(1)
A.
El bautismo es una ordenanza del Nuevo Testamento instituida por Jesucristo,
con el fin de ser para la persona bautizada una señal de su comunión con él en
su muerte y resurrección, de estar injertado en él. Ro. 6:3-5; Col. 2:12; Gá. 3:27.
B.
De la remisión de pecados: Mr. 1:4; Hch.
22:16.
C.
Y de su entrega a Dios por medio de Jesucristo para vivir y
andar en novedad de vida: Ro. 6:4.
(2)
A.
Los que realmente profesan arrepentimiento para con Dios y fe en Nuestro Señor
Jesucristo y obediencia a él son los únicos adecuados para recibir esta
ordenanza: Mt. 3:1-12; Mr. 1:4-6; Lc.
3:3-6; Mt. 28:19,20; Mr. 16:15,16; Jun. 4:1,2; 1 Co. 1:13-17; Hch. 2:37-41;
8:12,13,36-38; 9:18; 10:47,48; 11:16; 15:9; 16:14,15,31-34;18:8; 19:3-5; 22:16;
Ro. 6:3,4; Gá. 3:27; Col. 2:12; 1 P. 3:21; Jer. 31:31-34; Fil. 3:3; Jun.
1:12,13; Mt. 21:43.
(3)
A.
El elemento exterior que debe usarse en esta ordenanza es el agua, en la cual
ha de ser bautizada: Mt. 3:11; Hch.
8:36,38; 22:16.
B.
La persona en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: Mt. 28:18-20.
C.
La inmersión de la persona en el agua es necesaria para la correcta
administración de esta ordenanza: 2 R.
5:14; Sal 69:2; Is. 21:4; Mr. 1:5,8-9; Jun. 3:23; Hch. 8:38; Ro. 6:4; Col.
2:12; Mr. 7:3,4; 10:38,39; Lc. 12:50; 1 Co. 10:1,2; Mt. 3:11; Hch. 1:5,8;
2:1-4,17.
EL BAUTISMO
El
bautismo es el signo sacramental del Nuevo Pacto. Es el símbolo que Dios
utiliza para sellar su palabra en los escogidos de que están incluidos en el
pacto de la gracia.
El
bautismo significa varias cosas. En primera instancia, es un signo del
lavamiento y la remisión de los pecados. También significa que hemos sido
regenerados por el Espíritu Santo, sepultados y resucitados juntamente con
Cristo, que el Espíritu Santo ha venido a morar dentro de nosotros, que hemos
sido adoptados por la familia de Dios y que hemos sido santificados por el
Espíritu Santo.
El bautismo fue instituido por Cristo y
debe ser administrado en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El signo externo no transmite automáticamente
o por medio de magia las realidades
que significa. Por ejemplo, aunque el bautismo significa la regeneración, o el nuevo nacimiento, no transmite
automáticamente este nuevo
nacimiento. El poder del bautismo no está
en el agua sino en el poder de Dios.
La
realidad a la que este sacramento apunta puede estar presente antes o después
de que el signo del bautismo ha sido dado. En el Antiguo Testamento el signo de
la alianza era la circuncisión. La circuncisión era, entre otras cosas, un signo
de fe. En el caso de los adultos, como fue el caso de Abraham, la fe fue previa
al signo de la circuncisión. Con los hijos de los creyentes, sin embargo, el
signo de la circuncisión les era dado antes que su posesión de la fe, como fue
el caso de Isaac. Del mismo modo, en el Nuevo Pacto, la teología de la Reforma
requiere que los adultos convertidos deban ser bautizados después de haber
hecho su profesión de fe, mientras que sus hijos reciben el bautismo antes de
profesar la fe.
El
bautismo significa el lavamiento con agua. El mandamiento a bautizar puede ser
cumplido por inmersión, por aspersión o por ablución. La palabra griega bautizar incluye cualquiera de estas
tres posibilidades.
La
validez del bautismo no depende del carácter del ministro que lo administra o
del carácter de la persona que lo recibe. El bautismo es un signo de la promesa
de Dios de salvar a todos quienes creen en Cristo. Como es una promesa de Dios,
la validez de esta promesa depende del carácter fiel de Dios.
Como
el bautismo es el signo de la promesa de Dios, no debe ser administrado a una
persona más de una vez. Ser bautizado más de una vez es poner una sombra de
duda sobre la integridad y la
sinceridad de la promesa de Dios. Sin duda que quienes han sido bautizados dos
o más veces no intentan poner en duda la integridad de Dios, pero su acción, si
la entendemos correctamente,
comunicaría dicha duda. Es el deber de cada uno de los cristianos, sin embargo,
ser bautizado. No se trata de un ritual sin ningún contenido, sino de un sacramento
instituido por nuestro Señor.
RESUMEN
1.
El bautismo es el signo sacramental del Nuevo
Pacto.
2.
El bautismo tiene múltiples significados.
3.
El bautismo fue instituido por Cristo y debe ser administrado con agua en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
4. El
bautismo no transmite automáticamente el nuevo nacimiento.
5. El bautismo puede ser
administrado por inmersión, por aspersión o por ablución.
6.
La validez del bautismo depende de la integridad de la promesa de Dios y
debería ser administrado a una persona una única vez.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Romanos
4:11-12, Romanos 6:3-4, 1 Corintios 12:12-14, Colosenses 2:11-15, Tito 3:3-7.
¿QUIÉNES DEBEN BAUTIZARSE? ¿CÓMO SE
DEBE BAUTIZAR? ¿QUÉ SIGNIFICA?
EXPLICACIÓN Y BASE
BÍBLICA
En este capítulo y el siguiente tratamos del bautismo y la Cena del
Señor, dos ceremonias que Jesús ordenó que su iglesia realizara. Pero antes de
empezar la consideración de estas ceremonias debemos notar que hay desacuerdo
entre protestantes incluso sobre el término general que se les debe aplicar.
Debido a que la Iglesia Católica Romana llama a estas dos ceremonias
«sacramentos», y debido a que la Iglesia Católica Romana enseña que estos
sacramentos en sí mismos en realidad dan gracia a la gente (sin requerir fe de
las personas que participan en ella), algunos protestantes (especialmente
bautistas) han rehusado referirse al bautismo y a la Cena del Señor como
«sacramentos».
Han preferido usar la palabra ordenanzas más bien. Se piensa que es un
término apropiado porque el bautismo y la Cena del Señor fueron «ordenados» por
Cristo. 1 Por otro lado, otros protestantes, tales como en las tradiciones
anglicana, luterana y reformada, han estado dispuestos a usar la palabra
«sacramentos» para referirse al bautismo y a la Cena del Señor, sin por ello
endosar la posición católica romana.
No parece ser que haya algún punto significativo en juego en la cuestión
de si llamar al bautismo ya la Cena del Señor «ordenanzas» o «sacramentos».
Puesto que los protestantes que usan ambas palabras explican claramente lo que
quieren decir por ellas, el argumento en realidad no es en cuanto a doctrina
sino en cuanto al significado de la palabra en español.
Si estamos dispuestos a explicar claramente lo que queremos decir, no
parece que haya alguna diferencia si usamos la palabra sacramentos o no. En
este texto, al referirme al bautismo y a la Cena del Señor en la enseñanza
protestante, usaré intercambiablemente tanto «ordenanzas» cómo «sacramentos »,
y los consideraré como sinónimos en significado.
Antes de empezar nuestra consideración del bautismo debemos reconocer
que ha habido históricamente, y la hay hoy, una fuerte diferencia de punto de
vista entre los cristianos evangélicos respecto a este tema. La posición que se
aboga en este libro es que el bautismo no es una doctrina «principal» que
debería ser base para división entre cristianos genuinos,' pero es con todo
asunto de importancia para la vida ordinaria de la iglesia, y es apropiado que
le demos su plena consideración.
La posición que se aboga en este capítulo es «bautística; es decir, que
el bautismo es apropiadamente administrado sólo a los que dan una profesión
creíble de fe en Jesucristo. Durante la consideración intercalaremos
particularmente consideración de la posición del paidobautismo «bautismo de
infantes») según aboga Louis Berkhof en su Systematic Theology puesto que ésta
es una representación cuidadosa y también responsable de la posición
paidobautista, y es un texto de teología sistemática ampliamente usado.
A. MODO Y SIGNIFICADO DEL BAUTISMO
La práctica del bautismo en el Nuevo Testamento se realizaba sólo de una
manera: la persona que era bautizada era sumergida o puesta completamente bajo
el agua y después sacada de nuevo. El bautismo por inmersión es por
consiguiente el «modo» de bautismo o la manera en que el bautismo se realizaba
en el Nuevo Testamento. Esto es evidente por las siguientes razones:
(1) La
palabra griega baptizo quiere decir «hundir, sumergir, inmergir» algo en agua.
Este es el significado comúnmente reconocido y regular del término en la
literatura griega antigua tanto dentro como fuera de la Biblia"
(2) El
sentido de «inmergir» es apropiado y probablemente exigido para la palabra en
varios pasajes del Nuevo Testamento. En Marcos 1: 5, Juan bautizaba a la gente
«en el río Jordán» (el texto griego tiene en, «en», y no (junto a» o «al lado
de» o «cerca» al río)' Marcos también nos dice que cuando Jesús fue bautizado
«En seguida al subir del agua» (Mr 1: 10).
El texto griego especifica que salió «fuera del» (ek) el agua; y no que
se alejó de ella (esto se expresaría por el gr. apó). El hecho de que Juan y
Jesús descendieron al río y salieron del mismo fuertemente sugiere inmersión,
puesto que el rociamiento o derramamiento del agua se podría haber hecho mucho
más fácilmente estando junto al río, particularmente debido a las multitudes de
personas que venían para el bautismo.
El Evangelio de Juan nos dice, además, que Juan el Bautista «también
Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque allí había mucha agua»
Gn 3: 23).
De nuevo, no exigiría «mucha agua» para bautizar a la gente mediante
rociamiento, pero sí se necesitaría mucha agua para bautizar por inmersión.
Cuando Felipe le habló del evangelio al eunuco etíope, «Mientras iban
por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: -Mire
usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?» (Hch 8: 36).
Evidentemente ninguno de ellos pensó que rociar o derramar un poco de agua de
un recipiente de agua para beber que se hubiera realizado en el carruaje era
suficiente para constituir un bautismo. Más bien, esperaron hasta que hubo un
cuerpo de agua cerca del camino.
Entonces «mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo
bautizó.
Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a
Felipe.
El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino» (Hch 8:
38-39). Como en el caso de Jesús, éste bautismo tuvo lugar cuando Felipe y el
eunuco bajaron a un cuerpo de agua, y después del bautismo subieron de ese
cuerpo de agua. De nuevo, el bautismo por inmersión es la única explicación
satisfactoria para esta narración:
(3) El
simbolismo de unión con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección parece
exigir el bautismo por inmersión. Pablo dice:
¿Acaso No Saben Ustedes Que Todos Los Que Fuimos Bautizados Para Unirnos
Con Cristo Jesús, En Realidad Fuimos Bautizados Para Participar En Su Muerte?
Por Tanto, Mediante El Bautismo Fuimos Sepultados Con Él En Su Muerte, A Fin De
Que, Así Como Cristo Resucitó Por El Poder Del Padre, También Nosotros Llevemos
Una Vida Nueva (Ro 6: 3-4).
De modo similar, Pablo les dice a los Colosenses: «Ustedes la recibieron
al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados
mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos»
(Col 2: 12).
Ahora bien, esta verdad claramente queda simbolizada en el bautismo por
inmersión.
Cuando el candidato al bautismo es sumergido en el agua eso es un cuadro
de descender a la tumba y ser sepultado. Salir del agua es entonces un cuadro
de ser resucitado con Cristo para andar en vida nueva. El bautismo de este modo
claramente ilustra la muerte a la vieja vida de uno y la resurrección a una
nueva clase de vida en Cristo, pero el bautismo por rociamiento o derramamiento
simplemente no tiene este simbolismo?
A veces se objeta que lo esencial que se simboliza en el bautismo no es
la muerte y la resurrección con Cristo sino purificación y limpiamiento de los
pecados.
LOS CANDIDATOS AL BAUTISMO
El patrón revelado en varios lugares del Nuevo Testamento es que sólo
los que dan una profesión creíble de fe deben ser bautizados. A esta noción a
menudo se le llama el «bautismo de creyentes», puesto que sostiene que sólo los
que han creído en Cristo (o, más precisamente, los que han dado una evidencia
razonable de creer en Cristo) deben ser bautizados. Esto se debe a que el
bautismo, que es un símbolo de empezar la vida cristiana se debe administrar
sólo a los que en efecto han empezado la vida cristiana.
EL ARGUMENTO DE LOS PASAJES NARRATIVOS DEL NUEVO TESTAMENTO
SOBRE EL BAUTISMO.
Los ejemplos de narraciones de los que fueron bautizados sugieren que el
bautismo fue administrado sólo a los que dieron una profesión creíble de fe.
Después del sermón de Pedro en Pentecostés leemos: (dos que recibieron su
mensaje fueron bautizados) (Hch 2:41).
El texto especifica que el bautismo fue administrado a los que
«recibieron su mensaje» y por consiguiente confiaron en Cristo para la
salvación.
De modo similar, cuando Felipe predicó el evangelio en Samaria, leemos:
«Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del
reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se
bautizaron» (HH. 8: 12). De igual manera, cuando Pedro predicó a los gentiles
en la casa de Camelia, permitió el bautismo para los que habían oído la palabra
y recibido el Espíritu Santo; es decir, los que habían dado evidencia
persuasiva de una obra interna de regeneración.
Mientras Pedro predicaba: «el Espíritu Santo descendió sobre todos los
que escuchaban el mensaje» y Pedro y sus compañeros «los oían hablar en lenguas
y alabar a Dios» (Hch 10: 44-46). La respuesta de Pedro fue que el bautismo es
apropiado para los que habían recibido la obra regeneradora del Espíritu Santo:
«¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han
recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?» entonces Pedro «mandó que
fueran bautizados en el nombre de Jesucristo» (Hch 10: 47-48).
El punto de estos tres pasajes es que el bautismo se administra apropiadamente
sólo a los que han recibido el evangelio y confiado en Cristo para salvación.
Hay otros textos que también indican esto: Hechos 16: 14-15 (Lidia y su
familia, después de que «el Señor le abrió el corazón» para que creyera»);
Hechos 16: 32-33 (la familia del carcelero de Filipos, después de que Pedro les
predicó «la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa»);
y 1ª Corintios 1: 16 (la familia de Estéfanas), pero estos pasajes se
considerarán más completamente abajo cuando veamos la cuestión de «bautismo de
familias».
EL ARGUMENTO DEL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO.
Además de estas indicaciones de las narrativas del Nuevo Testamento de
que el bautismo siempre venía después de la fe que salva, hay una segunda
consideración que aboga por el bautismo de creyentes: el símbolo externo de
empezar la vida cristiana debe ser dado sólo a los que muestran evidencia de
haber empezado la vida cristiana.
Los autores del Nuevo Testamento escribieron como si claramente dieran
por sentado que todos los que fueron bautizados también habían confiado
personalmente en Cristo y
8Berkhofadvierte en contra de dar demasiada importancia al silencio de
las Escrituras respecto al bautismo de infantes. Comentando sobre el hecho de
que en algunos casos fueron bautizadas familias enteras, dice: «y si hubo
infantes, es moralmente verdad que ellos fueron bautizados junto con sus
padres»
Pero esto no es lo que dice Hch 2:41: el pasaje especifica que (los que
recibieron su mensaje fueron bautizados), y no los que no recibieron su palabra
pero eran infantes que pertenecían a las familias de los que recibieron su
mensaje. Experimentado la salvación. Por ejemplo, Pablo dice: «Todos ustedes
los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo» (Gá 3:
26-27).
Pablo aquí da por sentado que el bautismo es una señal externa de
regeneración interna. Esto simplemente no habría sido cierto de infantes; Pablo
no podía haber dicho: «todos los infantes que han sido bautizados en Cristo se
han revestido de Cristo», porque los infantes todavía no han llegado a la fe
que salva ni han dado ninguna evidencia de regeneración:
Pablo habla de la misma manera en Romanos 6: 3-4: «¿Acaso no saben
ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en
realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el
bautismo fuimos sepultados con él en su muerte». ¿Podría Pablo haber dicho esto
de los infantes?
¿Podría haber dicho que «todos los infantes que han sido bautizados en
Cristo Jesús fueron bautizados en su
muerte» y «fueron sepultados por consiguiente con él por el bautismo en su
muerte, para que así como Cristo fue resucitado de los muertos»?
Pero si Pablo no pudo decir estas cosas en cuanto a los infantes,
entonces los que abogan por el bautismo de niños deben decir que el bautismo
significa algo diferente para los infantes que lo que Pablo quiere decir por
«todos los que fuimos bautizados para unimos con Cristo Jesús». Los que abogan
por el bautismo de infantes en este punto recurren a lo que le parece al
presente autor el lenguaje vago en cuanto a infantes siendo adoptados «en el
pacto» o «en la comunidad del pacto», pero el Nuevo Testamento no habla de esa
manera en cuanto al bautismo. Más bien, dice que todos los que han sido bautizados
han sido sepultados con Cristo, han sido resucitados con él, y se han revestido
de Cristo.
Un argumento similar se puede hacer de Colosenses 2: 12: «Ustedes la
recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron
resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los
muertos». Pero no se podría decir de los infantes que fueron sepultados con
Cristo, o que fueron resucitados con él mediante la fe, puesto que ellos no
tienen edad suficiente para ejercer fe por sí mismos.
ALTERNATIVA N° 1: LA NOCIÓN CATÓLICO ROMANA.
La Iglesia Católica Romana enseña que el bautismo se debe administrar a
infantes.!! Esto se debe a que la Iglesia Católica Romana cree que el bautismo
es necesario para salvación, y que el acto de bautismo en sí mismo produce
regeneración. Por consiguiente, en este punto de vista, el bautismo es un medio
por el que la iglesia concede gracia que salva a la gente. Y si es esta clase
de canal de gracia que salva se le debe dar a toda persona.
Ludwig Ott, En Su Fundamentals Of Catholic Dogma' Da Las Siguientes
Explicaciones: El Bautismo Es Ese Sacramento En El Que El Hombre Lavado Con
Agua En El Nombre De Las Tres Personas Divinas Renace Espiritualmente (Ott De
Jn 3: 5; Tit 3: 5 Y Ef. 5: 26 Como Respaldo De Esta Afirmación).
El Bautismo, Provisto Que Las Disposiciones Apropiadas (Fe Y Tristeza
Por El Pecado) Estén Presentes, Efectúa: A) La Erradicación De Pecados, Tanto
El Pecado Original Y, En El Caso De Adultos, También Pecados Personales, Mortales
Y Veniales), Santificación Interna Por La Infusión De Gracia Santificadora.
Aun Si Se Lo Recibe Indignamente, El Bautismo Válido Imprime En El Alma
Del Que Lo Recibe Una Marca Espiritual Indeleble, El Carácter Bautismal. La
Persona Bautizada Es Incorporada, Por El Carácter Bautismal, En El Cuerpo
Místico De Cristo. Toda Persona Válidamente Bautizada, Incluso La Bautizada
Fuera De La Iglesia Católica, Llega A Ser Miembro De La Única Santa Iglesia
Católica Y Apostólica.
Ott pasa a explicar que el bautismo es necesario para la salvación y lo
deben realizar sólo los sacerdotes:
El bautismo por agua es, desde la promulgación del evangelio, necesario
para todos los hombres sin excepción para salvación.
Ott explica que, mientras el bautismo de ordinario lo administra un
sacerdote, en circunstancias inusuales (tales como cuando un niño está en
peligro de morir a poco de haber nacido) puede realizarlo un diácono o un
laico. Incluso el bautismo realizado por no creyentes se piensa válido, porque
Ott dice:
Así, Aunque Un Pagano O Un Hereje Puede Bautizar, Provisto Que Se
Adhiera A La Forma De La Iglesia Y Tiene Intención De Hacer Lo Que La Iglesia
Hace.
Aunque los infantes no pueden ejercer fe que salva por sí mismos, la
Iglesia Católica Romana enseña que el bautismo de infantes es válido:
La Fe, Puesto Que No Es La Causa Efectiva De Justificación No Necesita
Estar Presente. La Fe Que Los Infantes Carecen Es Reemplazada Por La Fe De La
Iglesia.
Esencial para comprender la noción católica romana del bautismo es darse
cuenta de que los católicos romanos sostienen que los sacramentos funcionan
aparte de la fe de los que participan en el sacramento. Si esto es así,
entonces se sigue que el bautismo puede conferir gracia incluso a los infantes
que no tienen la capacidad de ejercer fe. Varias afirmaciones en el libro de
Ott indican esto claramente:
La Iglesia Católica Enseña Que Los Sacramentos Tienen Una Eficacia
Objetiva, Es Decir, Una Eficacia Independiente De La Disposición Subjetiva Del
Que Los Recibe O Del Ministro Los Sacramentos Confieren Gracia De Inmediato, Es
Decir, Sin La Mediación De La Fe Fiduciaria.
Los Sacramentos Del Nuevo Pacto Contienen La Gracia Que Significan, Y La
Conceden A Los Que No La Impiden.
Los Sacramentos Operan Ex Opere Operato. Es Decir, Los Sacramentos
Operan Por El Poder Del Rito Sacramental Completado.
La Fórmula «Ex Opere Operato» Afirma, Negativamente, Que La Gracia
Sacramental No Es Conferida Por Razón De La Actividad Subjetiva Del Que La
Recibe, Y Positivamente, Que La Gracia Sacramental Es Producida Por La Señal
Sacramental Operada Válidamente.
Sin Embargo, Ott Cuidadosamente Explica Que La Enseñanza Católico Romana
No Se Debe Interpretar «En El Sentido De Eficacia Mecánica O Mágica». Dice:
Por El Contrario, En El Caso Del Adulto Que Recibe Se Exige Expresamente
Fe No Obstante La Disposición Subjetiva Del Que Recibe No Es La Causa De La
Gracia; Es Meramente Una Precondición Indispensable De Comunicación De Gracia.
La Medida De La Gracia Efectuada Ex Opere Operato Incluso Depende Del Grado De
Disposición Subjetiva.
Al dar respuesta a esta enseñanza católica romana debemos recordar que
la Reforma giró alrededor de este asunto. La gran preocupación de Martín Lutero
fue enseñar que la salvación depende sólo de la fe, y no de la fe más obras. Pero
si el bautismo y participar de los demás sacramentos es necesario para la
salvación porque son necesarios para recibir la gracia que salva, entonces la
salvación realmente se basa en la fe más obras.
En contraste a esto, el claro mensaje del Nuevo Testamento es la
justificación por la fe sola. «Porque por gracia ustedes han sido salvados
mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no
por obras, para que nadie se jacte» (Ef. 2: 8-9). Todavía más, (la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Ro 6: 23).
El argumento de la Iglesia Católica Romana de que el bautismo es
necesario para la salvación es muy similar al argumento de los opositores de
Pablo en Galaxia que decían que la circuncisión era necesaria para la
salvación. La respuesta de
Pablo es que los que exigen la circuncisión están predicando (un
evangelio diferente) (Gá 1: 6). Él dice que «Todos los que viven por las obras
que demanda la ley están bajo maldición» (Gá 3: 10), y habla muy severamente a
los que intentan añadir toda otra forma de obediencia como requisito para la
justificación:
«Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley,
han roto con Cristo; han caído de la gracia» (Gá 5:4). Por consiguiente,
debemos concluir que ninguna obra es necesaria para la salvación; y por
consiguiente, el bautismo no es necesario para la salvación.
Pero, ¿qué tal en cuanto A Juan 3: 5: «Yo te aseguro que quien no nazca
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios»? Aunque algunos
han entendido esto como una referencia al bautismo, es mejor entenderlo contra
el trasfondo de la promesa del nuevo pacto en Ezequiel 36:
Los Rodaré Con Agua Pura, Y Quedarán Purificados. Los Limpiaré De Todas
Sus Impurezas E Idolatrías. Les Daré Un Nuevo Corazón, Y Les Infundiré Un
Espíritu Nuevo; Les Quitaré Ese Corazón De Piedra Que Ahora Tienen, Y Les
Pondré Un Corazón De Carne. Infundiré Mi Espíritu En Ustedes, Y Haré Que Sigan
Mis Preceptos Y Obedezcan Mis Leyes (Ez 36: 25-27).
Ezequiel aquí habla de un lavamiento «espiritual» que vendrá en los días
del nuevo pacto cuando Dios ponga su Espíritu en su pueblo. A la luz de esto,
nacer del agua y del Espíritu es un lavamiento «espiritual» que ocurre cuando
nacemos de nuevo, así como también recibimos un (lluevo corazón) espiritual, y
no físico, en ese momento.
De modo similar, Tito 3: 5 especifica no el bautismo en agua, sino «el
lavamiento de la regeneración», explícitamente indicando que es una concesión
espiritual de nueva vida. El bautismo en agua simplemente no es mencionado en
este pasaje.
Un lavamiento más bien espiritual antes que literal también se menciona
en Efesios 5: 26, en donde Pablo dice que Cristo se entregó a sí mismo por la
iglesia «para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la
palabra». Es la palabra de Dios la que hace lavamiento que se menciona aquí, y
no el agua física.
En cuanto a la noción católico romana de que el bautismo conlleva gracia
aparte de la disposición subjetiva del que lo recibe o del ministro (posición
que es consistente con el bautismo de infantes, que no ejercen fe por sí
mismos), debemos reconocer que no existe ningún ejemplo del Nuevo Testamento
para probar este punto de vista, ni tampoco hay testimonio del Nuevo Testamento
que lo indique.
Más bien, los relatos y narrativas de los que fueron bautizados indican
que primero habían venido a la fe que salva (ver arriba). Y cuando hay
afirmaciones doctrinales en cuanto al bautismo también indican la necesidad de
la fe que salva. Cuando Pablo dice: «Ustedes la recibieron al ser sepultados
con él en el bautismo. En él también fueron resucitados», de inmediato
especifica «mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los
muertos» (Col 2: 12).
Finalmente, ¿qué tal en cuanto a 1 Pedro 3:21, en donde Pedro dice: (el
bautismo que ahora los salva también a ustedes)? ¿No da esto claro respaldo a
la noción católico romana de que el bautismo en sí mismo da la gracia que salva
al que lo recibe).
No, porque cuando Pedro usa esta frase continúa en la misma oración para
explicar exactamente lo que quiere decir por ella. Dice que el bautismo los
salva «no consiste en la limpieza del cuerpo» (es decir, no como un acto
externo, físico, que lava suciedad del cuerpo; ésa no es la parte que salva), «sino
en el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios» (es decir, como
una transacción interna, espiritual, entre Dios y el individuo, transacción
simbolizada por la ceremonia externa del bautismo).
Podemos parafrasear la afirmación de Pedro diciendo: «el bautismo ahora
los salva; no la ceremonia física externa del bautismo sino la realidad
espiritual interna que el bautismo representa». De esta manera, Pedro guarda en
contra de toda noción de que el bautismo automáticamente atribuya poder salvador
a la ceremonia física en sí misma.
La frase de Pedro, «el compromiso de tener una buena conciencia delante
de Dios» es otra manera de decir «una petición de perdón de pecados y un nuevo
corazón». Cuando Dios le da al pecador «una conciencia limpia», esa persona
tiene la seguridad de que todo pecado ha sido perdonado y que está en correcta
relación con Dios (Heb 9: 14 y 10: 22 habla de esta manera en cuanto a la
limpieza de la conciencia de uno por Cristo).
Ser bautizado apropiadamente es hacer tal «apelación» a Dios; o sea,
decir, en efecto: «Dios mío, al entrar yo en este bautismo que limpia mi cuerpo
por fuera estoy pidiendo que me limpies el corazón por dentro, que perdones mis
pecados, y que me pongas en correcta relación delante de ti». Entendido de esta
manera, el bautismo es un símbolo apropiado del principio de la vida cristiana.
Así que 1 Pedro 3: 21 ciertamente no enseña que el bautismo salva
automáticamente a las personas o que confiere gracia ex opere operato. Ni
siquiera enseña que el acto del bautismo en sí mismo tenga poder salvador, sino
más bien que la salvación resulta mediante el ejercicio interno de la fe que el
bautismo representa (Col 2: 12). De hecho, los protestantes que abogan por el
bautismo de creyentes bien podrían ver en 1ª Pedro 3: 21 algún respaldo para su
posición: el bautismo, se pudiera argumentar, es apropiadamente administrado a
todo el que tiene la suficiente personalmente para ser «una aspiración a Dios
por una clara conciencia».
En conclusión, las enseñanzas católico romanas de que el bautismo es
necesario para la salvación, de que el acto del bautismo en sí mismo confiere
gracia que salva, y que el bautismo es por consiguiente apropiadamente
administrado a los infantes, no son persuasivas a la luz de las enseñanzas del
Nuevo Testamento.
ALTERNATIVA N° 2: LA NOCIÓN PAIDOBAUTISTA PROTESTANTE.
En contraste tanto a la posición bautista que se defiende en la primera
parte de este capítulo, y a la noción católica romana que se acaba de
considerar, otra noción importante es que el bautismo se administra
apropiadamente a todos los hijos de padres creyentes.
Esta es una perspectiva común en muchos grupos protestantes
(especialmente iglesias luteranas, episcopales, metodistas, presbiterianas y
reformadas). A esta noción a veces se le conoce como el argumento del pacto
para el paidobautismo. Se le llama un argumento de «pacto» porque depende de
considerar a los hijos nacidos a los creyentes como parte de la «comunidad del
pacto» del pueblo de Dios.
La palabra «paidobautismo» quiere decir la práctica de bautizar infantes
(el prefijo paidos, quiere decir «niño» y se deriva de la palabra griega país,
«niño»).!8 Se considerará primordialmente los argumentos presentados por Louis
Berkhof, que explica claramente y defiende bien la posición paidobautista.
El argumento de que los infantes de los creyentes deben ser bautizados
depende primordialmente de los tres puntos siguientes:
A LOS INFANTES
SE LES CIRCUNCIDABA EN EL ANTIGUO PACTO:
En el Antiguo Testamento la circuncisión era la señal externa de entrada
en la comunidad del pacto o la comunidad del pueblo de Dios. La circuncisión se
administraba a todo niño israelita (es decir, a los varones) a los ocho días de
nacidos.
EL BAUTISMO ES
PARALELO A LA CIRCUNCISIÓN:
En el Nuevo Testamento la señal externa de entrada en la «comunidad del
pacto» es el bautismo. Por consiguiente, el bautismo es la contraparte del
Nuevo Testamento a la circuncisión. Se sigue que el bautismo se debe
administrar a todos los infantes de padres creyentes. Negarles ese beneficio es
privarles de un privilegio y beneficio que les corresponde por derecho: la
señal de pertenecer a la comunidad del pueblo de Dios, la «comunidad del
pacto». El paralelo entre la circuncisión y el bautismo se ve claramente en
Colosenses 2:
Además, En Él Fueron Circuncidados, No Por Mano Humana Sino Con La
Circuncisión Que Consiste En Despojarse Del Cuerpo Pecaminoso. Esta
Circuncisión La Efectuó Cristo. Ustedes La Recibieron Al Ser Sepultados Con Él
En El Bautismo. En Él También Fueron Resucitados Mediante La Fe En El Poder De
Dios, Quien Lo Resucitó De Entre Los Muertos (Col 2: 11-12).
Aquí se dice que Pablo hace una conexión explícita entre la circuncisión
y el bautismo.
BAUTISMOS DE
FAMILIAS:
Respaldo adicional para la práctica de bautizar infantes se halla en los
«bautismos de familias» que se informan en Hechos y en las Epístolas,
particularmente el bautismo de la familia de Lidia (Hch 16: 15), la familia del
carcelero de Filipos (Hch 16: 33), y la familia de Estéfanas (1ª Co 1:16).
También se afirman que Hechos 2:39, que declara que las bendiciones prometidas
del evangelio son para «para ustedes, para sus hijos», respalda esta práctica.
En respuesta a estos argumentos en favor del paidobautismo, se deben
señalar los siguientes puntos:
(1) Es
ciertamente verdad que el bautismo y la circuncisión son similares de muchas
maneras, pero no debemos olvidar también que lo que simbolizan es diferente en
algunas maneras importantes. El antiguo pacto tenía un medio físico y externo
de entrada en la «comunidad del pacto». Uno llegaba a ser judío al nacer de
padres judíos. Por consiguiente, todos los varones judíos eran circuncidados.
La circuncisión no estaba restringida a las personas que tenían verdadera vida
espiritual interna, sino más bien se la daba a «todos los que vivían entre el
pueblo de Israel. Dios dijo:
Todos Los Varones Entre Ustedes Deberán Ser Circuncidados. Todos Los
Varones De Cada Generación Deberán Ser Circuncidados A Los Ocho Días De
Nacidos, Tanto Los Niños Nacidos En Casa Como Los Que Hayan Sido Comprados Por
Dinero A Un Extranjero Y Que, Por Lo Tanto, No Sean De La Estirpe De Ustedes.
Todos Sin Excepción, Tanto El Nacido En Casa Como El Que Haya Sido Comprado Por
Dinero, Deberán Ser Circuncidados (Gn 17: 10-13).
No fueron solamente los descendientes físicos del pueblo de Israel los
circuncidados, sino también los siervos que ellos habían comprado y vivían
entre ellos. La presencia o ausencia de vida espiritual interna no hacía
ninguna diferencia para nada en el asunto de si uno era circuncidado. Así «ese
mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael, a los criados nacidos en su casa, a
los que había comprado con su dinero y a todos los otros varones que había en
su casa, y los circuncidó, tal como Dios se lo había mandado» (Gn 17: 23; Jos
5: 4).
Debemos darnos cuenta de que la circuncisión se hizo a todo varón que
vivía entre el pueblo de Israel aunque la verdadera circuncisión es algo
interno y espiritual: «La circuncisión es la del corazón, la que realiza el
Espíritu, no el mandamiento escrito» (Ro 2: 29). Es más, Pablo en el Nuevo
Testamento explícitamente indica que «no todos los que descienden de Israel son
Israel» (Ro 9: 6).
Pero aunque hubo en el tiempo del Antiguo Testamento (y más
completamente en tiempo del Nuevo Testamento) una conciencia de realidad
espiritual interna que la incircuncisión tenía el propósito de representar, no
hubo esfuerzo alguno de restringir la circuncisión sólo aquellos cuyo corazón
en realidad estaba circuncidado espiritualmente y que tenían genuina fe que
salva. Incluso entre los adultos varones la circuncisión se aplicaba a todos, y
no solamente a los que daban evidencia de fe interna.
(2) Pero
bajo el nuevo pacto la situación es muy diferente. El Nuevo Testamento no habla
de una «comunidad del pacto» formada de creyentes y los hijos, parientes y
sirvientes no creyentes que resulta que viven entre ellos. (A decir verdad, en
la consideración del bautismo, la frase «comunidad del pacto» según la usan los
paidobautistas a menudo tiende a funcionar como un término amplio y vago que
nubla las diferencias entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento en este
asunto).
En la iglesia del Nuevo Testamento la única cuestión que importa es si
uno tiene fe que salva y ha sido espiritualmente incorporado en el cuerpo de
Cristo, la verdadera iglesia. La única «comunidad de pacto» que se considera es
la iglesia o sea la comunidad de los redimidos.
Pero, ¿cómo llega a ser uno miembro de la iglesia? El medio de entrada
en la iglesia es voluntario, espiritual e interno. Uno llega a ser miembro de
la verdadera iglesia al nacer de nuevo y tener fe que salva, no por el
nacimiento físico. Esto resulta no por un acto externo, sino por la fe interna
del corazón de uno. Es ciertamente verdad que el bautismo es la señal de entrada
a la iglesia, pero esto quiere decir que se debe darlo solamente a los que dan
evidencia de membrecía en la iglesia, sólo los que profesan fe en Cristo.
No debe sorprendemos que haya un cambio en la manera en que se entraba a
la comunidad del pacto en el Antiguo Testamento (nacimiento físico) y la manera
en que se entra a la iglesia en el Nuevo Testamento (nacimiento espiritual).
Hay muchos cambios análogos entre el antiguo y el nuevo pacto en otros aspectos
por igual.
En tanto que los israelitas se alimentaban del maná físico en el
desierto, los creyentes del Nuevo Testamento se alimentan de Jesucristo, el pan
verdadero que ha venido del cielo Gn 6: 48-51). Los israelitas bebieron agua física
que brotó de la roca en el desierto, pero los que creen en Cristo beben del
agua viva de vida eterna que él da Gn 4: 10-14).
El antiguo pacto tenía un templo físico al que Israel venía para adorar,
pero en el nuevo pacto los creyentes son edificados para ser un templo
espiritual (1ª P 2: 5). Los creyentes del antiguo pacto ofrecían sacrificios
físicos de animales y cosechas en el altar, pero los creyentes del Nuevo
Testamento ofrecen «sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de
Jesucristo» (1ª P 2: 5; Heb 13: 15-16).
Los creyentes del antiguo pacto recibieron de Dios la tierra física de
Israel que les había prometido, pero los creyentes del Nuevo Testamento reciben
«una patria mejor, es decir, la celestial» (Heb 11: 16). De la misma manera, en
el antiguo pacto los que eran descendencia física de Abraham eran miembros del
pueblo de Israel, pero en el Nuevo Testamento los que son la «simiente»
espiritual o descendientes de Abraham por fe son miembros de la iglesia (Gá 3:
29; Ro 4: 11-12).
En todos estos contrastes vemos la verdad de la distinción que Pablo
recalca entre el antiguo pacto y el nuevo pacto. Los elementos y actividades
físicas del viejo pacto eran «sólo una sombra de lo que había de venir», pero
la verdadera realidad, la «sustancia», se halla en la relación del nuevo pacto
que tenemos en Cristo (Col 2: 17).
Por consiguiente, es consistente con este cambio de sistemas que los
niños (varones) automáticamente sean circuncidados en el antiguo pacto, puesto
que su descendencia física y presencia física en la comunidad del pueblo Judío
quería decir que eran miembros de esa comunidad en la que la fe no era un
requisito de entrada.
Pero en el nuevo pacto es apropiado que los infantes no sean bautizados,
y que el bautismo sea dado sólo a los que dan evidencia de genuina fe que
salva, porque la membrecía en la iglesia se basa en la realidad espiritual
interna, y no en descendencia física.
(3) Los
ejemplos del bautismo de familias en el Nuevo Testamento en realidad no son
decisivos en cuanto a una posición o la otra. Cuando miramos a los ejemplos
reales más de cerca, vemos que varios de ellos hay indicaciones de fe que salva
de parte de los bautizados. Por ejemplo, es cierto que la familia del carcelero
de Filopos fue bautizada (Hch 16: 33), pero también es cierto que Pablo y Silas
«les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su
casa» (Hch. 16: 32).
Si la palabra del Señor fue proclamada a todos en la casa, se da por
sentado de que todos tenían edad suficiente para entender la palabra y creer en
ella. Todavía más, después de que la familia fue bautizada, leemos que el
carcelero de Filopos «se alegró mucho junto con toda su familia por haber
creído en Dios» (Hch 16: 34).
Así que no tenemos sólo un bautismo de una familia sino también la
recepción de parte de una familia de la palabra de Dios y a toda una familia
que se regocija en la fe en Dios. Estos hechos sugieren muy fuertemente que
toda la familia tuvo que venir individualmente a la fe en Cristo.
Con respecto al hecho de que Pablo bautizó «a la familia de Estéfanas»
(1ª Co 1: 16), debemos también notar que Pablo dice al fin de Corintios que
«los de la familia de
Estéfanas fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han
dedicado a servir a los creyentes. Les recomiendo, hermanos» (1ª Co 16: 15).
Así que, no fueron solamente bautizados; también se convirtieron y habían
trabajado sirviendo a otros creyentes. De nuevo, el ejemplo de bautismo de
familias da indicación de fe de familias.
De hecho, hay otros casos en donde el bautismo no se menciona pero vemos
testimonio explícito del hecho de que toda una familia había venido a la fe.
Después de que Jesús sanó al hijo del oficial, leemos que el padre «creyó él
con toda su familia» (Jn 4: 53). De modo similar, cuando Pablo predicó en
Corinto «Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia»
(Hch 18: 8).
Esto quiere decir que de todos los ejemplos de «bautismo de familias» en
el nuevo testamento, el único que no da alguna indicación de fe de familia tan
bien es Hechos 16: 14-15, hablando de Lidia: «el Señor le abrió el corazón para
que respondiera al mensaje de Pablo. Cuando fue bautizada con su familia».
El texto simplemente no contiene ninguna información en cuanto a si hubo
infantes en su casa o no. Es ambiguo, y ciertamente no evidencia de peso para
el bautismo de infantes. Se debe considerar inconclusivo.
Con respecto a la afirmación de Pedro en Pentecostés de que «la promesa
es para ustedes, para sus hijos», debemos notar que la oración sigue de esta
manera:
«En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los
extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios
quiera llamar» (Hch 2: 39).
Todavía más, el mismo párrafo especifica no que creyentes y niños no
creyentes fueron bautizados, sino que (los que recibieron su mensaje fueron
bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas» (Hch 2:
41).
(4) Otro
argumento en objeción a la posición paidobautista se puede hacer cuando hacemos
la pregunta sencilla: «¿Qué hace el bautismo?» En otras palabras, podemos
preguntar: «¿Qué logra en realidad el bautismo? ¿Qué beneficio produce?»
Los católicos romanos dan una clara respuesta a esta pregunta: el
bautismo produce regeneración. Y los bautistas tienen también una respuesta
clara: el bautismo simboliza el hecho de que la regeneración interna ya ha
ocurrido. Pero los paidobautistas no pueden adoptar ninguna de estas
respuestas. No quieren decir que el bautismo produce regeneración, ni tampoco
pueden decir (con respecto a los niños) que simboliza una regeneración que ya
ha ocurrido.
La única alternativa parece ser decir que simboliza una regeneración que
ocurrirá en el futuro, cuando el infante tenga edad suficiente para llegar a la
fe que salva. Pero incluso eso no es exacto, porque no es seguro que el infante
será regenerado en el futuro; algunos infantes que son bautizados nunca llegan
a tener fe que salva más adelante.
Así que, la explicación paidobautista más acertada de lo que simboliza
el bautismo es que simboliza probable regeneración futura. 21 No causa
regeneración, ni simboliza regeneración real; por consiguiente se debe entender
como simbolizando probable regeneración en algún momento en el futuro.
Pero en este punto parece evidente que la comprensión paidobautista del
bautismo es muy diferente de la del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento nunca
ve el bautismo como algo que simboliza una regeneración futura probable. Los
autores del Nuevo Testamento no dicen: «¿Puede alguien impedir agua para
bautizar a estos que probablemente algún día serán salvados?» (Hch 10: 47), o,
«Todos ustedes que fueron bautizados en Cristo probablemente algún día serán
puestos en Cristo» (Gá 3: 27), o «¿No saben que todos ustedes que han sido
bautizados en Cristo Jesús probablemente algún día serán bautizados en su
muerte?» (Ro 6: 3).
Esta simplemente no es la manera en que el Nuevo Testamento habla del
bautismo. El bautismo en el Nuevo Testamento es una señal de haber nacido de
nuevo, de estar limpios del pecado, y del comienzo de la vida cristiana. Es
apropiado reservar esta señal para los que dan evidencia de lo que es realidad
en sus vidas.
Otra perspectiva del simbolismo del bautismo la da Michael Green. Él
dice:
El bautismo de infantes recalca la objetividad del evangelio. Señala al
logro sólido de Cristo crucificado y resucitado, sea que respondamos o no a él.
No que ganemos nada de ello a menos que nos arrepintamos y creamos. Pero es la
demostración firme de que nuestra salvación no depende de nuestra propia fe muy
falible; depende de lo que Dios ha hecho por nosotros.
Luego pasa a decir:
El Bautismo De Infantes Recalca La Iniciativa De Dios En La Salvación.
¿Debería Apuntarse Lo Primariamente A La Respuesta Del Hombre, O A La
Iniciativa De Dios? Ese Es El Meollo De La Pregunta. Para El Bautista, El
Bautismo Primariamente Da Testimonio De Lo Que Nosotros Hacemos En Respuesta A
La Gracia De Dios. Para El Paidobautista, Primariamente Da Testimonio De Lo Que
Dios Ha Hecho Que Lo Hace Posible (Énfasis Suyo).
Pero se pueden anotar varios puntos en respuesta a Creen.
(A) Su
análisis en este punto deja a un lado el hecho de que el bautismo no sólo simboliza
la muerte y resurrección de Cristo; como ya hemos visto en el análisis previo
de los textos del Nuevo Testamento, sino que también simboliza la aplicación de
la redención a nosotros, como resultado de nuestra respuesta de fe.
El bautismo ilustra el hecho de que hemos sido unidos a Cristo en su
muerte y resurrección, y el lavamiento con agua simboliza que hemos sido
limpiados de nuestros pecados. Al decir que los paidobautistas recalcan la
iniciativa de Dios y los bautistas recalcan la respuesta del hombre, Creen le
ha presentado al lector dos alternativas incorrectas entre las cuales escoger,
porque el bautismo ilustra ambas cosas y más. El bautismo ilustra:
(I) la
obra redentora de Cristo:
(II) mi
respuesta en fe (cuando vengo a ser bautizado) y:
(II) la
aplicación de Dios de los beneficios de la redención a mi vida.
El bautismo de creyentes ilustra todos esos tres aspectos (y no
simplemente mi fe, como sugiere Creen), pero según la noción de Creen el
paidobautismo ilustra sólo la primera.
No es cuestión de cuál es «primaria»; es cuestión de cuál noción del
bautismo incluye todo lo que el bautismo representa.
(B)
Cuando Creen dice que nuestra salvación no depende de nuestra fe sino de la
obra de Dios, la expresión «depende de» se presta a varias interpretaciones. Si
«depende de» quiere decir «aquello en que nos apoyamos», entonces por supuesto
ambos lados concordarían en que descansamos en la obra de Cristo, y no en
nuestra fe. Si «depende de» quiere decir que la fe no tiene ningún mérito en sí
misma por la que podamos ganamos el favor de Dios, entonces ambos lados
concordarían.
Pero si «depende de» quiere decir que no hay ninguna diferencia en
cuanto a nuestra salvación si creemos o no, entonces ningún lado concordaría:
el mismo Creen dice en la oración previa que el bautismo no nos hace ningún
bien a menos que nos arrepintamos y creamos.
Por consiguiente, si el bautismo de alguna manera representa la
aplicación de la redención a la vida de una persona, entonces no es suficiente
practicar una forma de bautismo que ilustra sólo la muerte y resurrección de
Cristo; también debemos ilustrar nuestra respuesta en fe y la subsiguiente
aplicación de la redención a nosotros. En contraste, en la noción de Creen, hay
un peligro real de ilustrar una noción (con la que Creen discreparía) de que
Dios aplica la redención a las personas sea que crean o no.
(5)
Finalmente, los que abogan por el bautismo de creyentes a menudo expresan
preocupación en cuanto a las consecuencias prácticas del paidobautismo. Aducen
que la práctica del paidobautismo en la vida real de la iglesia frecuentemente
lleva las personas bautizadas en la infancia a dar por sentado de que han sido
regenerados, y por consiguiente no sienten la urgencia de su necesidad de venir
a la fe personal en Cristo.
En un período de años, la tendencia es probable que resulte en más y más
miembros no convertidos en la «comunidad del pacto»; miembros que no son
genuinamente miembros de la iglesia de Cristo. Por supuesto, esto no haría
falsa a una iglesia paidobautista, pero sí la haría una iglesia menos pura, y
una que frecuentemente luchará contra las tendencias hacia la doctrina liberal
y otras clases de incredulidad que son introducidas por el sector no regenerado
de la membrecía.
EL EFECTO DEL BAUTISMO
Hemos argumentado arriba que el bautismo simboliza regeneración o
renacimiento espiritual. Pero, ¿sólo simboliza? O, ¿hay alguna manera en que
también es un «medio de gracia», es decir, un medio que el Espíritu Santo
utiliza para dar bendición a la gente?
Ya hemos considerado esta pregunta en el capítulo previo," así que
aquí sólo es necesario decir que cuando se realiza apropiadamente el bautismo
entonces por supuesto también da algún beneficio espiritual a los creyentes.
Hay la bendición del favor de Dios que viene con toda obediencia, así
como también la alegría que viene por la profesión pública de la fe de uno, y
la seguridad de tener un cuadro físico claro de morir y resucitar con Cristo y
de lavamiento de pecados.
Ciertamente el Señor nos dio el bautismo para fortalecer y promover
nuestra fe; y así debería ser para todo el que es bautizado y para todo
creyente que presencia un bautismo.
LA NECESIDAD DEL BAUTISMO
En tanto que reconocemos que Jesús ordenó el bautismo (Mt 28: 19), como
también los apóstoles (Hch 2:38), no debemos decir que el bautismo sea
necesario para salvación.
Esta cuestión se consideró en alguna extensión bajo la respuesta a la
noción católico romana del bautismo. Decir que el bautismo o cualquier otra
acción son necesarios para la salvación es decir que no somos justificados por
fe sola, sino por la fe más una cierta «obra», la obra del bautismo.
El apóstol Pablo se habría opuesto a la idea de que el bautismo es
necesario para la salvación tan fuertemente como se opuso a la idea similar de
que la circuncisión sea necesaria para la salvación (ver Gá 5: 1-12).
Los que aducen que el bautismo es necesario para la salvación a menudo
señalan Marcos 16: 16: (El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no
crea será condenado). Pero la respuesta muy evidente a esto es simplemente
decir que el versículo no dice nada acerca de los que creen y no son
bautizados. El versículo simplemente está hablando de casos generales sin hacer
ninguna calificación pedante para el caso inusitado de alguien que cree y no es
bautizado. Pero ciertamente ese versículo no se debería forzar para hacer que
diga algo de lo que no está hablan.
Más al punto es la afirmación de Jesús al ladrón moribundo en la cruz:
«-Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23: 43). El ladrón no
pudo ser bautizado antes de morir en la cruz, pero fue ciertamente salvado ese
día. Es más, la fuerza de este punto no se puede evadir argumentando que el
ladrón fue salvado bajo el antiguo pacto (bajo el cual el bautismo no era
necesario para salvación), porque el nuevo pacto tomó efecto en la muerte de
Jesús (ver Heb 9: 17), y Jesús murió antes de cualquiera de los dos ladrones
que fueron crucificados con él (ver Jn 19: 32-33).
Otra razón por la que el bautismo no es necesario para la salvación es
que nuestra justificación de los pecados tiene lugar en el punto de la fe que
salva, y no en el punto del bautismo del agua, que por lo general ocurre más
tarde. Pero si la persona ya está justificada y tiene sus pecados perdonados
eternamente en el punto de la fe que salva, entonces el bautismo no es
necesario para el perdón de los pecados, ni para la concesión de nueva vida
espiritual.
El bautismo, entonces, no es necesario para la salvación; pero sí es
necesario para nuestra obediencia a Cristo, porque él ordenó el bautismo a
todos los que creen en él.
LA EDAD PARA EL BAUTISMO
Los que están convencidos por los argumentos para el bautismo de creyentes
deben entonces empezar a preguntar: «¿qué edad deben tener los niños antes de
ser bautizados?»
La respuesta más directa es que deben tener edad suficiente para dar una
profesión creíble de fe. Es imposible fijar una edad precisa que se aplicará a
todo niño, pero cuando los padres ven evidencia convincente de genuina vida
espiritual, y también algún grado de comprensión respecto a lo que significa
confiar en Cristo, entonces el bautismo es apropiado. Por supuesto, esto
requerirá cuidadosa administración de parte de la iglesia, así como también una
buena explicación de parte de los padres en sus hogares. La edad exacta para el
bautismo variará de niño a niño, y a veces de iglesia a iglesia también.
PREGUNTAS QUE QUEDAN
¿NECESITAN LAS IGLESIAS DIVIDIRSE POR EL BAUTISMO?
A pesar de muchos años de división sobre la cuestión entre protestantes,
¿hay alguna manera en que los creyentes que difieren sobre el bautismo pueden
demostrar una mayor unidad de comunión?
Y, ¿hay alguna manera en que se pueda hacer progreso en acercar más a la
iglesia a la unidad respecto a este asunto?
Una manera de progresar pudiera ser que los paidobautistas y los que
abogan por el bautismo de creyentes llegaran a una admisión común de que el
bautismo no es una doctrina principal de la fe, y que estuvieran dispuestos a
vivir con el punto de vista del otro en este asunto y a no permitir que las
diferencias en cuanto al bautismo sean una causa de división dentro del cuerpo
de Cristo.
Específicamente, esto querría decir permitir que se enseñen y practiquen
diferentes puntos de vista sobre el bautismo de ambos lados del asunto.
Sin duda esto sería dificil tanto para denominaciones bautistas como
para denominaciones paidobautistas, porque tienen largas tradiciones de
discutir uno u otro lado del asunto. Ciertamente los creyentes tienen el
derecho de tomar sus propias decisiones respecto al bautismo, pero no parece
apropiado que las divisiones denominacionales dependan o refuercen estas
diferencias, ni parece correcto que las iglesias exijan una noción u otra sobre
el bautismo para los que desean ser ordenados o funcionar como maestros dentro
de la iglesia.
Específicamente, esto significaría que las iglesias bautistas tendrían
que estar dispuestas a permitir en su membrecía a los que han sido bautizados
como infantes y aquellos cuya convicción de conciencia, después de
consideración cuidadosa, es que su bautismo como infantes fue válido y no se
debería repetir.
Por supuesto, las iglesias bautistas podrían ser libres de enseñar e
intentar persuadir a cualquier posible miembro de su iglesia que deben
bautizarse como creyentes, pero si algunos, después de cuidadosa consideración,
no están persuadidos, no parece apropiado hacer de esto una barrera a la
membrecía.
¿Qué bien se logra con tal barrera? Y ciertamente mucho daño se puede
hacer al no demostrar la unidad de la iglesia o al prohibir plena participación
en la iglesia a aquellos que el Señor en efecto ha traído a esa comunión.
Por otro lado, los que creen en el paidobautismo tendrían que convenir
en no poner indebida presión sobre los padres que no desean bautizar a sus
infantes y no considerar a estos padres de alguna manera desobedientes al
Señor. Tendría que haber una disposición a tener alguna clase de breve
ceremonia de dedicación del hijo al Señor poco después de que nace, en lugar de
una ceremonia de bautismo, si los padres lo desean así. Por supuesto, ambos
lados tendrían que convenir en no hacer la noción del bautismo de uno criterio
para algún cargo en la iglesia o para la ordenación.
Si se hicieran tales concesiones en la práctica real de parte de ambos
lados sobre este asunto, la cuestión bien pudiera en efecto disminuir el nivel
de controversia dentro de una generación, y el bautismo pudiera a la larga
dejar de ser un punto de división entre los creyentes.
¿QUIÉN PUEDE BAUTIZAR?
Finalmente, podemos preguntar: «¿Quién puede realizar la ceremonia del
bautismo? ¿Puede sólo el clero ordenado realizar esta ceremonia?»
Debemos reconocer aquí que la Biblia simplemente no especifica ninguna
restricción sobre quién puede realizar la ceremonia del bautismo. Las iglesias
que tienen un sacerdocio especial mediante el cual ciertas acciones (y
bendiciones) vienen (tales como los católicos romanos, y hasta cierto punto los
anglicanos) van a querer insistir en que sólo el clero propiamente ordenado
debe bautizar en circunstancias ordinarias (aunque se podría hacer excepciones
en circunstancias inusitadas).
Pero si creemos verdaderamente en el sacerdocio de todos los creyentes
(ver 1ª P 2: 4-10), entonces parece que no hay necesidad en principio de
restringir el derecho de realizar el bautismo solamente al clero ordenado.
Sin embargo, surge otra consideración: puesto que el bautismo es la
señal de entrada en el cuerpo de Cristo, la iglesia (1ª Co 12: 13 sobre el
bautismo espiritual interno), parece apropiado que se haga dentro de la
comunión de la iglesia siempre que sea posible, de modo que la iglesia como un
todo pueda regocijarse con el que es bautizado y así la fe de todos los
creyentes de esa iglesia pueda ser edificada."
Es más, puesto que el bautismo es una señal de empezar la vida cristiana
y por consiguiente empezar vida en la verdadera iglesia por igual, es apropiado
que la iglesia local esté reunida para dar testimonio de este hecho y dar la bienvenida
visible al bautizado. También, a fin del que es bautizado tenga una comprensión
correcta de lo que en realidad está sucediendo, es apropiado que la iglesia
salvaguarde la práctica del bautismo e impida su abuso.
Finalmente, si el bautismo es una señal de entrar en la comunión de la
iglesia visible, entonces parece apropiado que algún representante o
representantes oficialmente designados de la iglesia sean seleccionados para
administrarlo. Por estas razones, es por lo general el clero ordenado el que
bautiza, pero no parece haber razón por la que la iglesia de tiempo en tiempo,
y cuando lo considere apropiado, no pueda llamar a algún otro oficial de la
iglesia o creyentes maduros para bautizar a nuevos creyentes.
Por ejemplo, alguien que es eficaz en la evangelización en la iglesia
local puede ser la persona apropiadamente designada para bautizar a los que han
venido a Cristo mediante la práctica del ministerio de evangelización de esa
persona. (Nótese en Hch 8: 12 que Felipe predicó el evangelio en Samaria y
luego al parecer bautizó a los que vinieron a la fe en Cristo).