(1)
A.
Dios, el supremo Señor y Rey del mundo entero, ha instituido autoridades
civiles para sujetarse a él y gobernar al pueblo: Sal 82:1; Lc. 12:48; Ro. 13:1-6; 1 P. 2:13,14.
B.
Para la gloria de Dios y el bien público: Gn.
6:11-13 con 9:5,6; Sal 58:1,2; 72:14; 82:1-4; Pr. 21:15; 24:11,12; 29:14,26;
31:5; Ez. 7:23; 45:9; Dn. 4:27; Mt. 22:21; Ro. 13:3,4; 1 Ti. 2:2; 1 P. 2:14.
C.
Y con este fin, les ha provisto con el poder de la espada, para la defensa y el
ánimo de los que hacen lo bueno, y para el castigo de los hacen el mal: Gn. 9:6; Pr. 16:14; 19:12; 20:2; 21:15;
28:17; Hch. 25:11; Ro. 13:4; 1 P. 2:14.
(2)
A.
Es lícito para los cristianos aceptar cargos dentro de la autoridad civil
cuando sean llamados a ocuparlos: Ex.
22:8, 9, 28,29; Daniel; Nehemías; Pr. 14:35; 16:10,12; 20:26,28; 25:2;
28:15,16; 29:4,14; 31:4,5; Ro. 13:2, 4,6.
B.
en el desempeño de dichos cargos deben mantener especialmente la justicia y la
paz, según las buenas leyes de cada reino y estado; y así, ahora con este
propósito, bajo el Nuevo Testamento, pueden hacer lícitamente la guerra en
ocasiones justas y necesarias: Lc. 3:14;
Ro. 13:4.
(3)
A.
Habiendo sido instituidas por Dios las autoridades civiles con los fines ya
mencionados, se les debe rendir sujeción: Pr.
16:14,15; 19:12; 20:2; 24:21, 22; 25:15; 28:2; Ro. 13:1-7; Tit. 3:1; 1 P.
2:13,14.
B.
en el Señor en todas las cosas lícitas: Dn.
1:8; 3:4-6,16-18; 6:5-10,22; Mt. 22:21; Hch. 4:19,20; 5:29.
C.
que manden, no sólo por causa de la ira sino también de la conciencia; y
debemos ofrecer súplicas y oraciones a favor de los reyes y de todos los que
están en autoridad, para que bajo su gobierno vivamos una vida tranquila y
sosegada en toda piedad y honestidad: Jer.
29:7; 1 Ti. 2:1-4.
EL GOBIERNO CIVIL
En latino América se habla y se escribe mucho sobre la
separación de la iglesia y el estado. En sus orígenes, esta idea llamaba la
atención sobre dos instituciones diferenciadas, ambas creadas por Dios,
ordenadas por Dios, que debían rendirle cuenta a Dios, o que estaban
"bajo" las órdenes de Dios. Cada institución tenía que desarrollar
tareas distintas y ninguna debía usurpar la esfera de autoridad de la otra.
La tarea de la iglesia es predicar el evangelio,
administrar los sacramentos, proteger las almas de sus miembros, etc. Estas
tareas no le corresponden al estado. La responsabilidad del estado es ordenar
la sociedad, cobrar impuestos, regir el comercio y la sociedad, mantener las
fuerzas armadas, proteger la vida y la propiedad, etc. Estas no constituyen
parte de las tareas de la iglesia.
Al estado se le da el poder de la espada; a la iglesia,
no. El apóstol Pablo nos declara: Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por
Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí
mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el
bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y
tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si
haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de
Dios, vengador para castigar al que hace lo malo (Romanos 13:1-4).
Según el punto de vista de Pablo, el gobierno civil ha
sido autorizado por Dios. Cuando un gobernador civil es investido de poder, en
un sentido, se lo "ordena" como un ministro de Dios.
Su gobierno no es independiente de Dios. Los ministros de
Westminster escribieron: Dios, el supremo Señor y Rey de todo el mundo, ha
ordenado a los magistrados civiles para que, bajo su égida, estén por sobre el
pueblo, para su propia gloria, y para el bien público; a este fin, los ha
armado con el poder de la espada para la defensa y el aliento de quienes hacen
el bien, y para el castigo de quienes practican el mal. Los magistrados civiles
no pueden asumir para sí la administración de la Palabra o de los sacramentos;
o el poder de las llaves del reino o el cielo; ni siquiera interferir sobre los
temas de la fe.
En nuestros días, el concepto de separación de la iglesia
y el estado ha sido ampliamente reinterpretado (y mal interpretado) para
significar la separación del estado y Dios. Cada vez más, el gobierno busca
evitar quedar "bajo" Dios. Procura un poder y una autoridad autónoma.
Cuando la iglesia le grita "Falta", se critica a la iglesia por
entrometerse en los asuntos del estado. La iglesia, sin embargo, no está
tratando de usurpar las funciones del estado.
La iglesia, al ofrecer su crítica profética, está
llamando al estado a ser el estado como Dios lo ordenó y lo gobierna.
Hay un sentido en el cual el evangelio es sin ningún
rubor político. Declara que Jesús es el Rey de Reyes y el Señor de Señores.
Jesús ocupa el sitial de máxima autoridad. Todos los magistrados inferiores son
responsables ante Él sobre cómo han ejercido su gobierno.
El magistrado civil tiene el poder de la espada. El
estado está autorizado para usar la fuerza para asegurar la justicia y proteger
sus fronteras. Los gobiernos no gobiernan por medio de solicitudes o
sugerencias. Gobiernan por la ley, aplicada por medios legales coercitivos.
Aunque los gobiernos con el poder de la espada tienen la autoridad de ejercer
la pena de muerte y participar en guerras justas, serán responsables delante de
Dios por el uso que hagan de la espada.
La Biblia alienta a los cristianos a ser modelos de
obediencia civil siempre que sea posible. Honramos a Cristo orando por aquellos
que están en autoridad sobre nosotros y siendo sumisos y obedientes a sus
leyes.
Debemos hacer todo lo posible para cumplir con nuestra
obediencia civil. Debemos obedecer a los magistrados siempre y cuando no nos
ordenen hacer algo que Dios prohíbe, o nos prohíban hacer algo que Dios ordena.
En estos dos casos no solamente podemos desobedecer a las autoridades, sino que
debemos desobedecerlas.
RESUMEN
1. La iglesia y el estado son dos instituciones
diferenciadas, ordenadas por Dios y responsables ante Él por sus respectivas
tareas.
2. La autoridad civil fue ordenada por Dios y tiene el
poder de la espada.
3. Ningún gobierno es autónomo. Ningún gobierno puede ser
independiente de Dios.
4. Cuando los gobiernos buscan ser autónomos, el deber de
la iglesia es criticarlos.
5. La obediencia a la autoridad de gobierno es un deber
sagrado para todos los cristianos. La ley civil debe ser cumplida
escrupulosamente siempre que no sea contraria a la Palabra de Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
2 Crónicas 26:16-20, Salmo 2:10-12, Romanos 13:1-7, l
Timoteo 2:1-4, 1 Pedro 2:13-17.