UNA PALABRA DE ALIENTO

La Biblia declara: "Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Pedro 3:15). Esto no es simplemente un buen consejo; ¡es un mandamiento de Dios!.
Determiné que en estos días es especialmente importante que los cristianos puedan dar razón de la esperanza que hay en ellos. Trataría de hacer algo práctico para ayudarlos. Este estudio es el resultado. Los incrédulos y las religiones no cristianas nos hacen desafíos por todas partes. La televisión, los libros, las revistas y las películas colocan nuestra fe en tela de juicio de mil maneras, grandes y pequeñas.
Como creyente que adoramos al que es el Logos encarnado, o sea, la verdad de Dios, tenemos que estar preparados para hablar a los que abiertamente se manifiestan antagonistas a los principios básicos de nuestra fe. Pecamos contra Dios cuando nos quedamos en silencio porque no somos capaces de defenderlos. No sólo eso, sino que cuando no estamos preparados con una razón para defender nuestra esperanza, ni sabemos por qué creemos lo que creemos, damos a los demás la impresión de que el cristianismo es una religión basada únicamente en la fe ciega o en el prejuicio emocional. ¡Nada pudiera estar más lejos de la verdad A menudo acusamos de ser prejuiciados a los que rechazan el cristianismo sin examinar, por lo menos, las evidencias del mismo. Entonces, ¿no es también cierto que, si una persona acepta el cristianismo sin examinar las evidencias, eso tampoco es otra cosa que un prejuicio o credulidad?
La Biblia nos dice que examinemos todas las cosas y retengamos lo bueno. (1ª Tes. 5: 21) Sin embargo, frecuentemente no estamos dispuestos a hacer eso, por el simple hecho de que se necesita un pequeño esfuerzo intelectual de nuestra parte para llegar a ser obreros que no tienen de qué avergonzarse. Cuando no examinamos las bases o fundamentos de nuestra fe, descubrimos que Satanás usa nuestra ignorancia para atacar nuestra fe, y cuando experimentamos dificultades, él siembra dudas en nuestras mentes. Tengo la esperanza de que; al declarar las razones de mi fe, pueda ayudar a los lectores cristianos a clarificar su propio pensamiento, y a estar mejor capacitados para articular y defender su fe. También espero que muchos que no han llegado a la decisión de recibir a Cristo como su Salvador personal, se convenzan mediante mis argumentos, y den ese paso.
El testimonio que debemos llevar de la reforma es cuando a Calvino lo han criticado por dejar de apoyar, supuestamente, la obra evangelizadora. Hemos visto que esto, sencillamente, no es así, y las lecciones debieran darnos aliento.
Por un lado, nos dice que deberíamos permanecer ocupados, y preocuparnos menos de lo que los demás digan de nosotros. Si Calvino no pudo protegerse de los críticos ni trabajando veinte horas al día, predicando, enseñando y escribiendo, ¿qué dice esto de nuestro trabajo por el reino de Dios? Si Calvino no fue evangelizador, ¿Quién lo es? ¿Estamos dispuestos a confesar con William Carey respecto al trabajo por las almas de los pecadores: “Prefiero desgastarme antes que oxidarme”?
Quizás algunos de nosotros estamos cansados. Tememos que nos estemos desgastando con ver el fruto de nuestra obra evangelizadora. Estamos cargados de trabajo. La labor espiritual ha producido cansancio espiritual, que a su vez ha producido desaliento espiritual. Nuestro ojo no se ha oscurecido, pero nuestra energía física y espiritual ha sido seriamente reducida por nuestro constante darnos al bien de los demás.
Esto puede ser particularmente cierto de aquellos que somos pastores. Los sábados por la noche estamos preocupados porque no nos sentimos adecuadamente preparados para la adoración.
Nuestras responsabilidades han sido demasiado pesadas. Estamos agobiados por la administración eclesiástica, el consejo personal y la correspondencia. El domingo por la noche estamos completamente agotados. Incapaces de cumplir con nuestras responsabilidades, trabajamos bajo un sentido permanente de inadecuación. Carecemos de tiempo familiar; carecemos de tiempo privado con Dios. Como pasaba a Moisés, nuestras manos se hacen pesadas en la intercesión.
Como Pablo, exclamamos: “Y para estas cosas, ¿Quién es suficiente?” (2 Co. 2:16). Las rutinas del ministerio diario se hacen agobiantes. Experimentamos lo que Spurgeon llamó “ataques desvanecedores del ministro”, y nos preguntamos si estamos siendo usados por Dios, después de todo. Nuestra visión del ministerio es tristemente menoscabada.
En tales momentos, deberíamos seguir el ejemplo de Calvino. Algunas lecciones suyas incluyen: Mira más a Cristo. Descansa más en su perseverancia, pues tu perseverancia descansa en la suya. Busca gracia para imitar su paciencia en la aflicción. Tus pruebas pueden alarmarte, pero no te destruirán. Tus cruces son el camino de Dios a la coronación real (Ap. 7:14).
 Adopta una perspectiva amplia. Trata de vivir a la luz de la eternidad. El bambú chino no parece hacer anda en absoluto durante cuatro años. Entonces, en su quinto año, de repente crece noventa pies de altura en sesenta días. ¿Dirías que este árbol creció en seis semanas o en cinco años? Si sigues al Señor en obediencia, en general verás tus esfuerzos recompensados al final. Recuerda, sin embargo, que Dios jamás te pidió producir crecimiento: sólo te pide seguir trabajando.
 Date cuenta de que los tiempos de desaliento a menudo son seguidos por tiempos de avivamiento. Mientras predecimos la ruina de la Iglesia, Dios está preparando su renovación. La Iglesia sobrevivirá a través de todos los tiempos e irá a la gloria, mientras que los impíos irán a la ruina. Así que cíñete los lomos de tu entendimiento y permanece seguro, pues el Señor es mayor que Apolión y los tiempos. Mira a Dios, no al hombre, pues la Iglesia pertenece a Dios.
 Confía en Dios. Aunque los amigos puedan fallarte, Dios no lo hará. El Padre es digno de confianza. Cristo es digno de confianza. El Espíritu Santo es digno de confianza. Viendo que tienes un gran sumo sacerdote, Jesucristo, el Hijo de Dios, acércate a Él en fe, y espera en Él, y Él renovará tus fuerzas. No todos somos Calvino. De hecho, ninguno de nosotros puede ser Calvino. Pero podemos seguir trabajando, por la gracia de Dios, mirando a Jesús para obtener la fuerza diaria. Si Calvino, un hombre, hizo tanto por la causa de la evangelización, ¿no deberíamos pedir a Dios que usara también nuestros esfuerzos, haciéndolos fructíferos mediante su bendición?
Atended al consejo del puritano John Clavel, que escribió: “No enterréis a la Iglesia antes de que esté muerta”. Orad más y mirad menos las circunstancias. Continuad con doble fervor para servir al Señor cuando no haya ningún resultado visible ante vosotros. Resistid la dificultad como buenos soldados de Cristo. Estad dispuestos a ser tenidos por necios por amor a Cristo. Aseguraos de que estáis en Dios, pues entonces podéis estar seguros de que Dios está en vosotros.
En palabras de M’Cheyne: “Hable vuestra vida más alto aún que vuestros sermones. Sea vuestra vida la vida de vuestro ministerio”. Sed ejemplares en y fuera del púlpito, y dejad los frutos de vuestro ministerio a nuestro Dios soberano, quien no comete errores y jamás abandona la obra de sus manos.
Finalmente, cobrad ánimo del enfoque de Calvino de “la puerta abierta”. ¿No erramos gastando nuestras energías en abrir puertas que Dios ha cerrado? ¿No deberíamos, más bien, orar más para que se abran nuevas puertas a nuestro ministerio? ¿No deberíamos pedir la guía de Dios para reconocer qué puertas están abiertas y, por su fuerza, atravesarlas? Dios nos dé gracia no para guiarlo, sino más bien para seguirlo en toda nuestra obra evangelizadora. ¿No es el corazón mismo de la evangelización reformada seguir a Dios antes que intentar guiarlo? Pueda el Señor Jesús decir de nosotros lo que dijo a la Iglesia de Filadelfia en Apocalipsis 3:8: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi nombre” 
EL MINISTERIO DE BIBLIA DOCTRINA Y MENSAJE & OBRERO PEREGRINO
BIBLIA. Estar convencido de las afirmaciones de la Biblia es palabra de Dios. Una cosa es afirmar que la Biblia afirma ser la Palabra de Dios; es otra cosa estar convencido de que esas afirmaciones son ciertas. Nuestra convicción suprema de que las palabras de la Biblia son Palabra de Dios viene sólo cuando el Espíritu Santo habla en la Biblia y mediante las palabras de la Biblia a nuestros corazones y nos da una seguridad interna de que esas son palabras de nuestro Creador hablándonos.
Poco después de que Pablo ha explicado que su discurso apostólico consiste de palabras enseñadas por el Espíritu Santo (1ª Co 2: 13), dice: «El que no tiene el Espíritu no acepta las cosas que proceden del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente» (1ª Co 2: 14). Sin la obra del Espíritu de Dios, una persona no recibirá verdades espirituales y en particular no recibirá ni aceptará la verdad de que las palabras de las Escrituras son en realidad palabras de Dios.
Pero en las personas en quienes el Espíritu de Dios está obrando hay un reconocimiento de que las palabras de la Biblia son palabras de Dios. Este proceso es estrechamente análogo a aquel por el cual los que creen en Jesús saben que sus palabras son verdad. Él dijo: «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10: 27). Los que son ovejas de Cristo oyen la voz de su gran Pastor al leer las palabras de la Biblia, y se convencen de que estas palabras son en realidad palabras de su Señor.
Es importante recordar que esta convicción de que las palabras de la Biblia son palabras de Dios no resulta aparte de las palabras de la Biblia ni en adición a las palabras de la Biblia. No es como si el Espíritu Santo un día susurrara a nuestro oído: «¿Ves esa Biblia sobre tu escritorio? Quiero que sepas que las palabras de esa Biblia son palabras de Dios». Es más bien que conforme los individuos leen la Biblia oyen la voz de su Creador hablándoles en las palabras de la Biblia y se dan cuenta de que el libro que están leyendo es diferente a cualquier otro, que es en verdad un libro palabras de Dios que hablan a su corazón.
La sección previa no tiene el propósito de negar la validez de otra clase de argumentos que se puedan usar para respaldar la afirmación de que la Biblia es la Palabra de Dios. Es útil que aprendamos que la Biblia es históricamente exacta, que es internamente congruente, que contiene profecías que se han cumplido cientos de años más tarde, que ha influido en el curso de la historia humana más que cualquier otro libro, que continuamente ha cambiado la vida de millones de individuos en toda su historia, que por ella las personas hallan la salvación, que tiene una belleza majestuosa y profundidad de enseñanza que ningún otro libro iguala, y que afirma cientos de veces que son palabras del mismo Dios.
Todos estos argumentos, y otros, son útiles para nosotros y eliminan los obstáculos que pudieran interponerse para que creamos la Biblia. Pero todos estos argumentos, tomados individualmente o en conjunto, no pueden ser definitivamente convincentes.
El Testimonio De La Iglesia Puede Impulsarnos E Inducirnos A Una Estimación Más Alta Y Reverente De Las Sagradas Escrituras. Lo Celestial Del Asunto, La Eficacia De La Doctrina, La Majestad Del Estilo, El Consentimiento De Todas Partes, El Alcance Del Todo (Que Es, Dar Toda Gloria A Dios), La Plena Revelación Que Hace Del Único Camino De Salvación Para El Hombre, Las Muchas Otras Excelencias Incomparables, Y La Perfección Entera Consiguiente, Son Argumentos Por Los Que En Efecto Da Evidencia De Ser La Palabra De Dios; Sin Embargo, Nuestra Persuasión Completa Y Seguridad De La Verdad Infalible Y Consiguiente Autoridad Divina, Brota De La Obra Interna De «Los Dones Del Espíritu De Dios» Es Más Restrictivo En Materia De Asunto Que Lo Que Las Palabras Reales Justificarían, Y Por Cierto Que El Contexto No Lo Exige.
Espíritu Santo Que Da Testimonio A Nuestros Corazones Por La Palabra De Dios Y Con La Palabra De Dios.
DOCTRINA: En el Antiguo Testamento, doctrina significa «LO QUE ES RECIBIDO» (Dt 32.2; Job 11.4; Pr 4.2). Dios, como fuente de conocimiento, es llamado «MAESTRO» (Sal 94.10) y su enseñanza se manifiesta en juicios (Dt 4.1), palabras (Dt 4.10) y en su voluntad, fundamentalmente contenida en la Ley. «ENSEÑAR» significa conducir al hombre a la experiencia más íntima con la voluntad divina, puesto que la doctrina afecta tanto al intelecto como a la voluntad humana.
En el Nuevo Testamento se emplean varios términos relacionados con el acto y el contenido de la enseñanza tanto de Jesús (Mt 7.28) como de los apóstoles (Hch 2.42; Ro 6.17). Jesús es el objeto inmediato de la doctrina y la conducta del creyente el resultado (Flp 2.1ss). De aquí las relaciones de la enseñanza con otras actividades tales como «AMONESTAR», «ADVERTIR», «EXHORTAR».
En el Nuevo Testamento, la doctrina se califica con las expresiones: «SEGÚN LA PIEDAD» (1 Ti 6.3; Tit 1.1), «BUENA» (1 Ti 4.6) y «SANA» (Tit 2.8), en contraste con los efectos perniciosos de las falsas doctrinas. En las Epístolas pastorales la doctrina aparece formada con más rigidez, restringida al ejercicio de ciertas personas y como señal de ortodoxia ante las HEREJÍAS.
El estudio de la doctrina bíblica nos ayuda a estudiar lo revelado por Dios para un buen alimento solido de las escrituras, porque pone en relevante principios importantes de la interpretación de las escrituras, aunque para muchas tendencias liberales les sea divisor. Pero creo que si, porque divide la luz de las tinieblas, el bien del mal y la vida de la muerte, también previene de la intoxicación del evangelio barato y rebajado que hoy día se oye por todos lo medios.
La doctrina bíblica también une porque cada ser humano no puede apropiarse de la misericordia, la gracia y el amor de Dios por medio de la fe en Cristo, el arrepentimiento de los pecados, el nuevo nacimiento y la regeneración en una vida nueva aplicada por el Espíritu Santo, quedando reconciliado con Dios por esta maravillosa obra de la cruz, sino se expone tales doctrinas.
No creemos que Dios quiso que el estudio de la doctrina resultara en confusión y frustración. El estudiante que sale de un curso Bíblico  lleno sólo con incertidumbre, y mil preguntas sin contestación pienso que difícilmente «PUEDA EXHORTAR A OTROS CON LA SANA DOCTRINA Y REFUTAR A LOS QUE SE OPONGAN» (Tit 1:9).
Por consiguiente hemos tratado de indicar la posición doctrinal de este tema claramente y mostrar en qué lugar de la Biblia hay evidencia convincente para estas’ posiciones. No esperamos que todo el que lea este tema concuerde con biblia doctrina y mensaje en todo punto de doctrina; pero sí pienso que todo lector entenderá las posiciones que proponemos y en qué lugar de la Biblia se puede hallar respaldo para todas las posiciones.
Creemos que todavía hay mucha esperanza de que la iglesia logre una comprensión doctrinal más profunda y más pura, y que supere viejas barreras, incluso las que han persistido por siglos. Jesús está obrando en perfeccionar su iglesia «para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable» (Ef. 5:27), y ha dado dones para equipar a la iglesia, y «de este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios» (Ef. 4: 13).
MENSAJE. El termino de mensaje o mensajero es el que lo que se le encomienda sea en palabras o comisión de entrega a segundos o terceros este termino se puede ilustrar en (Mateo 28: 19-20 y Hechos 1: 8, Juan 17: 20)
Aunque la Biblia consiste de muchos libros diferentes escritos durante un largo período de tiempo y por una gran variedad de escritores, la mayoría de los cuales no se conocían unos a otros, tiene una unidad orgánica que solamente puede explicarse asumiendo, como el libro mismo lo reclama, que sus escritores fueron inspirados por el Espíritu Santo para dar el mensaje de Dios al hombre.
EL TEMA DE ESTE MENSAJE ES EL MISMO EN AMBOS TESTAMENTOS, LA REDENCIÓN DEL HOMBRE.
El AT nos habla del origen del pecado del hombre y de la preparación que Dios hizo para la solución de este problema a través de su propio Hijo, el Mesías.
El NT describe el cumplimiento del plan redentor de Dios: los cuatro Evangelios nos hablan sobre la venida del Mesías; Hechos describe el origen y crecimiento de la iglesia, el pueblo redimido de Dios; las Epístolas dan el significado y la implicación de la encarnación; y el libro de Apocalipsis muestra cómo algún día toda la historia será consumada en Cristo.
OBRERO: Término para un trabajador que se compromete a un patrón “SEÑOR” (jefe) y esta dispuesto a hacer lo que se le ordene y sin omisión por el compromiso o (contrato): ergates (ejrgavth"), relacionado con ergazomai, trabajar y ergon, trabajo denota:
(A) trabajador del campo, labrador (Mt 9.37, 38; 20.1, 2, 8; Lc 10.2, dos veces; Stg 5.4);
(B) trabajador, o OBRERO, en un sentido general (Mt 10.10; Lc 10.7; Hch 19.25; 1 Ti 5.18); se utiliza.
(C) de un siervo de Cristo (2 Ti 2.15)
Llevar algo a cabo, producir, ejecutar (p.ej. Mt 26.10: «ha hecho»; Jn 6.28: «PONER EN PRÁCTICA», RV: «OBREMOS»; v. 30: «QUÉ OBRA HACES», «hacer», RV: «obrar»; Hch 10.35: «que hace»; 13.41: «hago», RV: «obro»; Ro 2.10: «que hace», RV: «QUE OBRA»; 13.10: «hace», RV, 1 Co 16.10: «hace», RV; 2 Co 7.10ª, en los textos más comúnmente aceptados, Gál. 6.10: «HAGAMOS», RV, Ef 4.28: «haciendo», RV: «OBRANDO»; Heb 11.33: «HICIERON», RV: «OBRARON»; 2 Jn 8«COSAS QUE HEMOS OBRADO», RV; traduce libremente «DE VUESTRO TRABAJO»)
Forma enfática de, cuyo significado es hacer, conseguir, llevar a cabo con una actividad fatigosa. Se traduce con el verbo obrar en Stg 1.20. 
PEREGRINOTérmino que se aplica al que anda de paso, y habita solo temporalmente en un lugar. En el Nuevo Testamento se hace referencia a los cristianos como PEREGRINOS, a fin de recordarles que su vida actual no es su destino definitivo, sino que su hogar permanente está junto al Padre (1 P 1.17; Heb 11.13).
Esto no significa, por supuesto, que el Nuevo Testamento insinúe que la vida presente y el mundo actual carezcan de sentido o sean malos. Pero sí significa que los valores de la edad presente no son finales. Por tanto, el término «PEREGRINO» aparece en un contexto de fe en Dios como creador de todo cuanto existe.
El uso del término en el Nuevo Testamento tiene profundas raíces en el Antiguo Testamento, y particularmente en el episodio del éxodo (Heb 11.13). Por tanto, cuando en el Nuevo Testamento se nos dice que somos PEREGRINOS, esto quiere decir que somos semejantes al pueblo de Israel en el desierto; nuestro socorro no es fruto de nuestros esfuerzos ni de nuestra capacidad, y la meta final no es este camino que atravesamos.
La condición de PEREGRINO no eximió al Israel del Antiguo Testamento de su obligación de ser fiel a Dios en el desierto y, por tanto, ser peregrino en el Nuevo Testamento no significa que el nuevo Israel deba desentenderse del mundo de su PEREGRINACIÓN. Lo que sí quiere decir es que este mundo no es ni puede llegar a ser la tierra prometida. (Apoc. 21: 2-8)
Gracias a todos nuestros hermanos en las congregaciones que nos respaldan en oración, y también en lo económico para que este ministerio siga adelante, gracias y que nuestro Dios les bendiga en este año que inicia. Que El Dios de paz los abunde en todo don especial.
Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal. Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
(Rom. 16: 19-20).


LA NECESIDAD DE LA ORACIÓN.

INTRODUCCIÓN
1: ORAR. Se utiliza siempre de oración a Dios, y es el término más frecuente que se utiliza para ello, especialmente en los Sinópticos y en Hechos, una vez en Romanos 8.26; en Efesios 6.18; en Filipenses 1.9; en 1 Timoteo 2.8; en Hebreos 13.18; en Judas 20, principalmente traducido con el verbo orar, pero también en alguna ocasión como «pedir». Para la instrucción en 1 Ts 5.17.
2: ORAR A DIOS. Se utiliza con este significado en 2 Co 13.7, 9; Stg 5.16; 3 Jn 2: «deseo». Incluso cuando, como en este último pasaje, y en Hch 26.29; Hch 27.29; Ro 9.3, se traduce denotando deseo, la indicación es que la oración está implicada en ello.
3:  «LA ORACIÓN SE DIRIGE APROPIADAMENTE A DIOS EL PADRE: (Mt 6.6; Jn 16.23; Ef 1.17; 3.14), y al Hijo (Hch 7.59; 2 Co 12.8); pero no hay ningún caso en el NT en el que haya ninguna oración dirigida distintivamente al Espíritu Santo, por cuanto en tanto que el Padre está en el Cielo (Mt 6.9), y el Hijo está a su diestra (Ro 8.34), el Espíritu Santo está en y con los creyentes (Jn 14.16, 17).
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres. (1ª TIMOTEO 2: 1)
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos. (EFESIO  6: 18)
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (FILIPENSES 4: 6)
No se puede decir que ningún pecador se salva sin haber tenido esta relación de gran misterio por la fe y comunión con el dador de las repuestas a toda necesidad de la criatura que se acerca en humillación y clama por su favor.
La oración es el único medio que al creyente lo lleva a santificación y a crecer en la gracia y estudio de la palabra de Dios.
La oración se puede definir como “tener comunión con Dios” es algo más sencillamente “hablar con Dios” implica necesidad de un favor, “solicitar atención” ser oído por alguien que puede resolver cierta situación.
La oración que Jesús enseña como ejemplo y dependencia esta en Mateo 6: 9-13. 
Vosotros, pues, oraréis así:
1: UNA RELACIÓN PERSONAL CON DIOS.Padre nuestro”: La palabra nuestro significa la relación fraternal entre el creyente y los demás hermanos de la fe. Aunque la biblia presenta la paternidad creacional con la humanidad, hace una diferencia con su pueblo como padre único de su pueblo escogido, y declara la fraternidad universal de la iglesia y el creyente: Padre nuestro significa la relación íntima y propia que se tiene entre  Dios y la criatura.
2: FE:Que estás en los cielos”, Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11: 6. Este elemento es el esencial para la oración.
3: ADORACIÓN:santificado sea tu nombre”. David creía que esta parte de la oración era tan importante que nombro a un grupo selecto de hombres que no hacían otra cosa en el templo que alabar y adorar a Dios. Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil para alabar a Jehová, dijo David, con los instrumentos que he hecho para tributar alabanzas. 1ª Cron. 23: 5. En el libro de apocalipsis Juan vio cuatro ángeles especiales que existían solo para adorar a Dios. Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Apc. 4. 8.
4: EXPECTATIVA DE GOBIERNO:Venga tu reino”. Este reino es aquel cuando Dios gobierna la naturaleza humana, y acepta tal gobierno soberano que lo hace dependiente de Él, sin resistencia a lo que la criatura es sin el poder de Dios. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová. Isa. 2: 3-5.
5: SUMISIÓN: Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Este factor Jesús mismo nos da el ejemplo para que nuestra voluntad este sometida a la del Padre que nos dirigimos al comienzo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. MAT. 26: 39.
6: PETICIÓN: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Esto sugiere que el alimento diario depende de nuestra búsqueda diaria del pan espiritual, y como añadidura lo material. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (Fil.  4: 6)
7: CONFESIÓN: Y perdónanos nuestras deudas. Una de las consecuencias es confesar nuestros pecados para recibir perdón, se puede decir que el pecado no confesado es pecado que se puede decir que no ha recibido perdón, esta es una parte importante de la oración. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1ª Jun. 1: 9-10.
8: COMPASIÓN: Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. La retribución de Dios viene según haya sido el comportamiento con los demás, todo tiene que ser integral en la vida espiritual. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 1ª JUN. 4: 20: COMP. CON MAT. 18: 21-35.
9: DEPENDENCIA: Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Se debe entender que Dios nunca prometió librarnos de ser tentados, sí prometió protegernos en la tentación y mientras esta dure. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1ª Cor. 10: 13.
10: RECONOCIMIENTO: Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Siempre todo tiene un sello que representa el fabricante y garantía si caduca o no, pero aquí vemos quien es Dios, su poder y admiración, por tiempo ilimitado. “Eterno”.
LA ORACIÓN ANTICIPADA DE DAVID A LA QUE ACABAMOS DE VER. Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.
Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti. 1ª Cron. 29: 10-18.
UN EJEMPLO A SEGUIR. ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga ORACIÓN. ¿Está alguno alegre? Cante ALABANZAS. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ANCIANOS DE LA IGLESIA, y OREN por él, ungiéndole con aceite en el nombre del SEÑOR. Y la ORACIÓN DE FE SALVARÁ al enfermo, y el SEÑOR LO LEVANTARÁ; y si hubiere COMETIDO PECADOS, le serán PERDONADOS. Confesaos vuestras OFENSAS unos a otros, y ORAD UNOS POR OTROS, para que seáis SANADOS. La ORACIÓN EFICAZ del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a PASIONES semejantes a las NUESTRAS, y ORÓ FERVIENTEMENTE para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y OTRA VEZ ORÓ, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha EXTRAVIADO de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al PECADOR del error de su camino, SALVARÁ DE MUERTE un alma, y CUBRIRÁ MULTITUD DE PECADOS. Sant. 5: 13-20.
CONCLUSIÓN.
1: »La oración debe ser ofrecida en el Nombre del Señor Jesús (Jn 14.13); esto es, la oración tiene que estar en armonía con su carácter, y debe ser presentada en el mismo espíritu de dependencia y sumisión que le señalo a Él (Mt 11.26; Lc 22.42).
2: »El Espíritu Santo, siendo el único intérprete de las necesidades del corazón humano, hace su intercesión por ellas; y por cuanto es imposible al hombre la oración aparte de su ayuda (Ro 8.26), a los creyentes se les exhorta a orar siempre en el Espíritu (Ef 6.18); cf. Jud 20 y Stg 5.16, cuya última cláusula debería probablemente leerse: «la súplica obrada internamente (esto es, por parte del Espíritu Santo) de un justo puede mucho» (o, «prevalece grandemente», iscuo, como en Hch 19.16, 20).
3: »No por ello tiene que estar el entendimiento menos involucrado en la oración (1 Co 14.15), y la voluntad (Col 4.12; Hch 12.5; donde «sin cesar» es, lit., «extendida»); véase también Lc 22.44.
4: »La fe es esencial para la oración (Mt 21.22; Mc 11.24; Stg 1.5-8), porque la fe es el reconocimiento de, y la encomendación de nosotros mismos y de nuestros asuntos a, la fidelidad de Dios.
5: »Allí donde los judíos eran numerosos, como en Tesalónica, tenían generalmente una sinagoga (Hch 17.1); “Iglesia” cuando eran pocos, como en Filipos, tenían meramente, o «lugar de oración», de dimensiones mucho más pequeñas, y generalmente construido junto a un río para poder disponer del agua necesaria para las abluciones preliminares prescritas por la tradición rabínica (Hch 16.13, 16
1. PERFECCIÓN Y PLENITUD DE LA ORACIÓN DOMINICAL
Tenemos en esta oración todo cuanto debemos y podemos pedir; ella es la fórmula y regla que nos ha dado nuestro buen Maestro Jesucristo, al cual el Padre nos ha dado por Doctor, para que a l solo oigamos (Mt. 17, 5). Porque Cristo siempre ha sido la sabiduría eterna del Padre, y al hacerse hombre ha sido dado a los hombres como mensajero del gran consejo. 
Y es tan perfecta y completa esta oración, que todo cuanto se le añada, que a ella no se pueda referir ni en ella se pueda incluir, va contra Dios, es impío y no merece que Dios lo apruebe. Porque Él en esta oración nos ha demostrado todo lo que le es agradable, todo cuanto nos quiere otorgar. 
Por tanto, aquellos que se atreven a ir más allá y presumen pedir a Dios lo que no se contiene en esta oración, primeramente pretenden añadir algo a la sabiduría de Dios, lo cual es una grave blasfemia; en segundo lugar, no se someten a la voluntad de Dios, sino al contrario, se apartan mucho de ella y no hacen caso de la misma. Finalmente, jamás alcanzarán lo que piden, puesto que oran sin fe. Y que tales oraciones son hechas sin fe es indudable, porque falta en ellas la Palabra de Dios, en la cual si no se funda la fe, no puede ser auténtica. Ahora bien, los que sin tener en cuenta la norma que su Maestro les ha dado siguen sus propios apetitos y piden lo que se les antoja, no solamente no tienen la Palabra de Dios, sino en cuanto está en ellos, se oponen a ella. Por eso Tertuliano se expresó admirablemente al llamarla oración legítima, dando tácitamente a entender que todas las demás oraciones son ilegítimas e ilícitas. 
2. EL ESPÍRITU DE LA ORACIÓN DOMINICAL DEBE PRESIDIR TODAS NUESTRAS ORACIONES
Con esto, sin embargo, no queremos ni es nuestra intención dar a entender que debamos atarnos a esta forma de oración, de tal manera que no nos sea lícito cambiar una sola palabra. Porque a cada paso leemos en la Escritura oraciones bien diferentes de ésta, cuyo uso nos es saludable, y sin embargo han sido dictadas por el mismo Espíritu. El mismo Espíritu sugiere a los fieles numerosas oraciones, que en cuanto a las palabras se parecen muy poco. Solamente queremos enseñar que nadie pretenda, espere, ni pida nada fuera de aquello que en resumen se contiene en ésta; y que aunque sus oraciones sean distintas en cuanto a las palabras, no varíe sin embargo el sentido; y asimismo es cierto que todas las oraciones que se hallan en la Escritura y todas cuantas hacen los fieles se reducen a ésta; e igualmente, que no hay oración alguna que se pueda comparar ni igualar a ésta, y mucho menos sobrepujarla. Porque nada falta en ella de cuanto se puede pensar para alabar a Dios, y de cuanto el hombre debe desear para su bien y provecho. Y esto tan perfectamente está comprendido en ella, que con toda razón se le ha quitado al hombre toda esperanza de poder inventar otra mejor.
En suma, concluyamos que ésta es la doctrina de la sabiduría de Dios, que ha enseñado lo que ha querido y ha querido lo que ha sido necesario.
3. TIEMPO Y OCASIONES DE ORAR
Aunque ya arriba hemos dicho que hay que tener siempre el corazón elevado a Dios y debemos orar sin cesar, sin embargo como nuestra debilidad es tal, que muchas veces necesita ser ayudada, y nuestra pereza tan grande, que ha de ser estimulada, conviene que cada uno de nosotros determine ciertas horas para ejercitarse, en las cuales no dejemos de orar y de concentrar todo el afecto de nuestro corazón; a saber, por la mañana al levantarnos antes de comenzar ninguna acción; cuando nos sentamos a tomar el alimento que Dios por su liberalidad nos ofrece, y después de haberlo tomado; y cuando nos vamos a acostar. Con tal, no obstante, que todo esto no se convierta en una observancia de horas supersticiosa; y como si con ello hubiésemos ya cumplido nuestro deber para con Dios, pensemos que ya es suficiente para el resto del día; sino más bien, que ello sea una especie de disciplina y aprendizaje de nuestra debilidad con que se ejercite y estimule lo más posible.
Principalmente hemos de tener cuidado siempre que nos veamos oprimidos por alguna aflicción particular, de acogernos al momento a Él con el corazón, y pedirle su favor. Asimismo no hemos de dejar pasar ninguna prosperidad que nos sobreviniere, o que sepamos que ha sucedido a otros, sin que al momento reconozcamos con alabanzas y acción de gracias que procede de su mano liberal.
4. NUESTRAS ORACIONES NO DEBEN IMPONER LEY ALGUNA A DIOS.
Finalmente, debemos guardarnos con toda diligencia en todas nuestras oraciones de no sujetar ni ligar a Dios a unas determinadas circunstancias, ni limitarle el tiempo, el lugar, ni el modo de realizar lo que le pedimos; como en esta oración se nos enseña a no darle leyes, ni imponerle condición alguna, sino dejar del todo a su beneplácito que haga lo que debe, de la forma, en el tiempo y el lugar que lo tuviere a bien. Por esta razón, antes de hacer alguna oración por nosotros mismos, le pedimos que se haga su voluntad; con lo cual ya sometemos nuestra voluntad a la suya, a manera de freno, para que no presuma de someter a Dios a sí misma, sino que lo constituya árbitro y moderador de todos sus afectos y deseos. 
5. PERSEVERANCIA Y PACIENCIA EN LA ORACIÓN
Si teniendo nuestros corazones ejercitados en la obediencia nos dejamos regir por las leyes de la providencia divina, fácilmente aprenderemos a perseverar en la oración, y dominando nuestros afectos pacientemente esperaremos al Señor, seguros de que aunque no se deje ver, sin embargo está siempre con nosotros y que a su tiempo mostrará queja más ha estado sordo a nuestras oraciones, que a los hombres parecían ser rechazadas. Esto nos servirá de admirable consuelo, para que no desmayemos ni desfallezcamos de desesperación, si a veces no satisface nuestros deseos tan pronto como se lo pedimos, como suelen hacerlo aquellos que movidos solamente de su propio ardor, de tal manera invocan a Dios, que si a la primera no les responde y asiste, se imaginan que está airado y enojado con ellos, y perdiendo toda esperanza de que les oiga, cesan de invocarle; sino más bien, prolongando con una debida moderación de corazón nuestra esperanza, insistamos en aquella perseverancia que tan encarecidamente se nos encarga en la Escritura. Porque muchas veces podemos ver en los salmos cómo David y los demás fieles, cuando ya casi cansados de orar no parecía sino que habían hablado al viento y que Dios, a quien suplicaban estaba sordo, no por eso dejan de orar (Sal. 22,2). Y realmente no se le da a la Palabra de Dios la autoridad que se merece, si no se le da fe y crédito cuando todo lo que se ye parece contrario. 
Asimismo esto nos servirá de excelente remedio para guardarnos de tentar a Dios y de provocarlo e irritarlo contra nosotros con nuestra impaciencia e importunidad, como hacen aquellos que no quieren acordarse de Dios, Si no con ciertas condiciones; y como si Dios fuese su criado, que estuviese sujeto a sus antojos, quieren someterlo a las leyes de su petición; y si no obedece al momento, se indignan, rugen, murmuran y se alborotan. A éstos Dios les concede muchas veces en su furor lo que en su misericordia y favor niega a otros. Un ejemplo de ello lo tenemos en los hijos de Israel, a quienes les hubiera ido mucho mejor que el Señor no les concediera lo que le pedían, que no comer la carne que en su ira les envió (Nm.11,18—20.33). 
6. LA ABSOLUTA CERTEZA DE LA CONCESIÓN
Y si incluso al fin nuestro sentido, aun después de haber esperado mucho tiempo, no comprende lo que hemos aprovechado orando, o si siente provecho alguno, a pesar de ello nuestra fe nos certificará lo que nuestro sentido no ha podido comprender; a saber, que habremos alcanzado de Dios lo que nos convenla, ya que tantas veces y tan de veras promete el Señor tener en cuenta nuestras desgracias, con tal que nosotros, siquiera una vez, se las hayamos expuesto y así hará que tengamos en la pobreza abundancia, y en La aflicción consuelo. Porque, suponiendo que todo el mundo nos falte, Dios nunca nos faltará ni desamparará, pues jamás puede defraudar la esperanza y la paciencia de los suyos. Él solo nos servirá más que todos, pues El contiene en si mismo cuanto bien existe; bien que al fin nos lo revelará en el día del juicio, en el cual manifestará su reino con toda claridad. 
Además hay que notar que aunque Dios nos conceda al momento lo que le pedimos, no obstante no siempre nos responde conforme a la forma expresa de nuestra petición, sino que teniéndonos en apariencia suspensos, nos oye de una manera admirable y demuestra que no hemos orado en vano. Esto es lo que entendió san Juan al decir: “Si sabernos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Jn. 5, 15). Esto parece mera superfluidad de palabras pero en realidad es una declaración muy útil para advertirnos que Dios, aun cuando no condesciende con nosotros concediéndonos lo que le pedimos, no por eso deja de sernos propicio y favorable; de manera que nuestra esperanza, al apoyarse en su Palabra, no será jamás confundida ni nos engañará. 
Es tan necesario a los fieles mantenerse con esta paciencia, que si no se apoyasen en ella, no permanecerían en pie. Porque el Señor prueba a los suyos con no ligeras experiencias y no solamente no les trata delicadamente, sino que muchas veces incluso les pone en gravísimos aprietos y necesidades, y así abatidos les deja hundirse en el lodo por largo tiempo antes de darles un cierto gusto de su dulzura. Y como dice Ana: “Jehová mata, y él da vida; él hace descender al Seol, y hace subir” (1 Sm. 2, 6). ¿Qué les quedaría al verse afligidos de esta manera, sino perder el ánimo, desfallecer y caer en la desesperación, de no ser porque cuando se encuentran así afligidos, desconsolados y medio muertos, los consuela y pone en pie la consideración de que Dios tiene sus ojos puestos en ellos, y que al fin triunfarán de todos los males que al presente padecen y sufren? Sin embargo, aunque ellos se apoyen en la seguridad de la esperanza que tienen, a pesar de ello no dejan entretanto de orar; porque si en nuestra oración no hay constancia de perseverancia nuestra oración no vale nada.