ni perfecta ni únicamente lo que es bueno, sino también lo que es malo.
XXXI. El libre albedrío del hombre será perfecto e inmutablemente libre para querer tan sólo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria.
CAPÍTULO X
LLAMAMIENTO EFICAZ
XXXII. A todos aquellos a quienes dios ha predestinado para vida, y a esos solamente es a quienes le place en el tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su Palabra y espíritu, sacándolos del estado de pecado y muerte en que se hallaban por naturaleza para darles vida y salvación por Jesucristo. Esto lo hace iluminando espiritualmente, a fin de que comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne, renovando sus voluntades y por su poder soberano determinándoles a hacer aquello que es bueno, y llevándoles a hacer aquello que es bueno, y llevándoles eficazmente a Jesucristo. Sin embargo, ellos van con absoluta libertad, habiendo recibido la voluntad de hacerlo por la gracia de Dios.
XXXIII. Este llamamiento eficaz depende de la libre y especial gracia de Dios y de ninguna manera de alguna cosa prevista en el hombre, el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el espíritu Santo, adquiere la capacidad de responder a este llamamiento y de recibir la gracia ofrecida y transmitida en Él.
XXXIV. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son regenerados y salvados en Cristo por medio del espíritu, quien obra cuándo dónde y cómo quiere. Lo mismo sucederá con todas las personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra.
XXXV. Otras personas no elegidas, aun cuando sean llamadas por el ministerio de la palabra y tengan algunas de las operaciones comunes del espíritu nunca vienen verdaderamente a Cristo y por lo mismo no pueden ser salvas; mucho menos pueden, los que no profesan la religión cristiana, salvarse de alguna otra manera, aun cuando sean diligentes en ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que profesan, y el decir y sostener que lo pueden lograr así, es muy perniciosos y detestable.
CAPÍTULO XIV
LA FE SALVADORA
XXXVI. La gracia de la fe, por la que los creyentes son puestos en capacidad de creer para la salvación de sus almas, es la obra del espíritu de Cristo en sus corazones y se efectúa ordinariamente por el ministerio de la palabra, por el cual también y por la administración de los sacramentos y por la oración, si acrecienta y fortalece.
CAPITULO XIV
LA FE SALVADORA
XXXVII. Son buenas obras solamente aquellas que Dios ha mandado en su santa palabra y no las que sin ninguna garantía para ello, han inventado los hombres por un celo ciego o so pretexto de buena intención.
XXXVIII. Esta buenas obras hechas en obediencia a los mandamientos de Dios, son los frutos y las obediencias de una fe viva y verdadera, y por ellas manifiestan los creyentes su gratitud, fortalecen su seguridad, edifican a sus hermanos, adornan la profesión del evangelio, tapan la boca de los adversarios, glorifican a Dios, pues son la obras de Él, creados en Cristo Jesús para buenas obras, para que teniendo por fruto la santidad, tengan por fin la vida eterna.
XXXIX. La aptitud que tienen los creyentes para hacer buenas obras, no es de ellos en ninguna manera, sino enteramente del Espíritu de Cristo, y para que ellos pueden tener esta aptitud, además de las gracias que hayan recibido, necesitan el influjo eficaz del mismo Espíritu Santo que obrará en ellos así el querer como el hacer por su buena voluntad; sin embargo, ellos no deben mostrarse negligentes, como sino estuviesen obligados a obrar fuera de una moción especial del Espíritu, sino que deben ser diligentes en despertar la gracia de Dios que está en ellos.
XL. Las obras hechas por los hombres no regenerados, aun cuando por su naturaleza puedan ser cosas mandadas por Dios y de utilidad para ellos y para otros, como no proceden de un corazón purificado por la fe, ni son hechas de un modo recto conforme a la palabra, ni con el objeto justo de glorificar a Dios, ellas son entonces pecaminosas y no pueden agradar a Dios ni hacer al hombre digno de recibir la gracia de Aquél. Con todo, los hombres se hacen más pecaminosos y desagradan más a Dios si descuidad las buenas obras.
CAPÍTULO XVII
LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
XLI. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en su amado, y por su Espíritu ha llamado eficazmente y los ha santificado, no pueden caer ni total ni finalmente del estado de gracia, sino que con toda certeza perseveraran en Él hasta el fin, y serán salvados por toda la eternidad.
XLII. Esta perseverancia de los santos no depende de su propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección que nace del amor libre e inmutable de Dios el padre. De la   eficacia de los méritos de la intercesión de Cristo, de la morada del espíritu de Dios y de la simiente del mismo que está en ellos, y de la naturaleza del pacto de gracia, de todo lo cual se desprende también la certeza y lo infalible de ella.

XLIII. No obstante esto, los creyentes, por las tentaciones de Satanás y del mundo, la influencia de los restos de la corrupción que queda en ellos y por el descuido de los medios necesarios para preservarse, pueden caer en pecado graves, y continuar en ellos por algún tiempo. Por lo cual incurrirán en el desagrado de Dios, entristecerán a su Espíritu Santo, se verán privados en algún grado de sus consuelos y de sus influencias endurecerán sus corazones, debilitarán sus conciencias, ofenderán, escandalizarán a otros, y atraerán juicios temporales.